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Mateo Rodriguez


La vida cotidiana de un hombre con depresión, cada día evitando los deseos de quitarse la vida y soportando el dolor de la perdida de su único amor


Memoir & Life Stories All public. © Reservados

#Amor #Depresion #Vida #Sufrimiento
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El despertar

Capítulo I: El despertar

El sol ha emanado de las fauces del lóbrego vacío, la flama que emerge de los rayos incandescentes choca contra la comodidad arrecía de mi ventana. Sería mi deber abrir los ojos, no es mi deseo, lamento ingratamente la mala cortesía de la vida de otorgarme un día más para respirar. Si pudiera pedir un deseo, sería no alzarme de la helada escarcha que me retiene rehén, a gusto, en este colchón. Momento de despegar la pupila de los parpados, la luz del sol envuelve en llamas el iris de mis ojos, no está en mi necesidad el obtener luz a mi alrededor, prefiero la ciénaga de la oscuridad, momento de cerrar la cortinas, observar mientras el manto de grisáceo e incorpóreo humo se abra paso de mi cuerpo hacia toda la habitación, sigo fumando y exhalando vapor de este tabaco marca muerte, el dictador de mi flujo de sentimientos, en este tiempo creo que me he dado cuenta de que no fumo por la adicción al tabaco (que objetivamente tengo) sino más por la necesidad de sentir algo que corre como una manada de lobos hambrientos por mi cuerpo luego de tener este gran hoyo en mi interior.

“Hoy es un nuevo día”, los seres humanos suelen llamarle al estigma de desear tener un buen día para de todas formas y encarecidamente que los recuerdos olvidados, y el duelo del día anterior por simple arte de magia desaparezca, como si todos días anteriores hubieran sido un martirio, no tienen el poder de alterar el curso del destino, pero aun así con toda su fe le piden a un ente que ni siquiera pueden acertar en la veracidad de su existencia. Todos los días son una catástrofe, el hecho de respirar el aire pútrido de esta sociedad me dan ganas de vomitar, es estúpido pensar que por solo rogar o en tu mente ilusionarte con que un día en particular va a ser el gran día de tu vida, o simplemente un buen día, este va a ser diferente. Las calamidades del mundo exterior no cesan solo porque alguien que se cree especial así lo quiera. La vida no vale la pena, los días se vuelven exhaustivamente vulnerables al toque del dolor, al toque de maldad, de angustia, de pena, de melancolía que rebosa de nuestra alma todos los días al despertar. Pero mientras la gente tenga ese concepto erróneo y le dé más ánimos para continuar, por mi está bien, no les deseo la desdicha

Por fin he despertado, “leven anclas”, aun así mis pensamientos siguen revoloteando cual mariposas en el florido parque, tienen la intención de quedarse ahí, en mis sueños, en esa realidad ficticia que yo creo en mi ser interior para intentar satisfacer mis necesidades afectivas de las cuales carezco, afortunadamente o desgraciadamente, el artificio donde las cadenas se liberan, los grilletes no dejan sus marcas y mi mente abiertamente deja salir todas las palabras mudas que el cuerpo calla. Pero es hora de enfrentarme otra vez a la cruda realidad. La tertulia de cada estrepitosa mañana, el cigarrillo, mi honroso compañero de cada batalla, hora de la hoguera, ojala yo pudiera estar en esa pira, y sentir el calor abrasador del alquitrán, hoy no es mi día. Las toxinas comienzan a perforar mi garganta, siento el humo dentro de mí como corroe con ansias mis células, ya me hacía falta sentir ese sabor tan amado por mi cuerpo, una vez más siento algo, una vez más estoy vivo y despierto.

El aroma amargo del café deja mi narina repleta de ese dulce gusto a grano carbonizado, la cafeína es lo que se inyecta mi motor para que ruga, hace tiempo que no pruebo un sorbo de uno…, quiero suponer que el café y el cigarrillo por la mañana me generaba el vestigio de que iba a ser un día memorable, quizás no del todo, como todos los días, pero al menos llenaba mi flujo sanguíneo de esperanza deseando creer que el día de hoy el dolor y la maldad no eran las indicadas para tomarme de vasija y apoderarse de mí. Todos los días rezo a Dios mil plegarias para que el sufrimiento que me acoge se termine, pero ninguna mañana suele funcionar. Es egocéntrico pensar que por el hecho de iniciar o seguir una costumbre que te llena de emoción o por lo menos te irradia algo de energía, todo puede ser diferente… pero desgraciadamente él nunca lo es…, nunca nada mejora…. Aunque si debo admitir que la combinación del ardor del café y las brasas del cigarrillo en mi boca culminan mi mañana y al menos me dan un sentimiento de que es mi oportunidad de enfrentarme a un nuevo día una vez más.

Me miro al espejo, con la misión de refrescar mi rostro con un poco de la translucida agua fresca, no he visto mi sonrisa reflejada hace mucho tiempo… quiero creer que la perdí hace largo tiempo, muchas veces desearía que regresara, pero sé que no lo va a hacer, se extravío en la búsqueda de la felicidad de los demás, aunque nunca he podido por desgracia lograrle sacarle una sonrisa a un ser humano en mucho tiempo. Las arrugas marcan que ya no estoy en mi juventud, cambie, todos cambiamos, todo cambio, pero yo no quiero cambiar. Quisiera regresar tiempo atrás, enmendar mis errores, no seguir acarreando las maldiciones y el peso de los pecados que he cometido a lo largo de los años. No lo sé… pero solo espero que algún día Dios me redima de todo lo que he hecho, y pueda estar alegre nuevamente. Ha pasado tanto tiempo que ya no tengo idea de cómo se siente, el calvario ha carcomido mi alma por tanto tiempo que al acariciar mi pecho no logro detectar nada latiendo, hay un enorme vacío que solo pide a gritos llenarse con felicidad, pero yo solo detecto el augurio de que el pésame se va a hacer cargo de eso. El paso del tiempo es inevitable desgraciadamente, no está en nuestras manos cambiar, modificar o parar el paso del tiempo, solo podemos como diminutos feligreses esperar al acto milagroso de que el tiempo nos otorgue una mano de ayuda, para olvidar ciertos temores del pasado, recuerdos que no quieres tener en tu cabeza, pecados, mentiras, desenlaces que no ostentan sabiduría. Solo nos queda arrodillarnos y rezar porque el tiempo nos sea convaleciente de nuestra actitud.

Mi padre es lo más valioso en el mundo, pero que sentirías si cada vez que lo miras a los ojos ves decepción, lastima, arrepentimiento, dolor…. Siento que no soy la persona que él se esperaba, y no lo culpo, no he hecho nada significativo para él. El me dio la vida, me entrego sabiduría, y soy la persona que soy gracias a su poder, pero desearía no verlo tantas veces derramar lágrimas por el fracaso de ser humano en el que me convertí, jamás logre darle una satisfacción, y es lo que mi cuerpo y mente han intentado durante todo este tiempo pero no puedo evitar ser un perdedor. ¿Que es peor que ver a la persona que te crió con las manos puestas en su corazón, llorar por ti? No sé cuándo fue que perdí mi rumbo, supongo que fue hace mucho tiempo, desde que perdí a la mujer que hacía que mis días fueran dorados, que el amor brotara de mi ser como abejas en busca de miel y la encontraran, dulce, muy dulce, era todo para mí, pero también gracias a mi perdió la esperanza de que yo fuera un buen hombre…. Ojala pudiera volver atrás y cambiar todo… pero sé que no está en mis manos. Y me arrepiento cada día en la oscuridad de mi habitación, que todo pudo haber sido diferente

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Feb. 21, 2018, 4:36 a.m. 4 Report Embed Follow story
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To be continued...

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Isabel Calvimontes Isabel Calvimontes
usas un lenguaje muy poético. Esta muy bueno.
February 22, 2018, 23:02

yh yahaira hernandez
me encanto !
February 21, 2018, 21:31

~