u16121345711612134571 LEYLA AVILA PACHECO

Una leyenda china cuenta que las personas reencarnamos después de la muerte en otro cuerpo. Pero en todo, existen excepciones. Martha, es una joven que vive en una provincia de Perú. Viviendo en dos mundos diferentes, de diferentes sociedades, en diferentes lugares era casi imposible encontrarse con su novio de su anterior vida. Pero a veces el destino es caprichoso. Y eso lo sabrán Martha y Alejandro.


Romance Romantic suspense All public.

#ELAMORDEMIVIDAPASADA #ALEJANDROYMARTHA
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CAPITULO I

CAPITULO I

Es de tarde. Estoy con un vestido marrón con puntos blancos, manga cero y cuello en V. Me encontraba en un auto negro deportivo que se encontraba parado frente a un semáforo en rojo, yo veía al frente y me llamo la atención un par de letreros que se encontraban como indicadores de las calles donde nos encontrábamos. Vardia y Mencarde escritos en letreros verdes.
Alguien me toca el hombro, giro hacia izquierda y veo a un joven. Es él. Me sonríe y siento como toca mi mejilla con suavidad y delicadeza, sus ojos marrones impiden que pueda concentrarme. Dirijo mi vista a sus labios de los cuales salen las dos palabras que me desarman.

-Te amo.

Me quedo viendo su hermoso rostro, él me ve a mí. Todo es tan hipnotizante.

De pronto cambia el color del semáforo y tras unos cuantos gritos y pegadas al claxon de los conductores de atrás, él arranca el auto. Pasan menos de tres segundos avanzando y con terror veo como un camión de color rojo avanza sin pretender detenerse y presionando el claxon con toda la fuerza. Un fuerte sonido destructor y nada.

A las dos de la madrugada en un lugar de Huancayo, una joven acaba de despertarse asustada. Está sudando.

- ¡No! Otra vez ese sueño.

De forma torpe busca prender la lámpara de su mesita de noche. En cuanto lo logra, busca en el primer cajón su cuaderno amarillo. Sujeta un lápiz y empieza a dibujar todo lo recuerda de aquel sueño, que no es la primera vez que tiene.

Una vez que concluye con su dibujo. Se acuesta nuevamente en su pequeña cama, y piensa en: ¿Cuál es la relación entre todos estos sueños? Empezó a dibujar en ese cuaderno de cincuenta hojas hace menos de dos años. Debido a que, los sueños se hacían más frecuentes. Tiene un millón y medio de preguntas. Pero sobre todo ¿Quién es aquel joven con el que tantas veces ha soñado?

En un lugar de Lima. Horas después. Un joven de cabello castaño parpadea un par de veces dentro de su cama. La luz que arroja el sol por su gran ventana, logra hacer que cierre los ojos.

Termina de espabilarse cuando alguien llama a la puerta.

-Adelante.

Ingresa un hombre con vestimenta formal y caminando erguido. Se acerca a la cama del joven. Y en cuánto está en frente, dice:

-Buenos días, joven Alejandro.

El joven que se acaba de sentar en la cama, y frotándose los ojos, responde:

-Buenos días, Frederick.

-La señorita Amanda está en la sala esperando por usted. Y su madre quiere verlo después.

El joven hace una clara mueca de fastidio. Amanda le agobia demasiado, como si no fuera suficiente estar pegados en las clases de educación financiera de la empresa, viene a visitarle, se queda a comer y a veces a dormir. Ni modo.

-Bajo en diez minutos.

-Muy bien, joven Alejandro.

Frederick se gira sobre sus talones y sale de la habitación, cerrando con cautela la puerta.

Alejandro se levanta de la cama, y andando sobre la alfombra marrón que su madre ordeno traer de España, se adentra en la habitación de baño. Se desnuda y prende la ducha, comprueba la temperatura del agua y se mete debajo del chorro que cae con tranquilidad, relajando el cuerpo del joven.

Diez minutos después, el joven sale de la ducha envuelto en una toalla. Busca un pantalón jean y una camisa en la que deja el último botón desabrochado. Sale de su habitación y antes de bajar a la primera planta, da un suspiro de frustración y baja las escaleras.

En cuánto llega a la sala, una joven se encuentra sentada en uno de los sillones con un palito selfie en las manos. Se está tomando fotografías en diferentes posiciones y realizando varios movimientos. Uno de los pasos que da el joven, hace que la joven sentada se percate de su presencia. Se para de inmediato, lleva un vestido escotado de color beige, que sería la tentación de cualquier hombre. Pero no de Alejandro.

- ¡Bebé!

-No me gusta que me llames así. - Responde seco.

-Bueno, no importa. - Responde la joven, a la que no le sorprende ese comportamiento.

- ¿Qué haces aquí?

-Pues, visitando a mi novio. El novio, que debería tratarme mejor.

- ¿Qué es lo que quieres, Amanda?

-Quería ir de compras contigo.

-No me gustan esas cosas.

-Bueno a mi sí. Y ya hablé con mi suegra, tu madre, y está de acuerdo conmigo.

-Eso lo veremos.

Dicho esto, el joven se dirige a la oficina de su madre. Ya tiene veintisiete años y aún quieren controlar lo que hace y deja de hacer. Aunque es sincero consigo mismo, no podrá cambiar las cosas. No tiene alternativa.

Golpea despacio con los nudillos a la puerta de madera tallada, e ingresa una vez que le dan la autorización.

-Buenos días, Alejandro.

-Madre.

-Amanda vino hoy a verte.

-Si, como ayer, anteayer, y como todos los días.

-Es tu novia, Alejandro. Y la hija de Manuel Dregon. Heredara de las empresas Dregon.

-Eso es lo único que importa, ¿Verdad? - Murmura el joven.

- ¿Qué dijiste?

-Nada.

-No es bueno que un hombre de sociedad, murmure las palabras.

-Ya lo sé, madre.

-Bien.

-Hoy quiero enfocarme en una nueva estrategia de mercadotecnia para la empresa.

Prefiere mil veces estar frente al ordenador investigando sobre mercadotecnia, en lugar de estar con la engreída de Amanda.

-Eso está bien.

Lo sabía, su madre es tan fácil de manejar. Bueno, a veces. Porque si realmente podría manejar a su madre, no estaría destinado a llevar la empresa cuando sus padres se jubilen, y tampoco tendría una novia tan vacía como Amanda. Sino estaría jugando futbol como tanto le gusta, pero no. Porque, según su madre, el futbol no es una carrera.

-El día de mañana, puedo ir con Amanda de compras.

-Precisamente eso iba a decirte.

Vaya, eso sí le tomo de sorpresa. Es una mezcla de alegría y curiosidad. Ya que, su madre nunca hace nada sin tener algo detrás.

-Bueno.

-Hoy tengo junta con Lenin para tratar temas de los negocios en provincias.

Lenin. Es el supervisor de los diferentes negocios, pequeños y grandes, que se encuentran en todo el Perú. Que le deje el día libre era más que imposible y difícil de creer. No se equivocaba.

-Quiero que vengas conmigo.

- ¿A dónde?

-Hoy estas lento. A la reunión con Lenin.

-Bien.

-Salimos en media hora.

-Bueno. Entonces iré decirle a Amanda, que hoy no podrá ser.

-Sé delicado. Y amable.

-Bueno.

Alejandro sale del lugar con una sonrisa en la boca. Hasta ir a una reunión con su madre es mucho mejor que ir con Amanda. Mejor dicho, cualquier cosa es mejor que estar con Amanda. Complacido con rechazar a Amanda y sus compras millonarias. Se dirige a la sala, donde la joven sonríe mientras ve la pantalla de su celular. En cuanto ve al joven, lo guarda rápidamente el su bolso.

-Tranquila. No sería la primera vez. – Señala el joven con sequedad, recordando la primera vez que Amanda le fue infiel, no le afecta, pero le fastidia que ahora trate de ser algo más decente.

Contra todo pronóstico la joven sonríe. Es una bella joven, pero lo que tiene en belleza también lo tiene en cinismo.

-Entonces, ¿Nos vamos?

-Lo siento. Debo ir a una reunión de negocios con mi madre. Será otro día. Adiós. - Sube la escalera a toda prisa con una gran sonrisa.

Amanda se queda a cuadros, le ha plantado. No está nada acostumbrada a que le hagan esas cosas, siempre obtiene lo que quiere.

Pero lo pasará, ya que, él solo podrá escapar algunas veces, porque siempre se hará lo que ella diga. Mientras sea la hija de Manuel Dregon, Alejandro estará con ella, aunque su madre le obligue. Sonríe, y sigue conversando con el surfista del otro día. Si Alejandro no quiere ir con ella, no falta quien si quiera.

En Huancayo- Perú

Una joven camina por todo Giráldez, hasta llegar a Ancash. Camina por toda la plaza Constitución, y observa el centro comercial donde trabaja hace seis meses. Cuando de repente un joven se acerca corriendo hasta donde se encuentra.

-Martha! Espera.

- ¡Joel!

-Mira lo que traje para ti, princesa.

El joven le entrega una bolsa de papel con la marca de Starbucks. No le puede creer, ha tomado un par de cafés de ahí en su vida. Los precios son altos y mayormente no puede costearlos a menudo.

-Eres el mejor.

-Todo por mi novia. Vale la pena quedarse sin almuerzo.

- ¿Qué?

La culpa corroe su cuerpo, Joel se quedará sin almuerzo para que ella pueda tomar ese café que tanto le gusta.

-No, Joel. Esto está mal.

-Tranquila, princesa. Mi madre me traerá mi almuerzo. Por eso te lo compré.

Definitivamente tiene al hombre más increíble del mundo. Joel es increíblemente simpático, amable, humilde, caballero, en pocas palabras, perfecto. Es de familia humilde, pero se gana el dinero suficiente para seguir con su carrera trabajando de chalan en una librería. Ya falta menos de un año para que acabe la carrera de Pediatría.

-Bueno, princesa. No te quito más tiempo. Ve que si no te descuentan el día.

Le da un beso en los labios y se retira corriendo, perdiéndose entre la gente. Martha esta impresionada. Llevan menos de tres meses juntos, pero ese joven tan guapísimo de los lentes negros ha conseguido enamorarla. Aunque quizá no lo suficiente.

En Lima- Perú.

Alejandro acaba de llegar a la sala de reuniones de la empresa al lado de su madre. Ahí sentado, le espera Lenin, con un lapicero en sus manos, y una decena de folders manila. En cuanto ve a la madre de Alejandro se pone de pie.

-Buenos días, estimada Rocio.

-Hola, Lenin.

Lenin es, de los pocos, a los que Rocio tiene confianza.

-No dilatemos más el tiempo y empecemos. - Dice la madre de Alejandro mientras toma asiento.

Lenin asiente y empieza a exponer los avances y problemas de cada de uno de los negocios que tienen la familia de Alejandro en diversas áreas de Perú. Alejandro solo escucha durante una hora la exposición que da Lenin y las preguntas y decisiones que toma su madre en el proceso.

Y, por último. - Dice Lenin. - Está el centro comercial de Huancayo. El gerente ha llevado las cosas a mal cauce, por sus malas decisiones. Tenemos problemas con los locatarios, que exigen que se reduzca los costos de alquiler. Problemas con la infraestructura del local, que ya se encuentra en anticipo por los trabajadores de Seguridad Civil. Exigen su presencia para solucionar algunos pormenores e inconvenientes con lo mencionado.

La mujer piensa unos minutos. Precisamente hoy después de hablar con Alejandro, recibió una llamada del gerente general de la empresa de Chile. Pidiendo que viaje hacia allá de inmediato para conversar los temas pendientes frente a una fuerte demanda en contra de la empresa. Evidentemente eso es más urgente. Bueno, por suerte ahí se encuentra su sucesor.

-Muy bien. Alejandro viajara mañana mismo.

El joven, que, hasta ese momento se encontraba en silencio, se sorprende al escuchar su nombre.

- ¿Yo?

-Si. Llevas mucho tiempo preparándote para manejar los negocios de la familia. Es el momento de llevar lo aprendido a la práctica.

-Pero, madre. Yo no deseo ir.

-El deseo y el querer están y estarán siempre detrás del deber.

-Bueno. Y, ¿Por cuánto tiempo iré?

-Por dos semanas. Cubrirás al gerente mientras buscamos su reemplazo.

Dos semanas. No es demasiado. Lejos de su madre, lejos de las obligaciones, lejos del dime y lo hago, y sobre todo lejos de Amanda. Después de todo, ese viaje no parece tan malo.

-Bien. Dos semanas.

Durante la tarde, se encierra en su cuarto para descansar. Mañana temprano tomará un vuelo a Jauja y ahí le esperará un auto que lo llevará a la casa de su familia en San Carlos. Por la tarde irá al centro comercial para incluirse y prepararse para su nuevo trabajo de gerente en el centro comercial.

Agotado de empacar sus cosas y ordenar su itinerario, Alejandro se acuesta, esperando que esa noche no tenga el mismo sueño con aquella joven en ese deportivo negro.

Jan. 31, 2021, 11:24 p.m. 0 Report Embed Follow story
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