A
Ariadna Jiménez


Historia +18 La historia de Andrew y Grace continúa... Grace ha averiguado toda la verdad, y se dispone a alejarse de él, pero no se lo va a poner fácil. Andrew hará todo lo posible por recuperar al amor de su vida, y para conseguirlo sabe que tiene que contarle todo su pasado. ¿Qué es lo que esconde Andrew? ¿Podrá Grace soportarlo? ¿Le perdonará? Descubre la última entrega de la serie Pasión, e introdúcete en esta historia llena de secretos, lujuria y sentimientos. “El amor verdadero no siempre es perfecto, de hecho nunca lo es."


Romance Erotic For over 21 (adults) only.

#drama #romance #erotico
18
4.6k VIEWS
Completed
reading time
AA Share

Capítulo Uno

Andrew

Quien encubre su pecado jamás prospera;

quien lo confiesa y lo deja, halla perdón.

Proberbio 28:13



Día 29 de diciembre.

Hoy es el primer día desde que se fue de mi lado. Le dije esas cosas espantosas y se fue, aterrorizada y dolida por mis crudas palabras. Palabras vacías que nunca deberían haber salido. Mentiras y más mentiras.

Quise compararlas con las demás, haciéndome creer a mi mismo que lo que dije es verdad, a pesar de no ser así. A pesar de amarla con todo mi corazón y de haberse convertido el aire que respiro.

Necesito recuperarla. Necesito volver a tenerla a mi lado, pero para eso solo puedo hacer una cosa, y lo empezaré a llevar a cabo ahora mismo.


Termino de acomodar las cosas en la pequeña maleta de viaje. Me voy a Nueva York. Le he dicho a Alexey que vaya lo antes posible. Tengo una noticia importante para él, y muy beneficiosa. Voy a dejar este mundo. Lo tengo decidido. Voy a negociar con quien sea para que nos dejen en paz y poder llevar una vida tranquila con mi Grace.

Sí. Aunque se haya ido es mía. No podemos olvidar nada de lo que ha pasado entre nosotros, porque hasta yo lo he sentido. No es como antes, ahora ambos nos amamos y nadie puede negarlo.

Quiero hacerla feliz, y ella quiere que deje este mundo turbio y sucio. Mundo que me ha acompañado desde hace muchísimos años, pero me da lo mismo. Lo más importante es ella.

Cierro con prisas la maleta antes de apoyarla en el suelo y comenzar con el resto de cosas que me hacen falta. El avión sale dentro de par de horas, al menos así lo establecí, pero quiero estar con tiempo. Con suerte pueda terminar el borrador.

Acabo de lanzar la noticia de mi nuevo libro. Les he contado a todo el mundo quién es Grace. Una imprudencia para muchos al exponerla así, pero era necesario. Tenía que llamar la atención para poder conseguir una mínima idea de donde puede estar. No podrían hacerle daño, y aparte se me haría más facil recuperarla. Ha sido arriesgado, pero no creo que esa manada de inútiles sea capaz de secuestrar o asesinar a alguien que está en las noticias como “la musa de Andrew Carter”.

Meto las últimas pertenencias en mi maletín, que se trata únicamente de mi portátil y algunos documentos que hay que tener a mano.

Me coloco el abrigo, asegurándome de que quede absolutamente perfecto. Llevo un traje de dos piezas negro, algo serio pero simple.

—¿A dónde vas? Pensé que estarías en la cama —la voz de Stephen retumba en las cuatro paredes de la enorme habitación.

Miro hacia el exterior desde el ventanal de mi Penthouse en Seattle. Sigo aquí. No he podido irme.

—Me tengo que ir a Nueva York.

Mi voz sale de forma dura y sin ningún tipo de empatía. No debería estar enfadado solo con él por lo que pasó, pero el caso es que lo estoy. Estoy enfadado porque es como un hermano pequeño para mí y me ha traicionado.

—¿Por qué? ¿Qué hay en Nueva York?

—Stephen. Con todo el respeto del mundo, aunque no debería tenertelo. No es asunto tuyo —se coloca delante de la puerta, interponiéndome el paso —no me hagas ponerme borde, Stephen. Quita.

—¡Dijiste que no estabas enfadado! — me apunta con el dedo — no puedes castigarme a mí de lo que pasó entre los tres. Con Dimitri y Andriy actúas normal,y a mí me tratas con desprecio.

—¡Te lo mereces joder! —exclamo y veo como abre los ojos, impactado aunque intenta disimular. Me acerco y lo agarro de la barbilla, alzándole la cara —me traicionaste. Eres el único que sabe lo que sentía realmente por ella y la dejaste ir, así que puedo tratarte como quiera.

—¡La habías tratado muy mal! Tenía que hacerte entrar en razón para que cambiaras— intenta soltarse, pero no se lo permito, al contrario, afianzo más mi agarre —era por el bien de ambos— esto último lo dice con más esfuerzo debido al agarre en su quijada.

—¡No la traté mal a propósito y lo sabes! Bebimos antes de volver a casa.

—Eres un adulto. Esa excusa no sirve ni para mí.

Estoy a punto de entrar en convulsión. Antes de que pueda arrepentirme le suelto y le aparto antes de cruzar el marco de la puerta.

—¡Déjame ir contigo! —me paro en seco —déjame ayudarte, por favor…

—¡¿No entiendes que no quiero tu ayuda?!—grito lo más fuerte que puedo, asustando a mi yo interior —¿Dime por qué lo hiciste? Hice todo por ti, y lo menos que esperaba era esto.

—Andrew no lo entiendes…— harto de sus excusas continúo hacia delante, cruzando el inmenso pasillo —¡Me recordó a mí!¡Cuándo te fuiste y la vi tirada en el piso me recordó a mí y a Alexey por eso la dejé ir!

Pierde la voz en cuanto dice esas palabras para comenzar a llorar desconsoladamente en medio del pasillo. Detengo mi marcha y dejo las cosas en el suelo para acercarme a él, envolviéndolo entre mis brazos.

Sus llantos no cesan, aumentan al estar alrededor mío, mientras que sus brazos se aferran a mi camisa, arrugándola.

Le toco el pelo. Se lo revuelvo y lo acaricio, calmándole.

Así que era por eso…Le dio miedo y por eso la dejó ir. Joder. Esto es muy difícil.

—Ya está, Stephen, deja de llorar —sigo así durante unos segundos — si no quiero que vengas no es por otros temas, sino porque Alexey estará ahí.

Me mira fijamente, con sus ojos llorosos y su cara enrojecida debido al llanto.

—¿Por qué quieres verte con él? Él es malo.

—Sé que es malo, pero voy a darle lo que siempre quiso — me mira sin entender — le daré la empresa. Quiere llevar ese mundo y vamos a llegar a un acuerdo.

—¿No bromeas? ¿Va en serio? —asiento. Rápidamente adorna su rostro con una sonrisa, aunque sigue soltando algunas lágrimas —por fin. Me alegro de que hayas dado el paso. Odio este mundo, y sé que Grace también.

—Lo sé. Por eso me voy. Quiero arreglarlo todo y ser felices, y he pensado que es una buena forma de empezar.

—Es una excelentísima manera. Déjame ir contigo, aunque esté Alexey —niego —me quedaré en el apartamento mientras estés con él. Seguiré las reglas Andrew, por favor.

Suelto un bufido, pero asiento igualmente. Me da una de sus calurosas sonrisas y sale corriendo rumbo hacia su habitación. Irá a hacer las maletas supongo.

Me apoyo en la pared de yeso y cierro los ojos durante unos segundos antes de que venga e irrumpa mi paz mental. Anoche no dormí absolutamente nada, aunque no es que me importe demasiado. He pasado mucho tiempo sin dormir.

La que me preocupa es Grace ¿Estará comiendo y durmiendo lo necesario? Espero que sí, porque como se haya descuidado y haya perdido un solo gramo, pienso ponerla sobre mis rodillas y…

Aparto esos pensamientos oscuros de mi mente y abro los ojos, dando por finalizado el descanso. No puedo comenzar así. A ella no le gustaba y no puedo seguir con ello.

—¡Stephen más rápido!

Justo en ese momento sale de la habitación con una pequeña mochila de color negro cargada al hombro. Se la cojo y antes de que pueda protestar sigo mi camino hacia el ascensor privado.

—No soy una damisela en apuros, Andrew. Puedo llevar mis cosas.

—No eres una damisela. Eres un niño caprichoso —puedo ver por el rabillo del ojo que hace un mohín antes de subirse al ascensor.

Ambos nos quedamos en silencio hasta que llegamos a la planta subterránea donde están los coches a mi disposición. El SUV es la mejor opción para días de lluvias. Son seguros y con buena tracción. Riesgo del uno por ciento.

Meto las cosas en el maletero y le abro la puerta copiloto a Stephen antes de ir a mi asiento y emprender nuestro camino hacia el aeropuerto.

Aprieto el volante con fuerza, casi adormilándome los dedos de las manos.

Tengo una mezcla de sentimientos extraños dentro de mi ser; enfado, tristeza, alegría, confusión, rabia, ira…

Sentimientos contradictorios que me nublan la mente y me impiden tomar decisiones sabias, al igual pasa con mi corazón cuando está en estos momentos. Pone el piloto automático y no mide las consecuencias de ningún tipo.

Me duele la cabeza. Un bombeo intenso en la parte lateral del cráneo. Es el cansancio, pero dormir me es imposible. Al cerrar los ojos lo único que veo es la cara de Grace.

Su precioso y delicado rostro que fue esculpido por los mismos dioses del olimpo. La trajeron para mi. Para deslumbrar a cualquiera el que pase.

—Deja de apretar tanto el volante. Te harás daño.

—Lo sé, es solo que no puedo parar de pensar.

Coloca una mano sobre mi hombro y lo aprieta, para consolarme.

Stephen es como el hermano menor que nunca tuve. Alexey es menor, pero no lo considero un hermano después de todo.

Puede ser un auténtico grano en el culo, y es muy llorón, pero así es Stephen y no puedo cambiarlo. Lo quiero y lo acepto tal y como es.

—Es normal que la eches de menos, Andrew, pero lo que estás haciendo está muy bien. Vas a salir de este mundo por ella.

—Pero no entiendo por qué huyó. Dijo que íbamos a darnos una oportunidad y me provocó para que estallara.

—Te ama, Andrew. No hay duda de ello, pero estaba secuestrada. Era inevitable que quisiera sentirse libre de nuevo.

—¿Crees que pudo sentirse como alguna vez te sentiste tú?

Le miro de reojo antes de tomar la intersección. Estamos cerca del aeropuerto. Apenas a diez minutos.

Stephen mira hacia delante. Tiene un perfil hermoso. Su nariz respingona y sus labios carnosos le hacen ver un chico muy atractivo, sin contar con sus mejillas regordetas y rosadas.

—No creo que nunca se haya sentido así. La mayoría del tiempo se veía feliz, lo notaba, pero otras veces cuando la dejabas sola demasiado tiempo su semblante cambiaba a uno mas serio y triste. Creo que tu compañía le hacia amarte cada vez más.

—Muchas veces pienso que era síndrome de Estocolmo.

—Sabes como es el síndrome de Estocolmo de primera mano, no es nada parecido.

Me acuerdo a la perfección los primeros días de la llegada de Stephen. No podía dejarlo solo y se me dificultaba mucho todo.


—¡Alexey no es un hombre malo!¡él me ama y vendrá a por mí!

Pobre criatura. Lleva un año y medio con el pervertido de mi hermano y ahora se ha quedado trastocado.

¿Cuántos años tiene?

¿Dieciséis? ¿Diecisiete?

Empieza a llorar desconsoladamente y me veo obligado a acercarme para envolverle en mis brazos. Esto es un error. Me parezco demasiado a Alexey como para estar aquí, pero no quiere que me vaya. Solo quiere que esté yo con él y no me separe de su lado.

Le acaricio la cabeza, rascándole y dándole un masaje, haciendo que se relaje.

—Te ayudaremos a recuperarte, pequeño.

—Quiero que venga, Alexey. Le dije que esta noche me vestiría de princesa para él.

¿En serio? ¿Le disfrazaba para tirárselo? Tengo que hablar con él y romperle la cabeza antes de que quiera conseguir a otro, aunque ya se lo he dejado bastante claro. Como secuestre a alguien más le mato yo mismo.

Creo que me voy a arrepentir de lo que voy a decir, pero no pasa nada. Me arriesgaré.

—¿Quieres disfrazarte de princesa para que yo te vea? —niega —¿ por qué?

Lógicamente no es desilusión. No es que quiera tener sexo, simplemente quiero que se sienta mejor y olvide todo por algunos minutos.

—Alexey me encerraría en una caja durante una semana sin comida y luego me mataría.

—Alexey ya no está cielo. Estás a salvo ¿si? —me mira sin parecer entender —yo te ayudaré a que te recuperes para que nadie vuelva a encerrarte en una caja ¿vale? — esta vez si entiende porque asiente emocionado.

—Quiero mi pijama —señala su maleta —mi pijama de princesa y comida.

Asiento y me acerco para darle un beso en la frente. Su frente tibia me muestra lo descompuesto que está. Sin contar con sus ojeras y las marca que tiene por todo el cuerpo. Pobre niño…


Me acuerdo como si fuera ayer. Por eso no quería traerlo. Recordar lo que pasó Stephen por culpa de la desgracia de mi familia me hace odiarme todavía más. Él no lo sabe, pero me culpo. Me culpo porque yo fui quien metió a mi hermano en este negocio sabiendo como es. Un desalmado sin corazón.

—Sabes que la encontrarás y volveréis juntos ¿verdad?

—Me odia. No creo que quiera volver conmigo tan fácil.

—Solo tienes que dejar ir al Andrew malvado y atormentado y permitir florecer al de verdad.

—No sabes si debajo de este hay otro mejor u otro mucho peor.

—Si fueras peor debajo de todas esas capas de dolor y temor no me habrías ayudado, al revés, habrías hecho algo peor conmigo.

En eso tiene razón. Podría haberme unido a las violaciones continuas que sufría o a los abusos, pero no pude. No soy así. No voy por ahí otorgándome derechos que no me corresponden.

Llegamos al aeropuerto y en seguida me voy por la zona privada hasta parar justo enfrente de mi avión. El gigante de hierro.

Siempre me han gustado los aviones y volar. Si no me hubiera metido en esto habría estudiado para piloto y ver mundo, pero supongo que no a todos se les cumple su sueño.

Stephen sale del coche para coger su mochila y salir corriendo adentro del vehículo.

El piloto se sorprende al verlo pasar, pero solamente hago una señal con el brazo. Ruedo los ojos. Este chico no va a cambiar nunca. Cojo mis cosas y le dejo las llaves al chofer que llevará de vuelta mi coche a casa.

Nunca he sido partidario de dejar conducir mis coches a personas desconocidas, pero a circunstancias extremas, medidas extremas.

Me subo al avión, y con un asentimiento de cabeza saludo al piloto y me voy al asiento que hay frente a Stephen, que ya está emocionado dando brincos de aquí para allá.

Me dejo caer en la superficie de cuero blanco y estiro las piernas todo lo posible, rozando las piernas de Stephen con mis canillas.

Este recoge las piernas encima del sillón para que pueda estirarlos del todo, al menos hasta que rozan su asiento. Le doy una sonrisa y dejo las manos en la madera, respirando profundamente mientras hecho un vistazo al exterior.

—¿Por qué no duermes un poco? Te sentará bien.

—No puedo dormir, Steph. Por eso he estado de mala hostia. No puedo descansar sin ella.

—Hablemos de algo feliz. ¿Te acuerdas del primer día que empecé la universidad? Menos mal que fue en inglés, porque como para aprender Ucraniano.

—Me acuerdo. Te tuve que hasta que cambiar de ropa de lo nervioso que estabas. ¿Quién va a la universidad en traje?

—¡Quería verme serio como tu! Pensé que así iban todos.

Suelta una risa escandalosa y es ahí cuando decido relajarme un poco y hacer una mueca de sonrisa. Fue un momento divertido, sobre todo al verlo con un mohín mientras le desvestía y le quitaba esa ropa, la cual era mía y le quedaba enorme.

—Cambiando de tema. ¿Qué hay entre Dimitri, Andriy y tú?

Le cambia la cara a color rojizo. Me imagino lo que hacen, pero quiero divertirme un rato.

—¿Qué? Nada. ¿Qué vamos a hacer nosotros tres juntos?

—Follar —digo obvio —no me engañas, Steph. Les oigo.

—¿No te molesta? —niego —es que pensamos que como somos amigos y trabajamos contigo pues no te sentaría bien.

—No me molesta que os acostéis juntos, pero ten cuidado, Steph. Son dos hombres grandes y fuertes que no saben controlarse a la hora del sexo. Tienes que estar cuerdo para llevar las riendas y no morir en el intento.

Asiente, claramente avergonzado por nuestra charla. Una charla necesaria que tendré que tener con esos dos en cuanto lleguemos. Stephen es muy sensible y muy delicado. Cualquier roce le hace una marca y cualquier mal golpe puede romperle un hueso.

No voy a consentir que se vaya al hospital por la brutalidad sexual de haberle causado una hemorragia o algo peor.

Tiemblo de solo pensarlo y arranco como si fuera una tirita todos esos recuerdos de mi mente.

Le hecho un vistazo a Stephen antes de ponerme con mi ordenador a repasar por última vez mi libro. Ni siquiera está publicado y se han vendido mas de quinientos mil ejemplares en preventa.

Podría vivir cómodamente de la literatura. Me gusta, me relaja, me hace investigar y aprender nuevas cosas. Además, se me da bastante bien.

Podría dedicarme lo que me queda de vida a retirarme con Grace a una en el campo donde me sentara por las mañanas a escribir junto a la chimenea, o en el jardín si es verano, y por las tardes a cuidar de mis hijos y de mi familia.

¿Qué narices estoy diciendo? ¿Quiero hijos con ella?

Por supuesto que sí. Con ella quiero absolutamente todo. Hasta morir el mismo día, pero me temo que eso es imposible. Es demasiado joven para morir cuando yo lo haga. Este mundo necesita de su belleza, de su bondad y honestidad hasta el día del juicio final.

Leo la primera frase que encabeza mi libro.

“Después de años y años de penumbra y oscuridad he encontrado a alguien que ilumina mi sendero. Un sendero que por una vez en mi vida no me lleva al infierno.”

Algo totalmente cierto. Esa persona es Grace para mí. Todos tenemos a una persona así en nuestra vida. Alguien que se encarga de cuidarnos y que nos motiva a ser mejores.

Miles de historias ocurren de esta forma y no al revés. La mala influencia no condiciona a la buena, porque la luz no puede ser tragada por la oscuridad. Aunque el negro firmamento de miedo, nunca podrá opacar la luz de una estrella, ni siquiera cuando muere.

—¿Qué harás cuando vuelvas con Grace?—pregunta.

—Mi lado racional quiere darle su tiempo, en serio, pero mi otro lado, el que conquista mi cuerpo quiere llevársela a Ucrania y darle una lección.

—Lo sé, pero sabes que no está bien. Tienes que conquistarla de nuevo.

—¿Y cómo lo hago? ¿Le llevo flores o directamente vamos a la cama?

—Primero tienes que pedirle perdón. No puedes ir allí y hacer como que nada pasó. Tienen que disculparse ambos y quizás puedan ir a terapia y…

—¿Qué? Ni de coña, Stephen. Ya sabes que no me gustan los psicólogos.

—¿Es por eso que te pasó de adolescente?—me revuelvo en mi asiento, incómodo por la conversación —puedes confiar en mi, Andrew.

—Lo sé pero no quiero resucitar a los muertos. Algún día te lo contaré pero no escarbes más en ese tema.

—Pero Andrew…

Mis pulmones se sienten oprimidos por la situación, y para salir del paso recurro a lo único que sé hacer. Discutir y gritar.

—¡No quiero compartir mi mierda de vida joder!

Mi respiración errática, casi asfixiante pasa por mis pulmones tras esta conversación.

Mi vida no es digna de sacarse a relucir, ni mi vida, ni mi familia ni nada ni nadie que tenga que ver con mi entorno.

Mi infancia es una gran montaña de tristeza, rabia y soledad. Nada más. No quiero que me tengan lástima al contarlo, y sé que Stephen no lo haría, pero dejaría mi lado más vulnerable al descubierto y estamos en un momento un poco tenso. Ya tengo bastante con mi hermano.

Stephen se levanta con una sonrisa. Deja un beso en mi frente y me pasa la mano por mi pelo rebelde. Necesito un corte de pelo, hace demasiado tiempo que no lo corto, y ya se está empezando a ver como si fuera un surfista australiano.

—Voy al sillón a dormir. El vuelo es largo así que duerme un poco, por favor.

Asiento, muy poco convencido de que pueda dormir algo. Debería intentarlo para estar fresco y que Alexey no se intente aprovechar de mí.

Sí. Debo hacerlo.

Cojo el antifaz de terciopelo negro que hay en la guantera de cada asiento. Lo llevo a mis ojos y lo coloco, asegurándome de no dañar partes de mi cuerpo.

Aún el día no ha acabado. Sigue siendo de día, aunque queda poco para que empiece a anochecer y mi vida se envuelva en una noche eterna y no solo de forma metafórica.

Cierro los ojos y me acomodo levemente sobre la silla, subiendo los pies al asiento de enfrente.

Bien Andrew. Hora de dormir. Cuenta ovejas si quieres pero necesitas dormir aunque sean unos minutos. Líneas y dibujos psicodélicos aparecen en mi mente, eliminando otra cualquier cosa de mi cabeza hasta que poco a poco consigo quedarme dormido. Al menos, un poco menos consciente que estando despierto.


Oct. 1, 2020, 10:56 a.m. 1 Report Embed Follow story
3
Read next chapter Capítulo dos

Comment something

Post!
GB Graciela Beatriz
Como va haser Grace,para volver con el .ni me quiero imaginar.
October 01, 2020, 11:50
~

Are you enjoying the reading?

Hey! There are still 21 chapters left on this story.
To continue reading, please sign up or log in. For free!