girasoleez Mar ✨

Los escucho desde mi escondite. Están en la cocina. Él tiene mucha paciencia para explicarle las cosas, pero ella llora y grita sin querer escuchar. Quiero escapar.


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#Enhypen #jakehoon #conejo #jake #girasoleez #sunghoon
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Capítulo único

Señor Conejo fue un regalo de su tía Iseul, era del tamaño de su mano derecha cuando lo sostuvo por primera vez, suave y calentito, cómo las mejillas de su vecino, por cierto, su vecino...

No hay mucho que decir sobre él, solo que es ciertamente silencioso y, en palabras de su tía, es muy delgado para ser un niño de siete años. Pero Sunwoo no sabe cómo luce alguien "delgado", pues es ciego desde que nació, pero si tuviera que relacionar a Sunghoon con algo sería con la luna, no conoce a la luna, sin embargo, cuando piensa en la palabra "luna", piensa en Sunghoon. Además "luna" es su palabra favorita. Espera que si algún día puede ver el mundo que le rodea, lo primero que vea sea la luna.

—¡Sunwoo! —El niño de cabello negro pega un respingo en su asiento derramando algo de su bebida—. ¿Por qué estas siempre en las nubes? Tu comida se enfriará.

—Estaba pensando... en Sunghoonie-hyung. ¿Puedo ir a la pista de hielo con él?

Silencio.

Luego, un suspiro bajo proveniente del lado de la mesa donde come su madre.

—Si, cariño —responde la señora Yoona. Las cucharas chocan con los platos de losa y el ruido del exterior es tentador para Sunwoo. Quiere salir sin comer su almuerzo, pero sabe que su madre no lo dejará salir si no ve ese plato sin una migaja.

Después de media hora, ha terminado, va con cuidado hasta su patio trasero y llama a su vecino. Escucha pasos sobre el césped. Los delgados dedos de su vecino se entrelazan con los suyos y Sunwoo sonríe.

—Traje a Señor Conejo, ¿lo quieres sostener por mí? Está pesado. —Sunghoon toma al conejo blanco con un brazo y con el otro guía a Sunwoo hacia el pequeño columpio que su tía puso en el patio—. Mi mami me dejará ir a patinar, ¿me enseñarás a girar?

—Ya sabes girar.

—No sé girar, no mientas, te crecerán las orejas. —Sunwoo busca la cabeza de Sunghoon para jalarle las orejas, pero el mayor esquiva las manitos de su amigo—. Siento que cuando intento girar simplemente hago la mitad de la vuelta.

—Para mí sí giras. ¿Quieres subirte al columpio? Te empujaré.

—No, mi tía Iseul dice que eres muy delgado, no quiero que te lastimes, y tienes a Señor Conejo en brazos, ¿lo vas abandonar? Tu eres su segundo mejor amigo. —Sunwoo siente las manos pequeñitas de Seunghoon acariciarle la cabeza desordenando su peinado, pero a Sunwoo no le importa. Le gustan las manos de Sunghoon, son las únicas manos de un niño que ha podido tocar, estudia en casa por lo que solo conoce a Sunghoon.

—¿Y si mejor me terminas de contar ese cuento del caballero de armadura violeta? —Sunghoon duda por unos segundos, pero el adorable rostro expectante de su amigo siempre puede convencerlo. Se recuestan sobre el suelo verde del patio bajo la sombra de la casa de Sunwoo, Señor Conejo está en el medio de ellos mordiendo el pasto.

—Bien, después de que el caballero logró liberar al dragón —empieza a narrar el mayor—, idearon su plan para escapar del castillo. El dragón dijo "Tonto, intentar escapar será imposible, soy tan grande que la princesa me vera, escapa solo", pero este no aceptó. Quería salvar al dragón de esa princesa con ojos de fuego. El caballero buscó pasadizos suficientemente grandes para que el dragón escapara con el menor ruido posible, pero al regresar este estaba muer-.

—¡OUCH! —interrumpe Sunwoo sosteniendo su dedo índice y asustando a su mascota.

Señor Conejo lo había mordido, Sunwoo siente como la sangre resbala y un ardor se instala en la herida.

—Llamaré a tu mamá para que te cure, ¿sí? —habla el mayor. Los pasos se alejaron, segundos después su madre estaba allí.

—Mi amor. —Las manos de su madre toman su dedo delicadamente—. Vamos a lavarte primero. —Lo ayuda a levantarse.

—Mami, dile hyung que busque a Señor Conejo, se fue corriendo después de morderme.

Silencio.

—Ya llevé a tu conejito a su jaula y... Sunghoon fue a su casa.

—Pero jugamos muy poco tiempo —se queja el niño.

Kim Yoona suspira mientras guía a su hijo por los pasadizos de su hogar, él realmente quería a Sunghoon.

—Irán a patinar después, no te preocupes. Tu tía me dijo que podemos estar allí todo el tiempo que queramos. Privilegios de la dueña.

***

La pista de hielo para niños era algo pequeña, por lo que Sunwoo prefería la de adultos, sentía que era gigantesca, pero eso le gustaba, así podía patinar por largas distancias sosteniendo la mano de Sunghoon.

—¿Por qué te fuiste tan repentinamente? —pregunta el más joven en tono triste mientras daba sus primeros deslices en la pista.

—Mi mamá me pidió volver rápido para cuidar a mi hermanita.

—Los bebés no me gustan, lloran mucho.

—Oye, mi bebé es linda y se ríe, tiene dos dientes y parece Señor Conejo.

—Señor Conejo no llora de esa forma. ¿No te duele la cabeza por el llanto?

—Nop, ella siempre sonríe conmigo, pero cuando esta con mamá si llora. —Sunwoo entendió a la hermanita de Sunghoon, si el tuviera una madre con esa voz... Ciertamente, la mujer tenía una voz peculiar, Sunwoo la asociaba al fuego.

El lugar estaría vacío de no ser por ellos y su madre mirando desde fuera de la pista. Sunghoon toma su mano y lo guia hacia el centro, Sunwoo tenía un buen equilibro sobre el hielo, pero disimulaba algo de torpeza para poder seguir tomando la mano de su mejor amigo.

No, no, no, Sunwoo, Señor Conejo es tu mejor amigo.

Pero te gusta pasar más tiempo con Sunghoon.

Sí, pero no le digas a Señor Conejo.

No es como si Señor Conejo pudiera escucharte. Él no está más y tú eres-.

Tonto, no digas eso, eres un mentiroso.

Tú eres el tonto, no te das cuenta de nada.

—Hyung, ¿me puedes dar un besito?

—¿Ummm?

—Mi mami me da besitos cuando estoy feliz y así me siento el doble de feliz. ¿Puedes? —Sunghoon no sabe muy bien cómo reaccionar, los únicos besos que había presenciado eran los de sus padres, había pasado mucho tiempo desde que lo habían hecho, pero él no quería ser como su madre. Así pues, se acerca a su pequeño amigo y deposita un besito en la mejilla del más bajo mientras suelta su mano.

—¡Tus labios están fríos! Hyung... ¿Hyung? —Sunwoo alza su mano buscando el cuerpo de su amigo, pero este no está—. Hyung te fuiste muy lejos, siento que me voy a caer —rie.

Silencio.

En la eterna oscuridad de su mundo, los sonidos son sus colores, y el silencio, el maldito silencio es su color menos favorito.

—Hyung, ¿puedes tomar mi mano? ¿Sunghoon-hyung? —Choca contra lo que debía ser el final de la pista de hielo, arruga la nariz y antes de que intente deslizarse de nuevo en la pista, una mano toma la suya, pero no es la de Sunghoon, esta es grande y seca, la de su madre.

—Vámonos a casa cariño, tu tía preparó una tarta de manzana, te encantará.

—Pero Sunghoon no ha dicho que quiera irse, además no ha tomado mi mano, ¿está molesto? —Yoona sonrie tristemente.

—Vámonos ya, ¿sí?

—Pero mami...

En la pista solo están Yoona y Sunwoo. Sunghoon había dejado de estar ahí hace mucho tiempo, pero Sunwoo estaba convencido de que podía sentirlo.

Pero en su eterna oscuridad no podía darse cuenta de que la casa vecina estada destruida.

Cuando Yoona llegó a Seúl, conoció a los Park, eran algo extraños y tenían problemas familiares. Pero ella nunca creyó que la señora Park le haría algo tan horrible a su familia. Asfixió a sus hijos y degolló a su esposo, luego prendió la casa en llamas.

Desde niña el hogar de esa mujer había destruido su inocencia, era una mujer rota, aun así, conoció a alguien que la aceptó, pero todo el amor que el señor Park tenía por ella, no pudo curar sus fracturas interiores.

La último en morir fue Sunghoon, él tenía problemas para dormir por lo que dormía en la habitación más oscura y alejada. Esa noche, estaba en cama sin un poco de sueño abrazado del conejo blanco que su vecino le había prestado para pasar la noche, Señor Conejo escapó cuando el sueño le empezaba a dejar inconsciente. Para no levantar a sus padres, siguió al animal alumbrando con una linterna verde proveniente de su juguete de Buzz Lightyear. Pasó por la habitación de su hermanita que tenía la luz prendida y vio a su madre ahogándola con una almohada, intentó detenerla, pero una mujer de cuarenta años puede derrumbar con un soplido a un niño de siete. Finalmente, la señora Park juntó los tres cuerpos en medio de su sala derramó gasolina sobre ellos y encendió varias partes de la casa.

De pie frente a su familia, sintió algo peludo acariciarle los pies descalzos, levantó a lo que parecía ser un conejo, le rompió el cuello y tiró junto a los demás.


Feb. 26, 2021, 3:49 p.m. 0 Report Embed Follow story
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To be continued...

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