«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir. Mi mujer, Felisa, preguntó de qué deporte estaba hablando. Le respondí que de lanzamiento de jabalina. «¿Desde cuándo te gusta el lanzamiento de jabalina, querido?».
«Desde que quedo con Teresa» debería de haberle contestado, pero me mordí la lengua. Le había dicho que bajaba un rato al bar a echar una caña para hacer hora, pero que la cosa se me había complicado. Colgó enfadada, habíamos quedado en salir a cenar.
Teresa, “el árbitro”, dio comienzo a esos minutos de prórroga.
Thank you for reading!
We can keep Inkspired for free by displaying Ads to our visitors. Please, support us by whitelisting or deactivating the AdBlocker.
After doing it, please reload the website to continue using Inkspired normally.