juan-criollo1525153912 Juan Criollo

Una propuesta sobre un ciclo de vida que puede estar latente en la vida de cada ser humano...


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El ciclo de vida

Se puede ver así mismo reflejado en el espejo de su baño, observa sus ojos y como estos reflejan cansancio en su sola mirada, su barba necesita afeitarse, el cabello se encuentra alborotado, pero por encima de todo tiene la misma mueca con la que despierta cada lunes en la mañana. Aquella miseria que podía ser evidenciada en aquel espejo no se debía exclusivamente a un típico lunes por la mañana, era aquella “señal” que daba inicio a la serie de sucesos que tendría a experimentar día tras día, hasta llegar nuevamente a un fin de semana y aquella mueca del espejo se pudiera perder, al menos así lo pensaba él, cada lunes en la mañana.

Su rutina, como la de muchos, consistía en salir temprano por las mañanas y regresar ya por la noche a casa. Mismo procedimiento que tenía que repetir por exactamente cinco días si quería mantener un estilo de vida aceptable, al menos así lo habían inculcado y él mismo lo había aceptado.

¿Cuán miserable es una persona que vive una semana entera deseando que ya sea viernes?

La agonía, según la describe él, comenzaba cuando llegaba a aquel lugar en donde pasaba el resto de sus días, inmerso en un ambiente tan nauseabundo para él, que solo el esfuerzo por tratar de erradicar la “mala cara” de su rostro ya le cansaba. Dicho sitio tenía instalaciones aceptables, con gente dedicada a realizar una actividad en específico para cumplir un objetivo determinado en esta vida, “sobrevivir”, y aunque a ojos ajenos, como si se tratase de una publicidad o medio televisivo, este ambiente resultaría ser confortable para una vida diaria y plena, el sujeto sentía como este sitio se había transformado en su jaula, mientras él era aquel roedor que daba vueltas y vueltas en su rueda a diario, en busca de que su dueño pudiera entretenerse con su espectáculo, considerarlo agraciado, y ofrecerle un sustento alimenticio acompañado de un poco de agua en compensa a su espectáculo de hace rato. Así pues, a través de la metáfora anteriormente mencionada, aquel individuo sentía como su vida estaba siendo parte de una serie de sucesos y acontecimientos que lo llevarían a estar siempre enjaulado y encerrado. Que un día fue la escuela, aquella en donde sus maestros más allá de enseñarle principios y valores, lo maltrataban y abusaban de él, aprovechándose de aquellas palabras que no tenían sustento ni validez para reclamar en este mundo tan cruel. Luego sería la secundaria, en donde fue víctima de maltratos físicos y psicológicos esta vez por sus compañeros, su refugio hubiese podido ser el conocimiento que podía adquirir en dicho establecimiento, más la corrupción y mediocridad del sistema educativo le arrebató esa ligera “ventaja” que hubiese podido tener. Antes de recordar y narrar los sucesos en una Universidad y en una oferta laboral, se da cuenta que la continua descripción de sus experiencias pasadas solo provocan que se sienta aún más miserable con su vida actual, prefiere solo mencionar que, independientemente del lugar, aquella contaminación llegará e intoxicará afectando a todos a su alrededor, a aquellas personas en las que creías poder confiar y hasta intimar. Quizás esto es lo que más le afectaba a diario, “el contacto”, de aquí provenía su agonía, de aquí su esfuerzo por borrar aquella mueca de su rostro y mantener una estabilidad por aparentar normalidad en frente de quienes le rodeaban.

“Naciste en una sociedad que no es perfecta, deberás crecerla con ella, aprender de la misma, servirla y aportar en lo que puedas, después solo te quedará la muerte, y es solo ahí, donde finalmente dejarás aquella sociedad”

Son palabras textuales que le había dicho su padre el primer día en que salieron juntos a dar un paseo al centro de la ciudad. Tal vez una advertencia, quizás un consejo, o solo una frase para que su pequeño hijo entendiese lo bueno y lo malo de este mundo.

Él nació, creció, y se dio cuenta que estaba en aquel proceso de aprender y servir a la misma, ya sea estudiando y trabajando, tenía en cuenta aquel “ciclo de vida” que le había explicado su padre hace muchos años atrás.

Sus “amigos, compañeros y conocidos”, le rodeaban de lunes a viernes, tenía que convivir con ellos, relacionarse, mostrar interés y simpatía si quería seguir “en pie” en aquel lugar en donde describe tanta agonía. Un ligero entrecierro de ojos es la única señal de aquella agonía interna. Con lágrimas en los ojos, mientras continúa con su relato expresa la siguiente frase:

“Te imaginas… estás sufriendo por dentro y quieres liberarte a ti mismo llorando o gritando, pero debes callarte y resignarte mientras los de tú alrededor se encuentran riendo tan estúpidamente que ni siquiera se fijan en lo que hay más allá de sus egocéntricas vidas”

Un hombre reprimido, patético y quejumbroso, que solo llega apreciar los momentos negativos que nos brinda la vida a veces, es decir, es todo un pesimista y dramático.

No te preocupes, no temas en pensarlo ni mucho menos en decirlo, en repetir aquellas palabras que describen al hombre detrás de esta historia, estás en tu derecho de pensarlo, es más, el mismo ha sido quien se ha “catalogado” de esta manera, o por lo menos, esa es la catalogación que el encuentra entre lo que los expertos de la sociedad han podido diagnosticar en él. Pese a haber aceptado “su realidad y condición”, encuentra contradicciones que le hacen refutar e indagar más en su vida, pues si hablamos de un hombre miserable de lunes a viernes, aún no conocemos al hombre en sus fines de semana, en los feriados y vacaciones, o en aquellos momentos en los que goza de una oportunidad de permanecer en su casa, en algún sitio lejos de los demás, en un espacio y tiempo en el que se encuentra inmerso en su confortable soledad, donde se tiene así mismo, en donde se relaciona consigo mismo, pues solo ahí se da cuenta que puede confiar, intimar y hasta amar.

¿Qué pasaría entonces, si hubiésemos empezado a relatar esta historia desde un fin de semana? Pues comenzaría con una sonrisa temprano por la mañana, cuyo poseedor es un individuo sumamente activo que se ha puesto en pie con la entera voluntad de empezar un buen día, realizar actividades entretenidas o que ha dejado pendientes, pero que las realizará con ese gusto que ahora posee, la libertad, la satisfacción, y un gusto por encontrase y tenerse así mismo un día más.

El estado de ánimo de una persona resulta ser tan complejo de comprender que en ocasiones nos resulta muy difícil catalogar con exactitud sobre qué tan feliz o miserable puede ser una persona a diario. Lo curioso es que pese a vivir en una sociedad que abarca miles de millones de personas alrededor del mundo, hay quienes se sienten felices en compañía mientras que otros disfrutan y gozan de su soledad, existen quienes buscan o piensan haber encontrado el amor, otras que lo comparten en compañía de alguien, y también existen aquellas que aman en silencio y en solitario, y así como hablamos de amor, no dejemos atrás al dolor, pues en cada uno de los casos que pueda presentarse, el dolor existe y existe a diario. Entonces bien, son este tipo de elementos los que existen a diario, los que forman parte de la vida en la de aquel hombre, y en la que tú y yo nos desarrollamos a diario, misma en la que crecemos, aprendemos, servimos o aportamos en algo hasta que envejecemos paulatinamente llegando hasta nuestra muerte.

Hoy somos parte de aquella sociedad, y aunque llegará aquel día en que dejemos este mundo y seamos reemplazados por nuevos miembros que ocupen “nuestro lugar”, puedo decir con seguridad, que todas las personas aquí presentes en este tiempo y espacio actual, imperfectas, como seres humanos que somos, con lo bueno y lo malo que este mundo igual de imperfecto nos ofrece, cumplimos con aquella labor en ese ciclo de vida descrito en anterioridad, en crecer y aprender, en contribuir y ayudar, siempre buscando ese algo bueno que nos ofrece aquella sociedad, siempre tratando de justificar todo este proceso con ese “fin de semana” que nos llena de una felicidad, misma que podría validar todo ese esfuerzo y sacrificio que empleamos en nuestro ciclo, misma que nos conforta de aquel obscuro pasado y la misma que nos ayuda a que nuestro presente sea más tolerable aún. Sin más, puedo decir, no como conclusión, sino más bien como una pregunta abierta, esperando que aquel que lea esta historia, al igual que quien la redacte se pregunte:

¿Todo se resume en buscar la felicidad?  

July 14, 2018, 4:32 p.m. 0 Report Embed Follow story
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The End

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