jhojanguerra Jhojan Guerra

Los amores nacen de diferentes maneras, a veces, de formas extrañas y extravagantes, aunque siempre se marcan en el fondo de tu corazón y se vuelven, con el tiempo, un bonito recuerdo. Quizás por eso es que aún recuerde este relato.


Romance Erotic For over 18 only.

#recuerdo #humor #ironía #colegio #juvenil #amor #erotico
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El amor de un solo día

Ocurrió durante la escuela. Estaba en mi cuarto año de secundaria y eran casi las seis de la tarde. La profesora de Educación Cívica nos dejó un recordatorio en la pizarra que decía que la esperáramos luego de la hora de salida para hablar de la presentación del día siguiente, así que yo y un par de compañeros más nos quedamos hasta las siete de la noche.


Todos éramos voluntarios, aunque realmente me quedaba porque no me gustaba estar en mi casa. Además, nos habían prometido una buena nota por ofrecernos. Era un acto “desinteresado” de nuestra parte, aunque ya sabíamos que tendríamos la nota de antemano. Así aprendí que era cierto lo que decían: la escuela es la base de toda nuestra sociedad.


Poco a poco, todos se fueron, dejando un silencio penetrante en el lugar. Al rato vinieron unos cuantos alumnos de otros salones y de diferentes años buscando a la profesora, se quedaron esperando con nosotros y ninguno se dignó a hablarme. En cambio, me miraban con recelo, como si no cuadrara dentro de su mundo.


Así eran las cosas en una escuela estatal, no tenía otra opción más que acostumbrarme. Era el nuevo, el que venía de una escuela particular, así que era raro para ellos y ellos eran unos salvajes para mí.


Siempre había sido callado, por esa razón no era muy sociable y eso se notaba más cuando me veías jugar con mi lápiz. En esa época, aún trataba de ver las cosas desde una manera positiva y me decía a mí mismo: “Estás bien, tranquilo, saldrás de ésta”. La profesora llegó y nos mandó afuera, hacia el patio de la escuela. Ahí era en donde tendríamos que practicar para el Día de la Bandera, era la primera vez que escuchaba que algo así existía, pero ¿quién era yo para juzgar las festividades?


Hice lo que se me pidió, aunque aún me seguía sintiendo aislado de toda esa gente. Esos muchachos no me iban a hacer caso, les molestaba por alguna razón, aunque ninguno se atrevería a hacerme frente. Me tomaban como a un idiota seguramente.


Decidí apostar por las chicas, siempre me había ido mejor con las mujeres. Vi a dos chicas más allá, hablaban con uno de los que hacía de soldado igual que yo. Al parecer cada uno debía tener una pareja. Una de ellas volteó a verme y nos mantuvimos la mirada por unos segundos. Se acercó a mí al darse cuenta de que era el único que no tenía pareja.


—¿Estás solo? —Su voz bajó de tono. En ese momento estaba lloviznando, pequeñas gotitas de agua se pegaban a mi cabello como las decoraciones en un árbol de Navidad.


—Sí.


Le sonreí.


Su cara se relajó y me devolvió la sonrisa.


—Si quieres, puedo ser tu pareja —comentó, su voz aún me parecía extraña, pareciese que intentaba contenerse por alguna razón.


—Está bien, me gustaría que lo fueras. —Le dio gracia mi respuesta.


Se acercó y me indicó la coreografía. Sin querer nos tocábamos de vez en cuando, cada roce inexplicablemente nos hacía sentir más cómodos. El tiempo avanzaba y entre juegos y juegos, en menos de una hora, nos hicimos amigos. Una extraña especie de amigos que se tenían cuidado por alguna razón.


Al día siguiente, teníamos que ponerlo en escena y estaba algo nervioso. Me puse el pañuelo en la cabeza, agarré mi disfraz y me apoyé en el umbral de la puerta viendo la ceremonia desde donde estaba. Al rato apareció ella y comenzamos a hablar. Mónica, se llamaba. Quedamos en ir a pasear después de la ceremonia. Nos llamaron, hicimos lo que teníamos que hacer y me fui a cambiar. Salí del lugar casi a las siete de la noche. Ella me esperaba afuera con una mirada seria. Fuimos caminando entre la silenciosa calle, adentrándonos por lugares oscuros y aislados en donde nadie más no podía ver. Sin previo aviso, los roces comenzaron de nuevo.


—¿Cómo abrazas a tus amigas? —Me preguntó. No entendía a lo que se refería, jamás abrazaba a mis amigas. Su mirada había cambiado, estaba coqueteando con su cuerpo, con sus maneras, con todo lo que podía, me daba un espectáculo que me tentaba cada vez más.


—Así. —La rodeé con mis brazos por detrás, ella se apoyó en mí. Sabía que sentía cada parte de mí, en ese momento aún me daba vergüenza la expresión de placer corporal que podía dar. Volteó, tratando de no despegarse, me miró a los ojos, se acercó más y me besó.


Fue un beso salvaje. Estoy seguro de que no hubo amor en ese beso, solo deseo, lujuria, placer, calentura. Infinitas ganas de coger.


En algún momento nos detuvimos y seguimos caminando en silencio, sin mediar ninguna palabra de lo sucedido.


—¿Qué es lo que pasó? —Preguntó al rato con una felicidad que me parecía sobreactuada.


—No lo sé... Solo ocurrió...


Miraba mis labios con ojos perdidos, me agarró de la camisa y volvió a besarme con ímpetu. Las cosas parecían más claras ahora. Esta vez fue aún más salvaje, sentía que me comía la boca y llamaba a mi lengua a jugar, la apoyé contra una pared. Rebotó en ella, pero aun así no soltó mis labios, mis manos bajaron hasta su falda. Solo nos detuvo una mirada acusadora desde la ventana de la casa del frente.


Nos despegamos y avanzamos más adelante avergonzados. Cuando llegamos a una zona más discreta la jalé hacia mí y me miró con ojos de complicidad. Su rostro parecía brillar y aquella imagen me tenía hipnotizado, estudiaba sus facciones que relucían en su estado de excitación momentánea y era hermosamente interesante.


—¿Puedo? —Le pregunté viendo sus labios.


Se rio.


—Eres el primero que me dice eso.


—Bueno, soy un caballero.


—Y eres lindo.


—También.


—Pero..., ¿qué somos? —Sus ojos mostraban una cierta esperanza que me costaba creer que fuera cierto.


No supe que responder. Era ridículo pensar que saldría algo duradero de todo esto, quizás por eso una parte de mí me decía que solo debía ser honesto.


—Realmente no sé. Te conozco desde ayer... Quizás deberíamos conocernos un poco más antes de ver qué somos. —Pasaron unos segundos de tenso silencio y en ese lapso me sentí el hombre más estúpido del mundo.


Nos besamos una última vez, me mordió el labio inferior haciendo que se me pusiera dura. Y se fue.


Al día siguiente no la vi por ningún lado, aunque salí unas cuantas veces al baño con la intención de encontrarla deambulando por ahí; y sí, al final la encontré. Hablando con otro chico debajo de unas escaleras. No me vieron, volví a mi salón y durante toda la hora restante solo podía pensar en la oportunidad perdida que tuve y que se esfumó tan rápido como apareció.


Nos seguimos hablando ocasionalmente después de aquello, porque no hay rencores en una relación que nunca llegó a ser. Con el tiempo solo llegué a sentir pena por los chicos que se la jugaban por ella, engañados por su bella carita de ángel.


Era la primera vez que conocía a una chica así, pero por alguna razón me terminó cayendo bien. Me recordaba a algunos amigos que sí tenían una fascinación por hacer crecer su lista de mujeres. Ahora son padres de niños no reconocidos, pero ese nunca ha sido mi problema.


Después de un año y medio o así, mientras volvía de estudiar con un par de amigos y hablábamos de los sueños e ilusiones que teníamos en torno a la universidad, la volví a ver. Justamente pasando por el mismo camino en donde los dos nos besábamos como adolescentes cachondos hacia tanto tiempo. Ella iba hacia el otro sentido de la calle, me miró y parecía sorprendida por alguna razón. El chico al lado de ella, solo la miraba extrañado. Era alto y tenía ciertas facciones que lo hacían ver fuerte, pero en cierta medida también inocente. No pude evitar soltar una pequeña risa por el pobre muchacho. Seguí con la conversación con mis coetáneos, ellos pasaron y no la he vuelto a ver desde entonces.


Qué habrá sido de Mónica. Solo espero que, esté donde esté, tenga una buena vida y no agarre ninguna enfermedad venérea. No digo esto irónicamente, claro.


Al fin y al cabo, siempre he sido un caballero.

Dec. 2, 2020, 1:24 a.m. 0 Report Embed Follow story
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The End

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Jhojan Guerra La vida no es tan corta como parece.

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