farolitacast Farolita Cast

El amor y la dependencia están separados por una línea tan delgada que fácilmente se puede traspasar. Cuando eso ocurre, la felicidad gira entorno a una falsa ilusión creada por uno mismo para no aceptar la cruel realidad. ¿Cómo saber si es amor?, ¿cómo saber si es un engaño?, ¿cómo borrar las marcas que aquella persona dejó en tu piel y en lo más profundo de tu alma? No dejaba de preguntárselo y aunque su corazón le decía que lo amaba, la razón lo detenía haciéndolo dudar. ¿Vale la pena permanecer a lado de una persona que no te ve con los mismos ojos que tú a él?


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Capítulo 1

—¿Qué estoy haciendo? —susurró al ver su reflejo en el espejo del baño.

Sus ojos percibían en esa imagen las ganas inmensas de eliminar su existencia para todo aquel que lo conociera. Bajó la mirada para abrir la llave del agua e inclinar la cabeza hacia él en un intento fallido de aclarar sus ideas; las gotas que caían de su cabello disfrazaban las lágrimas que escurrían de sus ojos, provenientes de lo más profundo de su ser que pedía a gritos una señal de redención. Se odiaba a sí mismo en ese momento por las acciones que cometió, sentía que era la persona más hipócrita del mundo y el asco hacia su propia existencia lo estaba haciendo palidecer.

La razón y sus sentimientos se encontraban en una disputa desde varios días atrás y en ese instante estaban teniendo su última batalla, ocasionándole una migraña tan fuerte que ni siquiera podía prestar atención a lo que ocurría a su alrededor. Quería salir corriendo ignorando a todo aquel que intentara detenerlo, quería escapar de su realidad y no pensar más en aquello que lo atormentaba; quería llorar, gritar, maldecir e incluso vender su propia alma al diablo con tal de parar ese sufrimiento que lo consumía desde dentro y lo estaba haciendo enloquecer.

Si tan solo pudiera volver al pasado y evitar tomar esa decisión que lo convirtió en una escoria, si hubiera pensando mejor las cosas en lugar de dejarse llevar por un impulso, haber puesto un alto a todo cuando se dio cuenta del mal que estaba ocasionando y evitar ceder al deseo cuando tuvo la oportunidad de hacerlo… si tan solo el hubiera existiera, nada estaría remordiéndole la conciencia.

—¿Por qué haces esto? —preguntó una noche en la que ambos yacían desnudos en la intimidad de su habitación.

—Porque te amo —respondió antes de juntar sus labios en una vacía muestra de afecto.

En el fondo era consciente de que sus sentimientos no estaban siendo correspondidos de la misma manera, pero no podía evitar ilusionarse cada vez que Víctor le decía que lo amaba, su corazón latía con fuerza y sus ojos resplandecían siempre que lo escuchaba pronunciar esas palabras, sin importar que lo hiciera fingiendo un sentimiento que no tenía hacia él. La felicidad es tan subjetiva que muchos la consideran una utopía, para él la felicidad tomó otro significado cuando englobó su relación prohibida como aquel sentimiento que lo hacía sentir pleno, aunque al final haya llorado más veces que sonreído desde que empezó a estar a su lado; pero él lo amaba y sabía que igual era amado porque Víctor se lo decía cada vez que lo pedía, eso lo hacía feliz, aunque en el fondo supiese que no era así.

Pestañeó varias veces volviendo a la realidad que lo tenía miserable, los recuerdos no fueron de ayuda para encontrar la respuesta que su corazón pedía y que su mente ya sabía. Observó a su alrededor tratando de asimilar ese momento del que tanto quería escapar, había estado tan inmerso en sus pensamientos que no se dio cuenta del tiempo que había pasado hasta que se percató de lo que seguía en aquella ceremonia dónde él era uno de los protagonistas. Giró un poco la cabeza hacia su izquierda para observar a su acompañante que prestaba completa atención a lo que pasaba enfrente, y al percibir que estaba siendo observada, ella se giró también para verlo a los ojos y dedicarle una hermosa sonrisa llena de ilusión que se clavó como una estaca en su corazón.

Se veía preciosa con ese vestido que había escogido con tanto entusiasmo para la ocasión, sus ojos color miel brillaban con intensidad, sus mejillas tenían un leve color rosa y el velo que adornaba su castaño cabello la hacía lucir como toda una princesa; las náuseas volvieron a él cuando se dio cuenta de ello, no podía hacerlo y lo sabía, pero su cuerpo no respondía a su intención desesperada de ponerse de pie y alejarse del altar. Cada minuto se le hacía eterno y al mismo tiempo lo acercaba más a unirse por completo a una mujer que no merecía ser engañada por él.

—Te amo —dijo con timidez aquella tarde que le entregó el anillo.

Fue tan diferente escuchar esas palabras por parte de la mujer a quien le había propuesto matrimonio, en cada una de esas cinco letras podía sentir el amor genuino que ella sentía hacia él, a comparación de las veces en las que escuchaba la misma frase por boca de su amante. Carolina se encontraba en la misma situación que Christian, sus sentimientos no eran correspondidos y él creó una falsa ilusión a su alrededor prometiéndole un futuro juntos, arrepintiéndose todos los días por ello porque lo último que quería era jugar con los sentimientos ajenos; pero lo hizo, le dio un anillo y meses después se encontraba frente a un altar pronunciando un falso voto matrimonial.

—Esta será la última vez —dijo su amante la noche previa a la boda.

—No quiero dejarte.

—Christian, vas a casarte.

—Porque tú me lo pediste —reclamó alzando un poco la voz—. Jamás quise pedirle matrimonio, pero lo hice por ti.

—Sabes perfectamente que lo nuestro no tiene futuro.

—No digas eso.

—Es la verdad —alejó la mano ajena que se había posado en su mejilla—, no hay nada más para nosotros.

—¿Y nuestros sentimientos dónde quedan? Yo te amo y tú me amas, ¿verdad?

Víctor permaneció en silencio unos segundos antes de colocar sus manos sobre el pecho desnudo de Christian.

—Si en verdad me amas, te casarás con ella.

—¿Por qué debo hacerlo? La única persona con la que quiero estar eres tú.

—No digas tonterías.

—No es ninguna estupidez —exclamó para tomar el brazo de Víctor quien se había dado la media vuelta—. Te amo más que a nada en el mundo y sé que tú igual sientes lo mismo por mí.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?

—Lo siento aquí —respondió soltando su brazo para llevar la mano al pecho ajeno, justo en su corazón—. Me basta con sentirlo para saber que es real y correcto.

—Entonces también debes sentir que estarás mucho mejor sin mí.

Quiso replicar, pero Víctor se lo impidió aprisionando sus labios en un ósculo que los orilló a entregarse el uno al otro por última vez, despertando solo en la cama por la mañana en aquella habitación de hotel y con un mensaje de su amante en el celular dónde le pedía que no llegara tarde a su propia boda.

Nuevamente volvió a la realidad cuando escuchó al párroco preguntar si alguien estaba en desacuerdo con el matrimonio que estaba por concretarse. Su interior gritaba desesperadamente que él se oponía, que aquel “acepto” que había pronunciado era mentira, que no quería casarse con Carolina porque el verdadero amor de su vida se encontraba sentado en primera fila bajo el título de “padrino de boda”; en el fondo también anhelaba que Víctor se pusiera de pie interrumpiendo esa boda que jamás debió ocurrir, pero eso nunca pasó, la parroquia permaneció en silencio y la autoridad terminó de casarlo con la mujer que lo amaba con el alma, pero que él a ella no. Besó a su ahora esposa imaginando que era su compañero de cama y se odió con mayor intensidad al hacerlo, ella no merecía estar con alguien que no podía besarla sin imaginar que era otra persona, no merecía estar con alguien que no la amaba… no merecía estar con una basura como él.

—Te amo, Christian —le dijo Carolina irradiando felicidad.

Él no pudo responder, tan solo la abrazó evitando con todas sus fuerzas llorar por el terrible error que cometió. Cargaba con un gran pecado y estaba dispuesto a ir al infierno por el daño que le estaba haciendo a una persona inocente, estaba arrepentido, pero ya todo estaba hecho.

—Muchas felicidades —exclamó Víctor al tiempo que abrazaba a la mujer.

Christian no sabía si era hipocresía, si lo que decía era verdad o era una más de sus mentiras; para él eran palabras vacías como todas las veces en las que le dijo “te amo” porque no había rastro de sentimiento alguno y le dolía darse cuenta de ello. Víctor se separó de Carolina tras besar su mejilla y se acercó a él para abrazarlo, impregnando parte de su aroma en el traje color negro que vestía y que en la noche su nueva esposa retiraría para entregarse a él y consumar su amor.

—Felicidades por tu boda.

—Lo hice por ti —susurró en su oído mientras se aferraba con fuerza a los brazos del que hasta horas antes fue su amante.

Se separó de él para ver sus ojos cafés que ya no volvería a ver en la intimidad. Víctor sonrió al darse cuenta de ello y correspondió a ese gesto de despedida mirando fijamente a los ojos verdes del contrario mientras tomaba una de sus manos.

—Quédate conmigo, Víctor —pidió en voz baja.

—Sabes bien que no puedo hacerlo —respondió usando el mismo tono de voz.

—¿Es un adiós?

—Lo fue desde ayer —dijo para soltar su mano—. Gracias por todo, Christian.

June 3, 2022, 8:09 a.m. 0 Report Embed Follow story
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