u16015102151601510215 Julián Juan Lacasa

Segunda parte de Valentina. Valentina y Ségolène ya llevan un año juntas, y lo celebran con un viaje a los Mares del Sur. Al volver a Paris, Valentina recibe un WhatsApp por error de una vieja conocida de ellas, Angélique, la novia bisexual de Julien, hermano de Valentina.


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CAPÍTULO PRIMERO


Todo fue un sueño, uno de tantos que tuve, o quizá muy diferentes a otros, y lo más curioso es que fue en blanco y negro, y con la estética de una película de Federico Fellini. Era Ocho y Medio, y deberían estar los actores Marcello Mastroianni, Anouk Aimée y Sandra Milo. Pero estábamos yo misma, Ségolène y… Angélique, la novia de mi hermano.

Unan pequeña calesa llegaba al lugar en donde Ségolène, yo y una amiga, Martina, estábamos tomando unos refrescos. De la calesa se bajó una chica, vestida con un estilo digamos estrafalario, con una especie de gorro ruso en la cabeza, vestido negro de terciopelo con falda y una especie de velo que le tapaba un poco la cara. Pagó al mozo que conducía los caballos.

De repente, Ségolène, que iba vestida de hombre, de negro, camisa blanca y corbata negra, como Mastroianni en la película de Fellini, cogió el diario que llevaba y se tapó con él. Yo y Martina nos la miramos con una cierta sorpresa.

La chica estrafalaria, que se parecía mucho a Angélique, la novia de mi hermano, empezó a andar, contoneándose como una prostituta o una corista sexy, hacía el sitio en donde estábamos.

Yo la vi, hasta ahora no la había visto, y todo coincidía con el momento en el que yo estaba bebiendo un vaso de agua. Quedé impresionada, casi se me cae el vaso de la mano, como traspasada por la espada de la traición, sintiendo que veía una de las amantes de mi chica, al menos en aquel sueño.

La chica caminó con aquel estilo de película porno con tacones de aguja y se sentó en una silla, al lado de una mesa, cerca de nosotras.

Quise conservar la calma, y con mi ironía, informé a Ségolène de la llegada de aquella chica.

–No, tranquilízate, ya la he visto hace media hora, después de llegar.

–¿El qué…? –dijo Ségolène, fingiendo que no sabía nada de qué era lo que yo le hablaba.

De golpe, la sonrisa que había en su rostro, que no era ninguna de esas sonrisas dulces que me gustaban mucho, desapareció al ver a la chica. Quiso empezar a montar una excusa para mí:

–Te juro que…

–¡No te pregunté nada, y no quiero saber nada! ¡Por favor, evítame la vergüenza de oírte mentir constantemente! –la corté de golpe, sin contemplaciones y levantando levemente la voz. Mi expresión era de ceño fruncido y una irritación constante.

Martina observó a la chica, que estaba sentada, para ver cómo era, e hizo una especie de examen astrológico:

–Esta chica tiene todas las características de haber nacido en marzo o abril, es toda una Aries. Tiene todo el aspecto de las Aries.

–Ya sé de qué clase es aquella –dije.

–¿De verdad…? Pues ella tiene todas las características de ser una de aquellas buenas compañeras de hombres débiles, abúlicos y sin claridad.

Ésta última observación, Martina la hizo mirándose a Ségolène. Ella se defendió como pudo.

–¡Valentina, por favor, no lo sabía! ¡La veo ahora por primera vez, como vosotras dos! En este balneario, en donde puede aparecer gente de toda clase, también puede aparecer esta desgraciada, ¿no? –vio que mi mirada seria y enfadada no había desaparecido desde hacía diez minutos–. Ah, ¿es por esto por lo que me estás atormentando desde ayer por la tarde? ¿Y no pudiste decírmelo en seguida? …Y además, una de las cosas que más me ofenden, es que yo pudiera salir con una tía que se viste con estas ropas. ¿No os fijáis cómo va vestida?

Martina trató de calmarnos a los dos, antes de tener una discusión por celos.

–Escuchad, ¿por qué no damos un paseo?

–Escúchame, Valentina, esta historia que tuve con ella se acabó hace tres años, y ya está –dijo Ségolène, tratando que su relación conmigo no tuviera ninguna mancha o peligro de ruptura, diciendo que sí, que había tenido un lío amoroso con aquella, pero que fue durante los lejanos tiempos de cualquier Edad de la Humanidad.

Yo no me creo nada de esto, y me quejo.

–Es verdad… esto lo que más me enloquece. Habla siempre como si dijera la verdad. Como una mujer honesta –me la miro cada vez más enfadada–. ¿Cómo es posible que pueda vivir así? ¡Como si la gente pudiera adivinar lo que es cierto y lo que es falso! ¿Cómo puedes vivir así? –y ahora me dirijo a Martina–: Perdóname, qué melancolía tener que hacer el papel de mujer burguesa que no se entera de nada. ¿Qué tengo que hacer? ¿Reír, como haces tú? ¡Eso no puedo hacerlo!

–No, tesoro, yo… Yo no me río ni pizca –dijo ella, y era verdad, no le había hecho ninguna gracia.

–¿Qué le explicas a ella, eh? ¿Qué le dices…? –le digo, enfadada, a Ségolène–. Me da asco que la hayas mezclado en nuestra vida, que ésta lo sepa todo de nuestra vida, aquella puta… ¡Vaca! –le grité a la chica estrafalaria.

–¡¡Valentina!! –saltaron Ségolène y Martina para hacerme callar.

–¡Anda que tú también eres una sinvergüenza! –reprende Martina a Ségolène.

Hay un silencio de breve duración y empieza a sentirse una música.

–Pues mira… –dijo Ségolène, que se había puesto unas gafas de sol, y cambió la expresión de su cara por una cínica.

La chica misteriosa empezó a cantar una especie de aria operística, o de coro de iglesia, siguiendo la música del tema principal de Nino Rota para Ocho y medio.

–Canta muy bien, Angélique –oyó Angélique una voz al acabar la cantata. Era yo misma, que le quería felicitar por su talentosa voz.

–No, sólo soy una dilettante –se excusó, con modestia.

Sí, de golpe, las antes enemigas nos convertimos en amigas cordiales. No sé si por lo de que si no puedes con ella, pues únete a ella.

–Hace mucho tiempo que deseaba conocerla –le dije.

–¡Y yo también! –dijo Angélique, con mucha admiración a mí.

–Usted es muy elegante –le apunto ahora.

–¿Pero qué dice? ¡Usted sí que es elegante! Y muy refinada –dice ella.

Acabamos bailando un pequeño baile juntas, con Ségolène que nos observa desde su silla, para acabar aplaudiéndonos.

Así acabó el sueño, con una especie de final feliz. Peculiar, asimismo, pero feliz.

XY

Aug. 2, 2021, 9:05 p.m. 0 Report Embed Follow story
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