willy-perez Willy Pérez

La historia del músico que se topó con la melodía equivocada, pero que tras el tormento que esta produjo en él, lo transformó, convirtiéndolo en quien realmente era.


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El Músico

Adrian Rivers, un virtuoso músico de renombre, había conquistado el mundo con su talento inigualable. Su violín parecía susurrar secretos antiguos y emociones crudas que cautivaban a su audiencia. Sin embargo, el éxito no siempre es un camino iluminado por el sol, y Adrian pronto se vio atrapado en las garras de una melodía misteriosa y seductora que lo consumiría lentamente.


Fue en una noche oscura y tormentosa cuando, inmerso en su estudio, Adrian descubrió una partitura olvidada en un rincón polvoriento. La melodía que emanaba de ella tenía un atractivo irresistible, pero también portaba una sombría elegancia que envolvía su mente y corazón.


Sin poder resistirse a la tentación, Adrian comenzó a tocar la melodía en su violín. La música cobró vida, retumbando en cada rincón de su ser y en los corazones de quienes lo escuchaban. Pero a medida que se sumergía en las profundidades de la melodía, un cambio sutil pero inquietante se apoderó de él.


La belleza de su música se volvió sobrenatural, rozando lo divino y lo macabro. Su apariencia se desvaneció gradualmente, su piel adquirió una palidez cadavérica y sus ojos brillaron con un fulgor enigmático. Las almas inquietas y las criaturas nocturnas se arremolinaban a su alrededor, atraídas por la poderosa resonancia de sus notas.


A medida que la obsesión con la melodía crecía, Adrian comenzó a experimentar pesadillas oscuras y visiones inquietantes. Sombras siniestras yaceían en cada esquina de su mente, acechándolo sin descanso. Sus días se convirtieron en una danza interminable entre la locura y la genialidad.


Desesperado por romper el hechizo que lo consumía, Adrian se adentró en los abismos más oscuros de la música y el conocimiento oculto. Buscó sabios y brujos, esperando encontrar una respuesta en las profundidades inexploradas de lo sobrenatural. En su búsqueda, descubrió una antigua leyenda que hablaba de una criatura ancestral, el guardián de la melodía maldita.


Guiado por una mezcla de temor y determinación, Adrian se aventuró hacia un lugar olvidado por el tiempo: un templo oculto en las profundidades de un bosque prohibido. Allí, en una sala iluminada por velas temblorosas, se encontró cara a cara con el guardián de la melodía, una criatura etérea con ojos de fuego y alas de ébano.


La criatura le reveló la verdad detrás de la melodía maldita. Era un pacto hecho en los albores del tiempo, una fusión de magia y sufrimiento que había arrastrado a músicos talentosos al abismo de la locura. Aquellos que sucumbían a su encanto se convertían en esclavos de su propia música, condenados a vagar por la eternidad entre las sombras.


Adrian, en un último acto de valentía y determinación, se enfrentó al guardián de la melodía. Con su violín en mano, entabló un duelo musical en el que se fusionaron lo divino y lo profano. Cada nota que emanaba de su instrumento estaba imbuida de su alma y su deseo desesperado de liberarse de aquella condena.


El enfrentamiento fue arrollador. Las notas resonaron en el aire, creando una sinfonía de luz y oscuridad. Las entidades malignas que se habían alimentado de la música de Adrian se vieron envueltas en una tormenta de sonidos, incapaces de resistir la pureza y la pasión que emanaban de su interpretación.


Finalmente, en un estallido de energía sobrenatural, la melodía maldita se disipó, dejando a Adrian exhausto pero libre de su influencia. El guardián de la melodía, derrotado, se desvaneció en la oscuridad, liberando a todos aquellos que habían caído bajo su hechizo.


A partir de ese momento, Adrian supo que había alcanzado su redención. Aunque su talento musical seguía intacto, ya no era un esclavo de las sombras. Utilizó su don para componer obras de belleza inigualable, pero siempre se mantuvo vigilante, consciente del peligro que acechaba en las profundidades de la música.


La historia de Adrian se convirtió en un mito, un aviso para aquellos artistas tentados por la gloria efímera y dispuestos a sacrificar su alma por ella. Su legado perduró como una inspiración para aquellos que buscaban la verdad y la autenticidad en su arte, recordándoles que la belleza y la oscuridad pueden entrelazarse de formas inimaginables.


Y así, mientras el mundo seguía encantado por la música de Adrian Rivers, él guardaba un secreto en lo más profundo de su ser. Sabía que había luchado contra las entidades malignas, pero también entendía que el precio de la grandeza artística era una eterna vigilancia y un constante equilibrio entre la luz y la oscuridad.


La canción de los condenados, una vez maldita, había sido redimida por el coraje y la pasión de un hombre dispuesto a enfrentar su propia destrucción para encontrar su verdadero ser. En cada nota que tocaba, la humanidad y la trascendencia se entrelazaban en una armonía eterna, recordándole a todos que el poder de la música puede ser tanto una bendición como una maldición.

May 13, 2023, 7:12 p.m. 0 Report Embed Follow story
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The End

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