Las
Vegas, Nevada, 9:07pm
Golden
Nugget Hotel & Casino
Área
de apuestas.
—Bien,
estamos en Las Vegas, mi pregunta ahora es: ¿por qué no buscamos mujeres lindas?
—preguntó William descansando su mano izquierda sobre el hombro de Trenton, su
amigo.
—
¿Para qué Will? tengo tres a mi alrededor —contestó Trenton altanero y
concentrado en su juego.
—Por
favor Trent, ninguna mujer ha volteado a verte —recalcó William—. Nunca logras
tener a ninguna.
—Uuuuh
—expresó Adam al mal comentario de Will.
—Yo
podría salir con quien yo quiera William y lo sabes —alardeó Trenton
manteniéndose atento a su jugada.
—Apuesto
a que no te ligarías a ninguna chica aquí mismo —continuó debatiendo Will.
—Deja
de molestar —repitió Trenton.
—
¿Qué? ¿acaso no puedes? Vaya, que
desperdicio —expuso.
—Carajo
Will, deja de fastidiar —se quejó Trenton ya irritado.
—Deberíamos
apostar algo, para hacer nuestra estadía aquí más entretenida —sugirió
William—, uno la cumple y los otros dos la pagan.
—
¿Crees que necesito tu dinero? —se burló Trenton con una sonrisa que emanaba arrogancia.
— ¡Rayos
Trent!, es para divertirnos —expresó William—. Buscaré una chica linda y te la
llevas a la cama, pero apuesto a que no podrás hacer ni siquiera eso —siguió
con las burlas y esperó respuesta de Trenton.
—Aquí
hay muchas, ¿para que quiero una en
especial? —se limitó a decir Trenton.
—No,
será la que yo diga, tu siempre puedes ¿no? —retó Will a su amigo. Este último
aprieta el puño de su mano libre— bueno, entonces Adam, la ligas y te acuestas
con ella —se dirigió la al otro de los integrantes de Los Tres Mosqueteros.
—
¿Por qué la que tú digas? Además yo no vine a eso, estoy de vacaciones, solo quiero relajarme —replicó Adam.
—Ese
es el chiste —insistió Will.
—Que
patéticos, solo es de pagarle y ya, total, ¿Quién se niega al dinero? —comentó
Trenton.
— ¡Vaya!
Entonces Trenton si hará la apuesta y se ligará a la chica que elijamos —dijo
Will con aires de triunfador.
— ¿Qué?,
estás loco. Estoy ocupado apostando en Texas Hold’em, así que pueden
irse a otro lado donde no me molesten, si quieren tener sexo vayan y háganlo
con la persona que se les pegue la gana —contestó Trenton, atento a la jugada,
ya que casi ganaba esta ronda.
— ¿No
que es demasiado fácil? Tienes que hacerlo —comentó Will, más que una apuesta
sonó como una orden.
—Deja
de molestar —pidió Trenton por milésima vez, dando una mirada pesada a William,
y regresó la vista a sus cartas rápidamente, ignorándolo.
—Te
apuesto unas vacaciones al año durante el resto de nuestras vidas en mi cabaña
que tanto te gusta —ofreció William.
—Las
veces que quiera —pidió Trenton.
—No,
solo una vez —negó William, seguro de que Trenton aceptaría.
—Si
pierdes tendrás que ceder a vendérmela junto con todo el terreno y a mitad de
su precio original —propuso Trenton dejando sus cartas sobre la mesa y mirando
fijamente a Will.
— ¿De
verdad vas a apostarle esa cabaña Will? —preguntó Adam quien estaba
sorprendido.
—Adelante
William Zayas, tienes toda mi atención —articuló Trenton con una sonrisa de lado,
confrontándolo.
—Si
yo gano, me quedo con mi cabaña, te olvidas de las vacaciones que te ofrecí y..
—se detuvo para hacer más emocionante la apuesta.
—¿Y?
—remarcó Trenton cuestionándolo.
—Me quedo
con tu rancho en Texas y mis gemelas favoritas Harley, además de la roja—soltó
de golpe Will. Trenton se burló.
—El
rancho y si quieres uno de los Porsche, puede ser también la roja, eso equivale
un poco más de la mitad del precio de la cabaña, pero mis gemelas no las tocas —contestó
Trenton.
A
este punto los dos se miraban fijamente, tenían una mirada de niños pequeños
desafiándose.
—Me conformaré
con la roja.
— ¿Es
una apuesta? —preguntó Trenton. Will lo pensó por unos segundos y luego
extendió la mano hacia Trenton.
—Es
una apuesta —confirmó Will.
—
¿Que? Claro, apuestas de millonarios, el rico siempre humillando al pobre —expresó
Adam, nada impresionado de las apuestas ridículas de sus amigos—. Bueno, ya que
solo soy el pobre mediador aquí, y es una apuesta entre ustedes dos yo pondré
las condiciones. Hermano, tendrás que ver al menos cinco veces a esa chica en
menos de dos semanas que se supone estarás de vacaciones, y al menos una vez debes tener sexo con ella, tal y como
lo dijo Will—comunicó a Trenton. Ellos eran como hermanos— Como hay propiedades
de por medio, todo se hará legal —advirtió Adam. Trenton dio un fuerte y hondo
suspiro y aceptó.
—Está
bien, anda Will dime cual, por cierto, dijeron «chica» no pueden elegir alguien
que sea tan grande —mencionó Trenton ya algo fastidiado.
—Sí,
sí, me queda claro, veamos..
Will
comenzó a escanear el lugar, miró primero hacia arriba pero nadie le convenció,
después pasó a mirar a su alrededor, fue pasando la mirada a la otra sala, y a
través del cristal, vio en el billar a un grupo de tres chicas, una bailaba,
dos estaban sentadas. Una de ellas
tomaba una cerveza, parecía vestir un
vestido ajustado negro que dejaba ver su figura, cabello debajo de los hombros
de un color negro azabache, piel blanca-apiñonada. Will se acercó a Trenton y
le indicó cual chica.
—Ooooh
—expresó Adam y luego soltó una carcajada—. Esta vez te pasaste Will, a mi
hermano no le gustan de cabello corto ni pelinegras.
—Creo
no está mal, no tiene cabello corto —informó Will, ya algo dudoso.
—Está
bien, no se ve tan mal —comentó Trenton.
—Pareciera
que le acabaran de romper el corazón, bebe su cerveza algo desesperada —dijo
Will.
—Sí,
y sanarlo no va en la apuesta —contestó Trenton, más en forma de advertencia.
Bebió
su whiskey de un solo trago y se decidió a ir, caminó despacio, sin quitarle la
vista a su próxima presa.
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