El día amaneció lluvioso, apenas y se lograba ver un kilómetro a la redonda. Las gotas golpeaban el cristal de mi ventana, cosa, que fue mi alarma ese día.
Me levanté con desgana, me había dormido tarde estudiando para dos exámenes aparte de que estaba al pendiente del teléfono por si mamá llamaba, a papá lo tuvieron que ingresar hace dos días al hospital por fiebre pero, por ahora, todo iba bien.
Que equivocada estaba...
Me encontraba en la segunda clase, cuando mi tutora, interrumpió la clase para hablar conmigo. Jamás antes, lo habían hecho, por lo que el corazón se me detuvo, mejor dicho, el mundo se detuvo.
No recuerdo cómo fue que llegué hasta ella, en un abrir y cerrar de ojos, nos encontrábamos afuera...
Y sus labios pronunciaron lo que nunca quise oír:
—Tú padre ha fallecido, Lottie. Lo lamento mucho.
Bajó la mirada buscando que más decir pero solo posó una mano sobre mi hombro y lo apretó con delicadeza, se dio la media vuelta para irse.
Los ojos se me llenaron de lágrimas pero tuve que reprimirlas produciéndome un fuerte nudo en la garganta. Algunos alumnos que pasaban cerca, me miraban extraño pero los ignoré.
Inhalé y solté aire como ejercicio para calmarme, caminé hasta la enorme puerta del edifico y ahí esperaba mi madre, con el rostro descompuesto.
Al salir, me topé con la sub directora vestida no de la forma usual —con vestidos provocativos—, sino con un conjunto color gris, cuando pasó a mi lado, me miró de una forma que no pude descifrar y detrás de ella venía un chico con el uniforme, al cual no vi bien debido a que mi mamá me cubrió con sus brazos.
Con ese abrazo, lloré y no recuerdo cuando paré de hacerlo, todo se había venido abajo incluyendo lo que apenas se decía de boca en boca en la universidad:
"El reinado Davies, ha llegado a su fin."
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