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jose vasquez


Argumento Indira es una de las profesoras de inglés más ilustres de su país, atractiva, sexy y con menos de veintiocho años, conservando unas buenas curvas que la hacen ser la más deseada de todo el campus, pero por alguna razón de la vida, ella decide cambiar de trabajo y arribar a uno de los peores institutos secundarios de la zona, una escuela de mala muerte, donde conocerá a Yosem un joven alto y fornido completamente fuera de serie, el maleante de turno, que le robo no solamente los bolígrafos, sino también su corazón. ¿Podrá una profesora de instituto enamorarse del chico mala conducta? ¿El maleante de clases, y una de las más ilustres maestras de Ingles podrán emparejarse en una relación, que los lleva más allá de una simple atracción sexual, antes de que Indira vuelva a desaparecer posteriormente a la graduación de Yosem?  


Erotica For over 18 only.

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Una figura indómita y frívola se desmonta de la moto Harley, lleva una chaqueta negra y pantalones holgados, ceño fruncido en su semblante y mirada desdeñosa, cara impasible y desde luego una pinta de que podía matar al primero que se le cruzara en el camino, a pesar de ser policía. Enseguida después de comprobar que su moto y fiel compañera estaba bien colocada en su sitio, camino hasta la entrada del instituto donde se aglomeraba la gente para entrar, siendo partidario de caminar en soledad desplazándose como un lobo sin manada, disfrutaba los momentos de tranquilidad que le brindaba la vida. Con tres grandes pasos se acercó a la puerta y saludo a él portero de turno con total normalidad mientras que el buen hombre revisaba su mochila para verificar que no trajera… algunas cosas que no se debían.

—Vaya parece que te vas a divertir hoy—Dijo el portero con buen ánimo.

—¿Qué dices?

—¿No te dijeron? llegara una nueva profesora que se dice que esta chulísima y encima te dará clase, ¡pero vaya que suertudo!—Con una actitud evasiva Yosem se alejó lentamente del hombre, porque tampoco quería entrar en alguna discrepancia.

—No me interesa en lo más mínimo.—Gruño alejándose.

—¡Que ánimos!—Espeto el portero mientras trataba de contenerlo. Pero al final solo tomo su mochila y camino al salón de clases.

Se colocó sus auriculares y presiono el pequeño botón central de su mp3 en sus bolsillos para poner la primera canción que pillara, no le importaba en concreto nada, de nuevo daba la bienvenida a otro lunes de movida y tareas zurronas, siseo al pensar con que gilipolleces aparecerían la sala de profesores con la llegada de la nueva maestra, camino por el amplio pasillo recubierto de mármol y de casilleros de color negro, algunas chicas aún seguían cogiendo sus cosas de los casilleros, Yosem mantenía aquella imagen de chico que hacía temblar a cualquiera que se pusiera en su camino. Portador de una altura no menor a los uno noventa y con el cabello y ojos oscuros acompañado de una piel clara, era toda una extravagancia para sus cortos dieciocho años. Los chicos nunca estaban con él, siempre lo excluían del resto del grupo por arrastrar aquel pasado incomprendido, las chicas le temían por tener fama de ser un mal estudiante y también un camello. Cosa que no era cierta.

Se acercó a su casillero pero unas chicas se interponían en el camino, tenían una conversación muy interesante cuando le vieron casi salieron corriendo de allí, cosa que era normal en la rutina de Yosem, sin hacer caso a las dos chicas se sumergió de lleno en la combinación para abrir el pequeño candado, el interior de su casillero estaba lleno de envoltorios de papel, también envoltorios de chucherías, conjuntamente con basura tomado del cesto. Sin remedio y apretando los dientes, solo removió aquellos envoltorios.

Era una broma pesada.

Mascullo un par de veces y cerro el casillero nuevamente, el timbre sonó y para la segunda campanada entraron todos a sus respectivos salones, el soltó un suspiro al comenzar una nueva semana de clases, hasta que sintió una mano deteniéndolo por sus hombros.

—¿A dónde crees que vas?—El miro por arriba de sus hombros. Era casi imposible que alguien en ese instituto le sacara algunos centímetros, pero sí que había un participante, el profesor Jimmy presumiendo un tamaño de dos metros y cinco centímetros.

—A clases profesor—Contesto sin hacer cambios en la actitud. Sabía que si se le escapaba lo que quería decir, lo mandarían directamente a la expulsión.

—Acompáñame.

Jimy arrastro a Yosem por el pasillo hasta llevarlo a una oficina en donde siempre estaban todos los profesores ocupados, entre tanto papeleo apenas se podía distinguir la voz de Jimy. Yosem se sentó con los brazos cruzados en la silla con ruedas que siempre encontraba a un lado del escritorio de Jimy, miro al techo para relajarse un poco, aunque ya estaba acostumbrado a las visitas a la asesoría estudiantil.

—¿Porque siempre aparecen envoltorios en tu casillero?

—¿Me lo dice a mí? No puedo saberlo, tampoco es que yo quiera ponerlos allí.—Jimy hizo su rostro con la resignación y se sentó en la silla para luego descansar los hombros, y estirar los brazos.

—¿Qué voy a hacer contigo? No quieres estudiar y eres un mal ejemplo para los demás.—Él se abalanza sobre la silla y echa un vistazo a unos papeles contenidos debajo de una carpeta de color amarillo— Tus notas tampoco es que son las mejores.

—Claro que quiero estudiar, si no lo quisiera le aseguro que ya hubiera abandonado hace rato,—Intento defender su orgullo— y lo de los envoltorios, siempre aparecen cada lunes después de que llego, parece que alguien se queda hasta el viernes en la tarde para hacer esa broma, creo que usted debería prestar más atención al resto de estudiantes que solamente a mí.

Jimy se sintió ofendido, y le regreso una mirada nada efusiva a su interlocutor.

—Yosem te voy a ser sincero—Él se levantó de la silla mientras que encendió un cigarrillo para aliviar su estrés, Hablo después de una larga calada— el director te quiere afuera de la institución, dice que eres una oveja negra, pero para mí todo el mundo tiene derecho de estudiar. Me ha encargado la misión de tratar de expulsarte a toda costa, pero… yo no lo hare, nada de eso, —Sacudió la cabeza negando—me caes bien y hasta me has mandado canallas que intentaban abusar de chicas a la oficina del director, te voy a dar una oportunidad, pero tienes que arreglar tus notas, eso es todo. Así lograre convencer a ese—Miro a ambos lados de la oficina—Viejo decrepito.

Yosem no sabía cómo reaccionar sobre todo aquello que le estaba pasando, tenía una conspiración a sus espaldas solo por tener unos cuantos ceros, era una verdadera incredulidad, el apretó los puños para contener la rabia que le invadía en su cuerpo.

—Debería decir gracias—El no miraba a Jimy.

—Anímate un poco más. Se los problemas por los que pasas mejor que nadie.—Él se acercó a su estudiante y le dio una palmada para que recobrara ánimos— toma échale un jalón, aquí nadie te vera, y si alguien te huele mucho solo mándalo al infierno.

Aunque Yosem dudo un par de veces, entonces viendo la colilla de cigarrillo quemándose al frente de él, quiso darle una calada para calmar su corazón, acto seguido lo puso en sus manos y dio una larga calada, hasta que en su cerebro se sentía aquella sensación tan agradable, más tarde boto el humo por su boca.

—Vale. Entonces mejora tus notas—Espeto Jimy.

—Lo haré.

—Eso espero Yosem y si encuentras a los que hacen eso en tu casillero entonces avísame inmediatamente.

—Sí.

Yosem se levantó de la silla con los ánimos renovados aunque un poco mareado por el efecto del cigarrillo, entonces antes de que saliera de la oficina Jimy lo volvió a retar.

—Espera—Yosem le miro, plantándose inmóvil en donde estaba— hoy llega tu nueva maestra de inglés, se buena con ella y cuídala de esos bromista que le gusta hacer llorar a la gente. La universidad que nos la transfirió, la definió como una rosa delicada que maneja muy bien el inglés. Échame una mano con eso ¿vale?

El dio la espalda al hombre y salió con orgullo de la oficina.

Lo que le faltaba, ahora tenía que ser niñero de la profesora de inglés.

—Vale lo intentare—Grito desde el pasillo.

Pero Jimy sabía que lo haría.

Yosem gruño al saber que de esta semana para adelante seria el niñero personal de la profesora nueva de inglés, ni siquiera le habían dicho como se llamaba, no bastaba con ser el punto de mira para los profesores y directivos, como para que ahora tuviera que cuidar a una ¡Linda Rosa delicada que maneja muy bien el inglés! Gruño y se bufo de aquellos pensamientos, para el chico que no tenía líder, todo esto era horripilante, suspiro con resignación no podía escaquearse de esta, ahora asumiendo con la tarea que le habían encomendado, fue directamente al salón, camino por los solitarios pasillos y luego se detuvo enfrente de una puerta de color rojo, tomo la perilla sin mirar por la pequeña ventanilla, y entonces paso adelante, rápidamente las voces de sus compañeros se escucharon mientras que el director estaba en el aula, acompañado por Leslie quien era la vice directora y Carla, miembro del consejo estudiantil, y allí entre ellos también había una silueta muy seductora y con bellas piernas, ¿es que no sabía que en esa secundaria no podían usar vestido alguno? Por otro lado no le molesto, era la mujer más bella que había conocido, hasta superando a la chica coronada como reina de su año, Irina. Estupefacto se quedó estético en la puerta sin decir ninguna palabra, solo contemplaba la belleza vampírica de esa mujer. ¿Acaso seria ella la nueva profesora de inglés? El director miro con fijeza y recelo a donde estaba Yosem, frunció su ceño y le indico que pasara con una señal, pero él estaba tan impresionado con la bella chica que no entendió lo que en otras ocasiones le diría al director: viejo canalla. El director cruzo los brazos y con su fuerte voz interrumpió la charla que Leslie daba a los alumnos.

—Pasa Yosem no te quedes ahí para como un idiota—Todos los compañeros de aquel infame salón posaron su mirada en Yosem.

¡De verdad que ese viejo era una canalla!

Todos estaban murmurando cosas acerca de él, pero como ya estaba acostumbrado solo miro al suelo y fue directamente a su silla, Leslie sintió lastima por aquella injusticia, y Carla solo rio, ella estaba cansada de ayudarlo y que nunca cambiara, Yosem apretó los puños resignado, quería darle una buena tunda a ese viejo, pero es que era el director, y además tenía una longevidad que no se lo permitía. Miro de reojo y conecto su mirada con la chica de bellas piernas, pero la quito enseguida al sentir que aquellos ojos miel conectaban con la oscuridad de los suyos, su corazón latió un poco más fuerte y acelerado, ¿Qué le pasaba? Hasta pensó que estaba un poco avergonzado, la presencia de aquella muchacha tan linda lo estaba intimidando, inmediatamente se colocó a la par de la silla y se sentó en silencio decidido a no cagarla más hoy. Sentía como las puñaladas punzantes de aquellos con quien estudiaba lo traspasaban, aunque aún tenía puesto sus audífonos estaba por una parte salvado, la señorita Leslie, termino de dar su charla, y la bella chica dio un paso adelante, Yosem se sintió interesado entonces se quitó los audífonos y le prestó atención con vehemencia, dijo algunas palabras en un inglés que parecía ser el nativo, todos los alumnos cayeron en una conmoción.

—Hola muchachos—Yosem pudo deleitarse con aquella voz tan fina y dulce, parecía que un ángel les estaba hablando— Mi nombre es Indira, y seré desde hoy su nueva profesora de inglés, espero que nos llevemos bien.

No podía ser, ella era la profesora, no podía ser real, media apenas como uno setenta y además era básicamente una niña, o no, hasta su voz era dulce, a ella tendría que cuidarla de los expertos bromistas de su clase, solo sabía una cosa, estaba perdida, y su trabajo sería complicado. Sin embargo, Yosem trago saliva impresionado por aquel cuerpo perfecto que hasta una modelo podía envidiar, piernas largas y estiradas, muslos redondos y cilíndricos que estarían perfectos en dos posiciones, rodeando su cintura o en sus hombros.

Alzo un poco más su vista hasta que se encontró aquellos pechos generosos, ¿Cómo sería lamerlos? ¿Cómo sería sentirlos? La respiración de Yosem se volvía trabajosa mientras que en su mente se hacia aquellas imaginaciones, y su pequeño acompañante se llenaba de energía. La piel de aquella bella muchacha seguro que era suave, y aquel rostro tan bellísimo y delicado, era una mujer excepcional, delicada y casta, aquellos que la habían definido como una rosa, tenían toda la razón, era tan lejana a todas las chicas de su colegio, que dudaba que aun fuera realidad aquel traslado, paso su mirada lasciva pero escrutadora por el cuello… ¡y que cuello!, una tierna vena marcaba su yugular, y para Yosem le pareció lo más bello que pudiera haber visto en su miserable vida. Quería acariciarlo con la punta de su nariz y también quería morderlo cual lobo, para reclamarla a ella como suya y que ningún otro gusano se acercara a su bella profesora de inglés. Indira hizo un movimiento rápido y pasó de mirar a los estudiantes que estaban al lado izquierdo de la fila, y fijo su interés en los estudiantes de la derecha, y ella conecto su mirada con Yosem. Este inmediatamente se sonrojo y aparto su mirada hacia la ventana, mientras tragaba saliva y su corazón se desbocaba.

¿Pero qué haces completo estúpido? Pensó. Indira sonrió tiernamente.

—La clase comienza—Espeto el director.

Los asistentes directivos se retiraron del salón y dejaron a la señorita sola con treinta personas desconocidas, quien podía hacer algo así, ella mínimo se merecía una escolta completa, era tan bella que podía ser secuestrada, eran los pensamientos de Yosem, y pues no estaba tan sola, él tenía que cuidarla. ¿Pero él podría concentrarse en eso cuando ella lo ponía al cien?

—Bueno muchachos ¿qué tal si nos conocemos?

No… se dijo a si mismo Yosem.

—Empecemos por los muchachos de la derecha. El corazón de Yosem se desboco aún más, casi podía escuchar sus latidos reflejados en sus orejas perfectamente. ¿Qué le estaba pasando?

—Bueno comencemos contigo. —Señalo a una chica de la primera fila.

Ella se levantó del pupitre y dijo su nombre.

—Me llamo Alexandra.— El orgullo la caracterizaba.

—¿Que te gusta hacer Alexandra?—Pregunto Indira.

—El baile.

—Vaya parece que seremos amigas a mí también me gusta muchísimo bailar. ¿Cuántos años tienes?

—Dieciocho.

—Eres muy joven.

—Sí.

Yosem no se cansaba de escuchar la voz tan perfecta de Indira, parecía que era la canción del verano aquello que estaba escuchando.

—Muy bien siéntate.

Acto seguido la chica obedeció la orden que le dio su profesora, posteriormente los siguiente cinco chicos fueron iguales, hasta que llegó el turno de Yosem, temblorosos cogió una bocanada de aire, siempre detestaba presentarse en público, odiaba ser el centro de atracción. Resoplo sin que nadie se diera cuenta y se levantó del pupitre como lo habían hecho el resto de estudiantes, su cuerpo tenía miedo, era la primera vez que lo sentía, estaba nervioso y no podía mirar a ningún otro lado que no fuera la ventana.

—¿Tú fuiste el que llego tarde cierto?

Todos rieron, no lo hicieron antes porque se encontraba el director enfrente de ellos.

Yosem afirmo con la cabeza, desde esa posición podía ver mejor aquellos labios maquillados perfectamente, es que necesitaba controlarse porque la maestra se daría cuenta que se estaba derritiendo y como un simple adolescente rendido ante ella, respiraba profundamente y daba largos suspiros para controlar su ritmo cardiaco, estaba al límite.

—Schhh a ver muchachos controlaos vamos a escuchar a este chico. ¿Puedes decir tu nombre?

—Yo… sem—Titubeo— Me llamo Yosem.

—¿Entonces Yosem que te gusta hacer?

Un fuego incomparable se apodero de su cuerpo, no había nada mejor que escuchar a sus labios pronunciar su nombre, era tan excitante para él.

Yosem no podía encontrar la respuesta para su profesora, tampoco podía decir que solo le gustaba escuchar música, sería algo tan superficial que quedaría como el típico maleante de clase, aunque ya lo fuera, sin embargo miro para otras partes para poder evadir la pregunta buscando algo que responder, pudo pillar a un compañero escribiendo en su cuaderno, entones soltó el taco sin medir las consecuencias.

—¡Escribir!—Musito bajito pero lo suficientemente fuerte para que ella escuchara.

—Vaya me encanta eso… —Una conmoción se escuchó por el salón.

¿Es que soy cabezotas o que, que estoy haciendo? Eres un imbécil ahora o ¿qué? ¿Dirás que eres un poeta? Yosem, no lo arruines más de lo que ya está quédate calladito y limítate a responder con si y no…

Fuertemente se abochornaba así mismo en su cabeza.

Empezó a sudar frio mientras trataba de no ver directamente a la ninfa sensual y provocativa que tenía enfrente. Pues cual medusa si la miraba a los ojos quedaba hecho piedra.

—¿Has leído homero?—El tono de esa pregunta fue muy personal.

El asintió con la cabeza.

Indira dejo de estar cerca del pizarrón solo para acercarse a Yosem, luego se plantó al frente de él, estaba muy cerca, tan cerca que podía olor el olor de gasolina que desprendía su chaqueta.

Yosem estaba confundido, la profesora yacia casi encima de él, aunque eso era lo que quería, pero hacerlo enfrente de treinta personas no parecía nada íntimo. Pudo observar que sus labios estaban algo secos, necesitaban ser humedecidos para que no quedaran quebradizos y se arruinara su belleza, un beso sería una forma idílica para humedecer sus labios, la profesora desprendía aquel olor a champú y ciruelas que lo hacían enloquecer, respiro un poco de su aroma, tal vez el peor error de su vida. Como se podía contener ahora, en ese mismo momento sintió una necesidad de tocar aquellos finos y delgados cabellos, brillaban entre un color cobrizo y marrón, era una mujer muy perfecta, ¿Qué estaba haciendo en esa pocilga de secundaria? La profesora lo escruto un poco con la mirada, No había nada en especial en ese chico a pesar de ser más que un poco atractivo, pero ella podía ver algo en él, que no tenía el resto de estudiantes, miro primero los zapatos del chico, eran una horrorosas y estrambóticas botas de motero, más arriba los pantalones holgados, muy holgados como los que se usaban en los ochentas, ¿alguien usaba aquellos pantalones en esta estos años? Luego subió un poco más, el cinturón tan llamativo del muchacho la cautivo parecía aquellos que usaban los vaqueros, la hebilla era grande y hasta parecía incomoda, el abdomen del muchacho parecía ser una tabla en la que podía lavar toda su ropa sin problemas, Indira se le hizo agua la boca con aquella figura tan masculina. Lo mejor era aquellas par de piernas tan duras y rígidas que parecían que iban a sostener una tonelada de peso muerto, ¿iría al gimnasio? Se preguntó para sí, Indira siguió subiendo, arriba de esos abdominales que parecían perfectos, esperaba un pecho poderoso acompañado de un par de brazos tan titánicos como los de un Dios griego, ¿de verdad era un adolecente? porque desde que entro a la clase quería llevarlo al baño quitarle la ropa y hacerle el amor unas mil veces. Pero lo mejor y lo que más la ponía como una loba en celo, eran aquellos ojos oscuros, aquella mirada de sufrimiento que conocía a la perfección, ¿tendría problemas en casa? Bueno quien no los tiene, al parecer la vida siempre se encarga de mostrar su lado más frívolo y amoral. Indira sintió como sus pechos se erizaban y ponían rígidos, una mala señal para ese día en donde no había traído un brasiers que la cubriera, en cambió esta mañana había escogido un vestido cómodo.

Siempre parecía que la mirada de Yosem escapaba de sus ojos, ¿Por qué? Percutió en su mente, ¿tal vez ella no le caía bien? El olía a sexo puro duro y placentero… era tan atractivo y masculino.

—¿Yosem cuántos años tienes?—Indira estaba decidida que si decía más de veinte se lo llevaba a casa esa misma noche sin importar lo que dijeran lo demás, era un bombón.

—Tengo diecinueve.

El corazón de Indira quedo desbocado.

Yosem aún no podía creer que estuviera tan controlado después de tener a una quimera como ella al frente suyo, le alborotaba hasta la última hormona de su cuerpo. Tal vez la tarea que le dio Jimy no fuera tan mala después de todo.

—Me parece perfecto, ¿te gustaría ser el encargado de la clase?

Todos miraron al chico mientras, que el todavía no podía procesar aquellas palabras, nunca nadie le había confiado esa oportunidad, era una responsabilidad muy grande, que solo aquellos que tenían las mejores notas podían permitirse, y para unos cuantos ceros, no era buena esa idea.

—Tengo unas notas bajas…

—No importa en lo absoluto.

—¡Que!

—Si como escuchas solo tienes que asegurarte de hacer el trabajo. Aunque si no lo quieres con gusto se lo daré a alguien más.

—Me puede dar tiempo para pensarlo…—El paso su brazo por detrás de su nuca y se rasco la cabeza en un modo pensativo. Indira pudo ver aquellos bíceps tan enormes que no pudo hacer más que contemplarlos sin dilaciones, ¡ojala esos brazos la abrazaran fuertemente hasta sacarle el aire, sería una clímax perfecto!

—Tienes dos semanas.—Ella guiño el ojo de manera picarona. Acto seguido le toco el brazo con sus delicados dedos, al sentirla en su cuerpo, tan siquiera por aquel segundo que pareció eterno, una descarga eléctrica le invadió en su cuerpo e hizo que su lado más salvaje despertara, al sentir aquellos dedos tan delicados y tibios. Indira pudo sentir aquellos músculos tan macizos que le hizo recordar a un modelo de la televisión. Estaba en presencia de un actor de telenovela dramática, quería comérselo a besos.

—¡Gracias!

—Ya puedes sentarte.

El alivio invadió el cuerpo de Yosem pero a la vez también la desilusión, aunque una parte de su cuerpo le decía que estaba haciendo el ridículo más grande de su vida, pero le encanto aquella sensación al sentir a los dedos de Indira encima de si, se arrepintió el haber traído su chaqueta de cuero, esa mañana estaba haciendo frio. Cogiendo una bocanada de aire entonces volvió a incorporarse a su silla. Indira siguió conociendo a todos los chicos de la clase, pasó al menos una media hora hasta que la clase empezó.

Poco a poco Indira explico el verbo to be, cosa que siempre explicaban con anterioridad, pero esta vez Yosem estaba más que entretenido en la clase, en los tambaleos de aquellas piernas tan delgadas y delicadas, parecía una muñequita andante, tan frágil y delicada, pero a la vez tan sensual y cautivadora, Yosem suspiro mientras miraba las cadera perfectas de la profesora, pero más que las caderas veía con parsimonia su trasero, lo quería lo ansiaba, quería crisparlo con sus manos hasta quedar cansado y lamer con su lengua cada parte de su cuerpo.

—Creo que te has sacado un billete directo a Narnia—Menciono un chico detrás de la silla de Yosem.

—¿Qué?

—Creo que la nueva profesora se fija mucho en ti.

—No bromees Luciano. Ella es mucho mayor que yo.—Susurro mientras esperaban no ser descubiertos por Indira, pero lo peor que pudiera pasara, quedar mal con ella, no. Esa no era una opción para Yosem.

—Di lo que quieras, pero ese tipo de mujeres son las que prefieren a los chicos malos.

—No lo creo.

—¿Iras después de clases al bar?

—Tengo que hacerlo sabes que trabajo allí.

—Bueno vale nos veremos allí.

—Vale.

De mala gana Yosem volvió a escribir aquellas cosas que estaban en la pizarra, lo único que quería hacer, era quedarse contemplando a Indira como si no hubiera un mañana ni un ayer, ni un hoy

Oct. 22, 2020, 1:59 p.m. 0 Report Embed Follow story
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