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milagros


María Emilia Rivera a punto de perder a su hermana se encuentra con una propuesta que podría salvar su vida. ¿Te acostarías con un hombre para salvar la vida de tu hermana a cambio de dinero? A pesar de su juventud de 20 años y virginidad, acepta. Han pasado 16 años, ella se convierte en lo que nunca pensó. Es una mujer con poder, y cuando puede se venga de cada hombre que pueda meter a su cama para hacer lo que le hicieron a ella por primera vez, sin embargo, las cosas pueden cambiar cuando aquel hombre REGRESA A SU VIDA intentando entrar a su corazón al punto donde ella nunca imagino, tratando de reparar el daño que le causo. ¿Podrías enamorarte del hombre a quien vendiste tu cuerpo hace 16 años?


Erotica For over 18 only.

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La propuesta

¿Cómo se sigue después de tanto dolor? En estos últimos meses mi vida no deja de ser truenos que caen y destrozan lo primero que ven, todo se aferra a mí ¿Qué más puede sucederme? Mis padres fallecieron hace tres meses y lo único que llegan a mi casa son deudas, y más deudas que son inalcanzables de pagar.

El enorme departamento que tenemos en Buenos Aires, que se encuentra en el barrio de caballito de la ciudad autónoma (Buenos Aires Argentina) es inmenso para nosotras dos, porque la vida que nuestros padres nos dieron es imposible de pagarla sin ellos vivos.

Hace unos pocos días cumplí mis 20 años y la verdad que no me emociona un poco, mucho menos cuando tengo que terminar de pagar la universidad, mi último año de la carrera “preparación de eventos” y con mi sueldo de recepcionista no me alcanza, debo trabajar más horas de lo normal para poder llegar a fin de mes y a si estoy, ojerosa, con pocas horas de sueño y haciendo cuentas todo el tiempo con todo lo que debo pagar.

Trabajo de recepcionista hace un año y medio en el microcentro de Capital federal, a tres cuadras del obelisco, y gracias a ello estoy manteniendo a esta pequeña familia de dos, solo me queda mi hermana Elizabeth, que apenas tiene 17 años y está en su último año del bachillerato.

Si todo era un caos, no se imaginan lo que aún falta, parece que todo lo que gira a mi alrededor es malo, ni siquiera puedo ver a mis amigas del bachillerato porque sus vidas son el espejismo de lo que era la mía y ¡Mierda que no lo supe aprovechar!

No soy capaz de llorar a mis padres, porque cuando las olas parecían calmar la sudestada llega.

Elizabeth no se encuentra bien hace unos días, respira mal, yo creo que es por su asma, por todas estas cosas que comenzaron a cambiar de un día para el otro, sin embargo, empeoran.

Es lunes mi semana laboral comienza y de la peor manera, con un llamado de la institución de Elizabeth, se descompuso haciendo deporte en clases, así que la llevaron rápidamente al hospital más cercano de clases, no tengo opciones debo pedirle permiso a mi jefe para poder retirarme y ver que sucede. Salgo del trabajo, casi a las corridas, me tomo un taxi hasta el hospital, llego, entro corriendo, la cara de los profesores y tutores de clases no son buenas, algo está pasando.

Sale un médico con cara de preocupado.

—¿Familiares de Elizabeth Rivera?

Me levanto del asiento de espera preocupada.

—Aquí estoy.

—Venga conmigo por favor, debemos hablar.

Me dirijo con el Doctor, me da una charla previa y me muestra el problema que encontraron con Elizabeth, necesita una medicación y operación, al parecer su corazón no está respondiendo como debe, ¿Qué más puede pasarme? Trago mis lágrimas, sé que todo esto que está pasando en algún momento debe terminar, sin embargo, eso parece estar más lejos de lo que pensaba.

—Doctor ¿Cuándo cuesta toda la operación?

Traga saliva, cruza sus dedos y me mira fijamente.

—Eso es lo complicado, el medicamento que necesita Elizabeth es muy caro.

—¿De cuándo estamos hablando?

—250 mil dólares.

¿Qué? ¿Qué dijo Doctor? No sé cómo responder, ni vendiendo mi departamento llego a ese monto ¿y ahora? Él trata de explicarme, sin embargo, no dejo de pensar, en que voy a perder a Elizabeth, que no dejo de recibir malas noticias, y sobre todo que puedo perder a lo único que me queda, mi hermana ¿Qué hago? Estoy desesperada, ni siquiera sé cómo voy a decirle a mi hermana que ese dinero no tengo ni en mis sueños.

Me voy, salgo de ese hospital corriendo, no puedo más, siento como mi luz se apaga ¿Si la pierdo? ¿Qué hago? Mi cabeza no deja de hacerse preguntas, siento que todo ese castillo se derrumba cada día más.

Regreso, entro a ver a mi hermana, quien no deja de sonreírme ¿Cómo puedo vivir sin ella? Elizabeth es lo único que me queda, y solo le miento en la cara, le digo que va a estar una semana en observación que debo abandonarla por la noche por mis horas de trabajo, pero que estaré para ella el resto del día. Elizabeth me sonríe, ella no tiene la menor idea de lo que está sucediendo, de hecho, no tenemos a nadie que nos preste ese dinero.

Después de varias horas cuidándola en el hospital voy al trabajo, me dirijo hacia el microcentro, “Hotel Málaga” llego destrozada, de todas esas lágrimas que derrame mientras tome el bus al trabajo y dejo de pensar por un momento en que puedo perderla, ahora el plan es pedir ayuda a todos esos amigos que puedan ayudarme.

Mi turno de trabajo es nocturno, el horario que menos pasajeros transitan, o que solo entrego llaves después de que regresen de algún paseo o fiesta nocturna, así que comienzo a hacer la lista. Empiezo por la familia materna, luego con la paterna y aun así parece que es una locura poder llegar a juntar tanto dinero, no dejo de pensar, en pedir ayuda, una campaña en redes sociales. Termino con la lista, las puertas de la entrada principal se abrieron.

Levanto la mirada, dejo de escribir.

Se asoma un hombre de traje azul, elegante junto a dos hombres que lo acompañan, puedo oler su perfume de marca importada a la distancia, su traje de alta costura, hasta que me mira ¡Qué hermosos ojos! Este hombre es increíblemente atractivo.

—Buenas noches, necesitaríamos dos habitaciones —dice con una voz ronca.

Sonrió, trago saliva olvidándome de mis problemas y contesto.

—¿Single, Doble o Triple?

Se acomoda su corbata roja, regresa a mirarme con sus ojos imponentes, azules.

Oh, dios mío.

—Una single, la mejor que tenga, para mis guardaespaldas y chofer una doble ¿puede ser?

No puedo respirar ¡Mierda! María Emilia concéntrate.

—Sí, abona con ¿efectivo o tarjeta?

—Tarjeta.

—Ok —giro buscando la llave nerviosa, las agarro y regreso a mirarlo— Aquí las tiene, para usted la suite, 909, noveno piso, y sus acompañantes, la 807 octavo piso, antes debe firmar una planilla y abonar el 50% de la noche.

Su voz gruesa responde.

—Abonaré las tres noches al completo ¿Puede ser?

—Si, no hay problema.

¿Por qué me hace poner tan nerviosa? Firma los papeles y sube el ascensor mientras trato de recuperar mi respiración, ese hombre me ha dejado sin respirar ¿Qué te pasa María Emilia Rivera? No eres así, soy capaz de avergonzarme de mis actos. En mis veinte años de vida, nunca he tenido novio, nunca ningún hombre me ha dejado sin aliento, sin embargo, este hombre de aproximadamente treinta años me dejo sin bocado alguno. Mire sus datos en el papel que firmo, decía: Amancio Nicasio Ortega, nacionalidad Argentina, pero la dirección era de España ¿Qué estoy haciendo? Por un momento he dejado mis problemas atrás para pensar en este hombre, pero ya no puedo perder el tiempo, tengo que pensar solo en Elizabeth.
Tuve una noche dura intentando contactarme con algunos familiares y fue un tremendo fracaso, esto me está desesperando, pienso en vender el departamento para al menos tener un poco de dinero, sin embargo, me va a faltar mucho más, dejo mis estudios postergados durante esta semana, no puedo seguir estudiando en el medio del caos, intento dormir al menos dos horas y me voy a cuidar a Elizabeth el resto del día.

Otro día perdido, regreso a mi trabajo, hablo con mi jefe y lo único que me contesta que solo puede darme un préstamo de tres mil dólares, ni siquiera llega a cubrir nada con ese dinero, lo peor de todo es que pagaré esa deuda durante diez años ¿Cómo viviré el resto del día?, se viene otra noche sin poder dormir en el trabajo, contando las horas que me quedan para juntar dinero. Comienzo a pensar en otras alternativas, una de ellas es “campaña de donación” pedir ayuda donde sea para lograr esto, así que uso la computadora del trabajo, comienzo a escribir y de pronto ese perfume que ayer me volvió loca regresa a aparecer.

—Buenas noches.

Dejo de hacer mis cosas, lo miro, otro de sus trajes elegantes puestos, me mira.

—¿Puedo pedirle un café? —pregunta.

—Si, mi compañera Analía ahora mismo se lo hace, puede esperar en el living del salón.

—La espero entonces.

Analía se acerca y me mira.

—¿Qué pasa María Emilia?

Miro un momento al caballero y luego a mi compañera.

—Me pidió un café ¿Puedes hacerlo?

—¿Otra vez? —se ríe despacio.

La miro sin entender.

—¿Qué pasa?

—Ayer me pregunto por ti —susurra— Parece que el hombre de traje está loco por ti.

—No tengo tiempo para mirar hombres con el caos de mi cabeza ¿Puedes hacerle el café? —vuelvo a preguntarle.

—Sí, quédate tranquila.

Analía le hace su café y se lo entrega, sin embargo, a mí es a quien no deja de mirarme, no puedo evitar ponerme incómoda, no voy a mentir que es un hombre super atractivo, desde su barba, su cabello lacio castaño, con un cuerpo modelado y unos ojos azules que me hace temblar. Termina su café, le paga a Analía y sube el ascensor.

Otra noche que se acabó, ahora quedaba otra noche más para preparar su campaña, así que regrese a dormir esas pocas horas y cuidar a Elizabeth.

Llegue al hospital a la hora del mediodía, pero lamentablemente el doctor se acercó a hablarme nuevamente, me dijo que esta operación tendría que hacerse rápido, pero sobre todo comprar esa medicación tan cara, y si no lo hacía rápido temía que la perdiera ¿Por qué dios mío? Ahora sí que no hay tiempo, le miento a Elizabeth, diciéndole que pronto la operaran, cuando apenas lo único que tenía en el banco era mi sueldo que recién cobre.

Última noche de trabajo, ya que mi día libre de franco se acercaba. Regrese a casa después del hospital, me bañe, me puse el uniforme de trabajo y fui rápidamente para el Hotel Málaga, tenía que aprovechar esta última noche para hacer la campaña y luego trabajar durante todo mi día libre.

Pasaron alrededor de tres horas, ya eran las doce de la noche, un horario super tranquilo, así que aproveche que Analía estaba trabajando en el otro escritorio para comenzar a hacer los posteos para pedir ayuda en esta campaña que iba a hacer para poder comprar la medicación y realizar la operación de mi hermana. Se hizo la una de la mañana, un silencio eterno en pleno sábado a primera hora de trabajo, pero el ascensor se abrió, otra vez este hombre de traje bajando, se acerca a Analía y le pide nuevamente un café mientras yo seguía haciendo cuentas al respecto. Pasaron quince minutos, Analía se acercó a mí y me indico que se iría al baño, pero este hombre se acercó a mí.

—¿María Emilia? —observando mi cartel junto a mi nombre.

—Si —sonrió— ¿Qué necesita?

—No voy a mentirle, esta es mi última noche aquí, pero no he dejado de observarla.

Trago saliva, comenzando a ponerme nerviosa.

—Hace exactamente tres días que la veo haciendo cuentas, tengo una propuesta.

Muevo mis labios, nerviosa, abriendo más mis ojos verdes.

—¿Medio millón de dólares le alcanza? —pregunta.

—¿Cómo? —Digo sorprendida.

—Le ofrezco medio millón de dólares, a cambio de que pase una noche conmigo.

—¡¿Qué?! —contesto casi a los gritos, frunciendo mi frente.

—¿No necesita dinero? Solo será una noche y sus problemas serán resueltos —contesta arrogante.

Se me cae el bolígrafo que tengo en mis manos, me quedo algunos segundos casi sin poder respirar, no puedo creer lo que estoy escuchando ¿Medio millón de dólares? Estoy desesperada, llevo tres días sin poder dormir y acá tengo el dinero rápido ¿Qué hago? ¡Que alguien me ayude! Muero por salir corriendo gritarle que NO, pero no puedo, tengo la solución a mis problemas, perdóname mamá, perdóname papá, voy a bajar mi cabeza, voy a hacer algo que ustedes no me dejarían hacer, es hora de responder.

Trago saliva, cierro mis ojos, regreso a mirarlo y contesto lentamente, con mi voz baja.

—Acepto

Le dije con lo poco que quedaba de mí, mientras él sonríe en la gloria.

—Quiero que el dinero sea depositado inmediatamente a mi cuenta bancaria.

—Es un hecho señorita.

Aug. 21, 2021, 10:15 p.m. 0 Report Embed Follow story
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