Hombres y Mujeres somos muy distintos. Habitamos en galaxias, en constelaciones muy diferentes.
Una amiga dice que a pesar de todo por dentro somos iguales: Las mismas pulsiones y emociones básicas, el amor y el miedo, las mismas necesidades , la tarea de armar un proyecto vital que de sentido a nuestras vidas, el anhelo de amar y ser amados, la dificultad de cubrir nuestras necesidades afectivas, los mismos problemas, las mismas últimas y antropólogicas preguntas, la duda de multiplicarnos o no, encontrar con quién hacerlo, los mismos desafíos, la incertidumbre, los enigmas, los jeroglíficos irresolubles, las sombras, la pasión y la euforia, la melancolía y la ausencia, la fuerza y la vis atractiva irresistible de Eros, la implacable ley del deseo, la belleza y la dureza de la vida, la grandeza y la felicidad de vivir junto al drama de la Existencia.
Puede que sea así, puede que compartamos éste mismo denominador común. Pero somos tan diferentes en nuestra biología, en nuestra emotividad, en nuestro registro de emociones y sus variantes, en los cambios de humor, en el alcance exploratorio de la mente, mucho más abierta y fluctuante en el caso de las mujeres que a veces dudo de que esta similitud sea cierta. Además, yo soy hombre, varón. Y para nosotros, la Mujer es y será siempre un misterio. Jamás llegamos a comprenderlas en su totalidad.
La Mujer es más. Ya dije al principio que su mente es más abierta. Abarca espacios más abiertos, más distantes entre sí, insondables,a veces opuestos, antagónicos . El hombre, más simple, más básico, tiende a una realidad más parca, más definida. Sota, Caballo, Rey.
Ellas son a la vez más fuertes y más frágiles. Soportan mejor el dolor, la adversidad, en parte porque no la niegan: Aceptan que están en aguas turbulentas antes que nosotros. El hombre tiende a negar que está en tribulación, hasta que cae desplomado por el Peso.
La percepción cromática es también más amplia en ellas. Perciben más matizes: Verde esmeralda, azul turquesa, rosa pálido.
Y desde luego, la emotividad es mucho más intensa en ellas. Sienten más, sienten más hondo, más profundo. Cuando viven momentos de felicidad, de plenitud, la alegría, el éxtasis, el sentimiento de lo sublime es más marcado. Cuando se van al otro lado, al del dolor, al de la pena, al desamor y la ausencia, su tristeza, su sentimiento de dignidad y orgullo femenino heridos es cósmico.
Somos de verdad tan iguales por dentro?. Nos atraemos para después alejarnos desde la noche de los tiempos. Es una melodía errática eterna. Pero aunque el vínculo sea frágil, siempre en precario, nos buscamos, nos necesitamos, nos atraemos, nos amamos y deseamos hasta que volvemos al distanciamiento, a la entropía. Y vuelta a empezar.
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