c-rodz Celi Rodz

¿Quién no quiere vivir en Nueva York? Si está llena de vida, teatros, música, moda y diversión de todo tipo. Es la ciudad ideal para los artistas; escritores, actores, modelos, escultores. También para los negocios, empresarios y emprendedores. Pero además, está llena de gente diferente con propuestas de vida diferentes, con colores diferentes, donde prevalece cierta indiferencia general que se traduce convenientemente en respeto hacia los demás. Nueva York es la ciudad para amar sin ser juzgado. Por todo lo anterior, nuestro protagonista la escogió para vivir...  Miles Soloh, es un joven ejecutivo de una de las más importantes editoriales de Nueva York, proveniente de Salt Lake City. Solo conocía el amor entre hombres hasta que ella llegó a su vida: Christine Hunseker, su jefa y casi instantaneamente, su nueva forma de amar...   Pero Miles acababa de formar pareja con Louis, un sensible y muy sufrido joven que le estaba enseñando la importancia del agradecimiento, la sensibilidad y la poesía.   Ahora se debate entre su hermosa relación homosexual con Louis y ese poderoso sentimiento que crecía cada día por Christine, que él sentía que lo estaba cambiando.    Como dice el doctor Stevenson: "Quizás lo que creemos está basado en condicionamientos, opiniones y creencias de otros. Quizás es más fácil que otros decidan lo que somos. Más fácil pero no más apasionante ni verdadero".    


LGBT+ Not for children under 13.

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"Un Pueblerino en Nueva York"

Salt Lake City, 24 de diciembre de 1983...


—Amo a nuestro hijo pero nos expone ante nuestra iglesia, ¿crees que no se han dado cuenta?, es evidente que se siente anormalmente atraído por Chad, justamente el hijo de nuestro pastor.


—¿Anormalmente? Eres injusto Noah, Miles ha tenido novias...


—Si, Mary… a Susan, pero era un niño… ahora es un hombre, recién graduado, universitario. No entiendo… ¿qué hicimos mal?


—Nada, no hicimos nada mal. Miles es un buen muchacho, estudioso, amable y buen hijo, eso es lo único que debe importar. Si se siente o no, atraído hacia… los hombres, ni seguros estamos, pero de ser así, a Dios lo que le importa es que nuestro hijo es bueno, no es ningún pervertido.


—Ah… no sé Mary. ¿Será la época?, esa música que escuchan hoy en día, rock, la perdición. Ese tal David Bowie, irreverente, rebelde ¿has visto su aspecto?


—¿Qué dices Noah? No tiene que ver, además, el disco que Miles compró es muy bueno, hasta a mi me gusta… Modern Love es mi favorita.


—Y la de nuestro hijo, la escucha día y noche. No sé como no ha rayado el disco. El caso es que estamos en la boca de medio pueblo y eso no me gusta, yo nunca di de qué hablar, al menos no para mal. Ahora Miles y Chad, andan exhibiendo su más que amistad, porque hasta los han visto agarrados de las manos...


Miles, que escuchaba tras la puerta, lloraba y pensaba…


«Mi padre está avergonzado de mí… oh Dios… No pensé que podría causarle daño a mi familia. Estoy siendo egoísta, si, pienso solo en mí, en mis sentimientos, no estoy pensando en nadie más. Todo por lo que decidí ser...

Pero… ¿quién soy?, ¿qué soy? Me miro al espejo y solo veo una imagen, una pose ante el mundo. Me veo guapo, refinado... Algunos de mentes cuadradas o conservadores me rechazan pero fuera de ellos, todos quieren estar conmigo, todas las mujeres confían en mí, soy el alma de las fiestas. Y...¿Por qué no cambiar?, ¿podría hacerlo?. ¿Quién dice que no puedo? Si solo se trata de amor, y el amor es del alma, siempre he defendido ese principio; que si amamos de verdad, que no es solo sexo, que es sentimiento y espíritu, que no tiene forma ni cuerpo... ¿o si?»


En la mañana de Navidad…


—¡Hijo!, ¡Feliz Navidad!


—¡Mamá, gracias! Wow, esta caja se ve grande, ¿que será? A ver…


Miles abría cuidadosamente el ragalo de sus padres por Navidad, la caja era grande, forrada en papel metálico rojo con lazo dorado, no quería romper el papel pero la curiosidad le ganó y terminó por rasgarlo todo hasta llegar a la caja.

—¡La maleta que quería!, ¡gracias mamá!, te amo… ¿y papá?


—Preparando chocolate caliente y galletas.


—¡Aquí estoy! Feliz Navidad familia… —Noah coloca la bandeja de madera en la mesa de café junto al árbol, para abrazar a su hijo y esposa. Por unos segundos los tres en cálido abrazo familiar, interrumpido por Miles…


—A ver… les había comprado varios regalos, de hecho allí están debajo del árbol, sin embargo, he decidido darles y darme el mejor de todos en esta Navidad.


Ante la mirada intrigada de sus padres, saca de una de las botas que colgaba de la chimenea, un boleto de avión junto a un pasaporte.


—Anoche pensaba en darle un giro, un cambio a mi vida, para el bien común… pensaba en ser responsable con todos. —pausa. —Pero ya amaneciendo, porque no pude dormir, entendí que debo comenzar por ser responsable conmigo mismo, debo, no aceptarme, porque yo me acepto como soy, o como creo que soy… Pero debo entenderme, no es sencillo complacerlos a todos, no puedo papá, lo siento… Pero estoy convencido de que si me comprendo a mí mismo y luego de ello, me siento a gusto con lo que descubra, me siento en paz, entonces sabré que he escogido el camino correcto.


—Hijo…


—Papá, por favor, déjame hablar. —Miles con lágrimas en los ojos. —¡Esta maleta me viene al pelo, eh! Me voy familia… me voy a Nueva York.


Su mamá sollozando lo abraza, sin poder decir una palabra, sabe que su hijo les escuchó hablar la noche anterior, siente que ellos lo orillaron a tomar esa desición.


—No tienes que irte a ningún lado hijo, esta es tu casa.


—Lo sé mamá… Pero hace unos meses me ofrecieron un buen empleo, en una editorial, ¿recuerdas? donde trabaja un compañero de la universidad. Bueno, me voy mañana, recibiré el 84 en la gran manzana ¡no me puedo quejar!


Su padre miraba al piso en silencio, lo abrazó fuertemente y no hablaron más del tema.



Nueva York, enero de 1989...


Miles Soloh, feliz empleado de una editorial de prestigio de la ciudad, Tree Books Corporation; la tercera más importante de Nueva York, donde llevaba algo más de cinco años viviendo. Nació y creció en Salt Lake City, aunque ha hecho algunos viajes a Europa para estudiar idiomas y de vacaciones para entrar más en contacto con la inspiración artística neo clásica, barroca, mediaval que lo inspiraban como escritor.

Nunca se sintió muy atraído por las mujeres, tuvo un par de novias en la escuela pero nada tracendental; le gustaban las fiestas y ser feliz ayudando a sus amigos y enamorándose cada vez que podía, quería una pareja estable con todo su corazón pero mientras esta llegaba no caía nada mal probar variados platillos masculinos.


Acababa de cumplir veintinueve años el pasado 17 de diciembre, bajo el signo de sagitario con ascendente en géminis (según una astrologa tarotista que consultó cuando llegó a Nueva York). Miles comenzaba el año estrenando aumento de sueldo y novio nuevo. Su vida no podía ser ahora más perfecta.

—¡Buenos días Maira!


—¡Buenos día Miles! Te ves feliz, ¿como estuvo tu navidad y año nuevo? —preguntaba Maira Moore, su secretaria y amiga, a el joven ejecutivo, quien a su vez iba a ser ascendido a asistente de la editora en jefe Christine Hunseker.


—¡Mejor imposible! —responde emocionado con los ojos alegres mientra se sienta sobre el escritorio de Maira para charlar unos minutos antes de ponerse al día con las labores del nuevo año. —Lo conocí en la fiesta de navidad de mi ex...


Maira interrumpe…

—¿Te enamoraste de otro en la fiesta de tu novio?, ¿que pasó con eso de que era el amor de tu vida?


—Primero, Chester no era el amor de mi vida... atractivo pero de muy mal carácter y eso, tarde o temprano nos iba a separar.


—Los ha separado doce veces desde que los conozco...—Maira en tono irónico.

—Pues ahora si es definitivo, Louis es demasiado encantador, facinante y un poeta muy talentoso.


—Es poeta... que bien.


—Si, está escribiendo un libro de poesías, lo ayudaré en eso. Tiene veintiseis años, nació en Italia pero tiene casi toda su vida en NY.


—Wow, espero tengas mejor suerte esta vez Miles, te quiero mucho y no me gusta verte sufrir todo el tiempo por ingratos amores.


—Ja, ja, ja, ja... Gracias Maira, yo también te quiero.


Tocan la puerta, interrumpiendo la conversación.


—¡Adelante! —grita Maira desde su silla detrás del pequeño escritorio que tiene, frente al escritorio notablemente más grande de Miles.


Entra un joven empleado de la editorial, afroamericano, delgado y siempre sonriente llamado Derek.

—¡Feliz año nuevo chicos! ¿se enteraron?


Maira y Miles se encogen de hombros.


—La jefa se muda a este piso. —Abre mucho los ojos esperando reacciones.


Miles responde con poco interés.

—Todo el mundo dice que es insoportable, aunque yo me la he topado un par de veces en el ascensor, siempre de espaldas, nunca de frente ¡je! que curioso... y me parece amable, ah, seré su asistente pero, detalle, no nos conocemos personalmente. Veremos...


Maira, que se había levantado de un salto por la noticia.

—Tiene treinta y cinco años, es muy joven para ser amargada, además es signo zodiacal Capricornio, son gente educada, deben ser habladurias.


—¡Ay casi igual que yo! —saltó Miles.


—Pero si tú eres Sagitario...


—Por eso dije casi.


—¿Cuando se muda, Derek? —preguntan al mismo tiempo.


—A fin de mes que es cuando se le termina el contrato a Jhonson, quien... como decirlo... no dió la talla. Y aprovechan la remodelada de los pisos 21, 22 y 23.


—Seguro me convertiré en su empleado estrella cuando concrete el programa con Stevenson. Que además, viene con nuevo libro que, según dice él, causará revolución porque, y lo cito: "expondrá lo prohíbido a los ojos de todos".


—¿Qué dirá ese libro? Prohíbido... bueh, de gordos no será. Aunque debería, en estos tiempos somos muchos los que necesitamos ayuda y apoyo por el sobrepeso.


—Eres bella Mayra, ¡que no te importe el mundo! Y tú, galán... toma nota; la jefa odia la astrología. Rechazó rotundamente el libro del famoso astrólogo ese, el argentino... dijo que cero supercherías en esta editorial.


Miles pensativo...

—¿Y eso qué?, yo tampoco es que soy astrólogo. Aunque difiero en eso de supercherías... justamente ella, que debe haber leído e investigado mucho más que yo, ¿tiene esos prejuicios? Qué extraño... En fin... Stevenson es homofóbico y ahí lo tienes; yo soy su agente.



Esa noche Miles se reuniría con su nuevo amor para cenar. Muy bien vestido y calzado, como siempre, de exquisito gusto, Miles es alto, delgado, de cabello oscuro lacio, posee buena eduación y es de condición social acomodada.

—Y cuéntame, ¿donde viven tus padres? -preguntaba Louis, el nuevo amor de Miles.

—En Salt Lake City, es un maravilloso lugar ¿lo conoces?

—No, la verdad. ¿Como es?, ¿Allí naciste?

—Si, y crecí allí. Debido a su proximidad al Gran Lago Salado, la ciudad fue nombrada originalmente "Great Salt Lake City", la palabra "Great" fue retirada del nombre oficial en 1868. Salt Lake City es el centro de la banca industrial de los Estados Unidos y la ciudad más poblada del estado de Utah.


—Amas mucho tu ciudad. —comenta Louis con mirada sensual, parecía emocionarle la bella manera de hablar de Miles, quien destacaba por comentar un poco de la historia de todo a su paso, ya que como buen leedor, también era buen conocedor.


—Lo normal. Es un poco conservadora para mi gusto, quizás demasiado.


Esa noche la pareja se de deleitó, uno con la compañía del otro, amaneciendo juntos por primera vez, parecían complementarse, lo que hacía muy feliz a Soloh, ilusionado nuevamente.


—¡Feliz, feliz mañana Maira querida! —Miles entraba radiante en su oficina.


—Wow, wow, wow... veo que muy feliz, querido.


—Si, la verdad. Es que tuve la mejor noche de mi vida.


—La mejor vigésima cuarta o quinta noche de tu vida, querrás decir.


—¿Porqué quieres restarle importancia a mi nuevo amor?


—No Miles, lo que quiero es que escojas bien, con madurez, no quiero tener que consolarte durante días y noches porque te abandonaron o te hicieron daño. Tú eres sensible y te entregas muy rápidamente.


—Maira... —Miles intenta defender sus puntos pero su amiga y secretaria lo interrumpe cariñosamente.


—Ya sé lo que dirás, que soy una gorda solterona, pesimista que no creo en el amor, que me opongo a tu felicidad y cosas por el éstilo.


—No, yo jamás te diría gorda... —responde Miles cabizbajo con un hilo de voz.


—Amigo, porque eres mi amigo, te conozco desde que llegaste a esta ciudad hace poco más de cinco años, donde no conocías a prácticamente a nadie. Recuerdo que pretendías llegar y ocupar el puesto de editor por tus altas calificaciones en la universidad.


—¡Je! Si, pero me calmé cuando ví el sueldo de asistente y las posibilidades tan enriquecedoras dentro de la compañía.


Maira se acerca un poco para colocar su mano sobre el hombro de su jefe y amigo.

—Yo te apoyo y siempre lo haré, no quiero que sufras, aunque ¿quien no sufre en el amor? Pero recuerda esto, la felicidad verdadera no está solo en el sexo; está en tener un hogar donde encuentres paz y felicidad siempre...



Del otro lado de la ciudad, Louis, quien aun vivía en pareja con un hombre veinte años mayor, rico pero maltratador; a quien aun amaba, o eso creía él, por haberlo sacado de las calles unos años atrás, cuando su abusivo padrastro lo corrió de la casa porque no soportaba ver lo amanerado en sus ademanes y maneras de comportarse. Pero Louis también era estudioso y amante de las artes desde pequeño, estudiaba y trabajaba para pagar sus cursos de poesía y pintura, cosa que su padrastro tampoco toleraba, que mientras él se gastaba el dinero en apuestas, a su hijastro le alcanzaba su poco sueldo hasta para llevar a la casa y ayudar así a su madre que el tanto amaba; aunque ella ni siquiera levantó su voz para intervenir cuando su marido echó de la casa a su hijo.


Fueron 14 meses muy duros, viviendo en el sofá de algún amigo o en pensiones de mala muerte, casi sin comida porque no le alcanzaba el dinero que cobraba como vendedor de una tienda de ropa para caballeros, para pagar la habitación y alimentarse. Muchas veces tuvo que aceptar salir con hombres a cambio de favores económicos para poder comer y seguir ayudando a su madre que presentaba sintomas iniciales de la enfermedad de alzeheimer y requería tratamiento que su inutil padrastro no estaba en capacidad de pagarle, solo Louis y una tía ayudaban en su tratamiento. Fue entonces cuando apareció Robert Dawson, dueño de una fábrica de ropa para damas, fue el único que no buscó aprovecharse de él, alcontrario, lo empleó como encargado de su fábrica. En la misma había un departamento pequeño pero con todo lo necesario para vivir comodamente, también le puso un seguro médico a su nombre para que pudiera afiliar a su madre y ésta recibiera su tratamiento sin demora. Al cabo de un año se mudaron juntos, Louis había aprendido a quererlo de verdad, además de que no era nada difícil, Robert era un hombre guapo y apasionado. Solo tenía un problema, bueno, dos... la bebida y los celos.


—¡Louis! ¡Louis! ¿donde estás? —gritaba Robert ebrio, entrando en el piso que compartía con el chico.


—¿Porqué gritas? ,¿estabas bebiendo a esta hora? Son las 2:00 de la tarde...


—¿Tú si puedes dormir a esta hora?, ¡No llegaste ni llamaste en toda la noche!, ¿donde estabas Louis?, ¿y con quién?


El chico se levantó bostezando, se dirigía al baño ignorando los gritos de Robert quien lo detuvo bruscamente halándolo por un brazo.


—Cuando te calmes hablamos, ahora dejame pasar, me voy a dar una ducha.


Robert lo arroja de un empujón sobre la cama, Louis se pone de pié pero el malhumorado hombre lo vuelve a empujar, esta vez golpeándolo en la cara.


—¡Tú no te mandas niñito! ¡A mi me respetas!


—¡Suéltame!, ¡No vas a cambiar nunca! —Louis lloroso desde la cama.


—¡No tengo nada que cambiar! Tú vas a hacer lo que yo digo y cuando yo lo digo...



Robert esa tarde le dió una golpiza al joven, dejándolo con varios moretones en su cuerpo y en un ojo. Louis lloraba desconsoladamente, no solo por el dolor que le causaban los golpes, sino por los dolores de su alma; recordaba los muchos bellos momentos vivídos al lado de ese hombre que ahora parecía un ogro, tendido, borracho sobre la cama. «¿Porqué seguía a su lado?» —se preguntaba a sí mismo, porque sentía que aun lo quería, porque sentía mucho agradecimiento, porque no podía olvidar lo mucho que lo había apoyado y ayudado cuando más lo necesitó. Sabía que su estado era debido al abuso del alcohol, y se había propuesto alguna vez, hacerle entender todas las calamidades en las que caían hombres y mujeres de todas las condiciones sociales, razas y edades, queriendo atolondrarse para escapar de sus propios pensamientos y tormentos. Se repetía todo esto en su mente una y otra vez, ¿pero cuanto duraría su resistencia ante los golpes e insultos que recibía constantemente? En los últimos dos años Robert bebía casi a diario. «Se pone violento cuando bebe y luego viene a pedirme perdón como un niño» —pensaba.


—Louis... Louis... —Robert había despertado calmado, parecía otra persona; amoroso, arrepentido, humilde ante el joven. Le pedía perdón por haberlo lastimado...


—Es que siempre es lo mismo Robert... ya son más de dos años en los que la bebida te lleva a agredirme, antes solo bebías los fines de semana, ahora lo haces siempre que puedes.


—Mi amor por favor perdóname, yo te juro que no volveré a golpearte. Es que no llegaste ni atendiste mis llamadas, me volví loco...


—¿Cuantas veces hemos hablado de esto? Dime... —Louis secaba las lágrimas de sus ojos que estaban hinchados de llorar.


—Ya no volverá a pasar, te prometo que no te volveré a lastimar. Ven... vamos a la cama —Robert intentaba seducirlo con suaves besos, pero Louis se resistió, no podía responder como otras veces. Esta vez no era solo por los golpes, era por Miles...



Dos días despúes, del otro lado de la ciudad...


—Licenciado Stevenson, ya le conseguimos la entrevista en el programa de televisión de Linda Holder, como usted sabe, ese show es el más visto en el horario estelar, las ventas de su libro se repuntarán con su aparición en el. —Miles visiblemente emocionado al teléfono, con uno de los clientes de la editorial. Maira al frente echando porras silenciosamente, esperando solo que Miles colgara para gritar de felicidad. Y así fue, abrazados reían y gritaban ante el logro por haber conseguido la entrevista con Linda Holder.


—¿Sabes lo que esto significa Maira querida?


—¡Si! Que el libro de Stevenson se venderá como pan caliente y te lloverán clientes que solicitarán nuestros servicios.


—¡Exacto! ¿Quizás también otro aumento?


Ambos se miraron en silencio por unos segundos, cada uno con una de sus cejas levantadas.


—Por ahora hay que prepararlo todo para la entrevista ¿cuando es?


—La próxima semana.


—Wow, muy rápido.


—Si, estamos cortos de tiempo y hay que preparar al cliente.


—De acuerdo, voy a hacer unas llamadas y a reordenar la agenda ahora mismo.


—Miles cantaba girando de un lado a otro en su oficina, su canción favorita: Modern Love de David Bowie…


De pronto una llamada por su teléfono directo. Era Louis...


—¡Hola amor! ¿como has estado? Hace dos días que no se nada de ti.


—No exageres, solo fue ayer que no pude comunicarme contigo, no hacen dos días aun —ríe Louis divertido del otro lado del teléfono.


—Para mi es una eternidad... ¿cuando nos vemos?


—Eh... -Louis vaciló.


—¿Que pasa? ¿acaso no quieres verme?


—Claro que si, no es eso. ¿Puede ser mañana temprano?


—¿Y si vamos a cenar?


—¡No! Es que no puedo quedarme a dormir fuera esta vez.


—¿Porqué? Acaso...


—No pienses lo que no es, fue maravillosa la noche que pasamos juntos, lo que estoy sintiendo por ti es muy bello.


Miles emocionado del otro lado del teléfono.

—¿Entonces? ¿porqué no podemos repetirla?


—Si podemos, solo que por ahora no, voy a explicarte todo mañana ¿si?


—Esta bien, vamos a almorzar a las 12:30 al Chateau, ¿te parecé?


—Si, perfecto. Allá nos vemos.


Louis había salido afuera para llamar a Miles, a un parque a escasas cuadras de su casa. Robert que se hacía el dormido cuando salió, aprovechó para revisar sus cosas, agendas, bolsillos de las camisas y pantalones; hallando en uno de estos una nota: "Atesoraré tu mirada, la que tenías la tarde que te conocí, tanto como la que me dedicaste durante toda la noche, nuestra primera noche. Espero sea la primera de muchas. M. S."


—¡Ah infelices! ¡lo sabía! me engaña. Pero se arrepentirán...


Louis entra sonando las llaves, Robert esconde la nota en su bolsillo.


—Ah, ya despertaste. Te dejé el desayuno preparado en el horno.


—Si ya comí, muy sabrosas tus panquecas, como sabes que me gustan. —Robert se acercó por detrás de Louis intentando abrazarlo, pero éste lo esquivaba con delicadeza.


—¿Porqué me rechazas? Anoche no me dejaste tocarte, ¿acaso ya no me amas?


—No es eso... son tus maltratos, y los golpes aun duelen.


—Hasta hace poco eso no era un problema.


—Pues ahora lo es.


—¿Porqué ahora?


—Porque me cansé, ya no quiero vivir así, nadie debe acostumbrarse al maltrato, nunca.


—Bah... ya pareces mujer llorona.


—Ni mujeres, ni hombres, ni nosotros Robert, el maltrato no es ni para los animales.


—Pero nosotros nos amamos Louis...


—Esto ya no es amor, es costumbre, agradecimiento, en tu caso, obsesión.


Robert lo toma por los brazos fuertemente.

—¿No pensarás dejarme? Después de todo lo que hice por tí, te saqué de las calles cuando no tenías ni para comer, ni familia, ni nadie a quien le importaras.


—Lo sé, tú fuiste el único que creyó en mi, eso no lo olvidaré.


—¿Acaso vas a dejarme? Porque no te lo permitiré ¡primero me mato!


—No tendrás que hacerlo Robert, no pienso abandonarte.


Louis se dió la vuelta para llorar en el baño escondido, su tristeza y su amargura de tener que permanecer al lado de un hombre al que ya no quería igual, deseando ser libre para correr a los brazos de Miles y comenzar una nueva historia. Robert, una vez más se salía con la suya, a través de la manipulación; los muchos años que le llevaba le permitían conocer las debilidades de Louis y manejarlas a su antojo. Sabía que el chico era muy sensible, de hecho, amaba la poesía y era activista por los derechos de los homosexuales. Louis quería un mundo mejor para todos, pero no sabía que no todo el mundo tiene buenas intenciones; Robert estaba dispuesto a manipularlo, maltratarlo o lo que fuese necesario para mantener al joven a su lado.

Esa noche el chico se durmió en el sofá, leyendo un poema de Walt Whitman - "Canto a mi Mismo"


Me celebro y me canto a mí mismo.

Y lo que me atribuyo, también quiero que os lo atribuyáis,

pues cada átomo que me pertenece también os pertenece

a vosotros.

Vago e invito a vagar a mi alma.

Vago y me tumbo a placer sobre la tierra,

para contemplar una brizna de hierba estival.

Mi lengua, cada molécula de mi sangre emanan de este suelo,

de este aire.

He nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí.

Comienzo a cantar, deseando hacerlo hasta la muerte.

Que se callen los credos y las escuelas,

que retrocedan un momento, conscientes de lo que son y

sin olvidarlo nunca.

Me brindo al bien y al mal, dejo hablar a todos,

a la desenfrenada Naturaleza con su energía original...


NO SE PIERDA EL RELANZAMIENTO, PRÓXIMAMENTE! @CeliRodz1

July 24, 2021, 3:29 a.m. 0 Report Embed Follow story
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To be continued... New chapter Every Monday.

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Celi Rodz Soy productora y locutora de radio, podcaster, lectora apasionada, crítico musical, amante de la buena música. Proteccionista de animales, creadora y diseñadora de ideas y proyectos. Gloria In Excelsis Deo

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