Hinata Hyuga viaja sola a una finca que había comprado su padre a pasar unos días de descanso. La chica ojiperlada no refuta la decisión de su padre, ya que quería alejarse un poco de la vergüenza y la desdicha de haber oído las palabras tan frías y grotescas por parte de Naruto; quería que ese momento la tierra se hubiera abierto y desaparecer en ese momento.
Los primeros días, admiraba aquél bosque por la ventana, veía que era un lugar lindo y solitario para pensar en lo que había hecho. No sentía el valor de recorrerlo más allá de la finca; pensaba que podía haber algo más de ver las hojas caer o de oír un melodioso canto de alguna ave.
Realmente el miedo la había invadido por completo. Se preguntaba así misma si era algo estúpido, sentir ese temor. Cada día, se ponía mas ansiosa de recorrerlo, algo le llamaba la atención que no podía dejar de pensar de recorrer ese bello bosque.
Un día, toma la decisión de explorarlo respira profundo y dice en voz baja:—Haber Hinata tú puedes. Vence ese miedo.
Sale de la finca y al entrar al bosque ve una luz llamativa, a su sensatez piensa:—Debe ser los rayos del sol.
Camina por ese sendero, alejándose más allá de la finca, ve como las ramas le señalaban el camino y al ver una hermosa rosa roja en la mitad de él, se arrodilla y le acaricia sus suaves pétalos. Se le llorosean los ojos al ver esa flor tan delicada y siente que si la arranca se marchitaria su belleza.
Se retoca con sus dedos índices los ojos, no quería seguir llorando más; ya las lágrimas que había derramado ya bastaban por aquel rubio que tan sólo le desprecio por aquella persona que había conquistado su corazón.
Se levanta y mira hacia atrás que estaba un poquito lejos de la finca y dice:—Voy a regresar, debe ser tarde.
Corre de nuevo por el mismo sendero hasta llegar a la finca. Al subir entrando por las escaleras, entra con un poco de agitación y va hacia la cocina a preparar la cena.
Al pasar los días, Hinata después de almorzar salía a recorrer el bosque, adentrándose cada vez más; regresando a una hora casi exacta.
En una ocasión que se encuentra admirando unos pajarillos dándose amor. Vuelve a su pensamiento; aquel momento embarazoso que por consiguiente la lastimó. Aún tenía a Naruto como una piedra encrustada dentro de su pecho.
En ese momento, ve pasar un joven perdido de cabello negro; él al verle, la saluda y le dice:—Disculpe señorita. ¿Usted es residente por aquí?
—Si, hace unos días. ¿Se encuentra perdido? Discúlpeme la pregunta si le suena muy obvia.
—Si la verdad si. Parece que estuviera en un laberinto.
—Si gusta puedo mostrarle el camino.
—Se lo agradecería.
Hinata le indica con la mano de mostrarle la salida; el joven asiente y caminan los dos sin decir una palabra hasta el final del camino. Ella le dice:—Bueno joven, hasta aquí llegamos.
—Gracias, usted es muy amable. —Mira con mucha determinación que al lado estaba una finca y no a muy lejos se encontraba la carretera—. Dígame, ¿Cómo se llama?
—Hinata Hyuga y, ¿Usted?
—Sasuke Uchiha.
Los dos se despiden de mano, el joven sigue su camino hasta salir a la carretera.
Desde ese día, Sasuke no podía dejar de pensar en la muchacha del bosque y se preguntaba a si mismo que era lo que le pasaba, su corazón estaba frío pasaban mujeres por su cuerpo y por su mente; más no por un sentimiento. Recuerda su hermoso cabello largo, suelto y que el viento jugaba con él.
En un fin de semana; decide viajar solo recordando aquel lugar, teniendo la corazonada de que pudiera volverla a ver. El corazón del joven se encontraba acelerado; mientras que su mente le decía:—Con calma, despacio. No te aceleres.
Baja con despacio quedándose allí dónde se despidieron por última vez. Hinata al acercarse lo saluda de una forma cordial; el joven de igual manera le corresponde. Al recorrer el bosque, el pelinegro observa que la joven admira mucho las flores. El toma la conversación y le pregunta:—Veo ¿Qué te gustan mucho?
—A, ¿Qué te refieres? —Pregunta Hinata confundida—.
—A las flores. —Responde Sasuke—.
—Si son bellas. Pero, ¿Por qué lo dices?
—Porque las ves con mucho cariño.
La chica ojiperlada le sonríe y al ver una linda flor, no se atreve a cogerla, tan sólo acariciarle los suaves pétalos. El pelinegro, se detiene y le pregunta:—¿Te gusta? Puedo cogerla para ti.
—¡Oh no por favor, no es necesario!
—Insisto. Y dime, ¿Te gustaría que te la regalará para colocarla en tu pelo? Disculpa mi atrevimiento.
—Me parece extraño que un chico como tú, me regales flores.
—Y, ¿Tiene algo de malo? O, disculpa ¿Tienes novio?
—No, claro que no. Cómo vas a decir eso. Más bien, sería al revés.
—No, créeme que no.
—Vaya, esto si es una sorpresa. Pero, si gustas adelante.
Sasuke corta la flor con su navaja Suiza y se la coloca en su pelo, rociandole con sus dedos los hilos de su cabello suavemente. La mira fijamente y le dice:—Tienes una linda cabellera y esa flor se te ve hermosa en tu pelo.
Hinata al verle su mirada sincera y oír aquellas palabras tan bonitas; le responde:—Gracias que amable de tu parte. Siempre quise ponerme una en el cabello.
—De nada. Pues no sé diga más, si gustas puedo regalarte una flor para colocarla en tu pelo, cuando venga a visitarte ¿Sí no te molesta?
—No, por supuesto que no. Si gustas puedo invitarte a tomar un café.
—Si está bien.
—Entonces regresemos.
Los dos jóvenes regresan al inicio del camino y Hinata le prepara el café con un poquito de pastel que ella misma había preparado, se quedan charlando un rato y el pelinegro se despide de un beso en la mejilla haciendo que la chica logrará sonrojarse.
A los días siguientes, Sasuke siempre la visitaba colocándole flores en el cabello rociandole con sus suaves dedos los hilos de su pelo; hasta el día que se llenó de valor, la miro fijamente, le tomo el mentón y suave se le fue acercando para darle un beso en los labios, para Hinata era la primera vez que alguien la besaba con tal delicadeza que al principio le tomo un poco de dificultad seguirle el ritmo del beso; pero logra compartir ese momento haciendo que el pelinegro se sienta correspondido. Él a la final le dice:—Te amo Hinata.
—Y yo a ti Sasuke. Mi corazón volvió a latir y todo gracias a ti porque me alegraste de nuevo la vida, regalandome flores en el pelo. Hiciste que ese bonito detalle conquistará mi amor y cerrará una herida del pasado.
"Un sueño es como un bebé, se da a pequeños pasos para lograr alcanzarlo" (Es de mi autoría).
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