erotikakarenc EROTIKA KARENC

Alba conoce a Angel y a su hermano, y entre ambos, no sabe por cual decidirse, cada uno tiene algo que le gusta. ¿Por quien se decidirá?


Romance Erotic For over 18 only.

#romance-erotico #vecino #trio #tres #novios
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CAPITULO 1

La primera vez que le vi yo acababa de llegar a casa con la compra, estaba entrando las bolsas al portal, para subirlas después al ascensor. Él llegaba, no sé de donde y entró saludando:

— Buenos días.

— Buenos días — le respondí.

Era un chico bastante guapo, un poco más alto que yo, con unos preciosos ojos azules y una barba corta y bien cuidada. Era el nuevo vecino, que se había instalado hacía sólo un par de días en el piso que quedaba justo enfrente del mío.

— ¿Te ayudo? — me preguntó amablemente, cogiendo una de las bolsas que llevaba en la mano y que acababa de sacar del maletero del coche.

— Bueno — respondí, luego le pregunté — eres el chico nuevo del tercero segunda, ¿verdad?

— Sí, Ángel, para servirte en lo que te haga falta — dijo tendiéndome su mano.

Se la estreché, sin poder dejar de mirar y admirar sus preciosos ojos azules y contestándole:

— Yo soy Alba, tu vecina de enfrente.

— Un placer — respondió con un tono de voz seductor.

Realmente era guapo, bueno, más que guapo, atractivo. Nada que ver con mi marido, un hombre normal y que ya ni siquiera me tocaba. ¿Cómo podía ser que, con 35 años, ya no me deseara? No podía entenderlo, ¿acaso tenía una amante? A veces esa era la única explicación que encontraba.

Entramos las bolsas en el ascensor y subimos los dos. Al estar allí encerrados, en un espacio tan pequeño, hizo que ambos nos sintiéramos incómodos, pero sobre todo yo, ya que aquel atractivo hombre, en cierto modo, me intimidaba, no sé, tenía algo que no sabría explicar que me hacía temblar por completo, y más cuando le tenía a pocos centímetros de mí.

Al llegar a nuestro piso, sacamos las bolsas del ascensor y me dirigí hacía mi piso, mientras él me seguía con un par de bolsas. Abrí la puerta dándole las gracias, y pensando que me las dejaría allí en la entrada, pero en lugar de eso, me siguió hasta mi cocina, con las dos bolsas. Yo dejé las que llevaba sobre la encimera y él las suyas al lado de las mías. Volví a darle las gracias, girándome hacía él, y entonces me lo encontré justo detrás, pegado a mí.

— Ha sido un placer — dijo, haciéndome notar su aliento en mi boca. Estaba tan cerca, que si hubiera querido hubiera podido besarme.

Incómoda traté de apartarme, sin saber qué hacer o decir.

— Voy a por las otras dos bolsas que hay en la puerta — dijo él.

A los pocos segundos estaba allí con las dos bolsas que también dejó sobre la encimera.

Volví a darle las gracias, y entonces me dijo:

— Si necesitas cualquier otra cosa, ya sabes donde estoy. Nos vemos.

— Sí, gracias, nos vemos — le despedí, quedándome allí tan… no sé, aquel hombre me había alterado demasiado.

A partir de aquel día empecé a tener sueños eróticos con aquel atractivo hombre cada noche, y cuando nos encontrábamos en la escalera y subíamos juntos en el ascensor, no podía evitar recordar esos sueños. Sueños en los que él me hacía suavemente el amor. Bueno, suavemente unas veces, otras lo hacía salvajemente. Lo curioso es que en la medida en que mi deseo por él crecía, la relación con mi marido iba de mal en peor y cada vez discutíamos más y más, y a veces por pequeñas cosas, casi sin importancia. ¿Qué me estaba pasando? Un día en que las discusión con mi marido fue demasiado fuerte, él se fue dando un sonoro portazo y dejándome sola. No sé si debió ser el portazo o qué, pero al cabo de pocos minutos, Ángel estaba llamando a la puerta. Cuando abrí, me lo encontré en calzoncillos y camiseta, descalzo y con la cara desencajada.

— ¿Estás bien? Es que he oído el portazo y parte de la discusión y… No es que quisiera escucharla ¿eh?, pero es que no he podido evitarlo.

— Ya, supongo que hemos gritado bastante fuerte, ¿verdad? Lo siento, pero sí, estoy bien. Lo siento, de verdad, no quería molestarte, yo…

— ¡Oh, no, tranquila! Solo estaba preocupado por ti

— Gracias, estoy bien — le dije, tratando de tranquilizarlo. E iba a cerrar la puerta, dando por terminada la conversación, cuando él me dijo, entrando en mi casa:

— No, espera, quizás necesitas compañía en estos momentos, una mano… amiga — dijo, aunque en realidad, creo que buscaba más una excusa para entrar que otra cosa.

Cerró la puerta tras de sí, me tomó por los hombros y me llevó hasta el salón, donde nos sentamos en el sofá. Yo estaba tan sorprendida y nerviosa. Sorprendida por la seguridad y rapidez con las que Ángel había actuado, y nerviosa porque le tenía a mi lado, sentado en el sofá de mi casa.

— Creo que se ha ido para siempre — dije tristemente — y sino lo ha hecho, lo hará en las próximas horas.

— ¿Estás segura? — me preguntó él, levantándose del sofá y dirigiéndose a la cocina que estaba justo enfrente.

— Completamente, nuestro matrimonio hace tiempo que está acabado — le señalé — Y esta noche la discusión ha sido realmente grave. Me ha dicho cosas…

Vi como Ángel sacaba una cafetera, buscaba el café y llenaba la cafetera y entonces le pregunté:

— ¿Qué haces?

— Cuidar de ti, necesitas alguien que te cuide — dijo con tranquilidad.

Le miré de arriba abajo, su imagen era realmente grotesca, divertida y… parecía un amigo, alguien que viviera conmigo en lugar de mi vecino, puesto que iba descalzo en calzoncillos y con camiseta. Me reí y entonces mirándome con cara de pocos amigos me preguntó:

— ¿Qué pasa, por qué te ríes?

— Por la pinta que llevas, tendrías que verte.

— Ya sé que no es muy glamurosa, estaba a punto de irme a dormir cuando he oído los golpes — dijo.

La cafetera empezó a sonar en señal de que el café ya estaba saliendo, así que Andrés apagó el fogón. Buscó un par de tazas en los armarios y las sirvió, me tendió una y luego buscó el azúcar.

— Está en el armario del centro — le indiqué.

Trajo el azúcar y un par de cucharillas y volvió a sentarse a mi lado.

— Quizás sea lo mejor, que se vaya, que me deje, a fin de cuentas nuestro matrimonio está acabado, ya no hay nada entre él y yo. Hace meses que no me toca. Ya casi ni recuerdo cuando tuve mi último orgasmo — trataba de convencerme a mi misma.

— Pues es una lástima, porque te mereces los mejores orgasmos y perdona que sea tan franco, pero es que… desde que te vi por primera vez, yo… — repentinamente se cayó.

— No, no te calles, por favor, ¿tú qué?, dime.

— Yo… quise hacer esto — cogió mi taza depositándola sobre la mesita, me tomó por el cuello acercándome a él y me besó.

Fue un beso apasionado, de lenguas que se buscan, un beso como hacía meses que nadie me daba, que hizo que se me hinchara el pecho y sintiera que le deseaba. Todo mi cuerpo reaccionó ante aquel beso, y cuando se separó, sentía que todo se me aflojaba, todo me temblaba. Y entonces, fueron mis manos las que hablaron por mí, acariciando el cuerpo atlético de aquel hombre, tampoco él estuvo quieto, y sus manos acariciaron mi cuerpo. En unos pocos minutos, ambos estábamos medio desnudos sobre el sofá. Ángel estaba sobre mí, puso mis brazos sobre mi cabeza y me las ató.

— ¿Qué haces? — le pregunté sorprendida.

— Atarte para follarte, para tener yo todo el control, me gusta tener el control.

No dije nada, solo me dejé hacer, dejé que terminara de desnudarme, que abriera mis piernas y se incrustara entre ellas. Besó cada rincón de mi cuerpo, lamió mis pechos desnudos, deteniéndose en los pezones y haciéndome estremecer y gemir, temblar. Luego siguió hasta mi entrepierna, sentí como introducía su lengua en mí y todo mi cuerpo se estremeció, casi me sobrevino un orgasmo por el placer que aquellas caricias me causaban. Luego se situó sobre mí y finalmente, se introdujo en mí, despacio, con calma, mientras sus ojos se fijaban en los míos y todo mi cuerpo se estremecía de nuevo al tenerle dentro.

— ¡Oh, Dios! — musité presa del placer, que en pocos segundos hizo que alcanzara un orgasmo maravilloso como hacía meses que no tenía. Me deshice en él, y él junto a mí, que también alcanzó su orgasmo.

Cuando terminó, me desató. Y sobre mi boca me susurró:

— Lo siento, no debería…

— ¡Shhh!, ha sido maravilloso, claro que deberías, claro que debías.

— No, no debía, yo no te convengo, yo… — se levantó del sofá, se vistió a toda prisa y salió de mi casa.

Yo me quedé pensativa, ¿por qué no me convenía?, ¿qué le pasaba?, ¿qué oscuro secreto escondía?

June 8, 2022, 3:32 p.m. 1 Report Embed Follow story
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Dulce deLeche Dulce deLeche
Jajaja Después de follar se va deprisa… una nueva excusa es lo que le hace falta jajaja
June 09, 2022, 17:59
~

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