sarinar Kerstin Kollen

“Los secretos de Ariana” es un relato íntimo, cargado de fuego y de erotismo, en donde podrás hundirte en las historias y fantasías de una mujer apasionada que vivió la vida sin límites. En este libro intervienen dos componentes explosivos, la fascinación de Eda por su vecina y sus secretos y cómo impactaron cada una de las historias que escuchaba de su vecina en su propia vida. En resumen, esta es una exhibición deslumbrante de los deseos y placeres femeninos, que encuentran en el hombre su medio de satisfacción y por ende, de atracción y goce.


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Intimando Con Ariana

ARIANA ERA MI VECINA. Ella tenía el cabello rubio, corto y voluminoso, ojos color miel, alta y un cuerpo atlético. Podría decir que era una mujer algunos años mayor que yo, que siempre recibía visitas en su casa.

Admito que desde el momento en que la ví por primera vez me inspiró un poco de intriga respecto a lo que ocurría en su casa. Lamentablemente, no se dio la oportunidad de conocerla anteriormente, ya que fueron muy pocas las veces en las que pude cruzar algunas palabras con ella, y en esas ocasiones, casi siempre estaba acompañada.

De todas maneras, por mucha intriga que me diera, y sin importar cuántas ganas tenía de indagar al respecto, en verdad no estoy segura de haber podido hacerlo. Muchas veces imaginé situaciones en las que iniciábamos una bonita conversación, pero lo cierto es que en cada oportunidad que nos cruzamos, nunca me animé a hacerlo.

Siempre se la notaba risueña y simpática, hablaba con todos a quienes se cruzaba en la calle, aunque nadie sabía mucho de su vida privada. Ambas vivíamos en un pequeño poblado, no muy lejos de la ciudad, pero ella nunca participaba de las fiestas locales. Era prácticamente imposible que nuestros caminos se cruzaran.

Sin embargo, eso estaba a punto de cambiar, ya que, tras quince años de habitar en la misma calle, finalmente íbamos a tener la posibilidad de conocernos, y debo admitir que la situación no se le pareció en absoluto a lo que yo imaginaba.

Era un día de primavera como cualquier otro, cuando de pronto comenzó a llover con mucha intensidad, se trataba de una lluvia estacional, las gotas eran grandes y venían acompañadas de algunas piedras de granizo. Ese tipo de lluvias son muy comunes en Cruz Alta, pero al parecer a mi vecina la tomó por sorpresa.

Yo iba por la calle conduciendo mi coche, y apenas podía ver el camino ante tal violencia que presentaba el diluvio. Pero pese a la poca visibilidad, pude verla en el camino y en ese momento ella intentaba mantenerse protegida debajo de un árbol.

Era como que el destino me estaba regalando una situación inmejorable, por lo que, sin pensarlo dos veces me acerqué a su posición y abrí la puerta para que subiera.

Le pregunté si pesaba el granizo y me dijo que sí, partiéndose de la risa, me comentó que quiso salir a dar una vuelta y se arrepintió cuando ya era muy tarde.

Mi vecina era muy guapa, elegante y cálida. Mientras hablábamos, lamentaba el hecho de que nos encontráramos tan cerca de su casa, ya que en realidad tenía muchas ganas de conocer un poco más sobre ella.

Conduje lentamente, pero de poco sirvió, ya que llegamos a su casa en muy poco tiempo. Pero antes de bajar, Ariana me agradeció por el gesto, y me invitó a pasar por una taza de té a modo de agradecimiento.

En ese momento no me detuve a pensarlo ni por un segundo, era consciente de que siempre quise conocer a mi vecina, y no iba a dejar pasar la oportunidad. Así que me bajé del coche, y la seguí a su casa.

En la entrada tenía una gran puerta de acero con cristales opacos, de forma que esa era la primera vez que podía ver el interior de su hogar. Su porche era muy hermoso, tenía plantas y flores de todas las formas y colores, además de algunos arbustos y hasta un árbol en la parte descubierta. En ese lugar había de todo, orquídeas, rosas, violetas, margaritas, macetas con helechos y otras plantas colgantes.

Cuando entramos, me quedé en el pasillo esperando a que ella se secará el pelo, momento en el que aproveché para apreciar hasta el último detalle de la sala. En el lugar, se podían ver fotografías suyas en varios lugares del mundo y siempre acompañada de distintas personas. Había fotografías de ella en Europa, América del Norte, y hasta Japón, realmente me quedé asombrada.

—¿De dónde saliste? - Indagué en voz alta. Aquí estoy - Me respondió, mientras salía del baño.

—No, me refiero a que has estado en tantos lugares que me preguntaba ¿Cómo es que te ha dado tiempo a tanto? ¡Eres muy joven! —le dije, mientras ella se acercaba a las fotografías.

—Gracias por lo de joven. —me contestó y luego sonrió al ver las fotografías y me invitó a sentarme.

—Vamos a la cocina y así nos ponemos en calor - me dijo.

Nos dirigimos a la cocina, yo me senté y ella puso el agua al fuego para preparar una infusión. En ese momento ella comenzó a contarme que vivió muchos años en varios países de Europa y que también viajó por varias partes del mundo tanto por negocios, como por ocio. La única razón por la que se encontraba en Brasil era para gestionar unos trámites hereditarios, de los que más adelante me hablaría.

No me dio tiempo de preguntar al respecto, ya que ni bien terminó la oración, me dijo que estaba muy feliz de compartir ese té conmigo.

—Es tan poco lo que sé de los vecinos, que realmente es un milagro tenerte en mi casa —me dijo.

Ariana tenía una vida muy discreta, siempre que la veía me hacía pensar en cómo era posible que tras quince años viviendo en la misma calle aún no había tenido la oportunidad para relacionarme con ella. Pero luego pensé que tenía razón con lo que decía, si bien era muy sociable, la gente que se acercaba a comer, cenar o hacer barbacoa en su casa, no era del barrio. Básicamente, nadie sabía nada de ella en ese lugar.

—Por favor - me dijo - háblame de ti.

Quería saber qué hacía yo de mi vida, si tenía novio, si estudiaba, o a qué dedicaba mí tiempo. Su pregunta me tomó por sorpresa, mi vida realmente no era muy interesante.

Acababa de graduarme, y en ese momento estaba en una empresa con un contrato de aprendiz, también tenía un novio, aunque lo veía en contadas ocasiones, ya que vivía en otra ciudad, a 35 km de mi hogar. También tenía a mis padres, que no tenían una gran historia, yo era su primera hija y apenas tenía un hermano. Lo normal para mi edad.

Ariana asentía a medida que yo le iba narrando mi corriente historia, y en paralelo preparó todo para servir el té. Puso una jarra de agua caliente sobre la mesa y dos tazas grandes para la infusión.

—¿Quieres limón? – me preguntó.

—No —le contesté—. Tampoco azúcar, me gustan las infusiones tal cual son.

Se sirvió primero y luego me sirvió a mí. Mientras disfrutaba del aroma de aquella infusión hablamos respecto al trabajo y futuras aspiraciones, una conversación muy superficial, sin grandes emociones, hasta que llegado el momento, hablamos de mis planes futuros, lo que le causó un gran desconcierto.

Al parecer no le gustó que le dijera que mis planes a futuro dependían de lo que pudiéramos llegar a acordar con mi novio.

—¿Cómo que según lo que decidas con Fernando? —me preguntó— ¿Acaso tus aspiraciones dependen de él?

—Bueno, somos pareja, creo que algunas decisiones como cambiar de ciudad tendría que consultarlas con él. - Le respondí.

—Bien, ahora cuéntame, ¿estás feliz con esta relación? —agregó indagando más profundo.

—Podría estar mejor —contesté —. Pero como ya comenzaba a incomodarme el tema preferí cambiar el rumbo de la conversación—. ¡Qué deliciosa está la infusión! — le dije para desviar el asunto, aunque en realidad sí estaba muy buena.

—Es té negro —me contestó.

—En verdad nunca había probado un té negro tan bueno. La primera vez que probé un té negro no me gustó en absoluto —le dije.

—Bueno, nuestro paladar cambia cada siete años. Quizás no estabas preparada en ese momento, pero ya estás lista para saborear el té negro.

—¿Sabes? Me has hecho recordar una situación que quisiera compartir contigo —continuó—, y en ese momento comenzó a hablarme de una oportunidad en la que se había sentido pequeña por el trato que le dio su novio, al que quiso de jovencita, el cual creó en ella una aversión al sexo y los hombres que la amargó por algunos años y también cómo de ahí empezó a pasar por situaciones por el simple hecho de pensarlas.

Ella me contó cómo fue la vez en que se fue a vivir con sus abuelos maternos, dónde vivía la mayoría de su familia materna, sobre su amor por la naturaleza, y fascinación por la comida sana y el bienestar espiritual. Hablaba siempre con mucha pasión.

Después de saber que la universidad le sería imposible pagar, decidió no trabajar ni estudiar por un año para pensar qué hacer con su vida, su madre le dijo que no aprobaba esta decisión, ya que consideraba su año sabático como una pérdida de tiempo y le pidió que fuera a estar con sus abuelos, pues no veía que estar sin hacer nada le fuera bueno.

Afortunadamente Ariana era tratada como una reina por su abuela y no dudó en ir a la finca con su familia, pues ahí podía leer, escuchar música alta cuando no estaba el abuelo y además de los domingos poder ir a bailar. Estaba encantada, ya que sabía que en casa de los abuelos no tendría tantas exigencias, y comería maíz, lechuga recién cortada, fresas, guayabas, mangos, mandarinas, y todas las delicias naturales recién recogidas. Esto para ella valía mucho, ya que le encantaba conectar y disfrutar de la naturaleza.

Fue así como empezamos a pasar largas horas compartiendo tazas de té y decenas de historias. Cada relato que me transmitía, yo lo revivía como si se tratara de un recuerdo propio. Compartimos casi toda esa tarde juntas, y acordamos seguir reuniéndonos con mayor frecuencia, para repetir las tardes de té.

Antes de contarles como Ariana con sus relatos fue moldeando mi forma de pensar y mi vida, creo que conviene comenzar con el momento en que Ariana me relató su primera historia de sexo.

En una de aquellas maravillosas tardes en las que ambas tomábamos nuestra infusión de té negro, Ariana me preguntó sobre mis relaciones, y sobre la forma en la que estaba experimentando el sexo, cuando no se me ocurrió mejor idea que evadir el tema y preguntarle por cómo habían sido sus primeras veces.

Ariana se tomó un momento, dejó escapar una sonrisa muy pícara, se sirvió otra taza de té y comenzó con su historia.

March 7, 2022, 10:40 p.m. 0 Report Embed Follow story
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