Me desperté en medio de la oscuridad, a cinco metros bajo tierra. Con los ojos poco adiestrados y el corazón desbocado. Tratando de invocar alguna señal de luz en medio de la inmensa y sinuosa oscuridad, caminé a tientas esperando no encontrarme con un tormento y señalando el camino con el palpar de mi mano a los alrededores, siendo que lo que tocaban eran las paredes frías y ásperas de una superficie que parecía de metal. Razoné tranquilamente y rogué porque mi familia y mis amigos estuviesen vivos, lo que de alguna manera resultaba poco probable. Ahora entendía de manera más completa lo que mi mamá siempre decia.
"Cuando yo no este, no se que van a hacer". Si alguien me lo pregunta diría que todas las madres siempre decían eso. Ambrose es mi nombre, me gusta pensar en mis padres, me hacen reír y de una manera u otra, me hacen pensar que estoy vivo, que de hecho es cierto, pero no por eso deja de sentirse irreal, justo como yo lo hago todos los días. Tengo un recuerdo vago de sus rostros, de lo que eran mucho antes de estar aquí encerrados, cuando el mundo estaba lejos de ser lo que hoy es.
Y, ciertamente el aire aquí abajo es asfixiante hasta el punto en que preferirías desear morir, pero al menos es mejor eso que nada. No había encontrado ni una sola alma viva, todo por doquier eran zombis, al principio estaba aterrado, pero luego te das cuenta de que la soledad puede ser una costumbre muy amena, no tienes que preocuparte por nadie, así como nadie tampoco se preocupará por ti. Mientras bajo y subo las escaleras me preguntó; ¿Dónde estaría yo ahora de no haber sucedido todo lo que le sucedió a este mundo?
Abrí una de las puertas al azar y recordé lo mucho que me hubiese gustado seguir estudiando cuando vi que tras la puerta abierta no había nada más que una habitación más parecida a un consultorio. Entonces, admití que talvez la escuela no era tan mala como solía pensar todos los días que mi madre me levantaba temprano por la mañana solo para que vaya y, al igual que la soledad esos pensamientos de pereza desaparecen cuando ya no tienes eso que decías no querer y ahora empiezas a quererlo. ¿Estoy siendo demasiado filosófico? Es un placer contarte como llegué aquí y como pase de ser un chico normal a un intento de refugiado.
La noche en la que un reactor nuclear explotó en un país muy cercano al mio, nadie se hubiera esperado que algunas cosas se salieran de control. Los días siguientes por las noticias se veía a los científicos encerrados en laboratorios tratando de resolver algún "pequeño problema" que para el publico y el resto del mundo era desconocido. Es preciso que sepan que en ese entonces yo tenía quince años y ahora ya tengo diecisiete, como todo adolescente en apogeo no presté atención a las mínimas señales que se presentaban ante mi.
Un mundo donde algunas veces corres, la verdad la mayor parte del tiempo por tu vida. También encuentras el amor, pero sigues corriendo por tu vida al final, terminas adentrándote a muchas aventuras, callado, ilusionado y necesitado. Pasas por momentos difíciles y algunos zombis empiezan a ser más humanos, otros más salvajes y otros simplemente sin cerebro. Read more about Corriendo por sus vidas.
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