0
177 VIEWS
In progress - New chapter Every 15 days
reading time
AA Share

Capitulo 1. Parte I

¿Por qué era tan complejo el amor?, ¿Cómo conquistar a un amado?, ¿lo determinaba la belleza, el carisma o algún artilugio mágico poco conocido? Esto iba y venía en la mente de Gelieft, un joven granjero de Bësch, un pueblo costero de Schwam. Estaba enamorado, Verrot era la pretendiente, una joven del mismo pueblo, y a duras penas conocida de Gelieft.

Este era el anhelo de Gelieft, el amor, el amor de su querida amada, pero no era algo sencillo de conseguir. Pero el muchacho era optimista, también amaba los desafíos, “no hay que conformarse con lo fácil” decía cuando ayudaba a alguno de sus vecinos, “sólo los fuertes logran lo más grande” cuando quería demostrar su valentía. No importaba si era verdad lo que decía, el temor o las dudas nunca se salían de sus miembros, pero el orgullo y la gloria eran más poderosos en él.

Estaba recostado en un ombú, acariciando los verdes pastos, bajo la sombra del majestuoso árbol. Se encontraba lejos del pueblo; estaba cansado del arado y el trabajo campestre. Esta era su vida, conocer las estaciones, saber cuándo se aproximaba la lluvia, conocer de cultivos y sus debidos cuidados. Esto era por amor, tradición y supervivencia; la suerte de los pueblos pacíficos que nada buscaban de las guerras o las conquistas.

Hasta que escuchó a lo lejos el llamado de su madre –¡Gelieeeft!– ­y rápidamente se dirigió hacia ella. Gelieft era ágil, un incansable corredor y saltador del complejo terreno. En el camino saludó a algunos conocidos, no olvidando el llamado de la madre. A lo lejos la divisó, delgada, menuda de hombros, castaña de cabellera, con una larga trenza hasta el final de la espalda y una gran belleza materna. Avanzó hasta tenerla al frente.

Madre: ¿Dónde estabas?, ya es hora de que abra el mercado, tienes que vender lo que conseguimos en esta cosecha… también hice algunos quesos y panes, intenta cambiarlos por algunos Nords de plata… se responsable por favor, tengo muchas cosas que hacer para preocuparme por ti.

Gelieft: ¡Sí! ¡Ya verás que venderé todo!

Madre: Ah, y una cosa más, lleva a tu hermano, hay que enseñarle el oficio, ya que dentro de poco no vas a estar. Alguien tiene que encargarse del puesto del mercado.

Gelieft: ...Bueno… le voy a enseñar todo lo que sé, ¡aparte es un chico que tiene futuro en los negocios! jaja.

La madre dejaba entrever una pequeña sonrisa, acarició la mejilla de Gelieft y volvió a la casa para buscar a su hijo más pequeño, el acompañante de Gelieft, un joven de 12 años, alto, pelo castaño y bastante delgado, con un gran carisma como su hermano.

Madre: Suerte… los amo a los dos.

Ambos hermanos se retiraron después de un corto abrazo de la madre. Eran bastante unidos, sus gustos por la aventura y la exploración se entrelazaban, su relación era más fuerte que con sus otros hermanos; tres mujeres y un bebé varón recién nacido. Se llevaban bien debido a que eran los “hombres de la casa” pues su padre pertenecía al ejército Kedonio, un imperio que reclutaba soldados de otras naciones, prometiendo buenos sueldos para las familias; si el soldado lograba permanecer 25 años en el servicio se le entregaba la ciudadanía kedoniana; un gran salto para la vida de un campesino, pues no solo era la ciudadanía, al llevar a cabo increíbles actos de valentía; probando su fuerza, también era posible alcanzar la nobleza kedoniana. Gelieft estaba en sus 16 años, por lo que le tocaba probarse en el ejército o mantener su vida de campesino.

En el camino, entre charlas de hermanos, Gelieft reconoció un aroma, una delicia que exaltó sus fosas nasales, pues este olor lo mantenía despierto noches enteras, era Verrot, posada suavemente en un árbol, la brisa acariciaba sus dorados cabellos, expulsando esta fragancia dulce y sutil que solo ella tenía. ¿Qué flor única será? ¿Era el aroma de los dioses o alguna deidad del infinito?. Y sus ojos, bañados por la hermosura del sol, era una mirada potente, que penetraba el alma de cualquier jovenzuelo en la flor de la edad. Verrot era así, con su blancuzca piel y contornos perfectos encandilaba a cualquiera de sus presas. Su voz tampoco se quedaba atrás, pues resonaba como un león enternecido por la belleza; era un sonido fuerte, profundo, autoritario, romántico, con una agudeza femenina particular y con tantos adjetivos que la memoria no resistiría caer ante ella.

O esto es lo que pasaba por instantes en la cabeza de Gelieft, tal era el efecto que Verrot ejercía sobre él. Ella se acercó, saludó al hermano de Gelieft y con una feroz mirada apuntó hacia él.

Verrot: Hola... Geli...

Verrot intentó disimular que había olvidado el nombre de aquel vendedor de pan, era un buen producto el que vendía, por eso lo recordaba.

Gelieft: H-Hola. Verrot, tanto tiempo jaja…

Verrot: Nos vimos ayer, te llevé algunas verduras de tu puesto, ¿tan fácil te olvidas de mí? !y eso que hace mucho que nos conocemos¡

Gelieft: N-no no, ¡por supuesto que me acuerdo! ¡a las chicas lindas no se las olvida!

Verrot sabía que este joven estaba locamente enamorado de ella, no era el primero ni el último; a ella no le interesaban esas cosas, era mucho más sencillo no tener compromisos, aunque reconocía que la lujuria era redituable, de este muchacho se podían conseguir algunos bienes o cosas que le sirvieran. Sagazmente apuntó su mirada hacia las cosas que llevaba el indefenso joven, acercándose de un corto salto, mirándolo de frente y sumamente cerca.

Verrot: ¡Hoy hiciste el pan que me gusta! ¡Que bueno! ¡ya lo extrañaba!... pero te debo lo de ayer… que lástima.

Gelieft: Ahhhh eso, no hay problema jaja, solo fueron algunas verduras, ¡en mi granja tenemos muchas! ¡no hace falta que pagues!

Verrot: ¿¡En serio!? ¡Gracias! siempre siendo bueno conmigo, toma, te voy a dar esto, pero no le cuentes a nadie.

Verrot acercó sus carnosos labios a la mejilla de Gelieft, dejando una marca húmeda, tanto en su piel como en su alma. Gelieft fue derrotado completamente.

Gelieft quedó estupefacto, era algo que no esperaba, algo que añoraba mucho, y al fin se le había cumplido. Lastimosamente su poca experiencia dejó en evidencia su triste situación, había sido conquistado por la irracionalidad. Expulsó una estúpida risa nerviosa.

Gelieft: Ja-jjjajaj… N-no, ¡no se lo diré a nadie!

Verrot dio una sonrisa de punta a punta.

Verrot: ¡Oh! ¿Y también me podrías dar un poco de ese pan?, ¡lo haces tan bien que no me puedo resistir!

Gelieft entorpecido por el encanto de la damisela le entregó dos panes completos, todo por un par de halagos y sonrisas, aunque fue un cambio que valió completamente la pena, por lo menos eso creía él. Aunque su pobre hermano no creía lo mismo.

Después de esto, 3 hermosas jóvenes se acercaron casualmente. Eran lideradas por Flott, una hermosa chica de ondulados cabellos castaños y ojos tan verdes como las esmeraldas pulidas; llevaba su clásico vestido rosa, pero en esta ocasión también traía una bella flor morada reposando en su oreja.

Verrot: ¡Flott que bueno verte!

Flott: ¡Verrot! Que bueno verte por acá.

Aunque las chicas se hablaran amistosamente, sus palabras escondían el intenso odio que sentían. Cada diálogo de ellas era inevitable que se volviera una batalla de damas. Eso era justo lo que estaba por ocurrir, pues Flott sólo se acercaría a Verrot con intención de humillarla con cualquier cosa.

Con delicadeza, Flott se acomodó un mechón cercano a la flor. Nadie hizo ningún comentario, por lo que Flott lanzó una mirada a las dos chicas que le acompañaban.

Amiga 1: ¡Recién me doy cuenta! ¿De dónde sacaste esa flor?

Amiga 2: No parece una flor que crezca en este bosque.

Flott: Ah ¿Este pequeño accesorio? Mi PROMETIDO, el siguiente JEFE DE LA ALDEA, me la trajo del territorio Zhestokiyano. Ya saben, es una flor extremadamente rara y valiosa por estos lugares. Él mismo tuvo que luchar contra un par de bestias para traer tan sólo esta flor.

Verrot: ¡Vaya qué espléndido! Aunque prefiero la flora más local.

La joven habló con una sonrisa en el rostro, sin embargo, el iracundo temblor de su ceja izquierda era evidente. Ella intentaba no mostrar su envidia, pero le resultaba difícil; después de todo, el prometido de Flott era el galán de galanes para las jóvenes, y a pesar de que a Verrot no le gustara, esto sólo significaba que cualquier chico con el que ella terminara, sería inferior al prometido de Flott.

Flott: Eso es perfecto, entonces tu novio aquí presente puede conseguirte una flor local.

Verrot: ¿¡Q-Qué el granjero est-!?... Ejem… Jaja, él no es mi novio.

Flott: Oh vaya, perdón me confundí; es que hacen tan bonita pareja. Oh, cierto, tenía que ir a ver a mi PROMETIDO, lo siento, pero me tengo que ir.

Verrot: Tienes razón, es bastante tarde; yo también me voy.

Gelieft: ¿Tarde? Pero si ni siquiera es medio día.

Después de este altercado Gelieft y su hermano continuaron hacia su puesto, pero la concentración no acompañaba a Gelieft, los pensamientos daban vueltas por su cabeza. Ni siquiera notó la triste mirada que le dio su hermano tras la conversación entre aquellas aterradoras mujeres. Gelieft sólo podía pensar en el beso, las palabras de Verrot, y esa flor que traía aquella extraña chica. Pues una simple idea se formó en su mente, una idea alimentada por los sentimientos, la idea de que, si le daba una flor única e inigualable, Verrot sería suya.

Ya en el puesto, los dos hermanos preparan los productos y empiezan a llegar los clientes.

Cliente: Quiero 2 panes.

Gelieft: Claro, son 30 Nords de cobre.

Hermano: Por cada uno, hermano.

Gelieft: Ah, es cierto. 60 Nords de cobre.

Hermano: Cof cof, el descuento, cof cof.

Gelieft: Ehhh… 55 Nords de cobre... Hermano ¿Te importaría atender el puesto un segundo?

Hermano: ...Está bien, pero no te tardes.

Gelieft salió del puesto que tenía ahí montado avanzando hacia la florería que había frente a los puestos. Era atendida por una bella adulta, quien regaba las flores con absoluta tranquilidad, como si hubiera alcanzado la máxima paz posible.

Gelieft: Disculpe señora.

Florista: Dígame joven.

Gelieft: Necesito una flor, la mejor flor que tengas. Tiene que ser una flor tan impresionante que dejé a una chica boquiabierta.

Florista: Oh, pues hace poco vinieron unos viajeros trayendo flores exóticas. Por ejemplo… el hijo del jefe de la aldea compró esta flor morada que sólo crece en el territorio Zhestokiyano.

Gelieft: Eso no me sirve, Verrot quiere una flor local. ¿No hay algo mejor que esa flor pero que crezca cerca?

Florista: No creo que algo así exista.

???: ¿¡Qué tonterías dices!?

De la profundidad de la tienda salió un viejo con el rostro amargado. Venía de una zona de la tienda completamente cubierta de plantas; sin embargo, el viejo se movió con total agilidad evitando rozar cualquier hoja.

Florista: ¡Papá! Deberías estar durmiendo ¿Otra vez viniste a cuidar las plantas?

Padre de la florista: Eso no importa ahora, dime niño ¿Buscas una flor local que sea más impresionante que cualquier flor extranjera?

Gelieft: ¡Sí señor!

Padre de la florista: ¿Conoces la leyenda del dragón que vive en este bosque?

Gelieft: Claro señor, se dice que un dragón protector del bosque vive en alguna cueva del mismo y ese bosque está en nuestro pueblo.

Padre de la florista: ¡El dragón no protege al bosque ni a nuestro pueblo! Son unos idiotas los que cuentan eso… ¡Escucha niño! Hace mucho tiempo 5 héroes se enfrentaron a un demonio, todos murieron menos su mascota; esta mascota era un dragón que a día de hoy se encuentra en la cueva, protege una la preciosa flor que creció en esa misma caverna. Esa flor tiene las almas de los héroes… ¿¡Qué opinas?! ¿¡No te parece una flor espectacular para tu novia?!

Florista: Papá, no hay man-.

Gelieft: ¡¡Es perfecto!! ¡Conseguiré esa flor para ella! ¡Muchas gracias señor!

Gelieft salió de la tienda y volvió a su puesto para continuar con el trabajo. Su hermano notó un cambio, pues en vez de estar babeando como hacía antes, ahora tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras susurraba cosas como “Maté a un dragón para conseguirte esta flor”. Después de la jornada en el mercado los dos hermanos volvieron a su casa cansados y con las ganancias del día, no mucho, pero algo era. Gelieft apenas podía mantener la cordura, tenía que prepararse para la travesía en el bosque. Una vez en casa, le contó a su madre su travesía, aunque ocultando que lo hacía por una flor de leyendas; sólo comentó que iba a cazar algún animal en el bosque y recolectar objetos.

Madre: ¿Irás al bosque? No vayas muy profundo, hay lobos… aunque si matas alguno será una buena experiencia para cuando te vayas a Kedonia.

Su madre no se opuso a su pequeño viaje, pues no era raro que algunos aldeanos busquen en los bosques recursos naturales para vender. El problema era que los aldeanos viajaban en grupo, cosa que la madre de Gelieft daba por hecho, y Gelieft ni siquiera recordó.

Gelieft había preparado raciones para un par de días, un saco de dormir y su tan confiada azada como su única arma. Gelieft preparó todo en una vieja mochila verde llena de parches que perteneció a su padre antes de que este fuera enviado a Kedonia; un destino que él también tendría que enfrentar tarde o temprano. ¿Su vida en Kedonia sería dura? ¿Acaso podría traer a Verrot cuando consiga la ciudadanía? ¿Su familia lo visitaría? ¿Cuántos días estaría lejos de Verrot?... Preguntas y preguntas que bailaban en su joven conciencia. Luego de tantas reflexiones los párpados se le adormecieron, el sueño lo abrazó con tranquilidad, y sin saberlo, desde aquel día no vería el rostro de Verrot en un largo, largo y complicado tiempo.

May 28, 2021, 1:02 a.m. 0 Report Embed Follow story
0
To be continued... New chapter Every 15 days.

Meet the author

Comment something

Post!
No comments yet. Be the first to say something!
~