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Ariadna Jiménez


[Historia +18] Grace Johnson. Una chica normal que quiere pasar desapercibida se ve envuelta en la vida de el escritor erótico más conocido de Estados Unidos, Andrew Carter. Dos polos totalmente opuestos que se unen por una pequeña coincidencia. Andrew Carter no es lo que parece. Nadie sabe quién es él realmente, salvo ella. Una historia llena de emociones, amor y desenfreno, donde la locura y la pasión son los mayores protagonistas. Descubre la historia de Grace Johnson. "¿Hasta donde puede llegar el amor de una persona? ¿Veneración u obsesión?"


Romance Erotic For over 21 (adults) only.

#258 #erotico #generalfiction #novela
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UNO

Subo lentamente las escaleras de yeso. Solo un piso más. Solo uno más. Solo uno más. Me repito estas palabras lentamente, dándome fuerzas para poder subir el último piso. El último de cinco. Tengo que hacer ejercicio; salir a caminar, yoga o algo que me mantenga un poco en forma.

Llego al quinto piso casi sin aire. Uff. Me peino la melena roja con los dedos, intentando despegarlo de mi cuello y de mi cara debido al sudor. Me reacomodo el asa del bolso en el hombro, aliso mi pullover de lana gris y me acerco a la puerta blanca.

Doy tres toques no demasiado fuertes. Tengo ganas de estar en mi casa. Es donde debería estar a las siete de la tarde, pero no puedo retrasar más la cita con el doctor Wallace. Le he estado evitando durante las tres últimas sesiones con excusas sobre mi trabajo, cuando en verdad estaba en mi casa, atiborrándome a helado de vainilla de Ben and Jerry.

Ya viene. Los pasos se escuchan cada vez más cerca. Me cruzo de brazos, intentando protegerme. La puerta se abre, dejándome ver al doctor Wallace con su típica bata, su pelo y su barba blanca, ninguna de las dos demasiado larga, inspirándome cierta confianza. No sé por qué, pero esa espesa capa de color nieve le hace ver inofensivo.

—Bienvenida de nuevo, Grace. Te estaba esperando—su voz rota y sus gestos me invitan a entrar.

¿Me estaba esperando?

Pensé que ya se habría olvidado de mí, pero no. Si llego a faltar a otra sesión más ya empezaría a asaltarme a llamadas y mensajes, por lo que venir ha sido la mejor, aunque incómoda decisión. Entro en la consulta. Es una casa, pero él la ha adecuado a una consulta de psicología. Es una única sala con sillones amarillos, un escritorio de madera y una silla de cuero. Hay dos puertas más; una lleva a la cocina y la otra al baño.

Veo a través de las ventanas como el sol cae sobre la ciudad de Belltown. Sus edificios de colores rojizos, azulados, amarillos y verdosos se ven mucho más contrastados, mientras que el lado opuesto, los grandes edificios del centro de Seattle, donde la luz refleja en cada una de sus cristaleras. Es un collage arquitectónico digno de apreciar con una taza de té en el amanecer.

—He estado muy ocupada—miento—pero bueno. Ya estoy aquí.

Su mano se estira, señalando el sillón. Tomo asiento y agarro un cojín de terciopelo marrón. Lo coloco en mi regazo, toqueteándolo con mis dedos. La suave tela se enreda a duras penas en mis dedos debido a lo bien relleno que está el cojín.

—¿Cómo has estado? —me pregunta.

Bien, empecemos.

—Pues bien. Ha sido todo normal, nada raro—abre su libreta, pasando las páginas rápidamente —del trabajo a casa, de casa al trabajo.

—¿Con cuánta gente has hablado desde la última vez que nos vimos?

Oh. Eso ha sido hace tres semanas, y no creo que le vaya a gustar la respuesta.

—PuesCon Luke —sonrío al pensar en él. Es lo mejorcito de este mundo —y con un camarero que me trajo un café el otro día.

—¿Y ya está? —asiento —tienes que interactuar con más gente. Ya eres una adulta, Grace. Estás cambiada. Ya no necesitas usar ninguna máscara.

—No quiero que me rechacen ni me hagan daño. Cuando pienso en hablar con alguien, me vuelven todos los recuerdos de todo, y simplemente me acobardo y me voy.

—Escúchame. Siempre habrá gente que te insultará, te mirará con desprecio y por millones de razones. Solamente te pido, que, hables con gente. No necesitan saber tu historia. Tienes que aprender a relacionarte.

Hago un mohín. No quiero relacionarme con gente vacía a la que solo le importa el exterior. Quiero tener una agradable conversación sobre el futuro, inquietudes, proyectosA alguien que le importe algo más que el físico y las fiestas.

Nuestra charla se alarga más de la cuenta, donde él me repite una y otra vez que tengo que relacionarme, y yo simplemente niego rotunda. Es un buen psicólogo, le voy a acabar haciendo caso. Me lleva tratando cerca de siete años y la verdad es que hemos avanzado. Habríamos avanzado más si yo no fuera tan miedica y cabezona, pero como no es el caso pues vamos un poco más lento, pero gracias a él conseguí seguir con mi transición, estudié y conseguí un buen trabajo, una casa bonita y ya soy capaz de hacerme cargo de otro ser vivo. Luke. Mi gato.

—Ya tienes cosas que hacer para el jueves que viene. Quiero que hables con gente, y lo apuntes en tu libreta, con quien hablaste y de qué. Aparte de la hojita de sentimientos diaria.

—Está bien. Lo intentaré.

Me da un apretón de manos. Le doy una sonrisa sincera, la primera que le he dado en todo el día. Me abre la puerta, me hago a un lado y paso como puedo. Me despido con la mano una vez más y desaparezco de su visión. Otra vez a las escaleras del infierno. Bajarlas es más fácil, menos esfuerzo. Empujo la puerta de entrada, recibiendo el viento helado de diciembre. Hemos tardado una hora y media. Miro mi reloj de muñeca.

8.15pm.

No es demasiado tarde. No quiero acostarme demasiado tarde. Mañana tengo trabajo, y acostarme tarde para levantarme tempranoNo es lo que quiero.

Camino, apresurada hacia el coche. Hace demasiado frío. Busco torpemente las llaves dentro del bolso negro. El cuero de la parte interior del bolso me acaricia los dedos. Sonrío internamente al encontrarlas. Desbloqueo mi pequeño mini blanco. Subo en el y me froto las manos contra el pantalón para entrar en calor.

¡Debería haberme traído el abrigo!

Pongo el coche en marcha, rumbo a casa. Apenas vivo a tres kilómetros, podría venir en transporte público, pero vine justo al salir del trabajo, después de hacer horas extras, que si está un poco lejos y no veía razonable dejar el coche en casa para coger el metro o el bus. Enciendo la radio y The Avener envuelve el interior del coche. Es una canción con un buen ritmo, es tranquila con un toque de energía. Sin duda, la música que me gusta.

Introduzco la llave en la cerradura. Se escucha el click de cada uno de los seguros, desbloqueándose. Giro el picaporte y el calor de mi hogar me hace sentir más reconfortada. Enciendo la luz, iluminando el recibidor, sala de estar y cocina a la vez. Luke se acerca, moviendo su larga y peluda cola, recibiéndome. Se frota contra mi pierna, ronroneando.

Dejo el bolso en el aparador y me agacho para coger a mi precioso gato pardo. Le acaricio la cabeza, y este, ante tal acto se apoya contra mi pecho.

—Siento haberte dejado solo —le digo a modo de disculpa —mañana estaré en casa pronto. Lo prometo.

Suelta un maullido, como si me hubiera entendido. Lo dejo en el suelo y se va de nuevo a mi sillón de color negro. Que gato más vago No entiendo como puede pasarse el mismo tiempo dormido como cuando era una cría que dormía veinte horas al día.

Me quito los zapatos de tacón y los llevo en la mano hasta mi dormitorio. Abro mi pequeño armario y los coloco en su lugar.

Estoy más que orgullosa de haber empezado una vida minimalista. Cuando decidí venirme a esta casa me deshice de casi toda mi ropa. Solo me dejé tres pantalones, una docena de blusas, tres tipos de chaquetas y de suéter, un conjunto de deporte y tres pares de zapatos.

Esto no solamente lo hice en la ropa, también en los muebles, menaje, productos, etcétera. No le veo sentido a tener miles de cosas y que uses las de siempre. Cojo el pijama que tengo sobre la cama y me dirijo al baño para bañarme y hacer mi rutina nocturna.

—Es hora de cerrar la terraza, Luke —cierro la puerta, no sin meter antes la cajita de arena.

Es la misma rutina siempre. Se abre por la mañana y se cierra por la noche. Me voy hacia mi pequeño baño. Me desmaquillo, me quito las horquillas del pelo y empiezo a quitarme la ropa. Me miro una última vez al espejo y me meto en la ducha, haciendo desaparecer todo el estrés del día. El agua caliente me relaja los músculos entumecidos del día. Es una renovación física y espiritual, que me permite dejar de pensar en todo por un segundo y resetear mi mente.

Me meto en la cama. Las sábanas blancas me calientan el cuerpo al instante. Me encojo, abrazándome a mis rodillas, sintiéndome calentita y segura.

Planeo mi día para mañana. Ir al trabajo y volver a casa. Únicamente eso. Quiero ponerme a limpiar la casa y dormir un poco. Aunque también tengo que ir al super para reponer la despensa.

Empiezo a sentir la mente aturdida, como si se apagaran las luces de la empresa, como si cerrara tras un largo día de trabajo. Dejo de pensar en la planificación, en mi mente se disuelve cualquier idea, simplemente prevalece las letras -dormir-.

July 27, 2020, 3:40 p.m. 4 Report Embed Follow story
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Maguii Loyo Maguii Loyo
No me permite pasar al sig. capítulo. Como puedo hacer para leerlo?
August 05, 2020, 01:01

  • A J Ariadna Jiménez
    Hola! No sé por qué no deja leerlo, pero lo tienes en Wattpad con el mismo capítulo y para facilitártelo usa mi usuario de wattpad para que salga directamente "Aryromance" August 05, 2020, 18:47
𝐴𝑚𝑚𝑜𝑛𝑒𝑡 𝐴𝑚𝑚𝑜𝑛𝑒𝑡
Está cool el inicio, una nueva lectora jeje❣️💪🏻
August 03, 2020, 21:51
Cris Torrez Cris Torrez
interesante sigue así!!!
July 31, 2020, 13:50
~

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