EL INSTITUTO
Es el año dos mil veintidós, pero en el mundo aún existe la esclavitud.
Los omegas han sido esclavos a través de la historia y en la nueva era no es diferente. Siendo utilizados con fines domésticos, industriales y de cría.
Especialmente la cría y especialmente en Corea del Sur, específicamente en las instalaciones del Instituto médico y genético más popular de Asia. Ahí, los omegas en condiciones de pobreza son atraídos, capturados y obligados a reproducirse como si fueran menos que ratas de laboratorio. Sin derecho a una opinión, sin derecho a decidir, sin derecho a nada. Simples y literales esclavos.
Sometidos a celos artificiales para poder sostener relaciones sexuales con alfas con el único fin de procrear niños que luego serán vendidos como hijos de adopción a familias ricas de todo el mundo o sometidos a experimentos genéticos y farmacéuticos con el objetivo de encontrar y probar medicamentos y drogas que curen las enfermedades terminales, congénitas y comunes que los humanos han desarrollado a través del tiempo.
Park Jimin es uno de esos esclavos. Un omega pobre de veintidós años que fue engañado con promesas de un trabajo digno y una oportunidad de prosperar.
Jimin no tenía nada que perder. Dormía en un refugio para omegas y alfas en condición de calle y desamparados, alimentándose de la caridad del prójimo y sobreviviendo el día a día. Nunca pensó que una vez dentro de las instalaciones del Instituto no le preguntarían si quería o si podía colaborar con las operaciones que ahí se llevaban a cabo.
Jimin llevaba ya ocho meses encerrado en un lugar que no podía ser llamado de otra manera que no fuera Cárcel. Tenía una cama, comida, ropa y estaba limpio, pero estaba preso en aquel lugar. Las puertas a la libertad estaban cerradas con candado y la única forma de ver el sol era en el patio de recreo, donde se reunían los demás omegas y su única compañía era cualquier otro omega que estuviera preñado o no compartiendo las blancas y estrechas paredes de su habitación. A veces Jimin deseaba seguir viviendo en las calles, ahí al menos podía vagar por donde quisiera y si decía que NO, era escuchado. En el Instituto médico solo le decían qué hacer sin esperar más que obediencia de su parte o sería castigado con largos periodos de encierro y ayuno como escarmiento.
El pobre omega no podía más que soñar con lo que podría haber sido su vida. Una alcantarilla era menor que la esclavitud, pero ese era su destino ahora.
O probablemente su destino siempre fue ese, convertirse en un esclavo para poder encontrarse con un alfa muy particular, un alfa de leyenda, un alfa que es conocido solo como un mito, pero que podría ser su verdadera libertad.
Un alfa Prime.
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