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El Viaje de June

En medio viaje alguien me dice:

-“¿Qué vas a hacer cuando tus papás se mueran?”

-”Heredar” le digo. Y cuando se me acabe la plata me mato, pero esa parte solo la pienso.

Y me voy, tengo sueño. Me subo al carro y hago una línea más para despertarme lo suficiente para manejar, me pongo el cinturón y me voy a casa. Llego y me acuesto inmediatamente, ni recuerdo el camino de vuelta, solo aparecí ahí.

Pero no puedo dormir por supuesto, si me acabo de hacer una línea para manejar máximo hace cuarenta minutos. En mi closet hay una pachita de aguardiente de anís que trajimos de Perú, me levanto y tomo un trago largo de la botella y me acuesto otra vez.

Y me duermo inmediatamente. Y sueño.

Entro por el elevador a la disco. Es circular, tiene 4 o 5 metros de diámetro y por lo menos 4 metros de alto, la mitad es toda de vidrio. Aunque el viaje es corto hay asientos del lado sin ventanas El edificio está completamente rodeado de agua, es como una isla. Desde aquí se ve la línea de tren que une al edificio con tierra firme. Solo el personal usa el tren, los clientes llegan por aire. El agua es negra, pareciera espesa, cerca de la orilla refleja las interminables luces de neón. En tierra firme los edificios se extienden hasta dónde alcanza la vista. Algunos techos son de estilo oriental pero la mayoría tiene helipuertos en la azotea. La ciudad nunca cierra ni nunca se apaga.

Mi hermana Chai va conmigo, el trayecto hacia arriba siempre lo hacemos en silencio, no confiamos en las demás. La disco se llena de hombres ricos, nuestro trabajo es sentarnos con ellos mientras toman.

Un pasillo mas bien angosto lleva al hotel, las paredes son rojo oscuro, hay muchos detalles de madera y cobre. La decoración del hotel no es moderna, todo es mas bien viejo y huele un poco a humedad y tabaco. El pasillo desemboca en un balcón que también es de madera, las puertas de las habitaciones están al lado derecho y a la izquierda el balcón con vista al restaurante en el primer piso que siempre está vacío. No son muchos pisos, deben ser unos cinco nada más. Las paredes aquí también son rojas, igual abajo en el restaurante, lo mismo que la alfombra que cubre todo el piso. La luz es más bien tenue, seguro por eso las cosas no se ven tan mal.

Bajo por un ascensor pero también hay escaleras pero casi siempre faltan escalones, inclusive por pisos completos. No ponen señales, es muy peligroso. Las zonas reservadas para el personal tienen un poco mantenimiento, nunca se sabe cuándo uno se puede encontrar una puerta de las de metal con candado por eso prefiero no pasar por ahí.

El centro comercial está a la derecha saliendo por el restaurante y a la izquierda, hasta el fondo la estación del tren que se ve desde el elevador, para ir al centro. Me fascinan las tiendas del centro comercial, paso horas recorriéndolo, conozco cada esquina aunque es interminable. No me importa no poder comprar nada.

El viaje en el tren para regresar a tierra firme es rápido, por dentro todo es prácticamente de plástico, blanco, gris y rojo. También hay un puente para llegar a tierra firme, pero es posible que esté incompleto todavía pero de cualquier forma es muy lejos para regresar caminando. Las dos estaciones están rodeadas de puestos de venta ropa y comida. La estación en tierra firme es bastante más caótica, pero me encanta. También es más caliente. Es uno de los pocos espacios con el techo bajo, se puede tocar con la mano.

La ciudad no es complicada, aparte de este centro comercial, lleno de edificios casi tan gigantes como el de la isla, no hay mucho más que una calle larga y recta que lleva fuera del área urbana. Con puestos de comida a todo lo largo, hay buses que la recorren varias veces al día.

Recorre toda la costa, pero también tiene pedazos sin construir, se bifurca en cuanto el mar se hace visible, un lado sigue al mar y lleva a un gimnasio abandonado. Es una resonancia de otro mundo, está en ruinas, es una zona muy inestable y peligrosa, a nadie le gusta visitarla.

La calle interior lleva a un complejo enorme con varias casas vacías de madera en ruinas, a diferencia de la madera de las otras construcciones, esta es de cloro muy claro. Ahí vivimos mi hermana Chai y yo. En la casa de más adelante vive nuestro vecino Vader, trabaja en un restaurante en el camino. Nosotras vivimos en la de más atrás, ocupamos solo un cuarto en el segundo piso. No tenemos muebles, solo tenemos los colchones donde dormimos, al lado tenemos una olla para hacer arroz y nuestra ropa está doblada en una esquina contra una pared.

Es de día cuando llegamos y mi hermana se pone a hacer arroz. Yo me quedo dormida antes de que esté listo.

Aug. 9, 2022, 11:58 p.m. 0 Report Embed Follow story
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