♪Di que me quieres fuera de tu vida
♪Y solo seré un hombre muerto caminando esta noche
Cogí la botella de soju que estaba sobre la mesa para volver a rellenar ese condenado vaso que no dejaba de vaciarse sin darme el prometido entumecimiento.
—¿No crees que ya has bebido suficiente? —Yoongi puso su mano sobre mi brazo.
—Estamos en una celebración, ¿no? —intenté sonreír pero no salió como esperaba.
Llevaba años de ese modo, engañando a todos, haciendo creer al mundo que estaba bien, había creado una máscara perfecta, pero cuando ves que ya no hay vuelta atrás, que todo se desmorona hasta las mentiras son superfluas.
—¡Vamos, Jungkookie, canta conmigo! —Jimin vino a agarrarme del brazo contrario al que Yoongi aún me sujetaba, intentaba tirar de mí, pero así como hyung no pudo conseguir su propósito, él tampoco podría.
—No me apetece ahora, tal vez luego —parece que a él sí conseguí engañarle porque hizo un puchero exagerado con esos carnosos labios y pasó a la siguiente víctima, un Hobi que no dudo en apuntarse a la fiesta.
Agarré esa botella de líquido cristalino y la vertí en mi vaso hasta la última gota. Yoongi me miró con desaprobación pero no me lo impidió.
Recordaba aquellas noches en las que me acostaba con ansiedad, pensando en qué pasaría si alguien se enteraba, y siempre dudé si él lo sabía, era el más callado, pero también muy perspicaz. Sé que Namjoon a veces nos regañaba por mostrarnos demasiado cariñosos en público, pero lo hacía porque no quería alimentar los rumores, no porque creyera que de verdad hubiera algo entre nosotros.
—Kook —me golpeó el brazo Jin —¿Otra vez estás en tu mundo?
Más bien estaba intentando escapar de este y no mirar al castaño que reía feliz al otro lado de la habitación.
—Perdona, hyung, ¿me decías algo?
Me indicó que la mujer de Namjoon me estaba hablando.
—No pasa nada, solo había escuchado que ibas a sacar un nuevo disco.
Era una mujer tan dulce como inteligente, la había conocido en una de sus escapadas para vagabundear por un museo, y acabó discutiendo con ella de arte, porque dio la casualidad que era la artista que allí exponía. Estaban hechos el uno para el otro, todos lo supimos desde el primer momento.
Y así creía que sería con nosotros dos.
—Sí, en un par de meses empezaré con la promoción, espero que salga bien —quería ser amable con ella, parte de las fans habían sido muy duras, y no se lo merecía, hacía a nuestro líder muy feliz.
—No mientas, va a ser un éxito, como lo fue el anterior —Jin me palmeó la espalda con demasiada fuerza. Normalmente se la devolvería y él se arrepentiría de haber comenzado, pero esa noche no estaba de humor.
Mi primer disco después de BTS llegó más tarde que el resto, pero saltó al número uno de ventas en casi todo el mundo, ya tenía la gira programada para América y Europa para finales de año, era algo que ansiaba que llegara con todas mis fuerzas, el escenario era mi vía de escape, en él podía olvidar mi corazón roto.
Cuando anunciamos el descanso indefinido de la banda fue una noticia más que debatida, pero aunque intentamos alargarlo nos dimos cuenta que si no estábamos todos, BTS no era lo mismo, acordamos como equipo que hasta que todos no hubiéramos pasado el servicio militar no nos volveríamos a reunir, y aunque ya habían pasado dos años desde que yo lo terminé seguíamos sin regresar. Cada uno tenía una carrera por separado, cada cual más exitosa. Todos seguíamos en el mundo del espectáculo, fuera cantando, componiendo, produciendo o actuando. Seguíamos siendo los reyes del mundo, pero sin ellos a mi lado los logros no sabían tan dulces.
El día en que lo anunciamos fue uno de los más duros de mi vida, después aquella misma noche nos reunimos en torno a una mesa con poca comida y demasiado alcohol, tal como esta, pero esa vez solo estábamos nosotros, no ese amasijo de personas a las que casi no conocía.
No fue el más duro porque otro lo opacaba. Ese fue la víspera de que Taehyung se marchara al servicio militar. Nos veíamos mucho menos que cuando trabajábamos juntos, pero buscábamos espacio para compartir algo de tiempo, tal como hacíamos antes, siempre intentábamos coincidir en las habitaciones de los hoteles, en los horarios de las sesiones de fotos, en lo que fuera para tener la excusa de estar con el otro.
Fui un iluso, aún era un niño que creía en los sueños, pensé realmente que esos abrazos, esas sonrisas, esas miradas que se anclaban en las mías significaban algo, que no era como con los demás, que aunque todos nos quisiéramos lo nuestro era... distinto.
—¿Qué te pasa, Kookie? Estás raro —dijo aquella noche.
Su amplia sonrisa me deslumbraba. A veces tenía que apartar la vista, aunque pasaran los años no me cansaba de su belleza, al revés, según transcurrían observaba como iba convirtiéndose en un hombre atractivo, con una inteligencia fuera de lo común y una sensibilidad única. Y sin darme cuenta fue entrando poco a poco en mi corazón.
Al principio creí que era agradecimiento por como me había arropado al entrar, yo era un chico demasiado tímido, y él me ayudó a salir del cascarón. Era una luz brillante que no podía dejar de admirar, pero según pasaba el tiempo me di cuenta de que no era solo eso. No se sentía igual el apoyo de Namjoon, ni las bromas de Jin, ni los abrazos de Jimin, cuando él lo hacía algo en mi interior se encendía, cada vez un poco más, aquellas chispas crecieron hasta explotar en una clara verdad: Estaba enamorado de mi mejor amigo.
—No nos vamos a ver en un tiempo —dije bajando la mirada mientras jugaba con el aro de mi labio.
—Ya verás como pasa muy rápido, no te preocupes —me cogió de detrás del cuello como solía hacer —Además, cuando regrese tú aún no te habrás ido.
Debía consolarme, pero no lo hacía, no podía pasar una semana sin verle ¿cómo iba a estar meses así?
—No sé, Tae...
—También dijiste lo mismo cuando se fueron los demás, ¿y a qué no fue tan duro?
—No es lo mismo —no lo entendía.
—Sé que esta vez nos vamos Jimin y yo a la vez, pero...
—No es eso, hyung —le corté casi gritando.
Me miraba sin comprender, nunca le hablaba así. Tenía el ceño fruncido, tal vez le había enfadado.
Pasé las manos por el pelo, nervioso, no podía más, eran demasiados años robando caricias, abrazos y gestos de cariño. Me sentía culpable por engañarle así, pero cuando me escabullía en su cama y dormíamos abrazados se me pasaba. No estaba bien, lo sabía, pero no podía alejarme de él, y menos olvidarle.
—Yo, Tae... yo... —ya estaba balbuceando otra vez.
Mi pierna se movía nerviosa, mi corazón iba a mil, era ahora o nunca.
Lo había pensado demasiado, ahora era tiempo de no hacerlo y actuar. Me quedé mirando esos ojos que intentaban escrutar en los míos que pasaba por mi cabeza. No podía estar tan cerca y no hacer nada, ya no. Choqué mis labios con los suyos, esperando una respuesta por su parte, que me empujara, que me correspondiera, pero no pasó nada. Puse mi mano tras su cuello, intentando profundizar aquel beso y es cuando me apartó.
—Kookie... —su mirada era de sorpresa y miedo, no sé qué esperaba, pero no eso —Tú y yo... No podemos...
Bajé la mirada hacia mis botas, no quería ver esa expresión en su rostro. Un gran dolor empezó a apoderarse de mi pecho. ¿Así se sentiría morir?
Me levanté con rapidez, me estaba ahogando al estar a su lado. Cuando abrí la puerta puso su mano para cerrarla y ahí la dejó, junto a mi brazo. Podía apartarme, pero me gustaba sentirle, aunque fuera un simple roce.
Le notaba detrás de mí, demasiado cerca, su pecho casi contra mi espalda. No quería girarme, no podía ver esa compasión en su rostro.
No tuvo que hacer mucha fuerza para agarrarme del brazo y girarme. Sus ojos se posaron en los míos. Esos iris oscuros a las que tantas veces me había anclado, esas largas pestañas que soñaba con acariciar, esa lengua que humedecía esos labios. Lo que daría por sentirle, por saberle mío.
No tuve que soñar mucho, se abalanzó sobre mí, de la sorpresa mi espalda golpeó la madera. Estábamos besándonos, lo había imaginado tantas veces que no podía creer que estuviera ocurriendo, y aún así, ninguna se acercaba al verdadero gozo que era la realidad.
Cuando concebí que realmente estaba pasando le correspondí con fuerza. Caminamos hacia atrás hasta caer en el sofá. No sabía si reír o llorar, era Tae, mi Tae, y lo tenía ahí conmigo, acariciando mi lengua con la suya, sintiendo sus dedos bajo mi camiseta, el calor de su cuerpo contra el mío.
—Dios, Tae...
Apoyé mi frente en la suya para recuperar el aliento.
—No digas nada cariño, no... —me besó para callarme.
Estaba tan saturado de sensaciones que no pensé en lo que aquello podía significar. Me dejé embriagar por sus besos, por sus caricias, por el peso de su cuerpo. Acabamos entrelazados, durmiendo en aquel estrecho sofá como tantas tardes nos había ocurrido cuando el sopor llegaba mientras veíamos algo, pero esta vez era diferente, esta vez sentía que aquel era otra clase de amor.
El timbre me despertó a la mañana siguiente, sus padres iban a acompañarle para despedirse antes de que se alistara. Me lo encontré ya cambiado con la maleta a su lado, dispuesto a marcharse, me incorporé aún somnoliento.
No me miraba aunque me escuchara moverme. El ambiente entre nosotros era diferente, él era diferente, creía que el final del camino sería cuando me atreviera a demostrar lo que sentía, pero tan solo era el principio.
Nunca lo había visto tan incómodo conmigo, tan distante. Nunca podríamos volver a ser los que éramos, lo había jodido todo.
Fue hacia la puerta y le seguí como un tonto, no sabía qué hacer, ni qué decir, había gastado toda mi valentía la noche anterior.
—Tengo que irme, me están esperando —dijo con esa amplia sonrisa como si nada ocurriera.
Era un asombroso actor, por eso era tan popular, le querían en cada película y drama que saliera, o tal vez no estaba actuando y para él lo de anoche no significaba nada, solo habían sido cuatro besos tontos sin importancia.
—Hyung...
—Sé feliz, ¿vale? —me abrazó y aunque al principio me quedé paralizado se lo devolví con fuerza, no quería soltarle, no quería que se fuera.
Quería besarle, quería decirle que le amaba, pero tan solo le dejé marchar.
Los días pasaron, esperaba un mensaje, una llamada, algo, cuando por fin se le fuera permitido, cuando al final lo hizo me habló como si no hubiera ocurrido nada, y yo como el imbécil que era le seguí la corriente, le necesitaba en mi vida, aunque fuera de ese modo, tras una mentira.
Las pocas conversaciones que teníamos eran superfluas, nada parecidas a lo que éramos antes. En serio lo había jodido todo.
Me encerré en mí mismo, dejé de componer, de ver a los demás, ya nada tenía sentido porque lo había intentado y había fallado. Taehyung había sido un gran pilar de mi vida y lo había perdido por mis estúpidos sueños. Si no hubiera dicho nada seguiría pudiendo mendigar ese amor fraternal que me regalaba. Porque al fin lo comprendí, esa noche en la que nos besamos no fue nada para él, solo el modo de no hacerme daño, de darme algo que seguramente sabía que llevaba años sintiendo, y yo como tonto enamorado no lo vi. Fue un modo de darme por fin lo que había deseado para que pudiera pasar página y continuar, pero solo me había hundido más.
Fue Yoongi el que consiguió sacarme de ese pozo, no sé si lo intuía, si fue a propósito o por pura casualidad, pero apareció en mi piso con una canción que había compuesto para mí, una canción de desamor, una que podía cantar a pleno pulmón, que me dejaba sacar todo el dolor enquistado, que me vaciara por dentro para renacer.
Una mañana me levanté y lo decidí, debía olvidarme de él. Me volqué en mi carrera, me volví seco en sus llamadas, parco en mensajes, tuve parejas, de ambos sexos, pero todo era descafeinado a su lado, algo en mí me decía que nada llenaría nunca ese hueco. Incluso adelanté mi alistamiento para no tener que coincidir con él.
Cuando regresé celebraron una fiesta de bienvenida, fueron mi familia, mis amigos, y obviamente mis hermanos de Bangtan, porque por mucho tiempo que pasara, por mucho camino que nos separara, siempre serían mi familia, y por supuesto también vino él. Tenía el cabello más largo y como siempre, estaba más guapo que en las fotos que podía ver en las revistas o los blogs de cotilleos. ¿Cómo podía hacer que mi corazón se saltara un latido cada vez que le veía sonreír?
Habló conmigo como si el mismo día anterior hubiéramos estado viendo una película en su casa y yo solo pensaba en sus labios, en como sabían, en esos besos que había robado aquella noche lejana, en el olor de su pelo, en el calor de su cuerpo.
Pasé la noche evitándole, algo que se convertiría en una constante en mi vida. Le alejaba pero él no se iba, ¿por qué me hacía eso? Incluso salieron rumores de mí con una idol con la que había tenido algún encuentro pero él no cambiaba, seguía siendo el mismo conmigo.
Una pequeña parte de mí siempre tuvo una esperanza.
Era débil, no podía superarle. Había noches en las que bebía demasiado y le llamaba, tan solo para escuchar su voz, para decir cosas absurdas y sin sentido, la mitad de las veces ni lo recordaba, pero lo que peor me dejaba es que siempre respondía, siempre. ¿Por qué lo hacías Taehyung si no sentías eso por mí?, ¿por qué algunas noches me llamaste tú también?, ¿por qué dejaste de hacerlo? ¿A quién llamabas si no era a mí? ¿Quién llenaba tus noches de besos y caricias, de palabras de amor?
Y llegó el día, ese fatídico día en el que mi mundo que creía derrumbado cayó por completo. Tan solo un leve sonido en mi teléfono, tan solo catorce palabras que me llevaron al infierno.
"Ámame hasta el día de mi muerte, porque sin tu amor, no soy nada."
Solo eso, nada más. ¿Qué quería decirme Taehyung con aquello? Me quedé mirando el teléfono embobado, sin apenas recordar cómo respirar.
—¿Qué ocurre, cielo? —no recordaba que había ido a casa de mi novia, o eso es lo que ella creía, porque aunque intentaba hacerlo, no la amaba, porque solo había amado a una persona en mi vida, y no era ella.
—Tengo que irme.
Sé que me habló, me preguntó, me recriminó que la dejara a mitad del desayuno, pero nada me importaba salvo aquel mensaje.
Bajé corriendo las escaleras de su edificio, el ascensor era demasiado lento. Llamé a Tae para saber de qué se trataba, pero no respondía, me saltaba una y otra vez el buzón de voz después de los interminables pitidos.
Hasta que no salí con la moto a la calle no me di cuenta de que estaba diluviando, pero no me importaba, solo quería verle. Iba a su casa, a plantarle cara, a reclamarle aquellas palabras después de tanto tiempo.
¿Sería capaz de decirle la verdad, de decirle que siempre le había amado, que no había podido olvidarle y que cada beso que recibía, que cada orgasmo, que cada "te quiero" no significaban nada porque no eran suyos?
El camino se me estaba haciendo eterno, las calles parecían más largas que nunca, los semáforos más lentos que el anterior. Cuando al fin llegué y conseguí aparcar me quité el casco, ya no me importaba que me reconocieran, y crucé la calle. Mi teléfono no dejaba de sonar, tal vez era él respondiéndome. Lo miré y el mundo se detuvo.
"Confirmado: Los rumores son ciertos, Kim Taehyung y su compañera en la pantalla Park Hyori son también pareja en la vida real. ¡Todos los detalles de su enlace!"
El grupo que todavía teníamos todos bullía en comentarios y felicitaciones.
El agua me empapaba la ropa, caía por mi pelo pegándolo a la cara, pero yo no me movía de allí, no podía comprender lo que leía, no quería hacerlo. Parece ser que un coche llevaba tiempo pitándome para que saliera del medio, porque su conductor me increpaba desde su asiento.
Volví sobre mis pasos y me senté en la acera junto a mi moto. Dejé que la lluvia se llevara mis lágrimas, lo había perdido para siempre.
Con los dedos temblorosos y un pinchazo cada vez que pulsaba una letra en mi teléfono escribí el mensaje más doloroso que podía recordar:"Felicidades, hyung."
No sé cómo llegué a mi casa, ni cómo me metí a la ducha. Parecía que solo cuando estaba bajo el agua me dejaba llevar, tal vez era un modo de esconder las lágrimas tal como siempre había escondido lo que sentía.
Frente al espejo miré aquel tatuaje, escondido entre los innumerables que me recorrían el brazo, aquel del que nadie sabía su significado pero que era tan especial para mí porque es el que tenía más anclado, el que perpetuaría con tinta lo que ya sentía, un amor eterno por él.
Y aquel era el final del viaje, sentado en aquella mesa junto a mis hyungs, celebrando la despedida de soltero del amor de mi vida. Jimin y Hobi seguían gritando a pleno pulmón en el karaoke, Nam había sacado a su mujer a bailar, Jin reía con algún actor, ya que la mitad de los que allí se encontraban pertenecían a ese mundo, tal como él, tal como Taehyung, otro mundo, tal como yo ya me sentía, y no me refería solo al mundo del espectáculo, yo ya no era necesario en su vida, ya no me necesitaba y nunca me había querido, al menos no como yo había deseado.
—Yo me voy ya, mañana tengo trabajo —le dije a Yoongi que seguía a mi lado.
—¿No te despides de Taehyung? —me dijo cuando ya me había levantado.
—¿Lo haces tú por mí?, parece ocupado —intenté sonreír.
Miré al castaño que seguía conversando con el que creo que era el hermano de su prometida.
Me marché sin mirar atrás, no podía seguir allí ni un segundo más.
Salí del local que habían reservado a aquella noche estrellada, ¿ni el cielo estaba de mi parte? Debería ser un día de viento y lluvia, de pesar, tal como yo me sentía.
Me apoyé en la pared, respiré profundo, no era el momento de volver a derrumbarme.
—¿Jungkook? —reconocería esa grave voz entre un millar —¿Ya te vas?
Le miré en silencio. Dios, era tan guapo, los años solo le habían hecho mejorar.
—No puedo más, Tae —solté al final.
—Hablemos dentro —dijo cogiendo de mi cazadora y atrayéndome hacia la puerta, él iba en simples mangas de camisa, debía tener frío.
Y yo como el tonto que era le seguí, siempre lo hacía, nunca podría decirle que no.
Pasamos la entrada, siguió por el pasillo para regresar a la fiesta pero me paré, tal vez era el momento de negarme a seguir así.
—Tae, no puedo más, de verdad.
Se giró y me miró. Aquellos ojos que parecían traspasar mi alma. Se escucharon unas voces al fondo, alguien venía. Abrió una puerta y me indicó que entrara con él, debía negarme, lo había decidido tan solo unos segundos antes, pero no lo hice.
Era una simple habitación donde almacenaban material, pasé la mirada por cada uno de los objetos que allí había, un par de mesas, varias sillas apiladas, cubertería... Lo que fuera por no mirarle a él.
—Jungkook, ¿estás bien?
—No, no estoy bien —reí por no llorar.
—¿Quieres que te acompañe a casa?
—No Tae, no quiero eso de ti.
—Puedo pedirle a Yoongi hyung que lo haga...
Pasé la mano por el pelo, nervioso.
—¿Qué demonios te pasa, Tae? —solté al final, tal vez era el alcohol, tal vez que todos los sentimientos que tenía acumulados de todos estos años estaban explotando —¿Por qué lo hiciste?
Él me miraba imperturbable, esperaba sorpresa o extrañeza, pero nada de eso tornaba su rostro.
—No sé a qué te refieres...
—¿Por qué me dijiste eso? —esperaba impasible mis palabras —me dijiste "Ámame hasta el día que me muera", ¿lo recuerdas?
Giró la cabeza, la lengua mojó sus labios, nervioso.
—Claro que lo recuerdo —su voz se tornó más grave.
—Desde esa noche, esa maldita noche en la que te besé me has estado ignorando, y justo el día que te prometes me dices eso, ¿por qué? —ya gritaba, no sabía si me escucharían tras las paredes.
—Tú fuiste el primero en pasar de mí, yo intentaba mantener lo que teníamos y tú seguiste tu vida —se sumó a mi tono de voz.
—No me puedes echar en cara eso, no después de cómo te marchaste esa mañana.
—¿Qué querías, Kook? Me iba al servicio militar, íbamos a estar meses separados, y aquello no era una conversación de cinco minutos.
—Que me dijeras lo que sentías, que me pidieras que te esperara, eso quería, no que me dejaras allí como si aquello no hubiera significado nada.
Otra vez otro silencio. Caminé por el estrecho lugar. El alcohol iba desapareciendo de mis venas y cada vez me sentía más consciente de la situación.
—Tuve miedo —confesó al final —¿Sabes lo que esto puede significar?
Claro que lo sabía, lo había pensado decenas de veces, ese fue el primer obstáculo que tuve que superar cuando descubrí que lo que sentía por él no era lo que se siente por un amigo. Si ya dos hombres normales en una sociedad como la nuestra lo tienen difícil, lo nuestro era imposible, éramos figuras mediáticas a nivel internacional, representantes de nuestro país, sería un escándalo sin precedentes. Claro que lo había pensado, pero le amaba demasiado.
—Pensé que no fue nada para ti, solo un arrebato de una noche —se mordió los labios tras decirlo —¿Crees que no me enteré de los rollos que tenías?
No entendía nada.
—Tae, te vas a casar, habías pasado página, yo estaba intentando lo mismo —le miré un instante en el que apartó la mirada —¿Por qué me dijiste eso?
Otro instante, otra mirada, otro destello.
—Porque no puedo soportar que dejes de quererme, tú no.
Me acerqué a él, pasé las manos por encima de sus hombros, me apoyé en la pared con su cabeza entre mis brazos y su cara demasiado cerca de la mía.
—No se te ocurra decirme eso ahora, ahora no —susurré entre dientes.
—Puedo aguantar lo que sea, menos que tú me odies.
Dicen que el amor y el odio solo están separados por una fina línea, pero yo nunca podría sentir eso por él, nunca.
—Dime que me vaya, dímelo —supliqué —Hazlo y me iré, te dejaré con tu hermosa mujer en tu perfecta vida —las lágrimas intentaban salir, pero no iba a permitírselo —Dime, ¿cuándo haces el amor con ella, ves mi rostro? Porque yo lo hago, con cada maldita persona, cada maldita vez.
—No me hagas esto, Kookie —fue a acariciarme la mejilla, pero le detuve, cogí su mano con la mía, pero no la solté.
—Dime que me quieres lejos de tu vida, por favor —junte nuestras frentes.
Me marcharía bajo el manto de la noche, con el alma muerta por no tener lo que le hacía sentir viva.
—Dime que me quieres de vuelta y me tendrás para siempre —sentía su aliento tan cerca del mío, su olor, su calor —Pero dime algo, porque no puedo seguir viviendo así.
Solo se escuchaban nuestras respiraciones agitadas. Me atormentaba tenerle tan cerca, a escasos centímetros de sus labios y saberle tan lejos. Era una tortura. Mi corazón dolía demasiado.
Golpeé la pared con el puño por encima de nuestras cabezas, estaba claro, no había respuesta por su parte, no se atrevía a decir lo obvio.
Con el corazón roto me separé, pero sus puños se aferraron a mi camiseta.
—Vuelve—susurró, y como siempre le hice caso.
—Tae, por favor, deja que me vaya—supliqué.
—Te quiero en mi vida—cerré los ojos con fuerza, no entendía que tan solo su cercanía me hacía sufrir, si supiera el pesar que era para mí no me pediría aquello —Jungkook, te amo.
Abrí los ojos completamente, no podía haber escuchado bien.
—Hyung, no me mientas.
—Te quiero incluso antes de que supieras lo que era el amor—sonrió con ternura—Desde antes de que supieras lo que significaban nuestros abrazos.
—Entonces, ¿por qué...?
—¿Por qué me caso con ella?—preguntó y afirmé—Porque es lo que hay que hacer, ¿no?, tener esposa, ser un hombre como se debe, además, es bueno para la serie.
—¿Está todo pactado?—pregunté y afirmó.
—Nunca he querido a nadie que no fueras tú.
En ese momento sus dedos estaban en mi nuca, acariciándome el pelo como tantas veces había hecho.
Me miré en sus pupilas, y vi que era verdad.
Habíamos sido dos tontos, alejados por el miedo, por los escándalos, por temor a no ser correspondidos y perder esa amistad que se mantenía de un hilo. Cada uno intentando olvidar al otro sin conseguirlo, porque ese amor era incondicional, más allá de lo coherente, de lo natural.
Mis brazos seguían a sus costados. Ahora era yo el que me había quedado sin habla, paralizado.
Esta vez fue él el que me besó, y esta vez no tardé en corresponderle, ya habíamos postergado aquello demasiado tiempo. Busqué su lengua, esa maldita que me provocaba cada vez que hacía ese tic nervioso, quería hacerla mía, sentirla contra la mía, así como el resto de él.
Chocamos contra la pared con un ruido sordo, aprisioné su cuerpo con el mío. Había demasiados deseos reprimidos como para poder contenernos. Sus dedos escalaron por debajo de mi ropa, acariciando mis abdominales. Recordé las veces en que jugaba con ellos, ahora me percataba que detrás de aquellas bromas había unos deseos que iban más allá. Ambos habíamos sido unos estúpidos ignorantes.
Me quité la cazadora y la camiseta escuchando un gemido de su parte, sabía que me miraba cuando entrenaba, pero no sabía que del mismo modo en el que yo lo hacía cuando se cambiaba frente a mí. Desabroché los botones de su camisa para besar aquellas clavículas que siempre había deseado mordisquear.
Dios, sus graves jadeos eran lo más excitante que había oído nunca, quería provocarlos, atesorarlos, grabarlos en mi mente.
—Kook... —susurró en mi oído a la vez que me presionaba la dureza de su pantalón contra la mía.
Me tuve que detener un instante o colapsaría, no podía ser tan jodidamente placentero, y ni siquiera nos habíamos desnudado del todo todavía. Algo que estuvo solventado unos segundos más tarde.
Con toda nuestra piel en contacto supe que mucho más no podría aguantar. Le agarré por los muslos para que pasara las piernas en torno a mis caderas y le llevé hasta la mesa cercana. Allí podía acariciar su piel canela, agarrar su cabello, sentir lo bien que encajaban nuestros cuerpos.
Cuando al fin fuimos uno ambos gemimos por conseguir tras años lo que ambos habíamos deseado tantas veces, porque no era solo sexo, era juntar dos cuerpos que siempre se habían pertenecido al otro, era la unión de dos almas que eran una. Y el orgasmo fue el símbolo que gritaba al universo que aquello era verdadero amor.
Aunque el acto fue desesperado y salvaje era una prueba de amor, de la conclusión de lo que siempre había sido. Aquel era el sentido de mi vida, amarle y ser amado, que nuestra unión, nuestra historia era nuestro destino, estaba grabado en nuestro ADN, en nuestras almas, no habría nadie para él que no fuera yo, y nadie para mí que no fuera él.
Nadie podría elucubrar qué ocurriría a partir de ese momento, pero ambos sabíamos que no volveríamos a separarnos, no dejaríamos que el mundo exterior estropeara lo que al fin después de tantos años habíamos admitido, un amor tan grande que supera los convencionalismos, el tiempo y el miedo, un amor tan fuerte que podría con todo lo que caería sobre nosotros, porque por encima de todo nos amábamos, y así sería para siempre.
♪♪♪
Basado en: ♪ 5 Seconds Of Summer -Youngblood ♪
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