C
Claudia Winchester


Aimée Blanchard es una sonriente chica que junto a Betty, su mejor amiga, decidió estudiar Diseño Gráfico en la Universidad de Central City. Para el tercer semestre, al tomar una clase sobre Leyes Comerciales, Aimée se tropieza con un chico de camiseta roja que atrae toda su atención, pero en un principio no se atreve a hablarle por miedo a ser rechazada. Un relato lleno de puñetazos, patadas voladoras, llaves a los brazos y moretones, complementado con una buena dosis de rock, tequila, vino tinto y personajes que convertirán la historia de Aimée Blanchard en un camino cuyo recorrido puede ser cualquier cosa, menos tranquilo.


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Capítulo 1.

—Allen.

—Presente.

—Asher.

—Presente.

—Black.

—Presente.

—Blanchard.

—…

—Blanchard…

—…

—¡Aimée Blanchard!

—¡Presente!   


Era el primer día del tercer semestre de clases, y la segunda clase a la que Aimée llegaba tarde. Técnicamente, el profesor Garber podía sacarla del salón por retrasarse, pero ella tenía un talento especial para hacer que la gente no la perjudicara, así que cuando entró corriendo y miró al profesor con ojos de borrego tierno, nada sucedió.


Bueno, no exactamente.


Mientras Aimée buscaba dónde sentarse, se tropezó con una de las sillas, donde estaba sentado un chico de camiseta roja, chaqueta negra, piel blanca de esculpido mármol, perfecto cabello castaño claro e impactantes ojos verdes. Qué clase de espejismo era, ¿un modelo? ¿Existían chicos así en la Universidad de Central City? ¿Por qué no lo había visto antes?


Aimée no tuvo mucho tiempo para quedarse mirando al chico de rojo, pues cuando estaba a punto de disculparse con él por tropezar, el profesor Garber se aclaró la garganta de manera ruidosa. —Señorita Blanchard… ¿podría sentarse de una buena vez? Ese cabello verde me encandila los ojos, y los necesito para seguir pasando lista. —Toda la clase se rió, excepto Betty. Vaya, el chico de rojo tenía una hermosa sonrisa. —Lo siento, profesor. Continúe. —Tratando de no tropezar con nadie más, Aimée se abrió paso entre las filas hasta la silla que su amiga había reservado para ella. —Aims, ¿qué tienes? Llegaste tarde a esta clase también —susurró Betty. —Lo siento, B. No sé qué me pasa hoy. —El profesor Garber continuó pasando lista, mientras Betty murmuraba algo que Aimée no se molestó en escuchar.


—Seward. —Betty levantó la mano. —Presente. —Siguió hablándole a Aimée como si nada, sin darse cuenta de que ella no había oído ni una sola palabra. Cuando por fin lo notó, Betty le dio una palmada a su amiga en la parte de atrás de la cabeza. —¡Aims! ¿Me estás oyendo? —Sin esperar una respuesta, Betty supo por qué su amiga no estaba escuchándola. —Claro. Estás mirando al chico de rojo.


Sí. Después de sentarse en su puesto, Aimée siguió mirando al chico de rojo mientras sonreía como una tonta.


—B, ¿quién es él?

—No tengo idea. De hecho, no conozco a nadie. ¿De verdad crees que haber tomado la clase de Leyes Comerciales fue una buena idea?

—Claro que fue una buena idea.

—Aims, somos las únicas de Diseño, todos son de Leyes o de Ciencias Forenses.

—Eso no es malo. Dijiste que teníamos que conocer gente nueva.

—Pero no así.

—B, cuando no estamos aquí, estamos trabajando. No tenemos amigos fuera del bar, y se supone que salimos de Short Hand City para conocer personas. Ésta es una forma.

—Bueno, tienes un punto. Pero no vas a poder conocer a nadie si no eres capaz de hablar y te quedas mirando a los chicos lindos como una idiota.

—Cállate.

—Me callo. Pero sabes que es cierto. Ahora haz silencio tú, Garber tiene fama de estar loco, y si nos oye hablando, es capaz de avergonzarnos delante de todos.


Después de dos horas en las que sorpresivamente la clase estuvo aburridísima, las dos chicas salieron del salón. Betty había tomado notas de todo lo que escuchó, pero Aimée… Aimée no hizo más que dibujar en su libreta cada expresión facial del chico de rojo, y si le hubieran preguntado qué tema se discutió en clase, no habría sabido la respuesta. Pero no le importó. De hecho, habría garabateado por más tiempo. Y Betty lo comprendía sin juzgar.


Aimée siempre fue la chica extraña en la escuela, y cuando llegó a la universidad, eso no cambió. La única que entendía sus rarezas era Betty, pues se necesitaba una chica rara para encontrar otra, y ella, con su cabello violeta y su estilo pin-up para vestir, tampoco encajaba mucho entre las personas normales. Por eso las dos se entendieron tan bien. Al momento de entrar a la universidad, las dos llevaban cuatro años de conocerse. Ambas tenían tan buenas notas, que Aimée dio el discurso de despedida en su ceremonia de graduación, y Betty obtuvo becas en cinco universidades diferentes, incluyendo dos en Europa. Pero cuando se encontraron la una a la otra, supieron que iba a ser muy difícil separarse, por lo que decidieron estudiar lo mismo y empezar de nuevo en otra ciudad, y para eso no había otra mejor que Central City.


La siguiente clase en el horario era una de las favoritas de Aimée: Historia de la Música. Sabía que la amaría, y no sólo por ser una de las que le permitía conocer gente nueva. También podía aplicar conocimientos de algo con lo que ella se ganaba la vida.


Aimée cantaba y tocaba varios instrumentos. Y era bastante buena en eso. Cuando no estaba estudiando, trabajaba junto a Betty en un pequeño bar de Central City, llamado “The Stockpile”. Todos los que trabajaban en el bar eran como una pequeña familia, y cuando oyeron a Aimée cantar por primera vez, de inmediato la aceptaron en la banda que tocaba cinco noches a la semana en el lugar.


Aimée nunca iba a llegar tarde a una de sus clases favoritas, y antes de que iniciara, se sentó junto a Betty en la primera fila del salón. Y como si tuviera poderes telepáticos, invocó a la cereza del postre en el primer día de clases del tercer semestre cuando vio entrar al chico de rojo al salón y estuvo a punto de desmayarse.


—Oh, vamos. —Betty no podía creerlo. Nunca había visto a Aimée tan distraída por un hombre, y aunque le parecía gracioso, también era extraño. Su mejor amiga, a pesar de que alguna vez se había sentido atraída por uno que otro chico, nunca había estado tan interesada en alguien de esa forma, y la aparición de aquella maravilla de rojo, si bien era inusual, había sido entretenida. Betty no sabía explicar por qué, pero le alegraba ver a Aimée interesada en algo más que estudiar y trabajar.


Y si ese interés adicional era el chico de rojo, Betty no pensaba oponerse a eso.

Aug. 15, 2017, 1:01 a.m. 1 Report Embed Follow story
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Ren Garlet Ren Garlet
No se como lo hiciste pero me enrede en esta historia
December 19, 2018, 01:39
~

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