saphandsnow Snow Scissors

Valeria acaba de cumplir quince años, y su vida siempre ha sido la misma: un hogar perfecto y rodeada de gente perfecta. Hasta que un ligero cambio se transforma en una pendiente que la lleva cada vez más hacia el abismo y se ve obligada a escapar de su hogar. Con un destino tan oscuro e inhóspito como el mar que baña las costas de su pueblo, la única luz de Valeria será Arlen, un joven hijo de piratas con gran curiosidad y sed de conocimiento, quien está dispuesto a todo por conocerla realmente. Aunque ninguno de los dos imagina todo lo que se avecina. ¿Serán capaces de sobrevivir a las sombras?


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Prólogo.

La luz de sol entraba por el ventanal a unos metros de la mesa. La pluma y el papel aguardaban a ser utilizadas, mientras la pizarra exponía las notas a tomar. El profesor estaba sentado, en silencio, leyendo sus pergaminos. Pese a la emoción que había sentido esa mañana, el estudiante no podía enfocarse en la clase. Él solo tenía ojos para el mapamundi que se encontraba en la pared contraria al ventanal de colores. Inmenso, casi intimidante. Apenas podía ver la pequeña mancha a la que llamaba hogar, en el medio del océano del sureste. Nada más en kilómetros. La primera tierra que podía encontrar era el territorio volcánico de Agvuur al este, y las costas próximas a Forsdae al oeste. Y al sur...

—Profesor.—Dijo impulsivamente. El hombre bajó los pergaminos con velocidad y miró al muchacho por sobre su pequeños anteojos.—¿Qué es esa mancha negra al sur del mapa? ¿Está quemado?—Su profesor se levantó con un quejido del asiento, se acercó al mapa con tranquilidad y luego volteó para ver a su alumno.

—Eso, joven, es algo que aprenderá cuando haya terminado su prueba de ingreso a la Academia.—El chico suspiró, y volvió a mirar el papel.—Pero...-Volvió a alzar la vista.—Es mejor advertirte sobre los peligros de nuestro mundo.—Le hizo un gesto para que se levantara de su asiento, y él lo hizo de inmediato.—Esto, alumno, es la niebla de Arkait'ma. ¿Puedes ver estos trazos?—El chico se acercó más, y aunque le costó al principio, se dio cuenta de que habían islas bajo la niebla.

—¿Está habitada?—Preguntó con curiosidad y asombro.

—No, claro que no.—Respondió el profesor con una pequeña sonrisa divertida.—Antes esas islas eran conocidas por ser una tierra de comercio. Gente de todo el mundo se reunía allí. Pero hace mucho tiempo, más del que he vivido, fueron reclamadas por la niebla, matando a todo ser vivo allí.—Impresionado, el chico observó con detenimiento la longitud de la niebla. Un par de kilómetros más, y su hogar habría sido absorbido por ella. Sintió un escalofrío, y respiró profundamente para sacarse una extraña sensación de encima.

Volvió a su clase pese a tener más dudas que respuestas. Se obligó a concentrarse, y terminó sus anotaciones justo antes de que las campanadas que denotaban el cierre de la institución sonaran. Guardó sus cosas, dejó la pluma en el escritorio y se acercó a despedirse de su maestro.

—¿Cuándo será la próxima clase?

—A la misma hora el viernes. Tienes la oportunidad, Zennaro. Espero buenas cosas de ti.—Y con un apretón de manos, el jovencito se retiró del aula para volver a casa.

Recorrer las calles de adoquín era algo automático. La zona donde vivía, aunque precaria, siempre tenía un espectáculo nuevo para ofrecer. Tal vez aquella mancha de sangre en el suelo era nueva. Le gustaba ver el muelle, a poca distancia de él. Barcos en mal estado, maltratados por el tiempo (y por piratas también) descansaban anclados aguardando la próxima aventura suicida. Apretó el paso, pues no era bueno quedarse parado mucho tiempo por esos lares, menos estando solo. Pudo reconocer el barco de su familia, no tan desgastado, cuando llegó a la puerta de su casa. "Genial", pensó "Están en casa".

Abrió la puerta, que rechinó y parecía a punto de caerse, para entrar y cerrarla con cuidado. Escuchó el sonido de pasos apresurados y el momento en el que se detuvieron en seco. Se volteó rápidamente en el momento exacto para evitar un cuchillo que quedó clavado en la puerta.

—Oh, hijo.—Dijo la mujer, de complexión grande y fornida, que acababa de arrojar el cuchillo.—Lo siento, pensé que eras un ladrón. No sabíamos cuándo volverías.—Detrás de ella salió otra mujer, esta un poco más delgada, pero con un par de cicatrices en la cara y una venda en el brazo.

—¡Hola, querido!—Dijo, saludándolo con el brazo vendado.

—¿Qué te pasó, mamá?—Preguntó, más molesto que asustado. Dejó su bolsa junto a la puerta para correr a revisar la herida.

—Oh, ¿Esto? No es nada. Deberías ver cómo quedó el otro tipo.—Respondió con una sonrisa, mirando con orgullo a su pareja. Ambas rieron con complicidad.

—Deberían tener más cuidado, no quiero que algún día una de ustedes vuelva para decirme que apuñalaron a la otra...—Ambas volvieron a mirarse y luego soltaron una carcajada al unísono. La mujer más bajita se acercó a él.

—Cariño, no te preocupes, nosotras somos fuertes.—Dijo, con un tono extrañamente dulce y amable. Pese a que no dudaba de eso, suspiró con hastío.

—Exacto, y para eso te criamos, Arlen. Para que puedas enfrentar a cualquiera, sea un niño de tu edad, o un kraken.—La mujer fornida se acercó y le palmeó la espalda, lo que le sacó el aliento.

—Esos están extintos, mamá...

—¡Nunca se sabe!—Replicó ella. El muchacho suspiró, y volvió recoger su bolsa. Se dirigió a la escalera por la que habían bajado sus madres.

—Estaré un rato en mi cuarto, ¿Sí?—Ambas asintieron.—Recuerden que si quieren entrar, toquen, por favor...—Dijo con cansancio, como si ya lo hubieran hecho decenas de veces. Sus madres volvieron a asentir con cierta pena en el rostro, y él se retiró.

Por fin en su habitación, dejó la bolsa sobre su cama, la abrió para sacar los pergaminos y ponerlos en un cajón de su escritorio, que se encontraba junto a la cama, estratégicamente puesto por él bajo la ventana. Cuando todo estuvo en orden, se dejó caer sobre el colchón y, mirando al techo, suspiró para luego ponerse sobre su costado y entregarse de lleno al sueño.

Un sueño... Lleno de niebla.

Oct. 20, 2021, 12:15 a.m. 0 Report Embed Follow story
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Meet the author

Snow Scissors ¡Hola! Soy Snow, una lectora y escritora fanática de las buenas aventuras, fantasía y personajes entrañables. Tengo 22 años, y estoy buscando compartir mis ideas con otras personas. ¡Espero llevarnos bien!

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