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Cuando la tarde de un frío Noviembre cayó en el condado de Boseong, Jeon Jungkook decidió salir a dar un paseo por los alrededores del enorme lago azul, sin imaginar que durante ese fuerte diluvio, descubriría un extraño y misterioso secreto, proveniente de una galaxia totalmente desconocida. ❝ -¿Quién eres tú? - cuestionó el hebras oscuras, inspeccionando minuciosamente cada detalle de aquella metálica ropa. -Soy Kim Taehyung, el androide 3095 del cuartel 12. - replicó pausadamente el extraño sujeto, sonando tan peculiar al igual que su apariencia mísma. -Mi nave se averió y ahora tú eres el humano que debe ayudarme a regresar. -¿Disculpa?- Jungkook le miró incrédulo, como si lo que hubiese dicho no fuese más que una broma. -¿Cómo que un androide y una nave? ¿Regresar a dónde? -Al planeta Zafiro, constelación de Casiopea. - afirmó el peliazul, señalando la placa de oro que yacía a un costado de su pecho, donde efectivamente se leían aquellas siglas. En esos momentos, Jungkook juró que estaba teniendo una alucinación. ❞ · Romance adolescente, ciencia ficción, boyslove. · Relato corto. · Historia completamente de mi autoría. · No copias ni adaptaciones. © sadderdaze22


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#galaxia #kookv #androide #cienciaficción #fanfiction #taekook #80s #coreadelsur
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Prólogo

Condado de Boseong,
Corea del Sur

Invierno del 83'

Cuando la fuerte corriente arrastró con toda la corteza de aquel condado, Jungkook tomó su paraguas de diseño transparente, sin intención alguna de abrigarse o tan siquiera colocarse zapatos para que el lodazal no obstruyera sus pasos. Aquel pelinegro tan solo quería salir a caminar y apreciar la lluvia que continuaba cayendo sin parar en aquella fría tarde de Noviembre.

Las clases de la preparatoria estaban por terminar y aún con tantos pendientes por realizar, no le importó dejar a un lado los proyectos de fin de año para adentrarse en aquel camino boscoso que conducía a hasta las orillas del enorme lago azul, lugar donde disfrutaba de la hermosa vista del condado y sus alrededores.

Había vivido en Boseong desde que era niño, cuando su madre decidió mudarse de la ajetreada ciudad de Busán para llevarlo a ese pequeño pueblo donde ella misma creció, enseñándole cada cosa que aprendió cuando era una adolescente al igual que él.

Sí, ella se había encargado de darle esa explicación a la mudanza tan repentina por la que tuvo que pasar Jungkook cuando tenía apenas cinco años, sin embargo, a pesar de que esa historia resultaba convincente y muy hogareña, la realidad era que el hecho de terminar viviendo en ese pueblo tan pequeño en medio de la nada, no fue más que una consecuencia como resultado de la desunión del matrimonio de sus padres.

Y vaya que fue un hecho que agradeció internamente, pues en un ambiente tan funesto como el que vivió junto a ese hombre de tosco carácter, nada bueno le traería ni a su madre, mucho menos a un niño tan indefenso como lo era él en aquella época. El señor Jeon no fue más que una sombra en su vida, un hombre que se dejó amortiguar por un maldito vicio como lo era el alcohol, dejando a relucir a un ser violento y sin propósito alguno de vivir.

Una imagen negativa que le trajo graves repercusiones con el tiempo. No obstante, aquellos recuerdos grises fueron quedando en el olvido tras el divorcio y la mudanza, recuperando el tiempo perdido a causa de esa mala vida, para comenzar de cero en un condado tan apacible y armonioso como lo era Boseong.

Era un pueblo bastante pequeño, muy alejado de la realidad ajetreada de la ciudad, siendo apenas concurrida durante la época de verano cuando los turistas la consideraban el punto perfecto para vacacionar, pero lejos de eso, aquella región no era más que un rincón olvidado y perdido entre las rutas de un mapa. Tan solitario y rutinario, sin ningún acontecimiento que lo volviera un flash informativo como para ser visitado por cientos de reporteros como los que solía ver en la televisión.

Cientos de ellos buscando una noticia que fuera histórica e impactante en una región tan pequeña como esa. Sin embargo, a pesar de esa insistencia por descubrir algo enigmático y fuera de lo común, Boseong era todo lo contrario a lo que los reporteros esperaban, pues aquel territorio no era más que un lugar cálido y acogedor, sin ninguna eventualidad de ninguna índole.

Al menos, así lo creían todos los pobladores que lo habitaban, incluso Jungkook, quien dudaba mucho sobre la existencia de seres o cosas extrañas que éstos grupos consideraban como "interesantes" o "fantásticas". Para Jungkook ese tipo de cosas no eran más que banales y mitológicas, con pocas probabilidades de ser verídicas.

¿Magia y brujas? ¿Mounstros como el Yeti y el del Lago Ness? O peor aún, ¿Existencia de extraterrestres y posibles vidas en otro planeta? Bah, eso sin duda le resultaba una tontería. Un cuento fantasioso sacado de las películas de Hollywood, tal como la obra de Mooby Dick con bajo presupuesto que presentó el taller de arte de su escuela durante el verano pasado.

Todo resultando una mentira ante su cerebro de estudiante promedio, sin aficciones de éste tipo. Jungkook simplemente se enfocaba en otras cosas que le resultaban cómodas y simples, sin llamar tanto la atención, tal como el paseo cotidiano que estaba tomando en aquella tarde, en silencio mientras disfrutaba del sonido de la lluvia que continuaba bañando aquella hectárea infinita de árboles de pino, aspirando el aroma de éstos y a tierra mojada mientras continuaba dando pasos por el camino lleno de barro y humedad.

Por un momento, Jungkook bajó la mirada a sus pies, notando como sus pantuflas habían quedado totalmente sucias en cuestión de segundos, por lo que el ceño en su frente no se hizo esperar, maldiciendo por lo bajo al notar su poca prudencia. Y no, no era como si le importara el hecho de salir a caminar en pantuflas y usando pijama por la calle, pues realmente disfrutaba más hacerlo de esa manera que usar ropa ordinaria, no obstante, el fuerte invierno seguía acechando en aquel penúltimo mes del año, por lo que el pensamiento de poder secarlas parecía lejano en estos momentos.

Definitivamente tendría que esperar
que la calidez del sol se dignara en volver para poder lograrlo o como última opción, pedirle dinero prestado a su madre para comprar otras. Y sí, Jungkook estaba seguro de que ésta última no era cuestionable.

Una vez terminó el camino boscoso, el adolescente sonrió satisfecho, observando el hermoso panorama ante sus ojos y mientras continuaba marcando pasos por el suelo marrón y pastoso, Jungkook se quedó ensimismado, dirigiendo su vista al pequeño muelle que se encontraba en el lago, luciendo tan solitario como siempre, sin la presencia de nadie más, además de la suya.

O al menos, eso era lo que él creía, pues cuando Jungkook logró llegar al viejo camino de madera que permanecía posicionado sobre el gran manto de aguas cristalinas, no esperaba encontrarse con la presencia de un adolescente de cabello azul a unos metros de él, luciendo perdido mientras intentaba cubrir su cuerpo con un manto color púrpura, tan brillante y metálico como una estrella.

Extrañamente enigmático...

Pensó.

Y aunque aquel pensamiento pareció perderse en algún rincón de su mente, Jungkook lo había terminado susurrando, captando la atención de aquel jovencito temeroso. Sus ojos no tardaron en chocar con la mirada de aquel extraño, provocándole un leve rubor en sus mejillas debido a lo incómodo que le resultó eso.

Jungkook tan sólo esperaba que ese adolescente no pensara que lo estaba espiando o algo parecido, eso definitivamente sería muy raro, siendo que era el único mortal de ese lugar que disfrutaba de un paseo bajo la lluvia durante un fuerte aguacero como el que caía en esos momentos.

¿Era eso extraño? Para él no, pero no descartaba la posibilidad de que para aquel chico tal vez lo fuera.

—Oye, ¿Te encuentras bien? — inquirió casi en automático, discutiendo con su propia subconsciente por haber hablado así tan de repente.

El contrario negó con la cabeza, luciendo tan temeroso ante sus palabras y Jungkook no pudo evitar rascar su nuca con nerviosismo, sintiéndose un idiota en esos momentos.

—Dios, soy tan estúpido. — balbuceó torpemente. —Es obvio que no lo estás, es una fuerte lluvia y ni siquiera traes paraguas. — musitó, observándolo fijamente como si lo juzgara.

Jungkook se quedó en silencio, esperando alguna respuesta de su parte, sin embargo, aquel joven continuaba viéndolo sin emitir palabra alguna, mientras sus manos luchaban por aferrarse un poco más a esa manta que traía. Tal parece que ese sujeto tenía miedo de mojarse, pues la cara de preocupación y el notable temblar que presentaba al evitar que una mínima gota le cayera, le hizo darse cuenta de eso.

—¿Te asusta la lluvia? — habló de nuevo, acercándose despacio para no asustarlo.

El sujeto asintió despacio.

—Agua... — titubeó suavemente, captando toda la atención del pelinegro al escuchar por primera vez la melodía de su voz. Jungkook abrió los ojos sorprendidos, pues por un momento pensó que aquel sujeto no podía hablar.

—¿Agua? Vaya, entonces sí puedes hablar. — le miró curioso. —¿Qué sucede con el agua?

—El agua...peligrosa.

—¿Agua peligrosa? — Jungkook frunció el ceño no entendiendo del todo esas palabras.

—Para mí...el agua es peligrosa. — habló por fin sin titubear.

Jungkook asintió logrando captar eso, entendiendo al inmediato a lo que ese peliazul se refería.

—Ya veo, te da miedo la lluvia. — musitó, resultándole gracioso de cierto modo. —Oye, puede que a veces nuestras madres logren exagerar un poco con este tema de la lluvia, no te juzgo, incluso la mía siempre insiste en que el agua de lluvia es un daño indudable para mi cuerpo, sobre todo por el resfriado y ese tipo de cosas que causa. — habló con simpleza. —Pero descuida, me temo que el agua de lluvia no es peligrosa como piensas, ¿Lo ves?

El sujeto ladeo la cabeza, observando con curiosidad al pelinegro que apartó la sombrilla de su cabeza para dejar que la lluvia cayera estno cesara vez sobre ésta, mostrándole como su cuerpo no sufría ningún cambio o un corto circuito al ser mojado por el vital líquido.

—No estás electrocutado... — siseó el peliazul como si hablara más que consigo mismo, no obstante, su tono de voz fue lo suficientemente audible como para que Jungkook lo escuchara.

—¿Electrocutado? Por supuesto que no. — habló con obviedad, alzando una de sus cejas. —Podría estarlo si estuviera tan idiota como para sostener un cable de alta tensión mientras estoy así de mojado.

Jungkook soltó una pequeña risa tras ese pensamiento, sin embargo, el rostro del sujeto parecía entrar en un estado de trance al escuchar esa simple explicación y sin entender la confusión de su rostro, el pelinegro dejó de reír, notando como el contrario observaba los alrededores de aquellos senderos con total atención, como si estuviera analizado cada mínimo detalle del entorno.

—Por cierto. — habló el pelinegro, logrando su atención de nuevo. —No creas que te estuve espiando o algo parecido, es sólo que yo vengo muy seguido a este lugar. — susurró extrañamente nervioso al sentir aquella mirada penetrante que poseía el adolescente frente a él, como si lo analizara con precisión.

De repente Jungkook se sintió tan expuesto ante sus ojos, sin siquiera estar físicamente desnudo como para sentirse de esa manera.

—¿Qué es este lugar? — preguntó de repente el sujeto, viéndolo con preocupación.

Jungkook frunció el ceño, sonando obvio.

—El lago azul de Boseong, ¿Qué otro lugar sería? ¿Las Bahamas?

El contrario permaneció perplejo, quizás más preocupado de lo que debería al escuchar eso último. ¿Qué era un Boseong y por qué caía tanta agua en ese lugar? Eso en definitiva no estaba bien y alzando la mirada, el pánico incrementó al notar como la llovizna parecía intensificarse.

—¿Todo en orden? — inquirió Jungkook siendo consciente de ese temblar que parecía no cesar en aquel cuerpo.

—Necesito que me des eso. — señaló el contrario, haciendo énfasis en el paraguas que continuaba sosteniendo Jungkook.

—¿Mi paraguas? — le miró confundido. —¿Por qué carajos te daría mi...?

Jungkook ni siquiera pudo terminar la frase cuando sintió como el cuerpo de aquel sujeto chocaba contra el suyo, quedando lo suficientemente cerca como para dejarlo inmóvil y con un leve rubor que no se hizo esperar en su rostro. Aquel chico parecía no entender el significado de espacio personal en esos momentos.

—Oye, estoy siendo lo suficientemente tolerable en estos momentos, pero de ninguna manera dejaré que te acerques tanto a mí. — masculló el pelinegro, sonando lo más sereno que podía.

—Lo siento, pero no puedo mojarme, el agua podría causar un corto circuito en mi sistema y eso sería un terrible desastre, incluso Namjoon tardaría mucho tiempo en repararme.

Cuando Jungkook escuchó eso, su poca razón pareció escabullirse. ¿De qué carajos hablaba ese tipo ahora?

—Muy bien, no estoy entendiendo una mierda. — retrocedió unos pasos, notando como el contrario continuaba aferrándose al paraguas. —¿A qué te refieres con lo del corto circuito? ¿Y quién carajos es Namu?

—Namjoon. — corrigió el sujeto. —Como sea, el punto es que hubo una falla mecánica en el motor y al parecer terminé en este extraño y muy mojado universo. — musitó, ladeando la cabeza como si pensara.

Jungkook frotó su rostro con frustración, luciendo más perdido que el propio sujeto. En serio que estaba haciendo un esfuerzo ultra especial para no perder la cordura en un momento como ese, pero aunque deseó tratar de razonar, simplemente no logró entender ni una sola palabra que había escuchado de aquel menor.

Y como si aquel extraño ser leyera sus pensamientos, el peliazul retiró aquella larga manta que continuaba cubriendo su cuerpo, para dejar mucho más confundido al adolescente que le miraba boquiabierto, estático al notar aquel atuendo tan peculiar con el que vestía.

Era un atuendo con tonalidades grises y oscuras, siendo una línea de color azul el único tono sobresaliente en algunas partes de su cuerpo, luciendo tan ajustado como un traje de buceo, tal como el que usaban los nadadores de los documentales marinos que miraba su madre por la televisión. Sin embargo, este no era de hule.

Aquel traje lucía brillante, como si de un metal se tratase.

Un silencio prolongado les invadió y no fue hasta que Jungkook sintió como la lluvia cesaba por encima de ellos, que aclaró su garganta, luciendo totalmente soprendido para hablar nuevamente.

—¿Quién eres tú? — cuestionó por fin, inspeccionando minuciosamente cada detalle de aquella metálica ropa.

—Soy Kim Taehyung, el androide 3095 del cuartel número 12. — replicó pausadamente el extraño sujeto, sonando tan peculiar al igual que su apariencia mísma. —Mi nave se averió debido a la fuerte llovizna y ahora tú eres el único humano que puede ayudarme a regresar.

—¿Disculpa? — Jungkook le miró incrédulo, como si lo que hubiese dicho no fuese más que una broma o algo parecido. —¿Cómo que un androide y una nave? ¿Y regresar a dónde?

—Al planeta Zafiro, constelación de Casiopea. — afirmó el peliazul, señalando la placa de oro que yacía a un costado de su pecho, donde efectivamente se leían aquellas siglas. —Soy un androide de esa galaxia.

En esos momentos, Jungkook juró que estaba teniendo una alucinación.


Y sí, otra historia, no más la publico para no dejarla abandonada en mis borradores, esto me ayuda a darles continuidad.

¿Qué les pareció? Confieso que esta es mi primera vez escribiendo una historia con este tipo de temática, así que será toda una experiencia.

No olvides votar y comentar si te gustó la idea, eso me motiva a seguirla escribiendo. ^^

Oct. 26, 2022, 5:54 a.m. 0 Report Embed Follow story
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