carlosvivasb1 Carlos Vivas

El Programa de Libertad Condicional Asistida ha unido a un convicto con un detective privado por medio año. Martin, un ex-policía no cree que este chico, Mateo, haya cambiado como suele ver pasar. Ahora durante este tiempo que no pueden alejarse tienen que trabajar juntos y descubrir juntos las verdaderas caras de cada uno, caras que no sabían que tenían. Esta historia está en revision ortográfica y gramática mientras se publica. La historia contiene escenas explicitas de actos sexuales, como implicaciones de crímenes y no se busca que alguna de las acciones aquí presentadas sean repetidas.


#46 in LGBT+ For over 18 only.

#gay #detectives #misterio #erotico #erotismo
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PRÓLOGO – PARTE 1 - PRIMERA IMPRESIÓN

Martín terminaba de hacer las ultimas anotaciones en el reporte que llevaba, desde que era investigador privado, hacía ya muchos años. Era una vida simple, hacia algo de publicidad y se daba a conocer, lo contrataban, generalmente para saber algo de alguien y entregaba la información con pruebas, eso combinado con su experiencia previa en leyes no había en algo que no fuera "eficiente".

Guardó las fotos de un sujeto besándose al reunirse con una mujer que no era su esposa, el sobre iría directo a la casa de su la esposa tan pronto fuera en la mañana, con eso junto con el reporte hecho por él mismo, debería ser suficiente para que un juez declare un divorcio inmediato y ella pueda pelear bienes. A este punto, esta clase de casos se volvían repetitivos. Martin solo pudo resoplar al pensar al respecto.

Su teléfono comenzó a vibrar y después a sonar por la llamada que recibía, Martin lo giró y al ver el nombre registrado simplemente rechazó la llamada. Selló el sobre amarillo de tamaño oficio lleno con algunas pruebas más recolectadas.

El teléfono volvió a sonar y al comprobar que era el mismo nombre no pudo evitar sentir saltar una vena en su frente, ante la insistencia contestó.

—¿Qué quieres? —preguntó a quién llamaba.

—Martin, viejo amigo, literalmente no hemos hablado en meses ¿y es lo que me dices?

—No has dejado de molestar en todo el día, y siempre que lo haces quieres algo de mí.

—Vaya... sí que me conoces. En fin, sí quería ofrecerte un trabajo especial.

Martin soltó un gran suspiro pensando que podría ser— ¿Cuál es tu problema con contratar detectives deficientes?

—No es otro caso de investigación, lo juro, es sobre un programa piloto que queremos que nos ayudes a implementar.

—¿Sobre qué?

—Eso quería oír. Consiste en Libertad Condicional Asistida. Básicamente, tendrás a tu cuidado un convicto con delitos menores que está por comenzar a cumplir su condena en libertad.

—... ¿Que? Es una tontería.

—Esto surgió debido a muchos incumplimientos de los convictos liberados fuera de los ojos de los agentes asignados en revisar que llevaran sus condiciones al pie de la letra.

—Entonces creen que si les ponen una niñera 24/7 para asegurarse que deben liberarlos es aún mejor. No consideraron, no sé, no liberarlos en primer lugar.

—Por eso quieren que el objetivo sean solo cargos menores, algo que ameritara que en primer lugar se les diera la oportunidad de la libertad condicional.

Martin presionó el puente entre sus dos ojos con fuerza del enojo— ¿Esto que tiene que ver conmigo?

—Tu sigues siendo uno de los mejores agentes que la policía ha tenido, estas sobrecalificado para este trabajo, y si lo haces... el pago valdrá la pena.

—Aun creo que es una tontería, ¿Seria qué? ¿Meter a un criminal en mi casa y luego irme a dormir como si fuera un día normal y sin miedo a que este me mate?

—Al estar a tu custodia tienes completa libertad de hacer lo que sea necesario para garantizar tu seguridad, aunque igual no te he contado la mejor parte.

—Ay no...

—Ay sí, parte del plan, si el custodio muestra una conducta implacable a su custodio durante un periodo determinado quedará libre de su resto de condena, así que si realmente quiere verse beneficiado al respecto te dejará llegar al siguiente día.

—Estoy muy seguro de que ni con esa medida tú lo harías.

—Odio que me conozcas tan bien. Pero en fin... si no quieres hacerlo está bien. Ni por los buenos tiempos —fingió terriblemente unos lloriqueos—, y dejar a otro agente "ineficiente" hacerlo y correr el riesgo, está bien, buenas noches.

—Buenas noches —cortó la llamada sin chistar. Dejó el teléfono en la cómoda junto con su cama y en su maletín guardó el sobre listo para mañana. Se sentó en la cama finalmente relajado por terminar su trabajo cuando había algo en su mente. Era como una mosca molesta revoloteando y que por más que quería ignorar le era imposible, cuando más lo trataba esta pasaba al lado de su oído recordándole con fuerza lo que le molestaba.

Sin cenar, como habitualmente hacía, se había cambiado a la ropa que usualmente dormía y se recostó, tratando de conciliar el sueño no podía evitar ahora escuchar un enjambre completo en su cabeza. Era más que nada su sentido de la justicia, lo que lo hacia el hombre que era ahora, en lo bueno y en lo malo.

Tomó el teléfono e ignorando el brillo alto marcó el número de regreso y muy pronto este contesto.

—Anda dilo... —dijo desde el otro lado y sin ver sabía que sonreía como nunca.

—¿Cuándo y dónde?

—Mi oficina, mañana a primera hora —con eso Martin colgó inmediatamente y ahora su mente algo le decía que se arrepentirá de lo que había hecho.

#

Seis de la mañana y Antonio, líder actual de la policía de la ciudad estaba arreglando las cosas como cada mañana en su escritorio, usualmente los pendientes diarios mientras los agentes de policía se asignaban las rutas del día y que harían. Pronto entró Martin. Camisa de vestir azul claro y pálido con un pantalón azul oscuro tirando a negro combinando con su gabardina negra y abierta que llegaba a la rodilla. Su tono de piel era de un tono medio tirando a claro, ojos oscuros con un par de cejas pobladas y blancas como su cabello, la izquierda estaba partida por una cicatriz que pasaba por su frente.

—Buenos días, amigo. Toma asiento —lo señaló con una sonrisa.

—Deja esas tonterías, por milésima vez usaste lastima para que los ayude.

—Y por milesia vez seguiste cuando no tenías por qué.

—Puedo irme aún.

—Sabes a lo que me refiero, te encanta esto, el día en que el crimen muera será cuando dejes esa convicción.

—Probablemente nunca.

—Exacto.

—Quiero detalles de lo que tengo que hacer.

—Tú mismo analízalo —le pasó una carpeta ya apartada donde estaba el expediente del convicto que entraría en el programa piloto—. Se llama Mateo Arenas del Este-

Martin cerró el expediente y dirigió una mirada de enojo más pronunciada al otro.

—Veo que lo conoces.

—Sé lo que pasó, y sé cómo es su familia. ¿Por qué él?

—Crímenes menores.

—Atropellar 5 civiles en estado de ebriedad y con altas presencias de sustancias ilícitas y posesión de un arma al momento de la aprensión, sin contar numerosos intentos de soborno y extorsión durante esta y además resistencia al arresto.

—Wow, lees rápido.

—Cualquiera se sabe los cargos de un tipo como él.

—Mira, su condena original era de 3 años. Su abogado apeló y se redujo a uno con dos años de libertad condicional y con el programa piloto en seis meses puede quedar libre de todo cargo.

—¡¿Seis meses?!

—Pasan rápido cuando-

—No. deja tu tontería de minimizar todo ¿bien?

—Ok, esto fue lo que se me pidió. Fue un cargo muy menor de un tipo que es poco probable que tenga una reincidencia ya que le conviene, las tienes todas de ganar.

Martin se recargó contra el respaldo de la silla sosteniendo aun la carpeta cerrada con todo el expediente del muchacho.

—Seis meses... suena razonable para poner a prueba, pero... no sé si sea lo mío.

—Cuando se trata de hacer el bien eres el mejor en lo que sea. Lo he visto de primera mano. Dime ¿lo harás?

—Creo que... no hay nadie que pueda hacerlo —dijo pensando en todo lo malo que podría ocurrir.

—Bien, como debes intuir... su condena de un año se cumple hoy, así que hoy mismo empezara su custodia.

—No estes chin-

#

Llegaron a los separos dentro de la central de policía, el convicto había sido trasladado esa mañana e iban directo a verlo a un sitio especial. Era una sala apartada y con sus cuatro paredes bien selladas a excepción de una con un gran espejo doble que permitía ver en su interior. Ahí estaba sentado mirando a la una pared con una sonrisa, una pierna sobre la otra con las manos sobre la rodilla.

De apariencia era un tipo blanco de ojos verdes y cabello negro que caía hacia atrás hasta la mitad de la nuca algo enredado y encrespado. Se podía ver las perforaciones en sus orejas, nariz, boca y una de sus cejas.

—Es peor de lo que me imaginaba. ¿Qué tan seguros están de que está listo para salir? —preguntó Martin.

—Se le hizo una evaluación antes de traerlo y la paso con normalidad —dijo un tipo de piel oscura y una bata blanca que estaba ahí para ayudar en el proceso.

—Cierto, Martin... este es un miembro de servicios científicos, Alberto.

—¿Mental o físicamente?

—Ambas.

—Ok, hagamos esto —entró por delante a la sala encontrándose por al chico quedando solo a metros de este.

—Finalmente una cara no conocida. Oh, hola, Rigoberto.

—Alberto —corrigió entrando.

—Mateo, te presento a tu custodio, el señor Martin-

—Con Martin bastará.

—Bien, un gusto —extendió su mano con su sonrisa, como si le quisiera decir que planeaba algo, aunque Martin simplemente no se lo podía tomar en serio. Respondió sin cambiar su expresión y pronto se alejó un metro de él.

—Ok, Alberto, procede —indicó Antonio.

—Este será un brazalete de rastreo, no podrás alejarte más de 20 metros de tu custodio —sacó de una caja que metió consigo un armazón circular negro y robusto, bajó a la pierna izquierda del chico y levantó la tela naranja en la pierna del chico e insertó el aparato haciéndolo sonar y pitar un momento.

—¿Que pasará si me alejo? ¿explota?

—Ya quisiera.

—Alberto —señaló Antonio con una tos para nada sutil.

—Lo siento —dijo aun sin expresar nada—. Solo enviara señal aquí en la central y serás aprehendido inmediatamente.

—Entendido. ¿Es normal que de comezón?

—Solo al principio. Para ti —dijo ahora Martin—, se te entregará esto, es principalmente para asegurarnos que tengas control sobre él —sacó de la misma caja lo que parecía fácilmente un reloj de mano y se lo entregó a Martin.

—¿Control sobre mí? Eso sí que suena interesante.

—Bien todo tuyo, Martin. Espero en serio que esto salga favorecedor para todos —dijo Antonio para ambos—, me retiro.

—También yo, estoy cansado —dijo Alberto retirándose junto al otro. Martin cerró la puerta detrás de ellos y se sentó frente al chico que no había cambiado su posición y sonrisa ahí seguía.

—Supongo que hay un propósito para esto —dijo Mateo para abrir la conversación.

—Todo tiene un propósito. Y nos deje aquí para que dejemos las cosas claras desde un principio... así que si hay algo que deba saber es el momento de que me lo digas.

—Mmm, no hay nada que decir. Solo quiero llevar esto bien, durante unos lindos y largos... seis meses.

—Bien, habrá reglas. No harás nada si no te lo digo, no tocaras nada más allá de lo que te permita y si intentas algo extraño por lo más mínimo que sea regresaras a tu celda.

—Ok, tranquilo. No pienso hacer nada...

Martin era bueno sabiendo cuando alguien mentira, y aunque era obvio... a la vez plantaba la duda sobre si había alguna especie de cambio, aunque así comenzaban estos pseudocambios ¿no es así?

—Bien, entonces —sacó algo desde su espalda y eran unas esposas personales que aun guardaba y de inmediato puso al chico.

—¿Que no se supone que es libertad condicional?

—Asistida... mientras no confié en ti, tu las usaras.

—Ah claro, si quieres también ponme unas en las piernas —dijo con un tono de enojo que le mostró algo a Martin—, es decir, claro, lo que sea con tal de... mostrar mi cambio.

#

Lo sacó finalmente del complejo, el chico como si fuese un perro se quedó a su lado juntando las muñecas, con tantos policías mirándolo y juzgándolo no pudo sentirse un poco mejor de verlos y hasta sonreír con hasta cierta malicia.

—¿Que te da tanta risa?

—Solo que... al igual que cierta persona que conoces bien, a muchos les molesta esta prueba piloto.

—Usualmente cuando alguien entra en la cárcel es porque lo merece, y si sale normalmente no ha cambiado, lo hemos visto ocurrir mil y una veces, sale aquel hombre que golpeaba a su esposa en libertad y regresó a las semanas por que ahora finalmente la mató o ese ladrón que tan pronto salió fue a asaltar una tienda de conveniencia. No los culpes por no creer en el cambio.

—¿Tú crees en el cambio?

—Vamos —le dijo sin pensarlo demasiado, salieron y pronto llegaron al estacionamiento donde el auto de Martin se encontraba, un modelo antiguo de cuatro puertas, pequeño de color gris. Mateo vio este con un muy ligero sentido de asco que no se esforzó por ocultar.

Martin abrió y desbloqueo los seguros dejando que el chico se abriera la puerta solo usando sus manos juntas por las esposas.

—¿Y ahora dónde? —preguntó Mateo

—Tengo algo que hacer de mi trabajo.

—¿No eres policía?

—No. Soy investigador privado, pero por ley puedo ser capacitado para ejercer un puesto de custodio de alguien en libertad condicional. Eso significa que tendras que acompañarme a hacerlo.

—Que bien...

—Considéralo como un trabajo de reinserción a la sociedad —con eso dicho arrancó el motor del auto y fueron a su siguiente destino.

#

Llegaron a una zona residencial de la ciudad, las casas eran estéticamente bellas mostrando sus rasgos finos en sus conformaciones y sobre todo el presupuesto en su creación. Esta casa en particular estaba bardeada con una muralla de metro y medio, la calle tan pacifica estaba casi desierta a excepción de un par de autos lujosos frente a la gran doble puerta en aquella muralla.

—Que bien —dijo Martin al llegar, por lo que cambio y dio en reversa para alejarse al menos 20 metros de la entrada.

—¿Qué pasa, gran señor detective?

—Mi clienta vive aquí, ese auto es de su esposo, me pidió que fuera discreto respecto a nuestros encuentros para que el hombre no sospeche nada hasta que ella meta su demanda.

—¿Demanda? ¿Se divorciarán?

—Sí, le es infiel, el auto de enfrente del marido es de la amante de hecho, su secretaria.

—Es... demasiado bueno para una secretaria. Incluso para ser un regalo.

—¿Qué quieres decir?

—Nada... —dijo girando la vista cuando hubo movimiento en la entrada, salió la pareja de amantes, la mujer acomodaba su cabello en un moño y sostenía su saco junto con su bolso. el hombre se quedó en el portal y ella regresó metiendo su cara al cuello del hombre como una despedida— Ni se esfuerzan por ocultarlo...

—Eso es extraño, jamás habían tenido actividad en la casa —dijo Martin extrañado con la situación y usando una cámara discreta del tamaño de la mitad de su palma de su mano.

—Esos tacones solo me dicen una cosa, descaro.

—¿A qué viene ese comentario?

—Nada...

Regresó a lo suyo molesto cuando la mujer ya iba a de camino a su auto, solo para encenderlo y seguir por aquella calle.

—Si ellos estaban aquí sin cuidado mi clienta debe estar fuera. No tiene caso.

—¿Visitas a tus clientes sin previo aviso?

—No, ya habíamos quedado que hoy en la mañana le daría los resultados que obtuve, ella normalmente sale, pero por las tardes.

El esposo, un hombre elegante y en medio de su adultez y todo éxito imaginable para un empresario de su categoría estaba junto a la puerta marcando un número. Y en segundos, la pantalla del celular de Martin se iluminó mientras él intentaba contactar a la clienta. El numero estaba registrado provisionalmente por propósitos investigativos.

—¿Tienes contacto con el que sigues?

—Solo lo registre para precisamente tener cuidado si recibía una llamada.

—Deberías contestar, si sabe algo sobre tu trabajo no cambiaría nada si contestas ¿o si?

—Claro... —Martin ya no sabía que le confundía más, la situación o como Mateo la llevaba. Contestó y pronto escuchó al hombre tomar palabra.

—Buenos dias ¿es el servicio de investigación privada?

—Sí, ¿quién habla?

—Angel Ruíz, estoy interesado en contratar sus servicios, si pudiera indicarme la dirección de su oficina o un punto de encuentro para discutir sería lo ideal —Martin nunca se había encontrado con una situación así, y tomando en cuenta que ya tenía listo el reporte final respecto al caso, no veía que este fuera afectado negativamente.

—Nos podemos reunir en el café a afueras del centro comercial.

—Esta perfecto, si pudiera ser hoy mismo seria lo más ideal.

—Estoy de camino, puede encontrarme allá.

—¿Que planeas? —le preguntó Mateo.

—No lo sé, quiero saber a qué viene esto, si mi panorama no falla, es una coincidencia que quiera contratarme, solo que no veo razones, lo he seguido semanas, si algo lo estuviera molestando tal vez lo sabía.

—... Creo que sé por qué.

—Ahora tú también eres detective —dijo con desdén.

—Uuy, pero sí, es porque es muy obvio. y para probarlo, dame donde anotar... —lo retó con la mirada y Martin rodó los ojos mientras arranco el auto.

—Hay una libreta en la guantera.

—Bien —dijo y la abrió encontrando una libreta de mano y un lápiz apenas con punta, se apoyó en su pierna para escribir como pudo y luego dobló la hoja poco después de arrancarla. Martin no vio que escribió por concentrarse en conducir—. Mi teoría está aquí, y la leerás cuando sepas que trama, y ahí veras.

—Claro que sí —Martin tomó el papel seguro de que era una tontería para tratar de sentirse especial, era normal cuando los niños sabían que era detective, se querían creer uno, bueno él ya tenía 21 años, pero funcionaba igual.

#

Al llegar al café y abrir sus mensajes encontró que el señor Ruiz le indicó que estaba por llegar, Martin salió del auto y con un cabeceo le indicó a Mateo salir.

—¿Es una broma? Aún tengo la ropa de presidiario.

—Tal vez si tu tontería de teoría es cierta te compre ropa.

—Suena a un precio razonable, hasta como una apuesta.

—Olvídalo.

Llegaron al local y se sentaron por afuera, era extraño ver al convicto con sus ropas típicas, el brazalete voluminoso en la pierna y esposado sentado ahí junto con el detective como si fuera un domingo cualquiera.

—Disculpe ¿es usted el detective? —el señor Ruiz, vistiendo el traje aun y un poco agitado de llegar del estacionamiento también llegó con ellos.

—Sí. Puede llamarme Martin, él es mi asistente... Mateo.

—Uh ya fui ascendido.

—¿Es una especie de juego que venga así?

—Así le gusta, aunque no interfiere con mi trabajo y es lo que nos reúne aquí.

—Cierto —finalmente se sentó desabotonando su saco—. Necesito que investigue a mi esposa, tengo fuertes sospechas de que tiene un amante.

Mateo tapó sutilmente su sonrisa subiendo sus manos como si tuviera comezón en la nariz.

—¿Un amante?

—Sí, creo que era desde antes de casarnos, he estado semanas fingiendo que tengo una para ver que hacía, y descubrí que contrató un servicio de espionaje, y creo que es porque quiere divorciarse de mí.

—¿Le está dando pruebas a propósito?

—No, justamente tengo esto —sacó un sobre con una carta sellada con una fecha, era al menos de hacia mes y medio—. Ábrala por favor.

Martin así lo hizo rompiendo el sello y encontrando con una carta que mostraba la misma fecha, leyó con rapidez abriendo los ojos en par.

—¿Disculpe, que es? —preguntó Mateo sabiendo perfectamente que era.

—Es un acuerdo que tuve con mi secretaria, para comprobar que la "infidelidad" era una farsa, el notario que nos ayudó lo registró como un contrato laboral temporal, ahí está el código.

—Es verídico —Martin no lo creía incluso viendo, Mateo le costaba contenerse—. Creo que... hay algo que tiene que saber.

#

—¿Usted era el que me espiaba?

—Sí, su esposa me pidió que consiguiera pruebas para pelear un divorcio contra usted, ahora con esto, veo que más por despecho, había una segunda intención. Y como me enfoque en su rutina, jamás supe nada de ella más que lo necesario.

—Entonces... ¿qué está por pasar? esto es un conflicto de interés.

—No necesariamente, puedo terminar con mi relación laboral sin necesidad de un pago de servicios con la mujer, por que justamente nuestro contrato tenía una cláusula en caso de conflictos de interés. Y es mejor así, si entregara las "pruebas" contra usted, serian desvalidadas en un juicio con esta carta. Y si usted quiere... puede contratar mis servicios.

—Mejor aún, esa mujer no hizo más que mentirnos.

—Bien, terminaré la relación oficialmente hoy, y mañana tendré su contrato y comenzare la investigación, lo más conveniente es demandarla por divorcio y si lo que usted cree es verdad, puede salir más que bien librado de la situación.

—Que así sea.

—Por ahora continue con su actividad como usualmente hacía, tengo su contacto ya así que no será un problema.

—Esplendido, entonces nos vemos mañana, tengo que regresar a la oficina.

El hombre se despidió y regresó mucho más tranquilo a su auto solo después de agradecer que pudiera empezar a aclarar las cosas e inclinarlas a su favor.

Mateo no pudo más y soltó una carcajada sonora— Dios mío, eso fue magnifico, ya puedes leer mi teoría.

Martin consternado y algo molesto sacó la hoja doblada de su bolsillo y leyó "La amante es falsa, se esfuerza demasiado en verse como la otra, el auto también es prueba de ello, aunque aún tiene su hoja provisional de placas por lo que es nuevo. Si el esposo finge tener una amante es porque algo pasa con su esposa". Quedó boquiabierto y se giró a verlo sin cambiar de cara.

—Mientras sea ropa nueva y de mi talla estaré bien muchas gracias.

—No digas tonterías, nadie hace esos análisis y conjeturas como si nada.

—Yo lo hice, aposté a lo más probable con lo que vi.

—Es que... jamás lo había llevado a ese extremo.

—Cuando estas muy metido en esas cosas del código civil olvidas tener algo de lógica, cuando trabajas creando placas en la cárcel sabes reconocer hojas provisionales —y finalmente le guiñó el ojo.

Volvieron al auto y antes de encender al auto había algo que consternaba a Martin.

—¿Como desarrollaste ese sentido analítico?

Mateo rodó los ojos— Solo lo hice, no es nada en especial. Aunque si fue genial ver tu cara.

—Bueno... olvídalo, nos llevaré a casa.

—Que bien —dijo cuando por fin saldrían de ahí.

#

Llegaron a un complejo de apartamentos del centro de la ciudad, el guardia en la recepción saludó con naturalidad, aunque al ver al chico esposado detrás su cara cambió a una confusión total.

Subieron por el ascensor y en el piso 14 finalmente arribaron a un pasillo iluminado por lámparas en la pared y unas luces amarillentas por todas las aristas del techo, llegaron a una puerta que él terminó abriendo con unas llaves.

—¿Viviendo en un lugar así y te permitieron tenerme de custodio? —dijo con un cierto tono de asco, pero aun así pasando.

—Hace 24 horas ni sabía que este programa existía, fue... demasiado apresurado.

—Mmm, interesante.

—Más me preocupa el hecho de que en ningún momento consideraran tu situación.

—Ah ya sé a qué te refieres. A mi familia no les importó desde lo que pasó, ni una vez fueron a visitarme ¿puedes creerlo? Eso de cierta manera me hace perfecto para el programa.

"Esta selección de participantes del programa y su rapidez son lo que le sigue a sospechoso. Hay algo más detrás de esto o tal vez solo sobre pienso esto".

—En fin, aquí vivo y hasta que el programa termine tu también.

—Mínimo un recorrido ¿no?

Martin pellizco el puente entre sus ojos y rápidamente comenzó a señalar— Sala, comedor-cocina, baño, cuarto-oficina, patio-balcón ¿algo más para nuestro visitante?

—¿Dónde voy a dormir exactamente? ¿Me puedes quitar las esposas aquí al menos?

—Aquí tienes un cómodo sillón —lo señaló como si fuese una gran maravilla, pero aún se pueden contar con los dedos las veces que lo ha usado.

—Tengo problemas de espalda.

—Una cama de concreto debe ser muy bueno para eso ¿no?

—Buen punto. No es por ofenderte gran detective, solo digo que no estas nada preparado para tenerme aquí, ni siquiera tengo que ponerme.

—Bien su majestad, se supone que habrá un pago semanal mientras el programa estuviera activo, pero esto esta tan apresurado que aún no he recibido nada, no exagero cuando te digo que fue ayer en la noche que me ofrecieron este trabajo. Mientras te quedarás aquí.

Mateo apretó los puños con su cara y terminó sentándose enojado, Martin solo se quedó mirándolo como si fuera un tipo patético, y de cierta manera lo era.

—¿Al menos vamos a comer algo?

—Ahí está la cocina —apuntó a esta y se fue a su cuarto, el día era joven y ahora con el giro en el caso tenía bastante trabajo que hacer.

Arrojó su gabardina a un perchero en su pared y se sentó en su escritorio para encender su computadora portátil, mientras revisó su teléfono y se encontró con un mensaje de Antonio.

"Hola amigo

Alberto me dijo que tuvieras cuidado con el dispositivo que te entregó, a diferencia del brazalete del chico, este no aguanta agua ni grandes presiones. Además, es la unica forma de detectar si el custodiado se escapa por lo que cuídalo

Si esto pasa, hay un botón para inmediatamente encargarse del problema, es el azul a un lado, intenta no presionarlo de no ser necesario"

Martin solo intentó respirar sin pensar en algunos miles de formas de matarlo, esa información habría sido útil haber sido entregada a su tiempo. Otra cosa que señalaba la extraña rapidez con la que este programa se ejecutó.

—!Oye¡ ¿Que se supone que coma? no hay nada.

—Revisa la alacena —dijo abriendo la puerta para responder al chico que aun revisaba el demasiado limpio refrigerador.

—Claro, porque todos hacen una linda comida con... laurel y una bolsa de sal.

—No suelo comer aquí.

Mateo apretó los puños abrió, más los ojos, como diciéndole que su punto de que no estaba preparado para recibirlo. Martin solo decidió pasar de él y regresar a lo suyo, tenía mejores cosas que pensar, al menos desde su perspectiva.

#

Llamó a la mujer para cancelar el trabajo, con ella molesta al teléfono le explicó la cláusula que le permitía romper el acuerdo, mas no la razón concreta, solo por motivos de continuar con el trabajo para el señor Ruiz sin alterar este. Finalmente, la mujer lo insultó y juró conseguir a alguien mejor que él, Martin no pudo evitar pensar a que era capaz de llegar esa mujer si realmente las conjeturas eran ciertas.

Finalmente terminó la llamada, editó en su computadora los nombres, cláusulas del contrato y lo envió al señor Ruiz. Antes de firmar esperaría si él tenía cambios para este documento.

La tarde había llegado y estar sentado por ese tiempo le dejó ver que necesitaba un baño, se cuestionó un momento si era apropiado considerando a su huésped, se decidió anteponer a eso, ni modo que no se bañara por él.

Salió y vio al chico apretando con fuerza un cuchillo contra una lata de alguna conserva que debió encontrar. Estaba demasiado metido en lo suyo como para siquiera mirar al otro.

Solo dio unos pasos para llegar a la puerta del baño y entrar. Cerró la puerta y se quitó la ropa para al menos darse una ducha rápida. Ya dentro del chorro de agua no podía evitar mirar las otras cicatrices que su ropa normalmente ocultaba, e inmediatamente pensar cuando en su tiempo se las hizo o hicieron.

El agua chocando con el suelo de azulejo, el vapor subiendo, sus oídos apenas podían concentrarse dentro y menos con sus pensamientos resonando con más volumen en su cabeza, por eso no solía tardar en la ducha. Su mirada instintiva lo hizo girar a un lado y ver en la cortina de baño más luz de lo normal, y entonces una silueta se definió mejor a través. Esto sería algo no tan raro ni alarmante como debería si no fuera por el pequeño detalle de cómo se definió rápidamente en la sombra el mismo cuchillo que llevaba Mateo.

—¿Oye tienes algún cuchillo que al menos corte mantequilla? —esto no lo escuchó por el miedo, simplemente actuó en defensa como cualquier persona racional y soltó un puñetazo directo a la cara del chico que al menos lo empujó al portal del baño.

El chico cayó y lo único que pudo hacer fue soltar un gritó de dolor mientras tapaba su nariz, Martin abrió la cortina con una mezcla entre enojo y confusión.

—¡¿Cuál es tu problema?! —le preguntó el chico ignorando bastante lo que había hecho.

—¡¿Cuál es el tuyo?! ¿Normalmente le apuntas a la gente con cuchillos mientras se baña?

—¡No respondías! ¿Qué querías que hiciera? ¡Me dejaste como un perro buscando comida y cuando por fin encuentro algo, es una maldita lata con una llave vieja y desgastada, sin un abrelatas al menos podía usar un cuchillo, pero ni eso, por que tus asquerosas cosas no sirven!

Martin no podía creerlo, más que claro estaba por que lo condenaron y por qué no debieron soltarlo en primer lugar, no dejaba de ser un niño— ¿Es una broma?...

Mateo solo pudo gritar de la frustración, pero el tensar su cara así le hizo doler más su nariz que ya se ponía morada y roja por el golpe.

—¡Olvídalo! —se levantó y fue por el pasillo paralelo al baño, no tenía a donde más ir en realidad. Martin no podía creer la situación, solo ajustó mejor la toalla y fue a su cuarto y esta vez puso el pestillo.

Se quedó sentado un rato en su cama, la sensación era extraña, la adrenalina en ese preciso momento era como haber quitado una costra a una herida y volverla sentir sangrar, su mente no podía sentirse más nublada. Era como una respuesta al sentimiento que había tenido en esa misma cama la noche anterior, el arrepentimiento. Ante tal sensación solo se recostó aun con las piernas en el suelo y cerró los ojos para pensar.

Sus parpados se sentían más pesados de lo habitual, y cuando se dio cuenta, en un instante la iluminación completa del cuarto había cambiado, su ventana dejaba entrar una luz del atardecer en su mero fin, la noche ya invade el cielo. Aún tenía puesta la toalla y se impresionó de haber dormido de esa manera, sin siquiera darse cuenta cuando le pasó.

Se levantó y llegó la puerta para quitar el pestillo y salir, el lugar estaba inhóspito, lo cual le sorprendió.

—¿Mateo? —preguntó sin respuesta, el departamento no era tan grande como para no verlo, fue al balcón en la parte trasera y a excepción de lo que tenía ahí estaba vacío. De nuevo dio una mirada a la sala, detrás de la barra de la cocina que funcionaba como comedor y cuando fue al baño que también estaba vacío se encontró con su ropa, sintió una punzada al darse cuenta de lo que había pasado, dio un paso hacia un mueble dentro del baño y no lo vio.

El reloj no estaba, ni con eso su cartera y peor aún, retrocedió un pasó y escucho algo pesado y metálico sonar a sus pies, levantó lo que era su pantalón y cayeron las esposas abiertas y aun con las llaves de estas encajadas.

—Mierda.

#

La noche era joven, con el reloj en mano y con eso su libertad, esas horas donde su custodio se descuidó por completo habían valido lo que seguía al oro.

"Lo necesitaba" era lo que pensaba cuando hacia cada cosa con esa libertad, cuando fue a una tienda en la calle donde creyeron que era un tipo haciendo una especie de disfraz de presidiario que iba a comprar ropa. Algo que sentía que le debía Martin de su pequeña apuesta para nada formal.

después de eso y dejando el overol naranja detrás por algo más cómodo, una camisa blanca de lana tejida y manga larga con un pantalón oscuro de mezclilla suave, después fue a comer algo, estuvo a horas de cumplir un día sin probar bocado debido a su traslado desde la noche anterior. De ahí fue a una barbería, cumplió una promesa personal y cortó su cabello, quedando muy corto por los lados y arriba se hizo una decoloración como hacia cuando era aún más joven, pero no menos infantil.

Aun con algo de comezón por el tratamiento podía ir por las calles respirando con fuerza para sentir esa libertad que el viento le hacía sentir. También sorbia una malteada que recién compró como cena, ya la noche estaba más que en el cielo, si sus cuentas no fallaban, el detective debería llevar desde las 4 de la tarde encerrado en su habitación, al no contestar ni responder a los sonidos mientras salía intuyó que debió dormirse.

Eso le molestó, si tanto le había enojado lo del cuchillo, muy preocupado no estaba para irse a dormir, solo le reconfortaba el hecho de que fuera tan tonto, no podía creer menos de él, era un detective tonto que no se daba cuenta cosas obvias y que le dejó a su disposición su libertad.

Rio un poco al pensarlo y sorbió un poco más de su malteada. La calle era iluminada por los negocios, y sin contar por quienes atendían, se podría decir que estaba vacía la calle.

Pronto una figura conocida, de brazos cruzados y con una cara de enojo inmutable apareció frente de su campo de visión, él no pudo sentirse más extasiado, ya había pensado que hacer.

—Detective, nunca dude en que me encontraría —dijo abriendo los brazos, pero deteniendo su paso.

—Dame el reloj —extendió el brazo y avanzó.

—Alto, debido a su completa incompetencia decidí quitarle su control sobre mí, Ja ¿Qué tal ahora?

—Todos cometemos errores, y si no quieres que escale la situación más de lo que debería, dame ese reloj.

—No. Y esto es lo que haremos, te irás y mañana avisarás que escapé, para cuando eso pasé ya habré dejado la ciudad. Tu feliz sin tener que cuidarme y yo seré libre.

Martin pensó un momento apretando el puente en su nariz. Lo miró viendo que aún tenía el chico aquella herida que al parecer con todo lo que vio que hizo en ese tiempo apenas atendió, pensó en algún plan, y lo hizo ver ante ese niño que en realidad estaba considerando ese trato.

—Tienes razón, la verdad no quiero esa responsabilidad. Es un trato... pero tienes un problema.

—¿Cual?

—El brazalete, aunque tengas el reloj, si sales de la zona delimitada de la ciudad se lanzará una alerta de igual forma, si quieres irte, tendrás que iniciar el proceso de inhabilitación.

—¿Sabes cómo hacerlo de casualidad?

—Claro, es con el reloj. Mira, tómalo y encuentra el botón azul, por un lado.

—Ah ja —dijo listó al acercarlo a su cara y poniendo el dedo sobre este botón.

—Mantenlo presionado unos 20 segundos, deshabilitará el brazalete y te lo podrás quitar.

—Bien —al momento de que pasaron más de 3 segundos presionando con fuerza aquel botón, una fuerte descarga se soltó en su pierna hacia todo el cuerpo paralizándolo en un instante, todo su cuerpo tenso cayó hacia atrás y perdió la conciencia solo pensando una cosa. “Hijo de...”

No pudo terminar de decir cuando sus ojos se cerraron con lo ultimo que vio fue ese cielo estrellado con el detective llegando a él con tranquilidad.

#

Sintió como su cuerpo se quitaba ese atrofio provocado por la descarga, su cabeza dolía especialmente como su tobillo donde el brazalete hacia contacto. Cuando abrió los ojos, contra todo pronóstico estaba en la sala mal iluminada del departamento de Martin, estaba acostado sobre ese sillón para tres personas y pronto sintió algo metálico sonar cuando movió sus manos, eran las esposas, de su muñeca derecha iban hacia la mesa del centro. sus sentidos se restauraron finalmente escuchando vapor salir a presión por la cocina y un extraño olor a comida, la luz venia desde la cocina donde vio a Martin moviendo algo en una sartén.

—Ya despertaste.

—No, aun no —dijo pegando su cabeza hacia atrás en enojo—. A este punto esperaba estar en la comisaria.

—No vi la necesidad.

—¿Qué?

—Seguí tu rastro, por eso te encontré, tome en consideración todo lo que habías pedido, supuse que irías por la ropa debido a la apuesta y que no querrías ir con el uniforme de convicto por la calle, esa tienda es la única de por aquí, y ahí normalmente compro ahí por lo que conseguir información tuya no fue para nada complicado, con eso te seguí y... me di cuenta que me equivoque. Una cosa era no estar preparado para tenerte aquí y otra era ignorar lo evidente y pensar solo en mí. No me molesta lo que hiciste, fue en gran parte culpa mía.

Mateo pensaba que soñaba al oír a aquel hombre que en su única visión parecía ser un amargado de la vida, y aunque si lo era, no lo había visto verlo hablar así.

—Entonces...

—Solo, te traje ya que no puedo dejar que escapes, te encontrarían en nada, y te condenarían al menos 5 años más y sin libertad condicional. Y... compre comida, al menos para estos días. Intentaré hacer este trabajo lo mejor que pueda si tú cumples con tu parte.

—¿Y qué es lo que quieres que haga?

—Deja tu sentido de la libertad y lo ganaras eventualmente. Ayúdame en mi trabajo y si haces lo que te digo, tendrás tu libertad que tanto esperas. Claro, si con esto demuestras que la mereces.

—... Bien. Lo haré porque en realidad, no me gustaría que me condenaran de nuevo —dijo sintiendo de nuevo la cárcel en su espalda, con eso pudo sentir aún más cómodo aquel sillón, era lo mejor que había sentido en todo ese año, incluso más que esa libertad que se dio en esas horas.

—Entonces es un trato —dijo llegando con él hasta la sala, le mostró la llave pequeña de las esposas y se agachó para liberarlo de la mesa. El chico se sentó esperado que le quitan la otra de aquella esposa de cadena larga. pero lo que hizo Martin fue cerrar el otro extremo en su mano izquierda.

—¿Qué haces? —preguntó aterrado y confundido.

—Es un castigo por huir, reduciré tu distancia a un metro de mí, para tu desgracia y a la vez tu comodidad, no puedo modificar la distancia permitida entre el reloj y el brazalete —le sonrió con un pequeño toque de malicia.

—Eso no era-

—Claro que sí, te dije que ganarías tu libertad eventualmente, así que... vamos. La cena esta casi lista —tiró de él con la cadena, soltando quejidos se levantó y lo siguió. Al llegar siguió con lo suyo mientras el chico estaba más ahí de adorno.

"Mateo, si realmente quieres ganar tu libertad, tienes que cambiar para bien. No me decepciones" fue lo que pudo pensar.

Aug. 28, 2022, 7:55 a.m. 1 Report Embed Follow story
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Sine Nayr Sine Nayr
Es un buen detective, pero necesita trabajar más su sentido de la razón y me agrada que pueda hacer un buen dúo con Mateo mientras dure el programa.
September 20, 2022, 00:37
~

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