Ariel A.D.G.
Anoche no pude dormir, otra vez seguía escuchando voces en mi cabeza.
Voces cercanas, voces distantes que pronunciaban su nombre.
Acaso, ¿me estaba volviendo loca?
No.
Escuché claramente su nombre.
--Kaatriinaaa (como un susurro lejano)
--Katrinaaa (como una voz cercana a mi oído)-- y recordé su mirada llena de melancolía, sus ojos marrones derramando lágrimas. El último recuerdo que me quedaba de Katrina.
Mi dulce Katrina, mi dulce pequeña hermana.
A pesar de que me encuentro caminando en este momento, rodeada de personas, al lado de mis amigas y de mis seres queridos, me siento ausente.
Mi mente no está con ellos ni tampoco yo.
Aún recuerdo a mi hermana.
No saben cuánto la he buscado, y nadie más comprende mi dolor, nadie más la recuerda.
¿Acaso tan rápido la han olvidado?
Si yo hubiera desaparecido, con esa misma facilidad ¿me olvidarían?
Quizas sí.
Tal vez no.
Por más que busqué durante días no encontré ninguna foto de mi hermana.
Pensé que alguno de mis familiares las había ocultado para que no sintiéramos aún mas dolor por nuestra pérdida, pero no fué así.
De repente nadie se acordaba de ella, siquiera de su rostro o de su nombre.
Mucho menos recordaban que alguna vez tuve una hermana menor.
Pero lo que más me entristece no es que nadie la recuerde, sino que el último recuerdo que tengo en mi memoria de la persona más alegre que conocí, sea el rostro de la persona más triste que he visto en toda mi vida.
"La curiosidad mató al gato"
"No seas curiosa como Alicia"
Decían mi padre, mi madre, mis hermanos, mis tíos... en fin todos aquellos que me escuchaban hacer tantas preguntas sobre seres o entidades de otros mundos.
Me decían lo mismo "Ten cuidado porque uno de estos días se te pueden aparecer"
"O peor aún, se te puede aparecer el mismísimo diablo en persona"
Pero yo seguía como de costumbre con mi curiosidad.
En mi familia, casi todos podían ver o escuchar a estas entidades a las que comúnmente se les llaman "fantasmas".
Todos a excepción de mí.
Yo no poseía ninguna cualidad extraordinaria, o algún poder sobrehumano como mi hermana menor que podía ver sombras o tener sueños premonitorios; o mi madre, poseedora de una gran intuición y poder de palabra; o mi hermana mayor, capaz de tener premoniciones que a menudo se cumplían y escuchar voces o incluso sentir cuando alguien pensaba en ella.
O como mi padre, que poseía todo lo demás, además conversaba con ellos, y hacía "pactos" con dichas entidades superiores.
Sé que para muchos de ustedes sea imposible de entender, pero para mi familia era lo común.
A menudo platicaban de sus encuentros paranormales en el desayuno, en la cena.
El que menos contaba sus vivencias de esta índole, era mi hermano mayor Josué.
Tan reservado, callado. Así se comportaba delante de todos los presentes, y cuando ya se habían marchado la mayoría, solo a mí me contaba una historia cada noche, la historia mas increíble que podría haber escuchado antes.
Josué podía comunicarse con estas entidades de apariencia humana. Desde niño poseía esta cualidad, con la última persona que conversó fué con Priscila, asi se llamaba, era descrita como una mujer de vestido negro antiguo, que usaba un velo del mismo color que cubría su rostro y su cabello oscuro.
Priscila se sentaba en la cama de mi hermano en las noches y le contaba ciertas cosas que mi hermano prefería no comentarme.
Me dejó con mucha intriga, sobre qué temas o que respuestas le habría aclarado Priscila a mi hermano.
Supongo que nunca lo sabré, a menos que en un futuro no muy lejano mi hermano se atreva a contarme.
Y la historia que más me gustaba oír de mi hermano Josué, era de sus vidas pasadas.
Él podía ver su vida pasada a través de los sueños, también me decía que mis primas y mi hermana mayor Laura habían estado en su vida anterior a su lado y que las recordaba como sus compañeras de trabajo o incluso en el más extraño de los casos, una de mis primas había sido su mascota.
Una mañana, Katrina mencionó a mi hermano Josué, una advertencia que no debía ser ignorada por ningún miembro de la familia.
"Él me dijo que ninguno de nosotros debía entrar sólo al primer piso, y mucho menos tocar algo de abajo, es peligroso"
"Sí, losé. Avísale a los demás.
Tengo que salir.
Jaime me está esperando para una reunión ... 12"
Josué no tenía muchos amigos, y ese tal "Jaime" creo que nadie, ni yo misma lo conocía.
Me parece que era un amigo de su trabajo.
Supongo...
El primer piso de mi casa estaba cerrado, la puerta siempre permanecía así.
Sin ningún tipo de candado o cerradura.
Nadie se atrevía a entrar ahí.
Una vez mi amiga Angela vino de visita y mientras subíamos al tercer piso donde yo vivía con mis hermanos, ella se agarró a mi brazo con temor. "Me dá miedo el primer piso" siempre mencionaba lo mismo cada que visitaba mi casa, no quería entrar ahí, y yo no percibía nada raro, bueno realmente si me concentraba mejor podía darme cuenta que el ambiente era muy "pesado".
Porque todos sabíamos lo que había sucedido hace muchos años, mi abuelo falleció en su cuarto que se encontraba al fondo, y mi abuelita (su esposa) también, pero hace varios años antes que mi abuelo.
Mi tía había fallecido en el segundo piso y mi hermano y mi madre también afirmaron haberla visto con un vestido blanco deambulando por ese piso, "supuestamente" cuidando de sus hijas y de su esposo.
Y digo supuestamente porque más adelante les diré que descubrí muchas cosas, encontré muchas respuestas que nadie más podría saber, de no ser que lo haya visto con sus propios ojos.
Hace dos años a mis hermanos, y a mí nos ocurrió algo terrible, una extraña enfermedad conocida en ese entonces invadió en nuestro hogar.
No podíamos salir de casa, estábamos con fiebre casi todo el día.
El que comenzó con los síntomas había sido mi hermano Josué, aparentemente decía que uno de sus compañeros faltaba a su trabajo y de repente un día se enteró que había fallecido de dicha enfermedad.
Primero lo atendíamos en casa, un enfermero iba a menudo a colocarle medicamentos por vía intravenosa.
Hasta que un día su salud empeoró, su saturación descendió por debajo de lo normal.
Una ambulancia vino por mi hermano, y solo un familiar podía acompañarlo.
Mi hermana Laura fué con él, ya que mi madre por atenderlo también estaba con fiebre y en cama.
Luego yo y mis hermanas comenzamos a tener los síntomas.
Pero mi madre empeoró y tuvimos que llevarla ese mismo día al hospital más cercano.
Se quedó internada unos días, mi madre no contaba con seguro de salud privado, sólo tenía el seguro público.
Mi hermano Josué necesitaba una cama especializada de cuidados urgente, pero para suerte él consiguió una esa misma noche.
En cambio mi madre, con el paso de los días empeoró su situación, comenzó a necesitar oxígeno. Yo no podía visitarla porque estaba en el área de los pacientes infectados.
Nadie podía entrar, a excepción de los médicos.
Sin embargo lo que escaseaba en esa temporada eran las camas especializadas para el cuidado de los enfermos, y cuando mi madre necesitaba una, no había como conseguirla, todas ocupadas.
Esa noche me armé de valor, desesperada por la situación, fuí al primer piso.
Abrí la puerta y en el oscuro pasadiso encendí la linterna de mi celular.
Caminé hasta el fondo, el pasadiso me pareció infinito y de un negro tan oscuro como si muchas sombras estuvieron deambulando al acecho de uno.
Sin hacer mucho ruido, caminé recorriendo las habitaciones e iluminándolas con la linterna.
Tenía miedo de si en algun momento aparecería algún espectro detrás mío, o peor aun al frente.
No pasó nada para mi alivio.
Entonces llegué a la última habitación, dónde se encontraban las cenizas de mi abuelita, de mi tía y dónde anteriormente era el cuarto de mi abuelo.
Encendí una vela, porqué era un altar para ellas, y pedí con todas mis fuerzas a mi tía y a mi abuelita que por favor consiga una cama para mi madre, que sea pronto.
¡Mañana mismo!
Y cerré los ojos durante mi petición, cuando los abrí, un viento inundó la habitación, la vela se apagó.
Fué extraño, pero no sentí miedo, estaba tranquila, y encendí nuevamente la linterna de mi celular.
Pero con el sentimiento de que algo me estaba observando desde algún rincón de la habitación.
Me dirigí hacia el ropero, y toqué el marco de la puerta. Mi hermana Katrina apareció de repente, muy preocupada por mí y me dijo que no debía tocar nada.
Al momento de quitar mi mano del marco ella accidentalmente tocó la puerta del closet y me llevó a toda prisa de ahí.
Nunca la había visto tan asustada como esa noche.
Antes de acostarnos a dormir en la litera, Katrina me contó una terrible pesadilla en la que yo estaba implicada.
"Soñé que regresaba de un viaje, y que a mi regreso te encontré diferente, Jenny estabas cambiada.
En vez de nuestro cuarto había un pasadizo vacío y oscuro, al fondo estabas sentada en un máquina de coser, tú no cocías sino... cortabas cabezas humanas, precisamente de hombres.
Y cuando te llamé por tu nombre tu solo me miraste.
Tu mirada... estaba vacía.
Como si te hubieran sacado el alma de tu cuerpo. No eras la misma de antes.
Sentí miedo al verte así.
Tán palida, como si fueras un alma en pena.
¡Tuve miedo de ti, Jenny!
Después seguiste cortando cabezas
Y tu mirada seguía perdida."
Mi hermana también me advirtió que no volviera a entrar al primer piso y que además no era para nada bonito ver "esas cosas" que otros no pueden ver con sus ojos o percibir con sus otros sentidos.
Al día siguiente una amiga de mi madre llamó a mi hermana mayor, diciéndole que consiguió una cama, pero que ésta costaba "tanto"
Le agradecimos por su ayuda y que pronto nos comunicaríamos con ella para coordinar el pago, que al final no sucedió.
Nos resignamos todos, al darnos cuenta de nuestra desdichada realidad.
Era demasiado costosa y en un día jamás podríamos conseguir la cantidad de dinero que se requería.
Esa última semana que mi madre estuvo internada en el hospital, yo y Katrina nos turnamos para escuchar el reporte del médico.
Cada día un nuevo doctor o doctora la atendían, y cada día escuchábamos peores noticias sobre la situación de mi madre.
Después de una semana, un sábado por la tarde recibí la triste noticia por teléfono en la calle, y lloré a más no poder.
Katrina se encargó de los papeleos y del asunto del sepelio.
Yo y mi hermana Laura llamamos a mi tío, quién nos apoyaría en los gastos de la incineración y del velatorio.
Esa misma noche no pude dormir, no podía quitarme de la cabeza la imagen de mi madre fallecida.
Su cuerpo frío, tieso y rígido.
Su rostro cada vez mas pálido.
Sus ojos cerrados.
Y sus labios formando una diminuta sonrisa. Que se amplió un poco cuando mi hermana Katrina estaba a solas con ella.
Quien iba a pensar que justo la persona más inesperada para mi madre fuera la primera en ver su cadáver.
Katrina y mi madre no se llevaban tan bien que digamos. Ella me trataba con dulzura pero con Katrina era totalmente diferente.
Le gritaba por todo, le reclamaba.
Recuerdo que le cortó sus lindos rizos cuando era niña, y cada vez era mas opresiva con Katrina, era como si le molestara que mi dulce hermana sonriera.
Incluso un pensamiento inusual en mí cruzó por mi mente, que quizás mi madre la enviadaba.
Y quién iba a pensar que Katrina fué la última persona en verla con vida en el hospital.
Ella ingresó para despedirse cuando en esa última semana una doctora nos advirtió que le quedaba poco tiempo, y que en estos casos uno de los familiares podía ir a despedirse de ella.
Cuando llegamos a casa, yo y mis dos hermanas nos fuimos a dormir.
Antes que Katrina cerrara los ojos, me dijo una última cosa que la agobiaba profundamente: "Siento que algo me persigue desde que ví el cadaver de nuestra madre, una sombra, un ser que no es de este mundo y que estaba en la cabecera de su cadáver.
"No sentí miedo al verlo.
Me dá miedo el hecho de que por esa misma sombra me persigan otros aún peores."
No supe que responderle.
Si tan sólo hubiera ayudado a mi hermana.
Quizás aún seguiría con vida.
Si tan sólo hubiese prestado más atención a ciertos detalles que ella me contaba, no estaría ahora perdida entre la vida y la muerte.
Después del velorio que duró tres días, al que solamente acudieron unas cuantas amistades de mi madre y que yo misma atendí. Ninguno de sus hermanos fué por temor a contagiarse, me senté en su cama y pensé en el relato que mi padre me contó el día anterior cuando regresó del extranjero.
Me dijo que hace muchísimos años cuando no estaban construidas las casas, habían pasado cosas terribles, asesinatos y que muchas de esas víctimas habían maldecido con tanto odio a esa gente y por ello se crearon "vacíos" o portales a otros mundos que no todos pueden ver o percibir.
También me dijo que mi madre no iría precisamente al cielo, y que por ello, él había hecho un pacto para ayudarla.
--¿Y con quiénes se hacen pactos? Papá.--pregunté mirando atentamente a mi padre.
--No te puedo decir... no se me está permitido decir... nada...-- contestó dirigiendo su mirada al techo como indicándome en dirección al cielo.
--Entonces sólo dime una cosa, papá.
¿A quién le pediste que ayudara a mamá?--
Mi padre se quedó pasmado mirándome un rato, después llenó su vaso de cerveza y dió un sorbo.
Estaba tranquilo pero su actitud de pronto cambió a inquieto y molesto como acostumbran cambiar fácilmente de ánimo los que beben mucho alcohol.
--No me obligues a contarte algo que no puedo.
¡Jenny, basta!
--Entonces si no hay nada que decir, nos iremos a dormir.-- y retiré cuidadosamente de la mesa la cerveza y su vaso, estaba a punto de retirarme a la cocina.
--Hay muchas entidades... me haces romper leyes que no debo... tienes que ir de frente a la cabeza, no todos pueden hablar con él.-- Me dijo serio, creo que no debí preguntarle más del asunto pero mi curiosidad creció y no pude contenerla.
--¿Te refieres a que tienen un líder?
--Sí.. es el jefe de todos ellos.
Es un ser antiquísimo.
--¿Y cómo se llama?
--Uhmm... Jenny. No te diré más.
--Si es así, entonces papá nos vamos a dormir. Tendré que guardar esta cerveza.
--Su nombre comienza con A.
--¿Y dónde esta él? ¿Vive en esta casa?
--No y si.
Es extraño que él se me haya presentado.
Bien podría hacer el trato con uno de los maestros, o con los supremos...
¿Será que soy tan conocido también en ese mundo? ¿o porqué uno de mis acreedores les ha avisado?
--¡Papá! -- comenzé a reirme por lo último que mencionó-- ¡Te pasaste! Hasta en el mundo astral debes, no puedo creerlo.-- traté de disimular mi risa pero no pude.
--Mi capital cósmico se está acabando.
Eso no me importa...
Igual, ellos no me encontrarán.
No te preocupes por mí, Jenny.
Dudo que él lo sepa, sino ya no estaría aquí contigo charlando.--
Terminó su botella de cerveza y lo llevé hasta la recámara desocupada de mi hermano mayor para ayudarlo a acostarse.
Desde que mamá falleció mi padre no ha dejado de beber, ya le prohibimos varias veces en todo el día, y es peor ya que hasta se escapó y lo encontramos en una cantina, por eso decidimos que mejor beba en casa aunque sea un poco. Sé que pasará esta pena, sé que cuando hay una pérdida muchos de nosotros nos desquitamos con algo, mi hermana Laura no ha dejado de ver la televisión por todo el día, e incluso por las noches no duerme y se queda en vela viendo sus novelas. Katrina no podía dejar de comer helados y toda clase de postres, a pesar de que no le gustaban, sino que eran los favoritos de mi madre.
Hablé con ella sobre su problema y parece ser que me entendió porque dejó de consumirlos hasta hace poco, y me está ayudando haciendole compañía a Laura e intentando animarla.
"Yo me encargo de papá" le dije obstinada porque sé que es una tarea un poco más complicada.
Mi padre no quería dormir solo en la habitación principal donde dormía con mamá, porque decía que en las noches mi madre siempre le contaba que un hombre de sombrero se paraba en el umbral de la puerta y los observaba en silencio.
Una noche mi papá quiso saber porqué mi madre tenía tanto miedo de aquel hombre, eran las 11 de la noche y él llegaba cansado de trabajar aún así se quedó despierto no cómo en las anteriores noches, y lo que vió lo dejó perplejo del susto, al ver que una enorme sombra de más de 2 metros de altura estaba de pie en el umbral de la puerta que siempre en las noches permanecía entre abierta y que llevaba un sombrero tan negro como su propia sombra.
Después me dirigí a la habitación de mamá, me senté en su cama, no había nadie más que yo.
De pronto comencé a tener miedo y a pensar en todas las entidades que habían visto mis hermanos y mi padre y que podrían aparecerse aquí mismo en cualquier momento de la noche. El hombre de sombrero es el que más me dió miedo, el que aparecía todas las noches en este cuarto y es ahí cuando escuché una frase que no dejaría de atormentarme por el resto de mis días.
"Así que fuiste tú" resonó una voz profunda en mi cabeza, y después soltó una carcajada.
Me dolía la cabeza terriblemente, cómo si unas enormes manos aplastarán mi cabeza una y otra vez; y mi cuerpo no respondía, no podía moverme ni articular alguna palabra.
Mi hermana Katrina estaba en el cuarto de al lado pero yo no podía pedir su ayuda, por mucho que tratara de gritar con todas mis fuerzas, todo esfuerzo resultó inútil.
De repente un silencio invadió en la habitación, y pude recuperar el movimiento de mi cuerpo. Me dí cuenta de que aparentemente me había quedado dormida en la cama de mi madre y que solo había sido una pesadilla o al menos eso quería creer.
En ese momento la puerta se abrió de golpe y Katrina entró de prisa y me abrazó.
Estaba preocupada por mí, pero se alivió de verme a salvo, yo pregunté por qué y ella solo me contestó lo siguiente:
"No es nada, solo soñé que estabas en la habitación de mamá, y que en un rincón alguien te observaba mientras decía unas palabras, un amigo me dijo que estabas en peligro, quise ayudarte pero unas manos negras como garras me aprisionaron y después desperté.
Solo fué un sueño, supongo que exageré un poco."
Decidí preguntar a mi hermana que fué lo que dijo aquel sujeto desde la oscuridad.
Ella mencionó tranquilamente:
"No entendí muy bien lo que decía... creo que no era nada importante" mientras tanto yo me acostaba en la cama de abajo y ella subía por la escalera de la litera.
"¡Ahh! ya recordé..! solo decía una y otra vez "Así que fuiste tú" ¡Qué extraño! y ese hombre comenzó a reirse demasiado... como un demente."
Katrina cerró los ojos para dormir plácidamente sin embargo yo desde esa noche no pude dormir con esa misma tranquilidad por toda una semana más.
Thank you for reading!
We can keep Inkspired for free by displaying Ads to our visitors. Please, support us by whitelisting or deactivating the AdBlocker.
After doing it, please reload the website to continue using Inkspired normally.