1 de Septiembre de 2000.
Recuerdo la última noche, creo que fue anoche, o tal vez, la noche de mil novecientos noventa y tres. Recién fue, aquella noche en la que mi madre me paria. Fue una belleza haber muerto. Desde entonces, mi esposa me decía: «Josue, han dejado de crecer las flores desde que naciste».
—¡Escucha, mujer! Las flores se las llevó el comandante mono a su castillo. Sucedió la penúltima noche de anoche, poco antes de septiembre. El día de ayer; jueves, 2 de Febrero de dos mil quinientos once. Cuando el rey mono intentó robar mi alma después de arrebatar las flores de mi Castillo. ¡Oh, Alicia. Es el castillo! Debo llamar a Kafka. Él debe saber donde están mis flores.
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