multiverso Yorkman Pattreisk

Tres micro relatos de no más de 300 caracteres cada uno, donde se tratan temas característicos del género del terror, tocando tópicos como zombies, monstruos del folclore, o lo que se baraja en el underground. Espero que los disfruten Estos relatos son como contestación a la propiesta 1 COMENTARIO X 1 RELATO.


Horror Not for children under 13.

#zombies #underground #monstruo #gore #terror
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RESPUESTA A LA PROPUESTA 1 COMENTARIO X 1 RELATO

MAL DÍA PARA VIVIR


     Sumido en un rincón húmedo y mugriento, sollozaba. Tomado de las rodillas y con su espalda recostada a la fría piedra que componía las paredes de aquella cueva, se asemejaba a un indefenso niño, temiendo infantilmente a la oscuridad. Nada más lejos de la realidad. Ni era un niño, ni sus terrores eran infundados. Lo primero se podía apreciar con sólo mirarlo, ya que por más que aparentara ser un hombre de cuarenta y pocos años, era un hombre de cincuenta y tantos, todo gracias a su fascinación por el senderismo, el running y la vida sana; pero lo segundo podía respaldarse fácilmente, teniendo en cuenta la cantidad de sangre en el piso de aquella cueva, o los trozos frescos de carne humana, retazos de ropa humeante y tripas.


     Nada lo había preparado para ese momento. Ni sus años en el ejército, ni el tiempo que llevaba realizando excursiones a campo traviesa por Europa. No, nada lo había preparado para que aquella criatura lo mirara de esa manera, con ojos centelleantes. Nadie le había dicho qué hacer si un ser endemoniado como aquél mataba a sus amigos con sus enormes garras, produciéndoles cortes tan limpios que prácticamente, los miembros y las lonchas de carne, caían sonoramente, haciendo un húmedo eco en el interior de aquel lugar.


     Cuando aquello pareció satisfecho se perdió en el interior de la cueva, no volviendo por lo que le parecieron diez horas. Cuando pudo recomponerse salió al fin de allí. Huellas carmesí lo seguían, cómo si de una procesión fantasmal se tratase, marcando claramente a la cueva a sus espaldas cómo el sitio por el cual había vuelto al mundo conocido. Solamente temblaba, temblaba sobre la nieve blanca. Estaba sólo, ya no eran 7, pero el hecho de saber que nada lo seguía lo hizo estallar en llanto. Horas más tarde fue encontrado por cazadores de la zona que, luego de volarle la cabeza de un disparo, dieron gracias a los dioses que la bestia había sido saciada.


JORNADA DE SANGRE


     Más, solamente más. Más sangre, más tripas, más para aquella velada memorable. Todos lo pedían, pero, al fin y al cabo, quien manda es quien en verdad importa. Mucho hacía que no se realizaba un evento de esa magnitud, a platea llena y con decenas de miles de personas siguiéndolo por la red. Y por supuesto, todos alabándolo a él, el gran creador de todo aquello; la mente maestra, el visionario, el alma mater. Muchos lo habían intentado antes de él y también después, pero nadie había logrado aquel grado de finesa en los detalles. ¿Cuantos pudieron percatarse de que armar a las víctimas le daba otro alcance, otro dramatismo al asunto?; ¿cuantos fueron capaces de reclutar a ex soldados con desórdenes psicopáticos para que fueran del bando de los “ganadores”?, ¿quienes habrían logrado mantener el juego “Gladiadores del Underground” durante tantos años sin levantar la más mínima sospecha?; solamente él podía, y lo sabía.


     Por eso, sentado en su trono hecho con los huesos de los más importantes Gladiadores que habían pasado por su arena, y usando su corona de dientes de oro pertenecientes a las víctimas, miraba airoso cómo los comensales se relamían, esperando el comienzo de una jornada repleta de emociones. Todos ellos eran como él. Tenían dinero, tiempo libre, gustos refinados, y hacían lo que fuera para evadir el tedio que todo les provocaba. Luego de realizar todas las peripecias y acometer hacia todos los derroches posibles para una persona, el tedio era todo lo que restaba, y no podía ser que los dueños del mundo sufrieran de ese tan desgastador mal. Si los Dioses griegos era capaces de realizar cualquier cosa en sus momentos de ocio, acostándose con mortales, creando criaturas por demás extrañas y pintorescas, o simplemente descargando su desazón en algún pobre diablo; ellos, que eran los Dioses de hoy día, estaban en todo su derecho de encontrar algún divertimento que los satisfaga.

Entonces, miró las cuatro víctimas, miró los ocho Gladiadores, y bajó su pulgar.


OTRA DE ZOMBIS


     “Adiós”, le dijo a los demás, y se lanzó desde la terraza de aquel edificio de cincuenta pisos. No era momento para explicaciones, ya todos lo habían visto, todos comprendieron que debía morir de una forma u otra. Nada podía salvarlo luego de la mordedura de un zombi, y menos allí donde se encontraban; en medio de la ciudad y totalmente rodeados de esos malditos hijos de puta. ¿Qué podía haber hecho?, ¿dialogar para que no lo mataran y esperar encontrar alguna cura milagrosa desde allí?; no, el suicidio era lo más sensato en su situación. Se estaban acabando las municiones, los víveres, cargaban con heridos y niños, entre los que se encontraba su hijo de dos años. No podía permitir que su hijo sufriera lo que él ya había sufrido; no sería justo que viera a sus seres queridos transformados y dispuestos a comerlo, no restando otra solución que matarlos. Por eso lo hizo.


     Los zombis no tardarían en llegar hasta la puerta que acababan de trancar; no tardarían en agolparse con todo el peso que les da su número, debilitando las bisagras y tirando la puerta abajo; era solo una cuestión de tiempo, y el ya no tenía eso. Entonces, antes de ser descuartizado por esos monstruos malditos; o acabar asesinado enfrente de su hijo por esos pocos sobrevivientes, que como él, no tenían intenciones de arriesgar sus vidas por alguien que conocían hacía una semana; o peor aún, atacar a su hijo; decidió hacer lo que hizo.


     Se paró sobre el borde del edificio y tomó a su hijo en brazos. Lo miró a los ojos como sólo un padre puede hacerlo, con ese amor incondicional que desborda todo entendimiento. Lo apretó contra su pecho y se giró hacia los demás. Tras despedirse, saltó. Lo hizo girando sobre su eje para que así al caer, quien mirara el suelo aproximarse como un tren fuera él. Antes de comenzar a caer, vio la puerta ceder.


Aug. 8, 2018, 10:39 p.m. 0 Report Embed Follow story
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To be continued...

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