Clarissa revisó por segunda vez su estado de cuenta, para su desgracia había sobrepasado el límite y no tenía lo suficiente para completar el mes de renta para su apartamento, hacía un mes que se quedó sin trabajo y hasta el momento no se había preocupado por conseguir otro.
– ¿Porque esa cara larga? –. Preguntó Lenna desconociendo la situación monetaria de su amiga.
– Estoy jodida, verdaderamente jodida – Se llevó ambas manos al rostro, estaba consciente de que no era nada fácil conseguir empleo y menos cuando eres alguien sin experiencia, después de unos segundos arrugó el papel que sostenía y lo arrojó lo más lejos que pudo.
Lenna miró con preocupación a su amiga, no solía meterse demasiado en sus asuntos, las pocas veces que lo había hecho Clarissa le reclamaba diciendo que parecía su mamá; en ésta ocasión no pudo quedarse callada, si podía ayudar no dudaría en hacerlo.
– ¿Qué ocurre? sabes que puedes decirme sea lo que sea, si es dinero te prestaré, si alguien te molesta podemos patearle el trasero juntas, si tienes problemas con tus padres puedo crear un discurso conmovedor para que te perdonen-. Le colocó una mano en el hombro como señal de solidaridad.
Clarissa se sintió conmovida, y aunque necesitara el dinero era lo suficientemente orgullosa como para pedir prestado, negó con la cabeza y sonrió con dulzura.
–¿Podrías ayudarme a conseguir un trabajo? En verdad creo que es lo único que necesito en estos momentos–. Miró a Lenna y le hizo un puchero, sabía que con eso ella no podría negarse.
Lenna puso los ojos en blanco ante la actitud inmadura de su amiga, le parecía un poco tonto que a sus veinticuatro años siguiera portandose como una niña, aún asi aceptó su petición pues creyó que era la oportunidad perfecta para que econtrara un hombre, incluso podría llegar a ser un romance de oficina, rió ante esa idea.
–Está bien, creo que puedo ayudarte, le diré a mi hermano si puede conseguir algo para ti–. Le guiñó un ojo y acto seguido sacó su teléfono – ¿Quieres que le diga algo de tu parte? –. Sonrió picarona lo que causó que Clarissa se sonrojara.
–No, no, no, sabes que no le agrado, solo asuntos de trabajo porfavor – Trató de esconder su verguenza pero fracasó era evidente que estaba avergonzada.
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