mariamdb Marian Del Bao Castillejo

Quién me iba a decir a mí que una práctica de boxeo puede llegar a gustarme tanto, más cuando los guantes no son lo único que acaban cayendo al piso. Esperaba una sesión intensa pero al final a acabado siendo más potente que instructiva. (+18) (LGTB+)


Erotica For over 21 (adults) only.

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Descubriendo el gym.

Llevaba ya tiempo queriendo entrar a un gimnasio para empezar a ponerme en forma. No es que necesite perder peso pero es cierto que nunca me he fortalecido suficiente como para tener una fuerza considerable en mi cuerpo. No soy una chica atlética pero siempre he mantenido un metabolismo tan bueno que todo lo que como lo acabo quemando por el estrés del trabajo.

Pero ya era hora de pisar por primera vez ese lugar que para algunos es un santuario y para otros como yo que adoramos estar tumbados en un sillón, pues lo vemos más como una tortura.

Camino hacia el vestuario y observo todo lo que hay a mi alrededor. Tantas personas que parece que se están marchando ya, posiblemente porque he llegado casi a última hora. Así soy yo, lenta para todo y llegando tarde.

–¡Hola! –saludo a una mujer que trata de esquivarme para salir del vestuario de mujeres y me quedo con la palabra en la boca porque sólo me mira con extrañeza y se marcha. Suspiro para mí misma y me coloco en una taquilla para quitarme la sudadera que llevo y quedarme solo con un top deportivo. Me coloco unos guantes que he visto a otros deportistas del gym y cojo una toalla para colocarla en mi hombro.

Miro hacia mi derecha que se encuentran las duchas y hay varias mujeres de diferentes edades que están saliendo para secarse y supongo que ponerse ropa limpia para marcharse. Creo que aún queda una hora para que cierre y casi que prefiero quedarme sola para que no vean el ridículo que hago con las máquinas que toque.

Salgo del vestuario buscando un ambiente menos húmedo y me dirijo directamente hacia una máquina de correr para subirme en ella. Pulso un botón con el símbolo de "encender" y empiezo a subir la velocidad para ponerme a un ritmo tranquilo mientras que con mi móvil busco una playlist que se adecue al momento que estoy viviendo.

Correr no está tan mal si lo haces con música que te anima y ves vídeos en una televisión bastante grande que está colgada en el fondo del gimnasio. Aún quedan personas a mí alrededor pero cada uno va a su ritmo y hace lo que más le interesa.

Tras varios minutos corriendo paro la máquina para bajarme de ella y notar que me falta mucho fondo aún. Ni si quiera he sudado con lo que he corrido pero ya no aguanto más. ¿Cómo puedo estar en tan mala forma si no paro de moverme por el hospital?

Miro hacia una parte donde se encuentran las bicicletas elípticas y camino hasta allí para subirme en una. Esta es mucho más fácil y entretenida que estar corriendo porque sí. Al menos aquí muevo mis brazos también y noto como las piernas se me cargan mucho más. El tiempo se me pasa más rápido y tras más de quince minutos a un ritmo bastante intenso, me bajo para poder ir a coger una botella de agua de una máquina expendedora y beber un par de tragos.

–Bien... Kiara, estás en la mierda. Me da que necesitas empezar más flojo porque no aguantas –me digo a mí misma y me seco el sudor con la toalla para moverme y acercarme a la zona de máquinas dónde hay un par de chicos fornidos haciendo algunos ejercicios.

Me siento en una de las que hay que usar la fuerza de los bíceps para colocar un peso medio y empiezo a levantar notando como apenas tengo fuerza en mis brazos. ¿Esto tampoco? No valgo para nada y me estoy empezando a frustrar.

Uno de los hombres me mira con mala cara porque seguramente iba a seguir haciendo ejercicios pero le he quitado el puesto.

–¿Vas a tardar mucho? Porque estaba yo usándola.

Miro al chico con el cabello rapado y los brazos tatuados estando bien marcados por sus venas. Me levanto y cojo mi toalla para indicarle que es toda suya y me alejo para irme hacia otra de las zonas del gimnasio.

–La gente está obsesionada...

Me acerco a una zona dónde hay otro tipo de máquinas y veo a una chica que está tocando una de ellas porque parece que se encuentra estropeada.

Me siento en una de las que hay al lado y parece que hay que apoyar la espalda en el respaldo y colocar las piernas posadas sobre una superficie. Coloco un par de pesos y veo el dibujo que indica que tengo que empujar hacia arriba. Trato de hacerlo pero el peso es tanto que tan sólo me hago daño en las rodillas.

–Así te vas a lesionar, chica –giro mi rostro para ver a la mujer que se ha acercado y ahora se encuentra a mi lado parada. Va vestida con una camiseta con el logo del gimnasio, el cabello recogido y unos leggins que le marcan muy bien los músculos. Debo reconocer que es toda una adonis del mundo del culturismo porque aparte de estar fuerte, es bastante guapa ya que sus ojos grises resaltan a través de unas pestañas castañas.

–Si te soy sincera... Nunca he usado esta máquina y tampoco sé lo que hago.

–Pues para eso estoy yo, para que me pidas ayuda y enseñarte a como se debe hacer el ejercicio correctamente –quita los pesos que he puesto y pone otros mucho más pequeños que parece que son además menos pesados–. Trata de levantar ahora.

Hago caso a lo que me dice y consigo empujar la superficie hasta lo máximo para luego bajar hasta su posición inicial.

–¿Mejor?

Afirmo y hago varias repeticiones para acabar notando como los cuádriceps me tiemblan. Bajo las piernas de golpe y la máquina suena haciendo eco por toda la sala.

–Lo siento... Soy algo torpe... –me levanto de esa máquina que me resulta ser muy incómoda y miro a mi alrededor pensando en qué puedo hacer. Realmente no sé cuál es el ejercicio que necesito y en verdad podría pedir ayuda a esta mujer.

–¿Podría...?

–¿Quieres que te ayude? Te veo pero que muy perdida ahora mismo.

Afirmo y me indica que la siga para ir mostrándome todo el gimnasio mientras lo vamos recorriendo. Observo más personas marcharse y miro mi reloj apreciando que queda media hora para que cierre.

–¿Qué es lo que buscas conseguir? ¿Tienes algún propósito? –me mira fijando sus ojos en los míos y niego de manera muda porque siento como me atraviesa el alma–. Pues por algún motivo te habrás apuntado, ¿no?

–Quiero fortalecerme. Hacer ejercicio pero las máquinas no me han gustado demasiado y unos tíos me han mirado bastante mal por intentar hacer brazo. Correr me aburre y la elíptica me ha agotado totalmente...

Observo como se empieza a reír de mí y frunzo el ceño sin entender mientras me indica que la siga hasta otro lado del gimnasio. Bajamos por unas escaleras que se encuentran al fondo de una de las salas y observo lo nuevo que estoy descubriendo ya que al parecer la parte de debajo de la planta principal es tan grande como las dos de arriba.

–Este gimnasio es enorme –observo a mi alrededor y veo que a un lado se encuentra un ring y una parte con un tatami en el suelo dónde hay colgados varios sacos de boxeo.

–Lo es, por eso es más caro que otros y además cuenta con personal adecuado para enseñar a los abonados –se acerca a un armario y se apoya para mirarme con una sonrisa ladina–. ¿Te gusta el boxeo?

Me encojo de hombros y afirmo ya que en verdad nunca lo he practicado pero me resulta interesante y debe de ser una práctica bastante completa.

–Esta es la zona de artes marciales y boxeo. Si lo que quieres es hacer un ejercicio intenso, te puede ayudar a ejercitarte y además a tonificar tus músculos. ¿Quieres probar?

Afirmo y me acerco a ella para quedarme quieta a su lado siguiendo todo lo que ella me vaya a pedir. Observo su cuerpo cuando se gira para sacar unos guantes y me quedo embobada mirando como su trasero resalta a través de esa tela que cubre las nalgas.

–Venga, sígueme que vamos a empezar con movimientos básicos –afirmo a lo que dice y caminamos hacia el tatami para descalzarnos y empezarme a colocar los guantes de boxeo. Me los termina de atar ella y se coloca los suyos para señalar hacia un saco que cuelga y ponerse frente a él.

Miro que no hay nadie a nuestro alrededor porque supongo que la gente ya se está marchando y me extraña que se ponga a enseñarme cuando queda bastante poco para que se acabe su jornada de trabajo.

–Primero tienes que estar enérgica y por lo que veo, no tienes mucha resistencia pero eso es trabajarlo –sonrío como idiota cuando me mira fijamente y afirmo enseguida para parecer seria y atenta a lo que me dice. Esta mujer es demasiado guapa para ser real y estoy segura de que ella lo sabe y juega con ello.

–Soy algo torpe pero yo creo que puedo...

Doy varios golpes al saco y me muevo recordando vídeos que he visto en televisión sobre boxeo. No es que sea una persona que le gusta la violencia pero siempre he escuchado que este deporte te agota y sirve para mucho.

–Calma fiera, que te vas a agotar en dos minutos. Mira, tienes que golpear de esta forma o te harás daño en la muñeca porque la energía rebota y es tu cartílago el que sufre –observo como ella da varios golpes al saco y me quedo con la imagen del movimiento de sus brazos–. ¿Lo ves?

Afirmo con convicción e imito lo que ha hecho ella para golpear al saco notando esta vez como mi muñeca va más ligera. No voy a negar que me he hecho algo de daño en el primer impacto pero no quiero que ella lo sepa para no quedar tan mal.

–¿Mejor?

–Mucho mejor, chica –se ríe ligeramente y frunzo el ceño al no entender por qué lo hace–. Eres todo un libro abierto, te lo aseguro. Puedo notar lo nerviosa que estás y lo perdida que te encuentras. Pero para eso estoy yo –me guiña el ojo y noto como mis mejillas se encienden en un instante para verme totalmente sonrojada ante su encanto.

Vuelvo a mirar a mí alrededor para comprobar que no hay nadie porque me sentiría idiota si otro pudiera verme tan inepta en este ámbito.

–Tranquila, fiera. No hay nadie porque ya es casi la hora de cerrar pero no me importa quedarme más tiempo para enseñarte. Lo primero que debes de tener es pulmones, porque en boxeo la resistencia es primordial y segundo buen juego de pies. Las muñecas son importantes para evitar hacernos daño pero moviéndonos con agilidad, conseguiremos hacer el ejercicio completo.

–Entiendo... –aprieto mis labios y cojo aire para llenar mis pulmones y luego dejarlo salir preparándome para empezar. Doy varios golpes al saco que se mantiene quieto ya que la mujer lo sujeta con su cuerpo y doy varios saltitos para seguir pegando sobre esa superficie dura pero aceptable para que se pueda aboyar sin hacer daño en las muñecas.

–No está mal –me mira y me para para acercarme la toalla y que me seque el sudor que en un instante he supurado. Sí que es cansado este deporte y no era consciente de ello–. Mira, observa lo que hago y lo repites. Golpeas así –hace un movimiento con el brazo para darle al saco y se coloca los brazos cubriéndose haciendo varios pasos con sus pies– ¿Has visto? Golpeas y te proteges para que el rival no te pueda dar en puntos vitales. Es importante siempre cubrir el rostro, el torso, el cuello...

Afirmo e imito lo que ha hecho lo mejor que puedo para obtener una respuesta positiva por su parte ya que me sonríe con satisfacción.

–Aprendes rápido –se relame el labio inferior y me quedo un instante mirando su gesto sin poder respirar–. Vamos a subir al ring.

Me quedo estática al escuchar esa frase ya que me parece muy pronto y observo como la mujer se sube entre las cuerdas y me mira desde arriba. Se quita una de los guantes para ayudarme a subir para meterme dentro y rodar por el suelo acolchado. Escucho que se ríe de mí mientras me levanto y la miro con mala cara para ver cómo me sonríe con amabilidad para tirar de mí y ayudarme a ponerme de pie.

–Perdona, preciosa pero es que ha sido muy gracioso ver como hacías la croqueta para meterte dentro del ring.

Noto como la vergüenza se apodera de nuevo de mí y aparto la mirada para que no se dé cuenta de que me ha afectado. Hasta la risa la tiene perfecta. ¿Acaso esta mujer no es una diosa?

–Es mi primera vez en esto... No sea tan cruel conmigo –trato de hacerme parecer ofendida pero noto su mirada fija en mí y lo que realmente siento son nervios. Es tan intensa esa mirada que estoy segura de que ve a través de mí.

–Para todo hay una primera vez, ¿no crees? –afirmo mientras ella empieza a hacer varios movimientos con los pies a lo que denomina "calentamiento"–. Vas a luchar un poco contra mí, a ver qué tal –se quita los guantes del todo y coge lo que parece una superficie acolchada en la que mete las manos–. Golpea aquí. Es como el saco pero esta vez te mueves en un ring y notarás que es acolchado. Mucho más cómodo para las plantas de los pies.

Afirmo y sonrío para empezar a moverme dando saltitos cortos y dar un par de golpes en dirección a mi entrenadora. ¿Por qué la puedo llamar ya así, no? Me empieza animar a que siga y obedezco sin pensarlo para seguir pegando con más fuerza a la superficie que sostiene haciendo que ella retroceda hacia una de las esquinas del ring.

–Vamos, sigue. Lo haces muy bien –miro como se apoya en una columna que sujeta las cuerdas en la esquina y vuelvo a golpear varias veces de manera rápida para notar como el cansancio se hace presente de un momento para otro. Sí que es cierto que cansa moverse de esta forma y más si estás golpeando y dando saltitos a la vez.

Noto como ella empieza a reírse de nuevo y la miro con el ceño frunzo parando de golpe mis movimientos.

–¿Por qué se ríe de mí? Ya sé que soy novata pero tampoco lo hago tan mal.

–Bueno, lo intentas y eso ya me gusta –me vuelve a guiñar el ojo y trago en seco notando como una corriente eléctrica surca mi columna vertebral. Un gesto tan simple como un guiño en ella queda sumamente sexy y no sé si es por su belleza o porque este ambiente favorece a que sea mucho más sensual cada gesto.

Me aparto para descansar un poco y deja ese objeto que lleva en las manos para coger los guantes de nuevo y mirarme con decisión. Se coloca en la esquina y me indica que vaya a la contraria para hacer un par de estiramientos.

–Venga, vamos a pelear un poco. Ha llegado tu momento –me mira con decisión y se da varios golpes a sí misma entre sus guantes.

Afirmo para prepararme siguiendo el paso de sus pies. Para aprender tengo que mirarla a ella. Observo como empieza a moverse siguiendo un recorrido rodeando el ring e imito el gesto para quedar lo más alejada posible de ella. Da un paso en falso y me echo hacia atrás protegiendo mi rostro con miedo.

–Lo primero, nunca se cierra los ojos y lo segundo, si no me atacas no vas a aprender, chica nueva –afirmo a sus palabras porque en el fondo tiene razón y me mira sonriendo haciendo un gesto con su mano para incitarme a acercarme a ella.

–Luego no te quejes si te golpeo demasiado fuerte.

Ella se vuelve a reír y doy varios pasos acortando la distancia entre nosotras para dar un golpe hacia su rostro. Coloca ambas manos en medio parando el impacto y se mueve para golpear mi vientre haciendo que me caiga al suelo del choque.

La miro desde mi posición y en seguida está a mi lado para comprobar si me encuentro bien. Me quedo mirando sus ojos y se quita uno de los guantes para pasar su mano por mi vientre justo en la zona dónde me ha dado.

–¿Te he hecho mucho daño? –se acerca lo suficiente a mí para que escucha su pregunta casi en un susurro y notar su aliento impactar contra mi rostro. Niego sin poder decir nada porque me quedo muda ante su cercanía y me doy cuenta de que me duele de repente la ingle y la parte interna de mi muslo.

–Creo que me ha dado un tirón en la pierna.

Se quita el otro guante y me ayuda a quitarme los míos para observarme y seguir rozando la zona dónde me ha impactado. Le señalo justo dónde me duele para notar que mira con todo detalle mi cuerpo. No soy demasiado llamativa pero me hace sentir bastante halagada que otra mujer me mire de una forma casi devorándome.

–¿Dónde dices que te duele exactamente? –coloco mi palma derecha sobre la ingle y ella se coloca de rodillas para abrir mis piernas de golpe y colocar su dedos en la zona dónde tenía puesta mi mano–. ¿Aquí?

Afirmo sin palabras ya que siento como me quedo muda ante ese atrevimiento. Trato de coger aliento sin que se dé cuenta de que me ha puesto nerviosa y miro hacia otro lado mientras noto como desliza los dedos siguiendo el contorno de mi ingle presionando con sus yemas mi carne por encima de la maya.

–Ay... Seguro que es un tirón de antes de la elíptica. No puedo hacer ejercicio porque si no me lesiono... –me muero el labio inferior mientras ella continúa masajeando esa zona tan íntima al menos para mí– Soy un desastre...

–Bueno, también estoy para ayudarte con esto –fijo mis ojos de golpe en los suyos y noto como el calor de mis mejillas aumenta como un líquido en ebullición que de repente sube su presión a al máximo. Afirmo tragando en seco y voy a tratar de levantarme pero noto de nuevo el dolor pinchar el músculo afectado y quedo sentada sujetándome a la mujer que me está acompañando–. Espera, bestia. Es mejor que no te muevas mucho hasta que este músculo que seguramente esté acalambrado se relaje.

Escucho sus palabras y noto como mis piernas tiemblan de repente por tener su rostro tan cerca del mío. Busco con la mirada alguna presencia activa a nuestro alrededor pero parece que somos las únicas personas en la sala subterránea y eso me pone aún más nerviosa. ¿Cómo me puede provocar tanto si no la conozco de nada?

Continúa moviendo su mano y me echa sobre la colchoneta del ring para moverse y coger un spray que hay en otra de las equinas del cuadrilátero en el que nos encontramos.

–¿Me permites? –me muestra lo que parece un objeto con antiinflamatorio y afirmo para tensarme de golpe cuando lo primero que hace es agarrar con sus dedos la tela de mi maya. Empieza a deslizarla sobre mis piernas para bajarla hasta mis rodillas y quitar una de mis zapatillas para terminar de sacar la prenda de mi pierna lesionada.

–Ufff... Esto me da un poco de vergüenza...

–¿Es la primera vez que te toca una mujer? –me mira más bien desafiándome y niego para que le quede claro que no es ella la que me asusta sino la situación.

–No, pero nunca me han tocado en un gimnasio y no estoy muy acostumbrada a exponerme en un lugar público.

–¿Nunca te has desnudado en un lugar público? Mira que eso me cuesta creerlo –coloca el spray sobre mi pierna y empieza a rociar sobre mi ingle de una forma cuidadosa para volver a colocar su mano y masajear con los dedos la zona.

–Bueno... alguna vez pero no aquí –observo como mueve su mano rozando la tela de mi prenda interior mientras noto como mi pecho empieza a alterarse. La respiración se me hace pesada a causa del calor que me genera el momento y no puedo quitar mis ojos de esos dedos tan largos que parecen saber muy bien lo que hacen.

–Entonces ya he sido dos primeras veces para ti –me quedo muda y noto que está aún más cerca de mí. No sé si este momento le resulta tan erótico como para mí pero es complicado no sentir que el ambiente me quema y todo lo que hay a mí alrededor me sobra.

Afirmo despacio porque en el fondo tiene razón, ha conseguido hacer conmigo algo que no me hubiera imaginado en otro escenario.

–Me da curiosidad saber dónde más te habrás podido desnudar y qué podía haber a tu alrededor –me quedo en silencio mientras sigue acariciando esa parte de mi pierna y me abre más para colocarse entre ellas acomodando su cuerpo al mío para ponerse apoyada sobre sus rodillas y con su cuerpo prácticamente colocado sobre el mío.

Miro hacia otro lado notando como el calor aumenta y el ambiente se vuelve más espeso a causa de lo que me está provocando con tan poco.

–Creo que... –muerdo mi labio inferior y noto como se acerca a mí para rozar su nariz con la mía e ir directamente hacia mi oído para dejar salir su aliento sobre el lóbulo de mi oreja.

–¿Qué me querías decir? –cierro los ojos cuando introduce la carne entre sus dientes para removerla causando una presión ligera mientras deja su mano apoyada en el interior de mi muslo a la par que pasa la otra por mi nuca para sujetarme y mantenerme pegada a su boca.

¿Se puede ser más sensual que esta mujer? Como habla, como me mira, como pasa sus manos por mi cuerpo de una manera delicada pero a la vez intensa provocando que el calor sea agobiante y sobre cada prenda que presiona mi piel.

–Ya no sé ni en qué estaba pensando – es lo último que puedo pronunciar con coherencia antes de que mis labios queden sellados por el contacto de los contrarios que se funden de una forma intensa encajando como si fueran dos piezas de un rompecabezas.

De golpe reacciono a la realidad y llevo mis manos a su nuca para poder sujetarme a esta mujer que no conozco de nada pero que está llevando el control de un beso que ha empezado suave pero poco a poco va tornando en intensidad y pasión causando que entreabra mi boca para darle libre acceso a su lengua para poder explorar el interior de mi cavidad bucal.

Es una mujer fuerte y sensual además de parecer muy bien lo que quiere porque en seguida me encuentro sentada sobre su regazo intensificando aún más un beso que acaba de empezar. Fuego, pasión, fuerza es lo que puedo decir de la forma en la que mueve sus manos por mi espalda generando una reacción exotérmica dónde mi hipotálamo no es capaz de controlar toda la temperatura que está supurando mi piel. Me apoya sobre la superficie del ring y noto como el aliento me falta causando un estado leve de hipoxia el cual supero cuando se separa de mi boca mordiendo con cuidado mi labio inferior.

–No esperaba que tu sabor fuera tan delicioso... –observo a la mujer que se separa unos centímetros y me gira directamente para colocarse en mi cuello y empezar a dejar besos sobre mi piel delineando con vehemencia un camino invisible que va marcando a besos hasta el inicio de mi clavícula. Emito un gemido al sentir como clava sus incisivos en mi piel y me muerdo mi propio labio presionando mi cabeza contra la colchoneta.

–¿Tan bien sabe mi sudor? –trato de picar a la chica y recibo otra mordida en mi piel que hace que eleve mi torso para poder mirar mejor a la mujer que me tiene prisionera. Coloca sus manos en mis muñecas y las pone sobre una de las cuerdas del lateral del ring para que la agarre y me mira de manera desafiante para señalar directamente a mis manos.

–No las puedes despegar de esa cuerda, si lo haces, pierdes directamente.

–¿Y qué nos estamos jugando? –miro a la mujer de manera directa notando como el calor quema todos mis poros.

–Ahora lo descubrirás –trago en seco mientras recorre mis brazos con las yemas de sus dedos deslizando hasta el final de mis axilas para terminar acariciando mis costillas con ello. Observo como me coloca rodeando su cintura y se inclina sobre mí para volver a besar mi cuello de una forma más intensa, lamiendo, succionando y dejando pequeñas mordidas sobre la zona que escoge para que a la vista se vea claramente que ha sido atacada.

Vuelve a mover sus manos y ahora las coloca sobre mi pecho que se encuentra apretado gracias al top pero que está siendo partícipe de todas las sensaciones que me genera. Introduce las manos por dentro de la tela y agarra uno de mis senos con toda la superficie de su mano y emito un sonoro gemido que se hace eco en la soledad de toda la planta. Continúa lamiendo mi piel sin importarle que haya podido sudar o no ya que sus movimientos ágiles me dan la información que necesito saber; me desea y no importan las consecuencias.

Consigue levantar la prenda que cubre mi torso y siento como de repente mis pezones se encogen a causa del ambiente frío pero de inmediato son arropados por el calor que desprende su boca ya que atrapa uno de ellos con sus labios mientras masajea mi otro seno con sus afilados dedos. Calor, la fusión de todos mis sentidos es lo que puedo sentir gracias al movimiento ágil de su lengua acariciando, rozando y mimando esa zona sensible de mi cuerpo.

–No sé si quiero... descubrirlo... –pronuncio entre jadeos a causa de los pellizcos que realiza sobre mis senos no solo con sus yemas, sino además ayudándose de los dientes para martirizar mi cuerpo a su antojo.

Cierro los ojos y echo mi cabeza hacia atrás notando como mi cuerpo se arquea a causa de las maravillas que genera sobre mis pechos y me presiona sobre la colchoneta para que no me mueva demasiado. Mira a mis ojos y niega varias veces en silencio con una sonrisa ladina mientras posa su lengua en mi canalillo y la desliza despacio hasta llegar a mi ombligo despacio y acariciarlo con la punta de su lengua. Se demora unos segundos jugueteando con mi orificio y coloca ambas manos en mi cadera para levantar mi pelvis dejándola a la altura de su rostro. Coloca su nariz en mi sexo y me quedo paralizada un instante hasta que se separa posando sus labios en la ingle que supuestamente me dolía para empezar a dejar besos de nuevo recorriendo la forma hasta el interior de mi muslo.

Ya ni si quiera recordaba que minutos atrás esa parte la tenía dolorida y me centro en sentir lo que la chica con interés me intenta regalar.

–Estás tan tensa... –pronuncia abriendo más mis piernas y levanta una de ellas para colocar su nariz posada sobre mi muslo y se mueve a lo largo de mi extremidad rozando con sus labios toda la extensión para ayudarse a quitarse del medio la maya que aún quedaba puesta sobre mi cuerpo–. Eras preciosa con ropa, pero ahora... –se agacha de nuevo para empezar a dejar besos sobre la parte interna de mi pierna y subir despacio sin apartar la mirada de mis ojos. Es un acto tan simple pero tan sensual que no puedo apartar mis pupilas de las suyas.

–Me pones nerviosa... Me da miedo despegar las manos de la cuerda... –pronuncio notando como me tiembla la voz y abro los ojos de golpe cuando son sus dedos son ahora los que se deslizan por mis muslos llegando hasta la superficie de mi prenda interior. La entrelaza entre sus falanges y empieza a deslizarla por mis piernas hasta que a mitad de camino pega un tirón y acaba partida en dos trozos que pierde tirándolas a un lado para quedar totalmente expuesta a ella.

–¿Es tu primera vez con una mujer también? –sonríe con malicia y niego para que tenga claro que sé lo que hace pero su maniobra es tan certera que me tiene sucumbida a su encanto.

Se inclina de nuevo colocando ambas manos en mis ingles para evitar que pueda cerrar mis piernas y encojo mis piernas cerrando los ojos a la espera de que haga conmigo lo que quiera. Siento calor de golpe sobre mi punto más sensible y no puedo evitar abrir mi boca dejando que un gemido intenso se escape de mi garganta. Sustituye su aliento por la humedad propia de su lengua y elevo mi cadera sin ser consciente para acercarme más a su boca. Calor y humedad, la mezcla perfecta para disfrutar de las sensaciones que con habilidad me está regalando en un momento único de intimidad.

Noto como mueve sus manos y sutilmente se desliza por mi propia humedad para empezar a tantear mi entrada con lentitud e ir estimulando a la par que su lengua se hace con todo mi control corporal. Abro los ojos y no puedo evitar morderme el labio para no darle el gusto de saber que me está enloqueciendo pero me dura poco la malicia porque en cuanto sus dedos se introducen dentro de mí no puedo retener el aliento que acaba saliendo de mis pulmones.

Me mira fijamente mientras continúa jugando con mi intimidad mientras sus dedos con agilidad comienzan a moverse primero de una manera lenta para ir aumentando de forma gradual la intensidad logrando una sensación frenética que se intercala con el placer que me genera su lengua. No puedo mirar, no puedo pedirle que pare, no puedo siquiera agarrarla para evitar que se separe de mí, tan sólo dejarme llevar por el calor que quema mi cuerpo fusionando sus dedos con mi interior.

Abro los ojos y la miro notando como la temperatura es mayor y un leve temblor empieza a apodarse de mis piernas dándome la información necesaria para saber que el clímax está presente y pronto se va a apoderar de mí. Elevo mi cadera para pegarme a ella y sin darme cuenta coloco una de mis manos en su cabello para sujetarlo con fuerza.

Me doy cuenta al instante que he soltado la cuerda con una de mis manos y se separa de golpe de mi sexo para acercarse a mi rostro y posar sus labios de nuevo en mi boca para volver a besar mis labios notando en su saliva el sabor de mi propia intimidad. Sus dedos cesan y mi cuerpo se contrae notando como mis músculos están entumecidos a causa de la tensión generada por el placer. Se separa de mí para introducir sus dedos dentro de su boca y saborear los fluidos que había arrastrado con ellos.

–Has perdido, chica nueva. Este es tu castigo –me señala y trato de recuperar el aliento intentando comprender qué es lo que ha querido decir.

–¿Cómo..?

–Qué has perdido y nuestro trato se ha roto. Qué pena que no hayas podido aguantar hasta el final porque estabas tan cerca –observo a la chica tratando de aclarar mis ideas y me elevo para poder quedar a su altura llevando mis manos a su rostro para pegarlo de nuevo a mí y volver a besar esos labios que segundos atrás estaban trabajando en mi propio placer. Me siento de nuevo sobre ella y soy yo ahora la que la empujo contra la colchoneta para quedar a horcajadas sobre su cuerpo.

–Pero ya no me duele nada... Ahora quiero solucionar otro problema... –pronuncio sobre sus labios enganchando su inferior entre mis dientes para tirar de él de una manera más fiera.

No sé en qué momento he acabado sin ropa, sobre un ring y sudando con una mujer desconocida pero desde luego es la mejor sesión de gimnasio que voy a recibir en mi vida. No está tan mal esto de venir a hacer ejercicio, aunque no sea sobre las máquinas.

May 16, 2022, 10:59 p.m. 0 Report Embed Follow story
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Marian Del Bao Castillejo Carpe diem. Siempre pensando en qué escribir.

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