shelly-cooper1553049801 Shelly Cooper

Daniel es un director porno con bastantes ideas eróticas y una visión diferente del sexo; pero está atrapado en una industria que no progresa. Está al borde del divorcio, su productor lo obliga a hacer vídeos que no le gustan y no tiene un sólo amigo. Cuando las cosas parecían complicarse, Mary llega a su vida como una chica que buscaba una oportunidad para ser modelo de lencería, pero que debido a las circunstancias, termina trabajando para Daniel en una serie de videos xxx que la pondrán como agua para chocolate. Y es aquí, detrás de la cámara, cuando Daniel encuentra a la estrella que estaba buscando. Aunque no todo es tan fácil como piensa: Mary tiene un novio del cual esconderse y Daniel comienza a sentir abejas en el estómago. ¿Soportará filmar a Mary en todas sus escenas?


Erotica For over 18 only.

#erotico #amor #drama #romance #adulto #orgias #tristeza
2
3.9k VIEWS
In progress - New chapter Every Saturday
reading time
AA Share

1

Capítulo 1

—Bien, sorpréndanme, niñas.

Mi nombre es Daniel Anton y soy… bueno… soy esa persona gracias a la cual los adolescentes disfrutan de sus horas en el cibercafé. Pero no me malinterpreten, por favor. No piensen mal de mí sin siquiera saber lo difícil que es ser director de cine para adultos. Uno suele pensar que es un trabajo sencillo y que lo único que tengo que hacer es mirar a dos (o más personas) haciendo el “delicioso” frente a la cámara, sin ninguna clase de preocupación.

Nada más lejos de la realidad.

La escena que se desarrollaba delante de mí, en esta mañana de domingo, era la última en una serie de videos eróticos que mi productor me había encargado desde el mes pasado. Y aun así, a pesar del arduo trabajo, algo no me terminaba de convencer.

Kei, el lujurioso productor que ponía todo el dinero para crear este “arte” nos había dado al equipo y a mí una casa lujosa para las filmaciones, y estábamos aquí, delante del mismo sofá percudido con cojines manchados de fluidos corporales, rodando el último video para colgarlo en internet y venderlo a las compañías.

Era una escena lésbica entre Elizabeth y Sarah, una rubia y una morena respectivamente. A los hombres nos suelen encantar los videos entre chicas porque sabemos que la mujer es la expresión máxima de erotismo, y ver a varias de ellas demostrándose esa pasión, sencillamente es algo fascinante.

Pero, al parecer, este día era la excepción.

Las manos de las chicas se movían la una sobre la otra, palpando los pechos escondidos detrás de sus babydolls con encaje. Uno rosado y el otro, de color negro como la noche. La idea era tener un contraste perfecto y simbolizar a Sarah, la de la ropa negra, como la dominante del encuentro.

—Oh, sí. Me encantan tus tetas, cariño.

—¿Te gustaría chuparlas un poco? —Preguntó Elizabeth mordiéndose el dedito del pulgar.

—Sí, toda la noche.

—Hazlo.

Resoplé y apoyé mi barbilla sobre una mano mientras pensaba en que no podía ser el único que se diera cuenta de que algo andaba mal. Sarah se quitó la ropa y expuso sus pechos operados. Sus pezones eran diminutos cual caramelos de fresa. La cámara se movió alrededor de ellas e hizo un zoom para encuadrar a la lengua de Elizabeth tirando de los pezones de su compañera. Tras llenarlos de saliva, la mujer miró a la cámara y lanzó un beso a su futuro público.

—Chúpame el coño, querida. Hazlo duro y fuerte.

—Pues ábrete.

Sarah literalmente le rompió el babydoll. ¡Eh, que esas cosas no son regaladas! Separó las piernas de Elizabeth y se metió entre ellas para devorarla. Y lo digo de forma precisa, pues su boca se movía como si realmente quisiera arrancarle el clítoris. Elizabeth se frotó los pechos y gimió con sus ojos negros puestos en Rick, el camarógrafo, cuyo bulto debajo de su pantalón era más que evidente.

—¡Oh! ¡Me corro! ¡Sí! ¡Sí! ¡Más!

Solté un último suspiro y me levanté de la silla.

—¡Alto, alto! ¡Corte! ¡Paren todo!

Las chicas se sentaron molestas en el sofá y cruzaron sus piernas. Tenían las caras llenas de rubor y su maquillaje estaba corriéndose. La maquillista acudió de inmediato para retocarlas.

—¿Qué pasa, jefe? —Preguntó Lexi. Era mi asistente y siempre estaba cerca cuando algo me inquietaba—. ¿Qué fue mal?

—Todo —me senté entre las actrices y rodeé a cada una con el brazo—. Míralas.

—Me parecen… voluptuosas —la carita de Lexi se ruborizó.

—Son… plásticas.

—¡Oiga! —Se quejaron tras darme un golpe en el pecho.

—Sé que son profesionales.

—¡Claro que lo somos! —Exclamó Elizabeth—. Y vinimos a darle un plus a sus videos. Sólo mírenos. Somos lo que todo hombre quiere.

Francamente, lo dudaba. Sin embargo tenía que ser diplomático y opté por no decirles que no me sentía nada atraído por sus pechos de silicona. Uno tiene que ser un caballero.

Caminé alrededor de mi equipo de filmación y todos me miraron como si yo fuera el ogro. Y quizá era cierto, aunque si he de pecar de vanidoso, podría decir que yo era el tipo más atractivo que conocía.

—Oigan, estoy muy feliz de trabajar con gente de su calibre. Todos, desde los asistentes de iluminación hasta las maquillistas, han sido geniales y hemos estado juntos por un año.

—Un maravilloso año —señaló Lexi. A sus veintitrés, ser mi asistente era su mayor logro y estaba orgullosa de ello.

—Y aquí está el problema —recalqué y volví a sentarme. Me di una palmada en la rodilla y Elizabeth corrió a sentarse sobre mí. Seguía desnuda y despedía un delicioso aroma de mujer—. La industria pornográfica está en ascenso. Con la llegada del internet, se abrió todo un mundo de posibilidades. ¿Y qué hemos estado haciendo? Seguimos creando videos absurdos donde todo mundo hace lo mismo.

—Es sexo —dijo Lexi como si explicara una lección a un niño de quinto grado de primaria—. Sólo se puede hacer de una forma: meter y sacar.

—Pero quiero algo más. ¿Por qué conformarnos con lo de siempre?

—La gente sabe lo que quiere —intervino Sarah—. Y nosotras somos las mejores del género lésbico.

Otro suspiro. Me sentí decepcionado por no poder transmitir mis sentimientos al resto de mi grupo. Todos tenían una visión tan… limitada de lo que era el sexo; y no por eso eran malos.

—Olvídenlo —dije abatido—. Continúen y terminen con el video.

***

Me fui al jardín y me senté en el borde de la piscina. La habían vaciado. La semana anterior, mi equipo grabó una maravillosa orgía con siete mujeres y nueve hombres. El agua se llenó de fluidos y tuvimos que limpiar. Ese, con suerte, sería el video más excitante y sucio de toda la colección.

El porno era mi vida. No es que yo fuera un adicto a mirarlo. De hecho, apenas solía masturbarme. Tampoco tenía una vida sexual fascinante. Cuando digo que es mi vida, me refiero a que es lo que hago para ganarme el pan. A pesar de todo, mentiría si dijera que odiaba mi trabajo. Me gustaba pensar que lo que yo dirigía ayudaba a las personas a olvidar sus problemas y a lidiar con su soledad. Otras personas creían que la pornografía no era más que una forma de hacer dinero a costa de la belleza y el morbo.

Estábamos atascados en lo clásico. Como Lexi había dicho, todo era un meter y sacar, meter y sacar. Algunas lamidas, unos gemidos y mucho sudor. Era simple cuando se veía de ese modo. Parecía que no había nada más.

Encendí un cigarrillo y fumé por un rato hasta que Lexi apareció y se sentó conmigo.

—Lo siento, jefe —dijo con timidez.

Lexi era linda, de baja estatura con los pechos medianos y firmes y el cuello elegante como un cisne. Era un poco retraída, a pesar de mirar a gente follando casi a diario. Cuando la conocí, solía vestirse como predicadora en domingo, cosa que me traía algunos recuerdos de mi madre. Para cambiar eso, le pedí que cuando estuviera conmigo usara minifaldas. Así pues, Lexi tenía unas piernas maravillosas.

—¿De qué?

—Por fallarle —se ajustó el puente de las gafas y bajó la cabeza. Su pelo, cortado de manera desigual, le cayó sobre los hombros—. Pensé que Elizabeth y Sarah serían perfectas.

—Está bien, Lexi —no pude evitar tocarle por encima de la rodilla. Tenía la piel suave—. Haces suficiente. No puedo exigirte más.

—Deje de fumar —replicó y me quitó el cigarrillo de la boca—. No quiero quedarme sin trabajo.

—No eres mi hermana —reí—. Deja de preocuparte tanto.

—Llamó Kei hace un par de minutos. Le dije que el video estaba listo y que lo veríamos en su oficina mañana por la mañana.

—Excelente. Ya quiero terminar con todo esto.

Hice una pausa y, sin darme cuenta, me quedé con la mirada pérdida en el suelo de la piscina. Lexi intervino tocándome la mano.

—¿Jefe? Parece… triste.

—Estoy bien —mentí un poquito—. ¿Me puedes dejar sólo?

—Tiene un buen trabajo, señor. No debería deprimirse.

—No es mi trabajo, Lexi. Es el resto de mi vida.

—¿Problemas con su esposa?

—Sí —suspiré. Últimamente lo hacía a menudo—. Me casé con Alejandra porque creí tener una conexión con ella. Después de mi último divorcio, pensé que las cosas cambiarían.

—Bueno, todos merecemos una segunda oportunidad para ser feliz.

—Cierto —dije, aunque fui incapaz de creerlo—. Vete, Lexi. Verifica que todo se haga bien.

—Sí, jefe.

Lexi se fue no sin darme una palmada en la cabeza. Y yo me quedé ahí, pensando en si habría alguna posibilidad de conocer a una chica que pudiera cambiar mi mundo. Una que… viera las cosas de la misma manera que yo.

Y en retrospectiva, la conocería pronto.

--------

¿Qué les ha parecido? comenten! les dejaré el segundo :D

May 16, 2020, 5:49 a.m. 0 Report Embed Follow story
0
Read next chapter 2

Comment something

Post!
No comments yet. Be the first to say something!
~

Are you enjoying the reading?

Hey! There are still 3 chapters left on this story.
To continue reading, please sign up or log in. For free!

Related stories