¿Cómo habíamos terminado así? ¡Me había levantado con la decisión de alejarme de él, ¿qué demonios estaba haciendo?! Pero se había acercado completamente desnudo y con la polla erecta señalándome como si me acusase de estar así, ¿y me había dicho que no subestimase sus capacidades? ¡¿Quién subestimaría sus capacidades con semejante...?! ¡¡Era la jodida polla de mis sueños!! Aunque me reventase un poco al penetrarme...
Xavier me desabrochó los pantalones, a mí ya me costaba respirar solo por la nariz. La prenda se deslizó hasta el suelo haciéndome cosquillas en las piernas mientras volvíamos a entretenernos el uno en los labios del otro y sus manos se colaron dentro de mis calzoncillos para ir bajándolos según él se arrodillaba ante mí. Apreté los dedos de los pies a falta de algo a lo que anclar las manos cuando me dio el primer chupetón.
No me concedió ni un segundo para respirar, empezó a meter y sacar mi pene en su boca a tal velocidad que me contraje sobre mí mismo y me corrí sin que dejase caer ni una sola gota de sus labios. Creo que jadeaba más por lo asombrado que me había dejado que por el efecto de la mamada en sí mismo.
-¿Estás seguro de que no quieres contarme ya donde están las pastillas? -negué con la cabeza-. Tú verás dónde te metes.
Sabía que las violaciones estaban en su lista de prohibidos, así que no lograba intuir a qué debía atenerme exactamente. Él sacó mi ropa del plato de ducha con el pie, cerró la mampara a sus espaldas y abrió la llave del agua. Esta nos golpeó desde lo alto pegándonos el pelo a la cara y empezando a llevarse el polvo consigo.
Apenas me pude echar el pelo hacia atrás y ya me estaba cogiendo por la cintura y levantándome del suelo como si no pesase nada. Me estampó contra la pared y el contraste frío con el agua caliente me puso los pelos de punta. Él aprovechó el impulso para cogerme las piernas y situarse entre ellas, nuestras erecciones estaban muy cerca.
-¿Sigues queriendo callar? -el agua se deslizaba por su rostro y caía discontinuamente de su nariz, labios y barbilla. Yo quise besarlo y él se apartó un poco dejándome en un equilibrio precario para que no pudiese echarme hacia delante. Ahora nuestros genitales estaban en completo contacto y repitió-. ¡¿Sigues queriendo callar?!
-¡¡Síííhh...!! -clamé tratando de soportar el peso de mi cuerpo contra la pared semi-resbaladiza y el calor de su pene junto al mío.
Soltó mis piernas y antes de que tocase el suelo me volteó en el aire como a una tortilla, aquello habría merecido la puntuación perfecta ante un jurado. Me cogió por la cintura y el pecho y me echó hacia atrás pegándome a él. Notaba su pene en mi trasero. Acto seguido volvió a sujetar mis piernas y las alzó hasta anclarlas en lo alto de la pared contraponiéndose a nuestra cercanía a ella.
-¡Aaagghhh...! -mis gemelos se tensaban deseando acalambrarse y él dio un paso más, cargando la presión en los muslos-. ¡¡Joderh...!!
-¡¿Vas a decírmelo?! -gruñó en mi oreja derecha.
-¡¡Tu puta madre!! -y me sentó en la pared, ¡me sentó en la pared!, ¡como si la gravedad no tuviese nada que ver con nosotros! ¡como si estuviese doblando una hoja de papel sobre sí misma!-. ¡¡AAH!! -me mantuvo pegado a ella mientras cogía el bote de lubricante y le arrancaba la tapa con los dientes.
-¡¡¡HABLA!!! -me gritó tras escupirla.
-¡¡NOGH...!! -el agua me golpeaba en la cara, impasible ante la escena.
Se las apañó para soportar mis embates y empaparse la mano en lubricante. Oí el bote caer y sus manos cogieron mi trasero. Aflojó un poco la presión y coló dos dedos en mi ano sin ningún miramiento metiéndolos hasta los nudillos.
Apreté los dientes y gruñí, con solo un par de dedos había logrado que me sintiese completamente invadido.
-¡¡Dímelo, Kyle!!
-¡¡NGJHN-NGHGHAHN!! -proferí entre dientes, fue lo más coherente que podría haber dicho.
-Maldita sea... -farfulló haciendo círculos con los dedos para dilatarme lo más deprisa posible. Me mordí el labio, el calor del agua estaba empezando a competir duramente con el que generaban mi cuerpo y el suyo-. Ahora verás... -sacó los dedos de repente y me sujetó con esa mano apenas el segundo que le llevó golpear con la otra la llave del agua.
-¡Eres un...! -sus manos jugueteaban bajo mi trasero sin perderme de vista y yo no sabía qué demonios estaba haciendo.
-Cinco.
-¿Qué?
-Cuatro.
-¿Qué pasa?
-Tres.
-¡Joder, ¿qué vas a hacer?!
-Dos.
-¡¡Maldita sea, Xavier!!
-Uno.
La llave del agua hizo “¡bip!” y el agua fría me penetró con la misma brutalidad que lo hizo él. No pude gritar, solo cogí todo el aire que me entró en los pulmones salpicado de agua y terminé tosiendo ahogado. Mi erección cayó a plomo pero él aguantó el tipo perfectamente utilizándome como paraguas. El cambio de temperatura brusco me mareó... y me desmayé.
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