lattisse Are_You_Lost?

El dolor es inevitable. El dolor está ahí. Se ha llevado todo. No soy más que un cascaron roto. Ya no quedan piezas para intentar recomponerme. No tengo nada más con lo que luchar… Estoy agotado. Al fin seré libre. Solo hay una última cosa que me gustaría decirte: Perdóname.


#1 in Drama For over 21 (adults) only. © Licencia Creative Commons Atribución, No Comercial, Sin Derivadas.

#drama #romance #kookmin
399
20.0k VIEWS
Completed
reading time
AA Share

CAPÍTULO 1

JIMIN


Unas gotas de sudor ruedan por mi cuello y espalda cuando entro a la Casa Editorial Mikrokosmos, el edificio más alto del centro de Seúl. El primer día en cualquier trabajo nuevo siempre es desalentador, pero entrar en mi primer puesto en una editorial me mete una nueva puñalada de presión en el estómago.

Una mujer joven, impecablemente vestida, me recibe con una mirada curiosa detrás del largo mostrador de recepción cuando atravieso las puertas giratorias de cristal. Me acerco y le enseño la tarjeta de identificación que cuelga de mi cordón.

Sus ojos se fijan en ella, entrecerrando los ojos mientras lee.

—Buenos días, Señor Park. El departamento de Marketing está en la decimotercera planta.

—Gracias —murmuro, aunque sé a dónde voy después de mi iniciación la semana pasada.

Jugueteo con el cuello de la camisa mientras subo al ascensor y me miro en el espejo de la pared del fondo. En mi último trabajo, como Gerente de una tienda de telefonía, no tenía que llevar traje y no puedo evitar sentirme incómodo. Restringido.

El ascensor suena y las puertas se abren. Salgo a la planta de la oficina y observo mi entorno. Se me hace un pequeño nudo en la garganta cuando me pregunto a quién debo dirigirme primero, aunque no lo sabrías al verme. Soy un cisne mientras me dirijo hacia el lugar; pataleando y luchando bajo la superficie, y con aplomo y confianza en lo alto.

Una mano se posa en mi hombro y me sobresalta.

—Eres el niño nuevo, ¿verdad?

Me obligo a sonreír, pero por dentro quiero darle un puñetazo al cabrón por llamarme niño. Tengo veintisiete años; demasiado mayor, en opinión de algunos, para aceptar un trabajo como subalterno de oficina. Pero trabajar en esta industria ha sido mi objetivo desde que tenía diez años. Por desgracia, la vida se interpuso en el camino, hasta ahora.

Me echaron de la universidad por presentarme borracho en más de una ocasión y acabé trabajando en empleos tediosos hasta que me aburrí y encontré otra cosa. Tal vez las cosas habrían resultado diferentes si hubiera elegido mi propio camino, pero solicité estudiar biología en la universidad con el objetivo de convertirme en médico, porque eso es lo que hicieron mi hermano, mi padre y mi abuelo. Era lo que se esperaba de mí, pero no me importaba lo suficiente como para esforzarme.

Vi la vacante aquí por accidente mientras navegaba por el sitio web de la oficina de empleo y lo descarté al principio, pero se quedó en mi cabeza hasta que finalmente me convencí de que no soy demasiado mayor para buscar una carrera en lugar de un simple trabajo.

No soy sólo un lector, ni un escritor; inhalo las palabras escritas como si fueran mi oxígeno. No es un pasatiempo. Es una pasión. La gente me intriga. La vida me intriga. Veo una historia detrás de cada par de ojos que conozco, una historia en cada voz. Veo a alguien con una sonrisa y me pregunto qué la ha puesto ahí. Las palabras me permiten sumergirme en otro mundo. Consigo convertirme en una persona diferente.

Esa es la razón por la que acepté este trabajo.

Quiero ver entre bastidores, aprender el proceso de dar vida a la imaginación de alguien, a los sueños de alguien. No espero hacerme un nombre con mi propia escritura. Lo hago sólo porque me gusta. Lo hago para que no me explote la mente. Lo hago porque mientras tenga un bolígrafo en la mano, puedo ser quien quiera ser. Este trabajo es una versión más realista de mi sueño.

Realizaré las tareas de menor importancia. Traeré café, rellenaré sobres. Aprenderé. Creceré. Me abriré camino y conseguiré una carrera de éxito ayudando a otros a cumplir sus sueños.

—Soy Ye Rye Jun. Jefe de sección —dice el dueño de la mano en mi hombro.

Le ofrezco mi mano para que la estreche y la acepta.

—Park Jimin —digo, asintiendo.

—Deja que te acompañe a tu puesto.

Vuelvo a asentir con la cabeza y sigo a Rye Jun mientras me guía. Mis labios se levantan un poco mientras mi mirada se concentra en su culo. Lo apruebo. Me parece que se puede apretar, antes de ser arrastrado de vuelta a la habitación cuando se da la vuelta.

—Este es tu escritorio. Mi colega, Hwa Yeon... —hace una pausa para señalar a una mujer elegantemente vestida, con una melena castaña y gafas de montura gruesa, al otro lado de la habitación. —...Vendrá a hablarte de algunas cosas en breve. Pero antes, vamos a ver de qué estás hecho —mis ojos se abren de par en par y mis oídos se agudizan, ansiosos por entrar. —La máquina de café está al final del pasillo. Negro, con un poco de azúcar.

Lucho contra el impulso de fruncir el ceño y asiento con la cabeza. Rye Jun me da una palmada en la espalda y se aleja, desapareciendo en uno de los grandes despachos privados.

Ya me cae mal.

Me paso el resto del día haciendo café, archivando documentos y siendo llevado a recorrer el gigantesco edificio por Hwa Yeon, que he decidido que me gusta mucho más que el imbécil de Rye Jun.

El resto de la semana transcurre más o menos igual, sólo que ahora, el viernes, reconozco algunas caras y ya no estoy sentado solo en la cafetería. Escucho la conversación en torno a la mesa, sin saber lo suficiente sobre el tema como para participar. Están hablando del misterioso Jeon Jungkook, Director General de la Casa Editorial Mikrokosmos, una de las mayores editoriales de este lado del mundo.

Es alguien a quien todavía no he visto, y mucho menos me han presentado.

—He oído que ha convocado una reunión para el próximo martes —dice un tipo llamado Lee Tae Woo.

Me agrada Tae Woo. Es un junior, como yo, aunque es cuatro años más joven y lleva seis meses aquí. No lo conozco bien, pero tiene el potencial de convertirse en un buen amigo.

—Me pone los pelos de punta —responde Jung Hye Rin, una supervisora de la planta de diseño. —Te juro que una vez estaba discutiendo con él sobre un cliente, antes de que se convirtiera en Director General, y me miró directamente como... Bueno, como si no estuviera del todo ahí, si sabes lo que quiero decir. Es raro.

—Probablemente sólo estaba desinteresado —responde Tae Woo con una expresión que no puedo descifrar. —Le paga a otras personas para que hagan el trabajo por él.

Hye Rin debe notar también la mirada extraña en su cara porque echa el cuello hacia atrás.

—Te has acostado con él, ¿verdad? —su voz es alta, casi un chillido.

Qué demonios...

Sigo escuchando, metiéndome más fideos en la boca como si fueran palomitas.

—Shh… —dice Tae Woo, escudriñando su entorno inmediato. —Baja la voz —parece nervioso mientras deja caer su sándwich a medio comer en el plato. —No me he acostado con él.

—Sí que lo has hecho. Es de dominio público que el tipo se acuesta con los juniors durante su primer año. Pero no pensé que fueras tan estúpido como para ser uno de ellos —dice ella, con un tono casi de asco.

—Eso no es cierto —dice Tae Woo, pero sus cejas fruncidas me dicen que no está convencido.

De hecho, parece un poco dolido, así que interrumpo, sintiéndome incómodo con el rumbo de la conversación.

—¿A alguien le apetece tomar unas copas después del trabajo?

—No puedo —dice Hye Rin. —Tengo una cita.

—Cuenta conmigo —dice Tae Woo al mismo tiempo que Hwa Yeon.

Hwa Yeon ha sido la encargada de enseñarme las reglas. Es Gerente, pero no parece estar en el mismo viaje de poder que los demás. Me agrada.

—Me voy a casa a cambiarme primero —digo. —Probablemente recoja a mi amiga y me dirija a Itaewon. ¿Quedamos a las ocho en Soul Train?

—Nunca he estado en Itaewon —responde Hwa Yeon, y mi mandíbula se abre un poco.

—¿Vives en Seúl y nunca has estado en Itaewon?

Se encoge de hombros.

—No soy gay.

La gran mayoría de bares gay se encontraban en la zona de Itaewon, era un secreto a voces que muchos preferían ignorar.

—No te preocupes —le digo. —No hace falta que pagues con tu cuerpo. Aceptan dinero en efectivo como en todos los sitios.

—Qué gracioso —murmura, sólo que no se está riendo. —Allí estaré. Hace años que no salgo por la noche.

Me froto las manos y sonrío. Mi noche está planeada. Baile, alcohol y muchas risas con amigos, nuevos y viejos. Una noche de viernes perfecta.

◈ ━━━━━━ •◈◈◈• ━━━━━━ ◈

—Sí, lo ha jodido totalmente —dice Chany después de que repita la conversación de la cafetería de antes.

Conocí a Chan Hee -Chany- cuando trabajaba en un bar aquí en Seúl para mantenerme en la universidad. Llevaba ya varios meses trabajando allí y se encargó de ayudarme a instalarme. Desde entonces somos los mejores amigos.

—No sé. No puede ser cierto. No me creo que todos los miembros del personal subalterno sean gays, así que no es posible que se los haya follado a todos.

—A menos que sea bisexual. Te lo haré saber si lo conozco.

—¿Ah sí? ¿Cómo vas a hacer eso? —pregunto.

—Tengo un excelente radar Bi-Fi —dice, golpeando el lado de su cabeza. —O tal vez es como el Christian Grey de los libros y acecha a todos los empleados potenciales de antemano y sólo emplea a los maricas.

—No lo he leído, así que no lo sabría.

—Yo tampoco. Pero eso no impidió que mi tía me lo contara con todo y lujo de detalles —explica Chany, estremeciéndose al recordarlo.

—Bueno, incluso si eso fuera cierto, él no va a follar conmigo. Me respeto a mí mismo.

Con cerveza en mano, me estiro en la silla, contento de no llevar el traje y de llevar un conjunto más cómodo de vaqueros y camiseta. Cuando veo a Tae Woo y a Hwa Yeon entrando por las puertas de enfrente del bar, me levanto y les hago señas para que se acerquen.

Tae Woo sigue con su ropa de trabajo, mientras que Hwa Yeon está muy guapa con un vestido rojo ajustado y zapatos a juego. Pongo mi mano en la parte superior de su brazo cuando se acerca a mí y le doy un beso en la mejilla.

—Si fuera heterosexual, estaría totalmente empalmado por ti ahora mismo —digo, sonriendo mientras me retiro.

Cuando me giro, me doy cuenta de que Chany se ha chupado el labio inferior entre los dientes.

—Si tuviera una polla, yo también la tendría —dice mi amiga.

Hwa Yeon parece un poco aturdida por el atrevimiento de Chany y una sonrisa incómoda le tensa la boca. Lo que pasa con Chany es que tiene un filtro, pero la mayoría de las veces decide no usarlo.

Presento a Chany a mis colegas, a los que ya empiezo a considerar amigos, y decidimos quedarnos aquí para tomar una copa tranquilamente antes de ir a un club diseñado para la música y el baile más que para la conversación. Chany deja la mesa para ir por una ronda de bebidas y yo voy al baño. Mientras estoy allí, me tomo un momento para poner en su sitio los mechones de mi pelo corto y rubio que se han caído, y me detengo cuando mi mirada se posa a través del espejo en un tipo que acaba de salir de uno de los puestos que hay detrás de mí.

Se detiene justo a mi lado, mirándose en el mismo espejo mientras se ajusta el cuello de su camisa blanca. Mi pulso se acelera y no tiene sentido para mí. Ya he visto a chicos atractivos antes. Pero este tipo es más que atractivo. Es impresionante. Tan hermoso que me siento cohibido en su presencia.

Planchando arrugas imaginarias en mi camisa con las manos aplastadas, estudio los ojos del desconocido en el espejo, buscando su historia. Hay un poder detrás de ellos. Una arrogancia. Es un hombre importante, sin duda. Algo en su forma de comportarse me dice que nunca permitiría a nadie tener ningún tipo de control sobre él.

—¿Te gusta lo que ves? —pregunta, pasándose los dedos por su pelo negro recortado.

Tiene una pose forzada, como si se hubiera enseñado a sí mismo a ser mejor que los demás.

El calor se agolpa en mis mejillas cuando desvío la mirada, con la boca demasiado seca para responder. Inmediatamente, me lavo los restos pegajosos de mis dedos por haber jugueteado con mi pelo engominado, y luego salgo casi volando del baño.

Bueno, eso ha sido raro.

Hwa Yeon y Tae Woo se encuentran dándome la espalda cuando vuelvo a la mesa.

—No entiendo por qué se acostarían con una mujer que parece un hombre. ¿Por qué no se acuestan con un hombre de verdad? —oigo decir a Hwa Yeon.

No sé si se refiere a Chany, o a las lesbianas vestidas de andrógino en general, pero bajo mi boca hasta su oído.

—Creo que la falta de polla tiene algo que ver.

Hwa Yeon gira la cabeza para mirarme, sus mejillas hacen juego con su vestido rojo.

—Lo siento —tartamudea. —No quise decir nada malo con eso.

Sonrío y me acomodo en mi silla.

—No te preocupes. Yo tampoco entiendo su aversión a las pollas —le guiño un ojo y Hwa Yeon se relaja visiblemente.

—Tengo que decir que me sorprendió descubrir que eras gay. Quiero decir, lo sospeché cuando me propusiste una noche aquí, pero no lo supe con certeza hasta que me felicitaste por mi vestido. No pareces gay.

Levanto la ceja y noto que Tae Woo se ríe a su lado.

—La culpa es mía. Siempre me dejo el maldito arco iris en casa.

Hwa Yeon se pasa una mano por la cara.

—Lo he vuelto a hacer, ¿no? —murmura, con la voz baja, avergonzada. —No quería ofenderte.

—No lo has hecho —aseguro, levantando las manos de la mesa para hacer sitio a la bandeja de bebidas con la que acaba de aparecer Chany.

—Pues yo me siento ofendido — interrumpe Tae Woo. —No parecías sorprendida cuando descubriste que yo era gay.

—Tienes, ya sabes, el andar. Contigo era obvio.

Antes de que Tae Woo pueda responder, Chany reparte nuestras bebidas, mirándome fijamente mientras lleva las cejas fruncidas y un mohín contemplativo.

—Estás nervioso —observa. —Parece que acabas de tener sexo.

Hwa Yon tose, casi atragantándose con el vino que acaba de beber.

—No acabo de tener sexo —digo, sabiendo que está bromeando porque me conoce, sabe que no me gusta el sexo improvisado contra las paredes del baño. —Sin embargo, acabo de hacer el ridículo. Me topé con el tipo más sexy que he visto en el baño y me quedé mirándolo como una especie de idiota. Piensa en el actor Gong Yoo pero más joven.

Chany frunce la nariz.

—A mi tía le gusta Gong Yoo.

—Tu tía tiene buen gusto —se suma Hwa Yeon, que por fin se relaja en nuestra compañía.

El hombre parecido a Gong Yoo sigue siendo el tema de conversación durante casi media hora. Tae Woo nunca ha oído hablar de él, así que Hwa Yeon abre Google en su teléfono y busca imágenes. Tae Woo no ve el atractivo, comparándolo con su abuelo. Seguimos charlando, conociéndonos fuera de un entorno laboral formal, y acabamos quedándonos en Soul Train durante otras tres copas.

Cuando finalmente salimos, mi madre me llama por teléfono mientras caminamos por la calle. Me excuso y me dirijo al muro de piedra para contestar, mirando hacia el canal que atraviesa la calle.

—Hola, mamá —respondo, despidiendo a mis amigos con un gesto de la mano, diciéndoles en silencio que los alcanzaré en unos minutos.

—¿Dónde estás? ¿Suenas fuera?

—Estoy con unos amigos.

—Oh, lo siento, cariño. No quería interrumpir, sólo quería ver cómo te ha ido en tu nuevo trabajo.

Su preocupación me hace sonreír.

—De momento, todo va bien. He hecho un par de amigos y me he vuelto un experto con la máquina de café.

Suspira por la línea y sé que está debatiendo si darme el discurso de que valgo mucho más que un chico de la máquina de café.

—¿Y el nuevo apartamento? ¿Has terminado de deshacer las maletas?

—Casi. ¿Por qué no vienes la semana que viene y te enseño el lugar?

—Hmm…

—Te voy a buscar —le ofrezco, sabiendo que su duda se debe a que le da miedo conducir por la autopista. Estando yo en Seúl, tampoco usa las carreteras porque cree que las grandes ciudades están llenas de conductores maníacos. —O haz que Nam te lleve.

Park Namjoon es mi hermano mayor, por dos años. De día es médico de urgencias en el departamento de urgencias del Centro Médico Asan y de noche es un pajillero ruidoso y demasiado opinante. Pero es mi hermano, así que estoy programado genéticamente para quererlo y aguantar sus tonterías.

—Le llamaré mañana —acepta mi madre. —A ver cuándo está libre.

—Genial. Mira, mamá, tengo que irme. Mis amigos me esperan, pero nos vemos el domingo.

El domingo es el día familiar obligatorio, en el que mi mamá cocina una cena con todos los platos favoritos para mí y mi hermano, y en los últimos años, también para Chany. No hemos faltado ni una sola tarde desde que mi padre falleció hace cuatro años.

La pérdida de un miembro de la familia, especialmente de un padre, hace que te des cuenta de lo importante que es pasar tiempo juntos. Todavía me siento culpable de que, antes de eso, diera por sentado a mi familia. Cuando eres joven quieres irte por tu cuenta, buscar nuevas aventuras, salir de fiesta, divertirte, y todo ello asumiendo que tu familia seguirá estando ahí cuando vuelvas. Hasta que un día uno de ellos no está.

—Muy bien, cariño. Cuídate esta noche y no te olvides de mandarme un mensaje cuando llegues a casa.

—Claro —digo. Ya sé lo que hay que hacer. —Te quiero.

—Yo también te quiero, cariño.

No puedo evitar encogerme cuando me llama así. Me hace recordar el instituto, cuando me riñeron durante seis meses después de que lo dijera delante de mis amigos. Ya era bastante duro tratar de ocultar que era gay como para que además me molestaran a diario por ser un niño de mamá.

May 30, 2022, 6:46 p.m. 6 Report Embed Follow story
53
Read next chapter CAPÍTULO 2

Comment something

Post!
Marco Campos Marco Campos
Un trabajo muy bueno pero continuare leyendo.
July 17, 2023, 00:02
Vivian Leon Vivian Leon
No me deja leer la historia y no entiendo por qué, espero me puedas ayudar soy mayor de 30 años 😂😂😂😂
July 05, 2022, 22:50

Naomi Rengifo Naomi Rengifo
Omgg volviooo recien me doy cuenta
June 04, 2022, 01:40
Cinthia Paredes López Cinthia Paredes López
omg omg volviste, lloro
June 02, 2022, 00:20
~

Are you enjoying the reading?

Hey! There are still 27 chapters left on this story.
To continue reading, please sign up or log in. For free!