alejandra_campito Alejandra Campos

La vida de la joven Alissa cambiará de repente gracias a una decisión tomada por su madre. Un amor no correspondido, ¿o sí?


Romance Romantic suspense All public.

#amor #clásico #romance #nuevo #novedad #243 #389
1
3.6k VIEWS
In progress - New chapter Every Tuesday
reading time
AA Share

Familia

Es verdad, sin duda alguna, que cada quién necesita de amor por mucho que a sí mismo se precie. Incluso al sentirse amado, se puede padecer de imaginaria soledad que provoque una infelicidad tremenda.

Y aunque nos pese a todos, este sentimiento no suele llegar en el momento indicado, o al menos no con la persona correcta. Todos somos conscientes que hay quien bien siente con mente y corazón, mientras otros tienen demasiado presente las patrañas en sus lenguas.

-Señor Castle -dijo su señora con gran inquietud- a usted de saber, y yo de recordarle, que se avecina la primavera, época de las almas iluminadas por el Señor, y que hoy mismo sus hijas y yo debemos encontrarnos con la señora Catlflid.

Cannon Castle se dedicaba a rozar suavemente las teclas de su piano de cola, mientras producía melifluo sonido que ningún hombre de bien era capaz de producir en esos tiempos.

-No se preocupe -contestó- que bien tengo presente la llegada de nuevas bodas del vecindario, además, y sin quitarle importancia alguna, la visita de los señores Catlflid a la cena de la semana próxima.

-Bien, pues como usted imaginará, no hay mayor pesar de una madre que el de ver a todas sus hijas sin desposarse, o peor aún, desposadas con un don cualquiera que ni guste llamarse de ‘don’.

-Señora Castle -dijo con cara larga su esposo mientras se alejaba con paso firme del instrumento y se juntaba con su señora- no se preocupe usted por eso, pues cada una de nuestras tres hijas no posee más de la edad deseada por los hijos de dichos señores. Y cabe destacar la increíble belleza e inteligencia que heredaron de tan hermosa madre.

-Oh señor Castle -comentó mientras reían sin cesar- por desgracia el tiempo emborronó cada una de las cualidades que cualquiera desearía y ambos poseíamos.

Lo cierto es y fue que, dos de las tres hermanas no eran muy agudas ni su ingenio afinado, pues, aunque en ese momento sus padres poseían tierras y fortunas, antaño no era de ese modo, y tan solo pudo ser educada de forma correcta la mayor de ellas. Sin embargo, y también debo mencionarlo, las tres poseían una belleza deseada por muchas y contemplada por pocos.

La menor de las tres fue llamada Evie. Sus largos y rizados cabellos color rojizo son algo que no hace falta nombrar, pues ellos solos se hacen admirar. Sus profundos ojos de color como la miel especiales son, porque tienen la capacidad de introducirse a través de cualquier mirada sin rostro y adivinar lo inimaginable.

La mediana, Colette, posee cabellos castaños y los ojos azules. Sus ligeras pecas hacen de su rostro algo etéreo, tanto que terror da tocarla, pues pareciese como si se fuera a romper en mil pedazos en cualquier instante.

La mayor de ellas, Alissa, posee gran parte de la futura herencia que sus padres dejarían al morir. Deslumbra a cada quién que se precie a mirarla, pues sus grandes ojos verdes impresionan hasta al más vil caballero. Sus largos cabellos pareciesen inmarcesibles, ya que gracias a su color dorado daba la impresión de que nunca se apagarían.

-Vamos hijas mías -gritaba la señora Castle desde el recibidor- os quiero listas de inmediato, pues esta es una cita a la que sin duda alguna no podremos faltar.

-Pero madre -replicaba Colette mientras bajaba las inmensas escaleras de caracol, las cuales comunicaban la parte de abajo de la mansión con las habitaciones. – sigo sin comprender, por mucho que trate de hacerlo, por qué ha de tener usted tanto ímpetu en buscarnos un compañero de vida a tan temprana edad.

-Colette, vuestra misión en esta larga vida es buscar un apuesto y adinerado señor de bien, con el que debéis casaros para así tener hijos y poder continuar con esta cadena.

-Pues, disculpe que le diga, madre, que yo no estoy de acuerdo con eso -replicaba la dulce Alissa, quien acababa de bajar- Yo creo que cada quién está destinado a encontrar a alguien, y por muy tarde que sea y si el destino así lo quiere, se acabarán encontrando. No hace falta apresurar las cosas, pues estoy segura de que, si forzado es, no se trata de la persona indicada.

-Mucho me temo, que al Señor no le importa en absoluto la opinión de tan insensata mujer como puedes ser tú, o incluso yo misma. -contestó en tono de riña su madre- Si realmente hubieses estado destinada a pensar, hubieras nacido hombre.

Las cuatro damas salían por la puerta para dirigirse a la mansión Catlflid, cuando el señor Castle corrió hacia la salida para detener la puerta.

-Señoritas y señora -anunció- quiero verlas de regreso en cuanto la noche caiga, pues los lobos andan sueltos y no me gustaría que se produjera ningún accidente.

-Descuide -contestó su esposa mientras cerraba la puerta- que aquí estaremos al anochecer.

-Daos prisa -impuso la señora Castle- si mi infortunio no lo desea, podemos ser capaces de llegar a la hora que vuestro padre pide.

-Madre -preguntaba Evie mientras tiraba con fuerza un tallo de alguna flor- ¿es cierto el rumor que corre, de que hay lobos sueltos por los alrededores?

-Tonterías -contestó Alissa- es un mito que algún impostor habrá inventado. Dese cuenta, hermana, que la época del año en la que estamos nunca ha atraído a ningún animal por estos lares, y, dudo mucho que eso suceda ahora.

-Estoy segura de que a ninguna de las cuatro nos agradaría en absoluto comprobar si dicha teoría es cierta o no -respondió su madre- En todo caso, lo mejor es llegar temprano a vuestra casa, pues si lobos no hay, el frío acabaría con nosotras.

A paso firme y sin pausas, las cuatro damas consiguieron llegar al castillo Catlflid. Dicha familia está construida por el señor y la señora, junto con cuatro magníficos hijos, los cuales destacaban en múltiples actividades como la danza de salón, la pintura y la habilidad para tocar instrumentos. También es cierto que, en esto último nadie estaba a la altura del señor Castle, pues está más que demostrado que fue un músico nato.

Las inmensas torres se pronunciaban desde lo más profundo del bosque, y ahora que estaban en frente de tan majestuosa construcción, se sentían realmente emocionadas. Aunque Alissa mostraba la misma actitud tajante, al fondo se sentía algo intimidada por conocer a los hijos Catflid. También sabía que al ser la mayor, sería la primera que quedaría desposada, cosa que no le agradaba en absoluto, pues si había algo que ella detestase eran las mentiras y las ataduras. Y mucho menos creía estar lista para comprometerse a los 17 años cuando aún tenía toda la vida por delante.

Una verdadera lástima que su madre no lo viera de la misma forma, pues en cuanto vio oportunidad trató de emparejarla con Andrew Catflid, primogénito de dicha familia y futuro heredero de todas las tierras de sus padres. Era un apuesto muchacho de 20 años, sus ojos eran negros e intensos y su cabello rizado y oscuro. Tenía unos modales ejemplares y poseía el don de la pintura, todo lo que admiraba y deseaba lo plasmaba en un cuadro para luego asombrar a todo el mundo con dichas obras.

-Te casarás con él -sentenció la señora Castle mientras todas regresaban del largo viaje- es un joven apuesto, encantador y rico. Es el hombre ideal y tu obligación es aceptarlo.

-Pero madre -replicaba Alissa- trate de comprender que se trata de mi vida y quiero formar parte de esta decisión. Ese chico me parece magnífico, pero no quiero casarme con nadie aún. La libertad es hermosa, y me dolería abandonarla a estas alturas, aún en la flor de la vida.

-La decisión ya está tomada, no hay más que hablar. Se lo comunicaré a vuestro padre de inmediato y la semana que viene aprovecharemos la cena con los Catflid para organizarlo todo.

La palabras de su madre causaron en Alissa gran pesar, y el resto del camino trascurrió en silencio. Un profundo silencio que dejaba ver los fluidos pensamientos que pasaban por su cabeza. Sus hermanas se miraban entre sí y luego a ella, estaban confusas, ambas deseaban con locura casarse de inmediato y a ella esta situación le dolía demasiado. Aunque bien sabían que, no se iba a rendir tan fácilmente, Alissa no era así, casi siempre encontraba la forma de salirse con la suya y esto no sería una excepción.

May 19, 2020, 4:47 p.m. 0 Report Embed Follow story
1
Read next chapter Atardecer

Comment something

Post!
No comments yet. Be the first to say something!
~

Are you enjoying the reading?

Hey! There are still 1 chapters left on this story.
To continue reading, please sign up or log in. For free!

Related stories