C
Carolina Rodríguez


Kyle es un joven atormentado, que solo busca algo de cariño. Ella, aparecerá para ordenar las páginas de su desordenada historia. ¿Será Kyle capaz de hacer frente a sus demonios internos para no convertirse en el diablo? ¿Será esta joven lectora capaz de leer sus colores? ¿Serán capaces de hacerle frente a su pasado y así poder construir su futuro?


Drama All public.

# #romanceadolescente #perdidosporelmundo #amorverdadero #pasadoturbulento #dolor #traumas #infanciadificil
0
2.0k VIEWS
In progress - New chapter Every 15 days
reading time
AA Share

PESADILLAS

Mis piernas dolían por la fuerza con la que me encontraba corriendo a través de aquellas estrechas y a penas transitadas calles.

Que fuese el primer día de clase tras terminar las vacaciones de verano, no me daba, desgraciadamente, derecho a llegar tarde.

Miro mi viejo reloj de muñeca. Faltan dos minutos para que den las nueve. Debo darme prisa si quiero llegar a tiempo a la clase de literatura del señor Scott.

A pesar de ser un anciano de lo más cascarrabias, sus clases son muy inspiradoras. Sus charlas sobre escritores como William Shakespeare, las hermanas Brontë o Charles Bukowski, siempre consiguen transportarme a un nuevo mundo. Un paraíso. Un lugar lejano, lejos de esta oscura realidad.

Las horas transcurren como de costumbre. Temas nuevos, tareas nuevas... Muy sencillo para mí.

Este es el último año de instituto antes de graduarnos y los profesores, aunque a mí no me emociona demasiado, me felicitan por mis calificaciones.

No es que sea un genio, alguien súperdotado ni nada por el estilo. Es solo que, a diferencia del resto de mis compañeros yo he crecido con la necesidad de estudiar. Si es que se puede decir así.

Desde que tengo memoria, cada día cuando llegaba a casa lo único que hacía era irme a mi cuarto, sentarme en mi escritorio excesivamente ordenado para mi edad y ponerme a estudiar hasta que alguien me dijese que hiciera otra cosa.

Esa era mi rutina. Al principio lo odiaba pero con los años empecé a sentir que si perdía esa rutina acabaría por perder la cabeza. Aunque no se puede decir que ahora esté muy cuerdo en realidad.

#

Empujo con fuerza la puerta de la cafetería, acelerando el paso para poder librarme de esta molesta morena que no conoce el significado de la palabra "No" y no deja de seguirme de un lado a otro. Bueno, parece que no conoce el significado de ninguna palabra. Al principio podía tolerarlo pero con los meses se ha vuelto cada vez más molesto.

—Cassie, no te lo voy a repetir. —Digo frenando de golpe y haciendo que la chica choque contra mi espalda. Soltando un largo suspiro, me doy la vuelta y la miro directamente a los ojos mientras suelto —Haz el favor de irte a tu casa. En serio, búscate un pasatiempo nuevo o algo así, no me importa lo que hagas pero déjame en paz de una maldita vez. Ya estoy harto de tenerte siempre detrás.

Mi rudeza la toma por sorpresa. No sé por qué, pensaba que con el tiempo que ha pasado ya sería consciente de la escasez de paciencia e interés que poseo.

Con una Cassie completamente atónita aún observándome, echo un último vistazo al lugar y disfruto del suave, aunque amargo, olor a café recién hecho, antes de continuar con mi camino.

Hoy no tengo ganas de hacer nada. Hoy estoy demasiado cansado como para salir. Para mejorar la situación, en el supuesto caso de que el día estuviese siendo agradable, se me ha puesto un fuerte dolor de cabeza. Lo mejor será que me vaya directamente a casa y despeje un poco la cabeza.

#

«Por fin.» —Pienso mientras me dejo caer en el pequeño y deshilachado sofá de mi salón. Estoy cansado. Tanto, que apenas tengo fuerzas suficientes para desatar los cordones de mis converse negras, así que opto por dejármelas puestas, que aunque es un poco incómodo, tampoco pasa nada. —Parece que esto de no dormir, al final te pasa factura. —Digo luchando por mantener los ojos abiertos.

Hace años que no duermo dos horas seguidas, ¿no debería haberme acostumbrado ya?

Suspiro una vez más y cojo mi teléfono.

De nuevo sin noticias de él. Ni mensajes, ni llamadas suyas. Tal vez debería preguntarle cómo se encuentra y ver qué tal le va, o... quizá tendría que... ¿ir a verlo?

Se me tensa el cuerpo entero y un escalofrío recorre toda mi columna vertebral, al darme cuenta de lo que significa ese simple pensamiento. Me incorporo, apoyo los codos en mis rodillas aún con la mirada en la pantalla y revuelvo mi enredado cabello con la otra mano. Siento como se me va formando un nudo en la boca del estómago.

—¡No! Ni en sueños. Si quiere verme, que haga algo por mi por primera vez en su vida y venga él aquí. No pienso volver a poner un pie en esa casa. ¡Ni siquiera sé por qué retomé el contacto con él en primer lugar!

De mal humor, tiro el móvil sin cuidado alguno en dirección al sillón al otro lado del salón, pero en lugar de caer sobre el mullido cojín, el teléfono rebota y finalmente cae al suelo. «Genial» pienso dándome una palmadita mental en la espalda.

Sin embargo y como de costumbre, no me importa lo más mínimo y me levanto de un salto.

Reviso que tengo las llaves aún en el bolsillo trasero izquierdo de mis jeans y salgo de casa dando un portazo.

Miro mi muñeca, el reloj marca las seis de la tarde, hace tres horas que debería haber comido, pero no tengo ni una pizca de hambre.

Ya cenaré algo al volver del trabajo.

#

Miro por encima del hombro de Styles. El reloj que hay colgado en la pared marca casi las doce de la noche.

—Kyle, de verdad, tienes que espabilar. No podemos seguir así, me vas a acabar haciendo perder clientes. —Su tono de reproche me hace enarcar una ceja. «¿y se supone que este chaval es mi amigo?» pienso soltando una leve y disimulada risa irónica.

—Sé lo que estás pensando. Sí, soy tu mejor amigo y me preocupo por tí. Pero aquí soy tu jefe. Y no quiero que nadie se tropiece con uno de tus trastos, se caiga y se golpée en la nuca con alguno de los armarios, mesas y muebles en general que hay repartidos por todos lados y el local se convierta en una especie de escena de lo más perturbadora, con todo lleno de sangre y trozos de cerebro, como en alguna de esas películas que tanto te gustan y que ves a todas horas. —Suelta cada una de esas palabras con tanta rapidez, que me deja perplejo.

—Qué... específico. —Es lo único que alcanzo a decir antes de perder la compostura y empezar a reír a carcajadas.

—¿Ah, te hace gracia mi desgracia?

La rima que hace sin darse cuenta, hace que mi risa se acentúe, por lo que decido quitarme el delantal y marcharme de allí porque mi turno ya estaba a punto de acabar. Pero, antes de que pueda siquiera llevar las manos a mi espalda, me veo interrumpido por un inesperado golpe, seguido de un gruñido enfurecido.

—¡Maldita seas! —Grita un chico que aparenta ser de mi edad. Aparece malhumorado bajando las escaleras de la zona VIP y sin dirigirnos una sola palabra, sale del establecimiento cerrando la puerta de un golpe.

Frunzo el ceño y miro escaleras arriba justo a tiempo para ver como una chica empieza a bajar a paso apresurado.

La observo más atentamente y puedo apreciar algunas lágrimas resbalando por sus sonrojadas mejillas. Luce triste pero... ¿asustada? Debe haber discutido con ese cabronazo.

Preocupado por esta desconocida, me doy prisa para llegar hasta ella antes de que salga por la puerta y la sujeto del brazo. Ella se gira y observa mi mano con sorpresa, para después levantar la mirada hacia mis ojos. Solo un segundo.

El profundo color verde de sus ojos me desconecta de la realidad. Me hipnotiza.

Antes de que pueda reaccionar y preguntarle si se encuentra bien, se suelta suavemente de mi agarre y tras dudar un segundo, abre la puerta y sale corriendo en la misma dirección que el tío de antes.

Sacudo la cabeza para sacar esta sensación y con un asentamiento de cabeza me despido de Styles y cojo mis cosas para irme a casa. Tengo que descansar. Sí. Definitivamente.

#

«El sonido de gritos y cosas cayendo al suelo me despierta de golpe. Salgo de la cama para acercarme sigilosamente al lugar del que proviene todo ese ruido. Siento el corazón desbocado y mis ojos escuecen por las lágrimas que amenazan por caer. «no te dejes llevar, sé fuerte. ¡Sé fuerte!» me digo a mi mismo mientras voy bajando los últimos escalones que quedan para llegar a la puerta de la sala de estar.

—Lo sé. Sé que nos quieres. Sé que en realidad solo quieres lo mejor para nosotros. Pero, no podemos seguir así. –Su voz se fue apagando poco a poco mientras se alejaba, hasta convertirse en un casi imperceptible susurro.– Yo... no puedo seguir así.

Me acerco buscando a mamá pero tengo que dar pasos pequeños con cuidado para no pisar ninguno de los cristales rotos que hay esparcidos por todo el suelo.

–¿Mamá? ¿a dónde vas? ¿mamá? ¡MAMÁ!»

—¡NOO! —Me incorporo de golpe en la cama. Pataleando y con la respiración entrecortada.

Estoy cubierto por una fina capa de sudor y todo mi cuerpo está tenso. Miro con miedo cada rincón de mi habitación, como si de un momento a otro fuese a salir de alguna parte un antiguo asesino.

Trato de recuperar el ritmo natural de la respiración. Siento mi mandíbula arder, por la fuerza con la que estaba apretando los dientes.

Me siento en el borde de la cama con los codos en las rodillas y paso ambas manos por mi rostro, en un vano intento por borrar las lágrimas que comienzan a salir una tras otra.

De nuevo... Otra vez la misma pesadilla. La única que se repite una y otra vez. En ocasiones desaparece durante unas semanas, pero siempre termina repitiéndose. Es la única que no es realmente una pesadilla. Y eso es lo que más me atormenta.

Como soy incapaz de calmarme por mucho que lo intente, me levanto y camino hacia la cocina para servirme un poco de agua. Ni siquiera tengo sed, pero si me quedo aquí voy acabar por destrozar la pared a puñetazos. No sería la primera vez que ocurre.

#

No tengo sueño y aún faltan un par de horas para que amanezca, de modo que lo único que se me ocurrió, fue pasar el tiempo caminando por la orilla de la playa mientras reflexiono sobre lo ocurrido esta noche.

La verdad es que odio sentirme tan vulnerable. He estado toda mi vida teniendo que ser alguien fuerte, y me ha costado mucho hacer que todos me vean como alguien rudo. Independiente.

Pero las pesadillas... Esas estúpidas pesadillas que no hacen más que torturar mi mente cada noche, me dejan completamente indefenso, exhausto. ¡Me vuelvo débil! Y odio ese sentimiento.

—¡LO ODIO! — Grito rompiendo el silencio y dándole una patada a la arena, perturbando así la paz que reina en el lugar.

#

El frío tacto del agua en mis pies descalzos, me ayuda a controlar mi enfado y no dejarme llevar por mis impulsos.

Una vez que consigo relajarme, doy una larga respiración y me preparo mentalmente para volver a empezar un nuevo día. Pero, cuando estoy a pocos pasos de llegar a una de las entradas de la playa, una chica sentada en uno de los bancos, llama mi atención, más concretamente el libro que sostiene entre sus manos.

Me acerco y me dejo caer en el viejo y polvoriento banco de madera que está justo delante del banco en el que se encuentra ella.

—Un solo perro caminando solitario sobre una acera caliente del verano parece tener el poder de diez mil dioses. ¿por qué es así? —Suelto de pronto, sobresaltándola.

Ella levanta la mirada rápidamente y sus electrizantes ojos verdes se encuentran por primera vez con los míos, haciéndome fruncir el ceño. —No pareces ese tipo de persona que antes del amanecer, leería con tanta atención a Charles Bukowski. —Exclamo ignorando esa sensación.

—¿Ah no? ¿y cómo estás tan seguro? —Pregunta sonriendo de manera arrogante y cerrando el libro.

Esta vez inclino la cabeza hacia un lado. «¿qué tiene esta chica?»

Apoyo la espalda en el respaldo mientras observo a la misteriosa desconocida que tengo delante. Y tras guardar silencio unos segundos, suelto una leve carcajada.

—Bueno, en cualquier caso —hago una breve pausa antes de continuar— ese libro es una joya. Y al igual que en el resto de sus libros, el autor consigue plasmar a la perfección el dolor y la crueldad de la existencia. —cruzo los brazos sobre mi pecho— Son pocos los que son realmente capaces de hacerlo.

Parece desconcertada. Tal vez no se esperaba ver tanta intensidad en mi declaración.

Ese pensamiento me obliga a disimular la sonrisa de superioridad, que amenaza por asomarse entre mis labios.

Aclaro mi garganta y me pongo de pie.

—Aunque me encantaría quedarme y seguir charlando contigo, resulta que tengo algunas cosas que hacer. Así que... —Sonrío amablemente a la joven que no deja de mirarme con asombro. —ya nos veremos supongo.

La chica parpadea un par de veces.

—Ya nos... veremos. Supongo...

Río ante su repentina pérdida del habla y, por supuesto, por haber sido yo quien lo ha provocado.

Me doy la vuelta y me voy de allí, con el ego por las nubes y un sentimiento extraño.

«Ahora que lo pienso, esa chica me resulta algo familiar»

Sept. 14, 2022, 9:19 p.m. 0 Report Embed Follow story
0
To be continued... New chapter Every 15 days.

Meet the author

Comment something

Post!
No comments yet. Be the first to say something!
~