El sexto mandamiento Follow story

Te veo ahí, a lo lejos, sonriendo con tus amigas. Tú no me has visto, pero aún así ya estoy colorado por lo que pueda suceder. Y me entra el calor solo de pensar que en cualquier momento podrías estar entre mis piernas. No sé dónde ir. Que Dios me perdone por pensarte así, ¿pero qué puedo hacer?

No puedo pensarte si no es conmigo, jugando a encontrarnos, a recorrernos. Y me tiembla todo el cuerpo en cuanto te vuelves y me miras.

Te veo pasear por la sala. Ni te has acercado a mi zona y ya me tienes sudando. El poder que tienes sobre mí es inmenso. Pero no quiero pararlo. Me tiemblan hasta las manos, pensando que algún día podré recorrer cada rincón de tu cuerpo con ellas. Ojalá me mandases una señal para saber si puedo lanzarme, enamorarte, enseñarte el arte que juntos crearíamos.

Tengo mil caricias para pasear por tu cuerpo, pero esto solo sucede en mi cabeza. Necesito tiempo para llegar a ti. Y tú te irás, con ese movimiento de caderas que me vuelve loco, pero jugando con nuestras miradas, insinuándome finalmente que puedo entrar. Sólo quiero probar(te).