Lo supe desde la primera vez que cruzamos miradas, ambos teníamos esos ojos claros y sinceros que hacían que los demás nos tuvieran confianza. El trabajo nos acercaba de vez en cuando, aunque siempre mantuvimos cierta distancia. Las máscaras que usábamos sobre nuestros rostros podridos eran similares, ella se veía igual a mi cada vez que me veo en un espejo a solas. Mañana mataremos a alguien juntos, será la primera vez. Estoy nervioso, ser un asesino en serie normalmente es una labor solitaria.

La calle era iluminada por una tenue luz amarilla, en los brazos de Steve, yacía el cuerpo sin vida de una muchacha cuyo nombre no podía recordar. Rodeado de una enorme mancha de sangre y lo que parecen ser los cadáveres de otras personas. La luz opaca sobre él le parece enfermiza, de hecho, toda luz le causa escozor. Se levanta, sabe lo que sus ojos pueden hacer, ya mató a esas personas con la mirada. Mientras empieza a llorar un líquido negro, se dispone a apagar todas las luces de la cuidad.

Y ahí estaba, gimiendo sobre el asfalto helado, pidiendo que todo fuera un sueño y nada más. Sin embargo todo era real, la vida lo abandonaba sin más, el líquido carmesí que corría por sus venas ahora formaba una mancha sobre la vía que a esas horas de la noche se encontraba desolada, moría mientras su atacante simplemente observaba su alma desaparecer lentamente.

Era el inspector de guardia y lo llamaron llorando desde aquel pueblo remoto. Condujo su auto pensando en la escena que se iba a encontrar. Fue tan sangrienta como lo esperaba: una anciana yacía en el piso decapitada con su hijo y su nuera desolados frente a ella. Hizo entrevistas, fotos, siguió pistas. -Es un caso sencillo - dijo a la pareja; pero cuando fue a dar las conclusiones, ya lo tenían acorralado con un hacha en el cuello.

El cuchillo entró sin encontrar resistencia, el sudor corría por la frente del perpetrador y en su rostro se marcaba una amplia sonrisa de satisfacción. Había cumplido su cometido, el crimen perfecto, un asesinato sin pruebas, sin testigos. Abrió los ojos, deseaba ver el brillo de la muerte en la mirada de su víctima, pero no había nadie. Tardó un poco en sentir la cálida sangre que se derramaba por su costado. Logró cumplir el deseo de toda su vida, asesinar a un monstruo, al peor de todos...

—¿Qué haces despierto? —le pregunté —Solo venía a verificar que no se haya movido nada. —Siempre te dije que no me gustó la idea de tener una morgue en el garaje. —No lo es, simplemente quiero sacar buena nota en el examen. —Tienes el cadáver de nuestra vecina, ¿cómo me lo tomo? —Su esposo accedió porque está en contra de los métodos modernos —señala la mesa junto al cadáver—, ¿podrías pasarme esa cuchilla? —¿Qué cuchilla? —Yo la dejé... —nota que la cuchilla ya no está en su sitio—, no está...

Aquel brillo en medio del lago lo volvía loco. Verle lo ponía inquieto, había dejado de comer y de dormir, pendiente a perpetuidad de esa luz extraña. Un día decidió que era el momento de ponerle fin a su tortura. Yendo en una balsa hasta ahí, extendió su brazo para alcanzar el brillo, notando que en realidad era una cruz. —Ella llevaba ese rosario en el cuello —dijo. En ese instante, una mano putrefacta lo tomó de sus ropas y, arrastrándolo hacia el fondo del lago. El brillo no volvió a verse.

Sin decir nada, ambos nos sentamos en un extremo de la cama mientras él se secaba el cabello. Cerré los ojos esperando que el tiempo se detuviera o desapareciera, que su presencia junto a la mía se transformara en una. Lo único que veía en la oscuridad de mis pensamientos era lo que estaba a punto de pasar. ***Extracto de "El Quinto Sol de los hermanos Arias"***

La escuchaba sin verla, la sentía sin escucharla, pero no le cabía duda de que le acompañaba a menudo. No sabía que quería de él, no sabía si en algún momento le haría daño físico o si solo quería volverle loco, lo que sí sabía era el por que estaba allí. No pudo verla, pero la bala la traspasó antes de impactar en el psicólogo... Ahora quería venganza.

El inspector Mateo volvió a leer aquel titular del periódico: "Juez corrupto libera al Carnicero que huye del país" "Solo se esconde para acechar a su presa"- pensó. A esa hora el edificio estaba vacío y aprovechando la quietud, sacó una botella de Whisky. Recordó las palabras del asesino después del juicio: "Cuando salga libre, te buscaré". Sirvió un trago, lo bebió de un tirón y el líquido pasó por su garganta como fuego. Y como avisó el SMS de la mañana, el teléfono sonó a las 21:00 exacto.

Dos copas servidas, sin marcas de dedos, ni de labios; los platos intactos, todavía humeantes; las velas perfectamente encendidas, el mantel liso, Tchaikovsky de fondo. En el suelo el cuerpo, el rojo carmesí, las piedras blancas; el blanco y el morado, el timbre, y el perfume de la muerte.

Meñique, le decían, pero no por su tamaño sino porque mutilaba a sus víctimas de manera muy especial. Se ofreció como matón a sueldo cuando cumplió 50 años y, al acabar con cada encargo, acostumbraba a cercenar la primera falange del dedo meñique derecho e introducirlo en el agujero ensangrentado que causaba su certera bala del calibre 45. Pero en casa no le decían Meñique cuando llegaba con las compras del Supermercado. Allí era simplemente "Abuelo"

Sintió miedo, pero la curiosidad fue más fuerte, así que pensó en abstracto esta vez y le pareció como si estuviera en el agua. El torso, los brazos y las piernas flotaban, no cabía duda. Sólo la cabeza, obstinada, pesaba como una piedra. Entonces, sintió accionar el resorte y el zumbido de la cuchilla cayendo a la altura de la cuarta vértebra cervical.

La acechaba siempre desde la misma mesa. Ella, sobre el escenario donde bailaba, lo veía devorarla con la mirada. Entonces, se dejó seducir. Aquella noche, en la intimidad de un cuarto de hotel, mientras él se afilaba sus dientes libidinosos, ella lo acarició sonriente y lo invitó a acostarse desnudo en la cama. Le prepararía un trago especial. Aferró el picahielos con fuerza: No podía evitar ser una mujer fatal.

-Ya no puedo seguir haciendo esto -¿Qué estas diciendo? Lu, por favor, hablemos de esto... -No, ya he tomado mi decisión. Ella levantó el arma y apuntó. (¡Continua la historia en los comentarios!)

Iba desnudo y amarrado con la cabeza metida en un saco. Sabía que lo iban a matar, pero no de un tiro, eso sería demasiada clemencia. Y todo empezó con un simple porro, que compartía con su mujer, los fines de semana. Lo sentaron sobre, lo que imaginó, podía ser una carretilla de supermercado. Sintió el frío de la madrugada: - No pagaste! - dijo uno de los sicarios. Entonces sintió los pitazos del tren acercándose.

Era una verdad que nadie en la familia quería enfrentar, a pesar de que era bastante evidente. El aroma mezclado de perfumes caros, mi hermana mayor aferrandose a los pies de mi padre desconsolada durante el funeral. Por mi parte habia visto lo sucedido por la rendija del cerrojo por dentro de la habitación, forcejeos y golpes. -¡Callate de una vez, eres una puta! - Los pies inertes de mi madre y el empresario de corbata que todos respetan arrastraba el cuerpo y limpiaba la sangre. Mi padre.

No aguantó más, tenía el estómago revuelto y mucha debilidad. Entró, pidió un sándwich y una Coca Cola. Comía y miraba al anciano, luego observó el aparcamiento hasta que lo descubrió: Un chevrolet Malibu color crema. Se sintió lleno de esperanza, robaría el auto y se iría lejos, muy lejos, donde nadie lo pudiera encontrar.

Salió del Bar a paso rápido. Se detuvo junto al auto: puerta abierta y llaves puestas. "Demasiado fácil o he tenido suerte?"- Dudó y echó una última ojeada al viejo de la gabardina que terminó el café, pagó, hizo una breve llamada por su móvil y comenzó a alejarse con aire distraído. Entonces se decidió y accionó el encendido: Bip...Bip...Bip... Biiiiiiiiiiiippppp!!

Su rostro lucía tan hermoso como siempre, sus labios me clamaban que los besara por última vez. Su voz ahora tan solo era un recuerdo que se me antojaba lejano... Debí hacerle caso cuando me dijo que no podía respirar, cuando me clamó que dejase de estrangularla. ¿Cómo iba a saber yo que las voces de mi cabeza estaban equivocadas? ¿Cómo iba a saber que, tras morir, ella no volvería a despertar?

A veces siento como me observa mientras duermo, le escucho a través de las puertas y como me llama cuando salgo a pasear. Todos piensan que estoy loca, pero nada más lejos de la realidad. Solo lo dan por hecho porque, cansada de verle en todas partes, decidí sacarme los ojos.

Apoyó las manos sobre el lavabo, dejando su huella. Las sienes le palpitaban con violencia y, a consecuencia, apretó la mandíbula en un intento vano de mitigar el dolor. Cerró los ojos, inspiró y espiró. Al abrirlos de nuevo todo había desaparecido... Todo excepto la nota que acababa de deslizarse bajo la puerta del aseo, la cual rezaba “Abre la puerta”. No era otra de sus alucinaciones, estaba segura. Contuvo la respiración. Estaba muerto, pero sin duda era su letra.

Algo en su cabeza cambió, pasó de sonreír a vagar taciturno, de ser el centro de atención a no articular palabra. Estar en su presencia ya no era reconfortante, ni siquiera hacía falta mirarle para que su presencia diera escalofríos. Vagaba con las manos cubiertas de barro, manchando todo a su paso y parecía esforzarse por emitir gemidos guturales. Era una locura, pero necesitaba visitar su tumba para asegurarme de que seguía ahí.

Se suponía que era el día más feliz de su vida. Llevaba años planeándolo todo: la fecha, la iglesia, la música, las flores, los invitados... Sin embargo, ahora que se encontraba frente a todas aquellas personas, debía esconder su felicidad. Al fin y al cabo, estaba en el funeral de su marido.

Quizá fuera por arrepentimiento, o tal vez porque no quería seguir escuchando sus susurros, pero finalmente decidí ponerle fin a mi vida. Quería formar parte de todo, ayudar a las que, como yo, habían sido maltratadas, pero aquello se había vuelto en mi contra. Me senté en la cornisa del edificio y respiré profundamente. Sin embargo, me arrebataron la posibilidad de elegir. Ahora era suya.

Mientras se sujetaba la cabeza con una mano, y se llevaba la otra al pecho, solo para asegurarse de que su corazón seguía latiendo, rememoró la escena que había tenido lugar segundos antes. No cabía duda, por alguna razón que desconocía, no se había desplomado tras recibir dos disparos en el pecho y uno en la cabeza.

Echó la última palada de tierra y exhaló antes de dar un par de golpes para aplanarla. No había tenido el valor para matarla. La había dormido y encerrado en una caja de madera antes de enterrarla. Dejó la pala a un lado y, mientras buscaba la salida de aquel bosque, se lamentó por lo que había hecho. La hierba crujió a sus espaldas. Entonces, cuando se giró para cerciorarse de que nadie le había visto hacerlo, ella le golpeó con la pala en la cabeza.

Le pregunté “¿Crees en la vida después de muerte?”. Me dijo que no. Parecía asustado, aunque desconozco si a causa de mi pregunta o porque abrí los ojos mientras él acababa de dar los últimos puntos tras hacerme la autopsia. “Yo tampoco creía”, le respondí. Ahora, cuarenta minutos después de que le clavara el bisturí en el ojo, está despertando. Creo que le hice recobrar la fe.

Ella sostenía una copa de vino mientras observaba embelesada la luna desde el balcón. Él se acercó sigiloso. Exhaló al llegar hasta ella, su aliento le meció los cabellos y ella se giró al mismo tiempo que él alzaba las manos sobre su cabeza. Entonces se arrodilló ante ella, abrió su boca y ella vertió el contenido de la copa. A la luz de la luna, mientras él convulsionaba, ella esbozaba una amplia sonrisa. Había conseguido que otro hombre accediera a que acabara con su vida.

El reloj marcaba la cuenta atrás. La música había comenzado a sonar y ella ya caminaba por el largo pasillo, con el rostro cubierto por el velo. Cuando ella llegó al altar, se retiró el velo y esbozó una amplia sonrisa. ¿Cuántos hombres habrían pasado por allí? Él no tenía respuesta para aquella pregunta. —Sonríe si quieres vivir otro día más —dijo ella. Él obedeció y llevó la mirada a las esposas que le habían colocado antes de la ceremonia. Estaba claro que no iba a salir de allí.

Todas se sentaron entorno a una mesa redonda, sus miradas lo decían todo sin necesidad de hablar. Un vaso reposaba delante de cada una de ellas, lo habían pactado desde hacía mucho, la mayoría lo había conseguido y debían celebrarlo. Alzaron el vaso y bebieron. Todas excepto una, la cual las miraba con una amplia sonrisa mientras las demás se asfixiaban en su propia sangre.

No era la primera vez que caminaba a solas tras anochecer, le gustaba hacer ejercicio por la noche. Sin embargo, aquella noche sintió que le seguían, a pesar de no ver a nadie a su alrededor. El miedo se apoderó de ella cuando susurraron su nombre por tercera vez y se giró, encontrando a un encapuchado con un cuchillo entre sus manos. Ella gritó, pero nadie pudo escucharla. Su sorpresa fue mayor al comprender que no había nadie con ella y que la culpa la indujo al suicidio.

Había fracasado y lo había perdido todo. Ella, que había tenido claro desde el primer momento la decisión del divorcio. Ella, que tenía un buen abogado trabajando a su lado. Ella, cuyo historial era mucho más impecable que el de su marido... Ella contaba con mejores cartas, pero él tenía el factor sorpresa de su lado. ¿Quién iba a pensar que la defensa de su marido consistiría en degollarla?

Nunca se había visto a sí misma como una asesina, pero allí estaba ahora, en una sala vacía con el juez y los miembros del jurado. Sonreía mientras ellos la miraban con los ojos abiertos como platos. ¿Quién era el imbécil que había pensado que era apta para la cárcel cuando en realidad su mente estaba perturbada? La sangria chorreaba por todos los rincones y ella la observó con placer en la mirada. Era increíble todo lo que se podía hacer con un solo bolígrafo.

No tenía intención de hacerlo, jamás tuvo intención de hacerlo, solo seguía órdenes del departamento para el que trabajaba. Abrió los ojos sobresaltada a causa de una pesadilla. Su agitada respiración despertó a su marido, ella esbozó una pequeña sonrisa agradecida por tenerle ahí. Entonces la vio... La misma mujer de su sueño. Tenía el mismo cabello, los mismos ojos sin vida, el mismo cuchillo... Y estaba abriendo la puerta del dormitorio.

Jeon Jungkook, 1 de Septiembre, 1997. 2 semanas desaparecido. Último avistamiento; en el cinema. Taehyung sostuvo el papel entre sus manos, mientras dejaba este humedecer con sus lágrimas. Era injusto, la soledad volvía a extenderse en su pecho una vez más, miraba su reflejo entre las pozas de lluvia y comprendía su realidad y vocación; la soledad. Las sirenas comenzaron a sonar, y supo que la policía había llegado por él, para inculparle de un caso simplemente inconcreto.

Empuñó el afilado cuchillo mirándolo como si se fuera un tesoro. La locura inundaba sus negras pupilas, se giró hacia su siguiente víctima y le sonrió macabramente, helando la sangre de la pobre inocente, con la punta del arma blanca tocó sus labios y le susurró. --- Sonrie para mi... ---

A pesar de haberlo dibujado cientos de veces, debo decir que el último cuatro del cual fue modelo es el mejor de toda mi carrera como pintor. Su ojos tristes, su boca entreabierta, cuerpo firme y trabajado... Los golpes de mi pincel grabaron todo aquello sobre el lienzo con una perfección que me dejó sin palabras. No sé cómo explicaré su muerte, era mi amante desde hace mucho y sabía que era asmático, esconder su inhalador y dejarlo morir asfixiado fue una decisión difícil, pero valió la pena.

Álex, el chico más popular del colegio, se acercó a la rara del salón, aquella con la que nadie quería hablar. Ella apenas podía esconder su emoción. Los ojos de Álex la dejaron fascinada. Eran hermosos, azules y seductores. Encajarían perfecto en sí colección. ya pensaba en que frasco iba a ponerlos.

Estaba a punto de bajar del bus y una larga sonrisa le enriquecía el arrugado rostro. Lo había pasado tan bien con sus amigas en la casita de la playa. Ganó en todos los juegos de naipe que le propusieron. Cuando puso su zapato en el cemento cayó muerta. A un par de kilómetros unos niños jugaban con un arma, a ver si le atinaban a algún pájaro.

Sábado, 24 de noviembre de 2018 No había vuelta atrás. Por mucho que dudase, lo único que podía hacer ahora era seguir con el plan inicial. Así que, sin más escrúpulos y sin piedad, la joven arrastró, sin tocar con sus manos para que no hubiesen sus huellas, la silla de ruedas con una chica sedada en ella. Por un momento, solo por un milisegundo, tuvo miedo, pero eso no le paró para cometer tal atrocidad y después llamar a la policía como si fuese una víctima más.

El mayor crimen que podemos cometer es el de dejarnos llevar por las adversidades, el de hacerle caso a los pensamientos que sólo quieren derrumbarnos y hacernos creer que no tenemos valor y que no nos merecemos lo que vamos consiguiendo. Es ahí cuando debemos actuar como policías. Debemos perseguir el crimen, ponernos frente a él y demostrarnos, una vez más, que valemos y que somos capaces de seguir adelante. Sí, merecemos sonreír.

—¡Alguien a matado al señor Morton —exclamó el detective retirado, Ulises —Y es mi deber, tanto como el de los presentes dar resolución a este caso debido que, además, alguien, supongase el asesino, ha cortado la linea del teléfono por lo que no podemos dar parte a la policía; es necesario, pues, que todos permanezcamos en esta sala hasta que se aclare el asunto.

—No ha pasado algo así por mi mente —aseguró el detective Ulises —, me refería a que, sin quererlo, pudo haber escuchado algo que pudiera desvelar algo de luz al asunto, debido a su disposición como mayordomo de la casa entiendo que tiene que ir de un lado a otro de la casa y, sin quererlo, escucha cosas que usted no tiene intención de escuchar, pero el trabajo es el trabajo y eso es, en términos sencillos, un gaje del oficio.

—Bueno... ya que lo pone de esa manera —William puso cara de estar pensando sus palabras —, es como usted dice, señor Ulises, que, sin quererlo, he podido escuchar parte de la conversación del señor Fortesque con el señor Abraham —señaló a ambos con un gesto de la cabeza —. Recuerdo perfectamente que mencionaban algo sobre pegarle un tiro al señor Morton, casi que podría jurarlo.

—Ya veo —Ulises calculó las palabras del mayordomo —¿Qué tienen que decir al respecto de esta afirmación? ¿Señor Abraham?

—Bueno... —carraspeó el señor Abraham —evidentemente no es una situación en la que uno pueda ocultar cosas. Es cierto que hablábamos a espaldas del señor Morton, pero no era nada que pudiese desembocar en un asesinato, simplemente maldeciamos la suerte del viejo... quiero decir, bueno... —Abraham buscó en Fortesque algo de apoyo, este simplemente asintió —, bueno, resulta que nos ha estado yendo mal en los negocios y, resumiendo, maldeciamos a su suerte y sí, también viejo Morton.

—Pero —aclaró Fortsque —, no hicimos mención alguna de pegarle un tiro al señor Morton eso, sin duda, se lo ha inventado este tipejo —señaló al mayordomo —, mira que poner palabras ajenas en boca de otros, lamentable.

—Si me permiten la palabra —interrumpió la señora de Vermin —, he de decir que nosotras, antes de escuchar el golpe, también escuchamos algo más. Una especie de conversación que venía de las escaleras; como pueden ver, no estamos muy lejos de las escaleras y las paredes de esta casa ya son algo viejas al igual que las puertas, por lo que se escuchan muchas cosas... claro, sin que una tenga intención de escuchar.

—Y, díganos, señorita, ¿qué fue lo que ha escuchado? —la cuestionó Ulises, intrigado.

—Escuchamos la voz del señor Morton, me imagino, hablando con alguien. Por lo que pudimos escuchar parecía que el señor Morton estaba algo enfadado al igual que la otra persona con la que hablaba, solo que no pudimos escuchar la voz de quien era ni mucho de la conversación, pero pudimos entender qu se trataba de algo de dinero o trabajo.

—Ya hemos llegado señor Ulises —anunció uno de los criados acompañado de dos policías —, como usted me dijo, he ido a la casa de los vecinos a pedir prestado un teléfono y llamar a la policía; ya hemos llegado —Todos se miraron perplejos a excepción de Ulises que sonreía.

—Bueno, creo que es un buen momento para desvelar la identidad del asesino —los presentes miraron a Ulises con asombro —. Es evidente que tenemos por lo menos tres sospechosos que pudieron cometer el crimen, en este caso por cuestiones de dinero o trabajo, pero también resulta obvio que el crimen fue cometido por una única persona y esa persona no es ni más ni menos que el señor William —dijo, señalandole con un dedo acusador.

—¿Está usted loco? —preguntó, atónita, la señorita Blackthorne —el asesino puede ser cualquiera de ellos ¿cómo se supone que vamos a estar seguros con él cerca? Lo que debemos hacer es salir de aquí y buscar a alguien con teléfono, no debe haber alguien muy lejos de aquí que tenga uno, en estos tiempos todos tiene un teléfono en casa.

—¿P-pero qué dice? —preguntó nervioso el mayordomo —¿Cómo es que...? Digo, yo no... yo no...

—Bueno —contestó Ulises mientras los policías esposaban a William —, no es usted el único que escucha cosas a través de estas paredes tan viejas. Usted ha estado discutiendo con el difunto sobre su despido por razones de falta de confianza. Lo que todos hemos escuchado no ha sido un golpe, si no un disparo a quemarropa y no ha sido difícil deducir quien ha hecho tal disparo —señaló las mangas del mayordomo —se ha olvidado de limpiar los restos de pólvora y tejido chamuscado. Chicos, llevenselo.

—La veo muy convencida de su inocencia señorita Blackthorne —acusó Sir Fortesque —, le recuerdo que, como los demás se habrán dado cuenta —recalcó estas ultimas palabras con acidez incisiva —usted puede ser tan culpable como cualquiera de nosotros.

—¿Me esta acusando de algo, señor Fortesque? —preguntó, irritada, la señorita Blackthorne —, porque, si usted no se ha dado cuenta, yo he permanecido en esta habitación todo el tiempo en la compañía de la señorita De Vermin ¿No es así, señorita?

—Es cierto —afirmó Laura de Vermin —hemos estado aquí charlando y bebiendo vino cuando, de pronto, escuchamos un fuerte golpe venir del segundo piso, pensamos que se trataría de alguien que se había caído, pero resulta que fue el pobre señor Morton ¿No es así señor Ulises? Aquel golpe debió ser el cuerpo del señor Morton al caer al suelo.

—Así es señorita, el golpe que pudieron escuchar usted y la señorita Balckthorne fue producido por el asesinato del señor Morton —Ulises paseaba su mirada por los oyentes —, alguien, según las evidencias que he podido observar, ha aprovechado para atacar al señor desde la espalda.

—¡Diablos! —exclamó, molesto, el joven Andrew —. Mira que apuñalar al viejo por la espalda, eso es de una bajeza imperdonable, quien haya sido el miserable seguramente era un cobarde, mire, señor Ulises, que mi tío Morton, a pesar de su apariencia era un hombre fuerte y con total seguridad habría dado pelea al bruto.

—Es cierto —respondió Ulises —un hombre con su constitución seria difícil de derribar incluso tomado por sorpresa y dada la gravedad de la herida y las pruebas que se han dejado en la escena, no tengo más que creer que cualquiera de los aquí presentes podría haberlo hecho —señaló a cada uno de los presentes con el dedo y se detuvo, finalmente, en el mayordomo de la casa, el señor William —Dígame señor, un hombre como usted es capaz de escuchar muchas cosas, en especial yendo y viniendo por ahí.

—¡Si busca usted ofenderme, le aseguro que lo ha hecho, mire que pensar que voy por aquí y por allá husmeando como una viejecilla! —soltó de golpe William, enfurecido.

Martes, 30 de abril de 2019 Y espiaba a escondidas cómo los dos chicos comían. Tener sentimientos por uno de él no ayudaba, pero tenía que seguir con el plan. —Así que eres como yo —de repente apareció un chico rubio a su lado. —¿Qué? —el chico solo sonrió. —No soy gilipollas —ella no respondió —. Te pillé, asesina —el chico esquivó el puñetazo que le iba a dar. —Novata —y él le dio un buen golpe que la dejó inconsciente por horas —. A buenas horas —la miró —. Desembucha, ¿quién cojones eres?

La enfermera apretó con lentitud el émbolo de aquella jeringa, su líquido verdoso entró una de sus venas, causándole dolor. Sabía que el tratamiento sería largo según lo que dijo el médico. Sin embargo, cuando las últimas gotas entraron a su organismo, vio en la mujer que vestía de blanco una sonrisa macabra. —Siempre deseé verte de nuevo, infeliz. Ahora tengo mucho tiempo para saldar cuentas conmigo. No volvió a moverse nunca, la mujer a quien dañó hacía años, había cobrado venganza.

En su mirada hallé genuino consuelo, con su amor desbordante, hizo que todo fuera bueno, y guiada por su dulce voz, caminé sin miedo. Lo que no pude evitar, fue caer en su trampa; me habia cazado cual animal, ensangrentada sobre su jardin, le di lo que tanto anhelaba... mi corazón.

Como si de auschwitz se tratase, la escena que los policías presenciaron en aquel horno industrial no se les borró de la mente jamás. Las paredes interiores del horno estaban llenas de arañazos y trozos de piel pegadas a causa del calor del interior y el cristal de la puerta quedaba teñido casi por completo de sangre ya seca. El cuerpo, ennegrecido e irreconocible, había quedado de pie pegado a una de las paredes con una expresión de dolor en la cara. Una escena que sólo un lunático crearía.

"Señor, yo la maté." dijo el hombre. "¿Porqué lo dice, si sólo fue un testigo?" pregunta el detective. "Por qué pude haberla salvado" respondió y le entregó al detective un collar. "Yo fumaba en la terraza, cuando la pequeña niña subió. Se quitó el collar y jugó a lanzarlo por el aire. Cuando el collar cayó por el borde, yo lo alcancé a agarrar. Pero por intentar recuperarlo, la niña tropezó y cayó del edificio." "Yo no pude hacer nada. Y por eso, la muerte de la pequeña es mi culpa."

Pero en su corazón había amor, luego de un beso el le saco la vida, y mantuvo relaciones con su cadáver por 2 días, luego quemo el cuerpo y dejó un diente. 3 años después en febrero 17 de 2017 lo detuvo la policía por conducir ebrio y encontraron el diente, y descubrieron lo que pasó. BASADO EN UNA HISTORIA REAL Libro completo en mi ig @emar_ahel

Eres lo más cerca que estaré nunca del cielo -le dijo en un breve instante en el que separaron sus labios para tomar aliento. Los largos cabellos de Carlotta se posaban sobre sus hombros casi desnudos, él la contempló un segundo y bastó para moverle todo cuanto existía en su interior. -->Si les llama la atención conocer la historia del desconsolado y salvaje pintor Alejo Merilli y el porqué es sospechoso de la desaparición de su amada Amarna vayan a mi perfil a leer la novela. Espero les guste.

—¿enserio eres famosa?—el hombre se paró a buscar su camisa dándole la espalda a la mujer. —se puede decir que sí. —vaya, nunca me había acostado con una celebridad.—dijo—Eres muy guapa¿porqué nunca he visto tu rostro? Antes de escuchar una respuesta, el hombre recibió un fuerte golpe en la cabeza. —digamos que tengo otro tipo de fama—respondió la asesina.

Aúllan y chillan alguno incluso ríe de una forma casi endemoniada, me vigilan juzgadores constantemente fugaces en la periferia de mi ojo, sus miradas se clavan gélidas en mi nuca pero cada vez que me giro paranoico no encuentro nada, los malditos espectros me acosan día y noche, emponzoñando mi mente con su locura, despierto y en sueños; se que no son reales doctor, que no hay nada ahí; pero no puedo olvidar las caras de mis victimas.

Se perdió una hechicera. Una joven artesana de 9 años. Recién había iniciado su camino mágico. Era una tarde muy tranquila, la niña recogía flores muridrias para practicar su hechizo de fuego. No oyó nada en la lejanía, ni una sombra, ni un ancestro, ni siquiera el viento. Se sintió a salvo y feliz como cualquier niña de su tribu, pero debió desconfiar. Nunca el valle está tan tranquilo y el hechizo de silencio trajo consigo a una oscura artesana de Bajra. Jamás volvimos a ver a la pequeña.

La vida adulta me carcome. Añoro mi niñez, cuando mi única preocupación era jugar. Ahora me hablan de derechos, deberes y obligaciones. Aún recuerdo la frase que me dijo el oficial mientras me arrestaba: “Tiene derecho a guardar silencio”. Pero me pareció más una obligación. Mis sentidos gritan que nos ha engañado, porque desde la parte trasera de la patrulla, observo cómo entierra mi abatida anatomía. Estoy encerrado, en alma y cuerpo, he sido condenado por un crimen que no he cometido.

Eventualmente tengo pequeños vistazos de cosas que no sé qué son, hay cosas que se me hacen familiares y otras que desconozco. Pero hay algo que siempre está ahí, un pensamiento que siempre me atormenta: Has matado a dos personas... [Fragmento de Maze of Memories de mi autoría]

Las sales dejaron un olor dulzón en el cuarto de baño. A ella le gustaba usarlas mezcladas con bastante jabón para purificarse después del sexo intenso. Sí, necesitaba mucha acción para sentirse viva. Terminó de bañarse y perfumarse; pero antes de vestirse, empujó al suelo el cuerpo del hombre que yacía sobre la cama y lo enrolló en la alfombra. Cinco minutos después, con saya, chaqueta y tacones altos, abandonó la habitación e hizo una llamada: - Necesito un servicio de limpieza: Habitación 13.

Ya no podía ni prender el encendedor, tiraba la ceniza, con gran esfuerzo lograba colocar la piedra en la lata, llevaba cinco días sin dormir, fumando crack, aterrado, escondido, delirando y temblando con tres cuartos de la onza que robo, sabía que pasaría si lo encontraban o sí fumaba toda la sustancia.

La mujer terminó de hacer su declaración ante la policía sin poder apartar la vista del cadáver de su marido, que yacía cubierto de tierra en el jardín. Lágrimas caían desenfrenadamente por su cara y no podía dejar de pensar en quién habría podido hacer algo así. La policía le tuvo compasión y la llevaron a comisaría. Lo que nadie vio fueron sus uñas manchadas de tierra.

En los rincones oscuros de la ciudad, una sombra seductora extendía su influencia. Atraído por la promesa de riqueza, Diego se encontró atrapado en su red criminal. Pero la admiración de su hermana menor lo hizo cuestionar su elección. Abandonó ese camino, jurando protegerla. Aprendió a ganarse la vida honestamente, convirtiéndose en su luz protectora en medio de la oscuridad.

“Ya quedó” el hombre de rostro amable le sonrió a su hija, limpiándose el sudor de la frente y dejando caer la pala al suelo. “¿Cuándo comenzarán a crecer, papá?” la jovencita de mejillas sonrosadas preguntó, observando el lugar en donde la semilla se había ocultado. “Más pronto de lo que piensas, Mía”. Sonrió, satisfecha con la respuesta y pensando en las flores que reflejarían los labios rojos de su madre perdida. Su padre, por su parte, pensaba en lo bien que funcionaba la piel como abono.

Hay delitos para los que no existe más justicia que la propia muerte. —Joss Herrera.

—Bien, ahora usted me va a explicar el porqué del asesinato de esta persona —El oficial extendió la foto al individuo sentado frente a él. —Hombre, acerque un poco más la foto que no la veo. — ¡No me fastidies, no necesitas ver la foto para saber a quién asesinaste! —Saltó de la silla enfurecido el policía. —Oiga hermano, cálmense, su presión está en juego. — ¡Me importa una hostia la presión! Llevamos aquí casi dos horas y te sigo haciendo la misma pregunta, ¡pero no me respondes! ¡Escúpelo ya!

—Como ordene. El rostro enfurecido del oficial perdió un poco de color rojo al oír esto. —Así que entonces habla... No terminó de decir su frase el hombre cuando el presidiario giró su cabeza a un lado y escupió en el brillante pasillo que se había tallado cuidadosamente. — ¡¿Pero qué rayos haces? —Gritó impotente el oficial. —Bueno, usted me dijo que escupiera y eso hice —dijo con seguridad el presidiario—. No me diga que ahora no tengo que hacerle caso, porque eso sería el colmo de los colmos.

— ¡¿Pero cómo puedes ser tan imbécil hijo de tu madre!? —Apretó fuertemente su puño el agente. —Por favor, no excluya a mi padre que eso es feminismo. El oficial apretó los dientes de tal forma que rechinaban, las venas de los ojos le resaltaban cómo nunca. No podía hacerlo hablar a la fuerza, porque aún no habían pruebas contundentes de que el asesino era quien estaba sentado en la silla. Sabiendo esto el agente se autocontroló y se volvió a sentar. —Oye, ¿acaso eres estúpido? —dijo nuevamente.

—Disculpe oficial, pero creo que se equivoca, mi nombre es Roberto. Ese tal "Estúpido" debe parecerse a mí bastante porque a menudo me confunden con él. El policía miró al sospechoso nuevamente. Apuesto lo que sea que pensó "Este es un caso perdido", pero ignorando todo lo anterior prosiguió. —Dígame señor Roberto, ¿degolló usted a la víctima porque estaba sola? —Por supuesto —Afirmó Roberto. —Así que por fin confiesa. — ¡Ah y le digo más! Pasé tremendo trabajo para arrinconarla —Siguió Roberto.

—No sé cómo, pero ella sabía que la estaba cazando para matarla. —Ajá... —El oficial anotaba mientras Roberto hablaba. —Hasta que la agarré hace unos días y ahí mismo... —Realizó el acto —Agregó el policía. —Exacto —Afirmó Roberto. —Otra pregunta señor Roberto, ¿Si hubiera tenido la oportunidad habría mutilado a otra víctima? —Claro que sí oficial, ¿no sabe usted lo bien que se paga ese trabajo? — ¡¿Ah, porque lo hacía por dinero?! —Obviamente, esa es mi labor —Aclaró Roberto.

— ¿Y a cuánto le pagaban el trabajo? —Continuó el oficial. —Bueno, la cabeza a 60, el muslo a 70 y... —Esperé un momento por favor —dijo el policía mientras hacía un gesto de "stop" con su mano—. ¿Usted desmembraba a las víctimas? —Claramente, así cobraba más y ocupaban menos espacio en el almacén. El oficial se paró de su puesto y cerró la libreta de anotaciones. —No hay dudas, usted es el asesino —Concluyó en alta voz el agente. En ese momento golpearon la puerta de la sala del interrogatorio.

—Adelante —dijo el oficial. — ¡Señor, hemos capturado al asesino en serie! —dijo el guardia fatigado por la carrera. — ¿Están seguros? —La confusión inundó al agente. —Si, las pruebas de sangre, las huellas, todo indica que es él, no hay duda. El oficial se giró hacia Roberto y le gritó: —Entonces ¡¿Quién demonios eres tú? Roberto se puso en pie, agarró la mano del oficial, la estrechó, y sonriendo se presentó. —Soy Roberto Zaldívar, matador en la carnicería local. Mucho gusto.

Los policías se llevaron al criminal a la patrulla, en el camino a la cárcel unos piroteos detuvieron la patrulla. Desconocido: Bueno mis queridos amigos, algunas últimas palabras que quieran decir. Si quieren les doy otra oportunidad, me dejan ir y pueden seguir viviendo; al final están rodeados y no tienen nas opciones no creen. Los policías lo ignoraron, bajaron del auto y se alistaron para enfrentar a los secuaces. Desconocido: No tienen ninguna oportunidad, este es su fin, yo gane.

Carlos: Últimamente los teléfonos no paran de sonar, de un día a otro la delincuencia subió y los policías no nos damos a basto. Es como si todos los delincuentes de alguna manera se reunieran en esta ciudad. Nicha: Muy interesante mi amigo, te haré una pregunta; ¿si un montanista solo ve el pie de la montaña sabrá que tan lejos está de la cima? Carlos: Es claro que no, nadie con solo ver el inicio de una pista pueda saber el final de ella, por lo cual debe ver toda la pista para saber el final.

Nicha: Exactamente mi amigo, ahora solo estamos viendo el pie y no la cima. Hay algo más en todo esto, pero las llamadas de ayuda no nos deja ver la realidad de todo esto. Carlos:¿Quieres decir que hay una mente criminal en todo esto?¿alguien que esta controlando a todos en un plan malévolo? Nicha: Muy bien, lo entendiste todo, ahora la cosa es saber quien es el verdadero responsable de todo esto. La manera de descubrir la verdad es ir a donde todo empezó. Carlos:Te refieres a ese lugar...

Carlos:Llegamos al lugar, pero no entiendo porque era necesario venir hasta acá, el primer crimen reportado; se roban un libro de una librería antigua. Nicha: Al principio parece tonto, al final hay muchas copias de ese libro, pero siempre hay que ver mas allá de lo evidente. Al final ¿de que le sirve un simple libro a un ladrón? No es que valla a ganar mucho, pero todo tiene sentido si miras más a fondo. Carlos: Lo que dices al parecer tener sentido, pero no veo nada fuera de lo común.

Todo parecía normal con los libros, pero por casualidad de unos de los libros cayó una hoja. Carlos: Mirra una hoja, al parecer es un mapa de la ciudad llena de extraños símbolos. Nicha: Muy interesante, todo estos símbolos indican lugares donde últimamente abundó la delincuencia. Hay exactamente... aver.... 10 símbolos diferentes. Carlos: Pero, ¿Qué puede significar eso? Nicha: A parecer son días bandas muy peligrosas que se unieron. ¿Qué estarán buscando? Carlos: Ese punto, esto es imposible.

Desconocido: Al parecer son más inteligentes de lo que esperaba, pero ya es demasiado tarde; este pueblo es mío, es hora que me reconozcan como el nuevo alcalde. Ambos policías se quedaron viéndolo un buen rato sin saber de quien se trataba. Desconocido: No importa, mi identidad es lo de menos, ustedes dos quedan hasta aca; nadir se acordara que existieron. Saca una pistola y esta listo para disparar.

Nisha se le quedó mirando atentamente a su compañero y habló: -Es un momento desesperado, solo nos queda dejarlo en libertad y después volverlo a atrapar con más calma. Carlos: ¿Estas segura de eso?.... Una bala hiere al oficial Nicha: Losiento, pero ahora tienes que saber la verdad, yo soy la mala acá y hasta acá quedaste. Carlos:¿Porque?¿porque tu? Nicha: Lo que realmente paso acá es que cayeron en mi trampa y muy pronto seré la criminal más temida de todos los tiempos...

Nicha: No estas subestimando mi amigo, talvez ahora tu tengas tu arma en mano, pero eso no importa, porque nosotros te llevaremos ante la justicia y caerás. Ambos policías hacen maniobras defensivas y logran atrapar al malo. Nicha: Bueno tenemos mucho de que hablar mi amigo, muy pronto todos tus secuaces caerán y este pueblo volvera a ser pacífico coml siempre. El criminal sonríe y se ríe en torno de burla mientras mirra a ambos policías.

Carlos: No se quien eres, pero no voy a permitir que te salgas con la tuya. Pero aun así me queda muchas dudas, en este mapa hay un punto rojo que está en medio de la nada... O bueno si hay un lugar secreto, pero como sabes de ella. El criminal se ríe y lo mirra con seriedad mientras apunta su pistola. Carlos: Imposible ese lugar solo lo conocen los de más alto rango, lo mejor de lo mejor; ¿como es posible que conseguiste esa información valiosa?

Cuando se disponía a levantarse del asiento, se percató del asombro en el rostro de los demás comensales, ojos abiertos, más nada más que impresionados, la calle era desierto luego de la huida, bocas tapadas restos de un grito, en su saco negro comenzaba a sentirse algo extraño bajando por su pecho, gestos corporales que acercándose revelan preocupación. Entre semejante acontecimiento de horror, ya cuando el disparo había sonado, caído en el suelo, junto a él, los papeles no dejaron de volar.

—¿Qué sucede? ¡Marie! ¡Marie!— Corrí del espanto esos cortos pasos. Intentar levantarla era inútil, su cuerpo estaba tan rígido y negado a qué la tocará que no podía hacerlo. —¡Marie, mírame! ¡Cálmate! Soy yo, soy Paul ¿Ves? Estoy aquí contigo... Soy tu adorado hermano— Me quedé en el suelo junto a ella y sentí su mano apretar fuertemente mi ropa. Parecía calmarse. Tal vez el momento estaba ocurriendo, si ella luchaba por afrontarlo al fin rompería la burbuja de mentiras en la que vivía.

—Este "cuartucho" como lo llamas, me recuerda a papá. ¿No te sucede lo mismo?— Él solo me miró con una extraña expresión, supongo que sintió pena por mi. —Tal vez somos muy diferentes Paul—le dije No entendía por qué debimos abandonar este lugar luego de que mi padre desapareciera. En lugar de quedarnos y conservar sus recuerdos, los perdimos. El shock emocional fue tan fuerte para mí que apenas conservo cosas de mi infancia en mi mente pero aquellas pocas imágenes son perfectas aunque lejanas.

La luz proyectada en las paredes y rincones de aquel cobertizo permitían vislumbrar entre las herramientas y suciedad, insectos muertos. Todo se veía peor de lo que advertimos segundos antes de poder verlo. Ante una de las esquinas, mi cuerpo fue invadido por un horroroso sentimiento de inseguridad, temor, incluso asco. Pronto noté que en la madera vieja habían algunas manchas oscuras. Di un grito—¡Por favor, no!—mientras caí al suelo sosteniendo mi cabeza entre mis brazos —¡Paul! ¡Paul!—

—Tampoco yo... Pero honestamente Marie, ¿Por qué de toda la casa, debemos inspeccionar este cuartucho?—pregunté mientras buscaba alguna llave de luz. Y continué—Si me preguntas, dudo que se trate solo de la madera— No quería asustarla pero ella debía saberlo, tenía que despertar de una vez por todas de aquel burdo sueño en el que se empeñaba vivir. Amaba a Marie, más que nadie en el mundo pero ella parecía buscar algo que la ayudara a mantener aquel engaño en su cabeza para no aceptarlo.

Tenía pocas expectativas con todo lo que había pasado aquel martes de febrero, tenía que tener cuidado con aquella mujer tan desdeñosa desde un principio pero fui demasiado blando aun cuando la calumnia era evidente, que rabia, las ganas me invadieron de cortar su cuello, perforar su garganta con aquel lápiz del escritorio que impedia acercarme a ella, no tuve mas remedio que aguantar, hasta el atardecer de aquel maldito martes de febrero, cuando la saque en la maleta, hasta que ella me vio

Cuando lo trajeron a aquel sótano, y vio los montantes verticales rojos, un escalofrío recorrió su cuerpo. - Señor Bonanno, perdón! - Suplicó. - Fuiste un buen Consigliere, mereces algo digno, por eso vamos a usar este objeto de mi colección - dijo, sádico, el Jefe de la familia y a una señal, el Caporegime se acercó al condenado, lo arrastró hasta meterlo en el cepo y se paró al lado de una palanca.

- Piensa en lo que hiciste! - La voz Bonanno, alias Don banana, sonó brutal. Y el condenado pensó profundo y sintió que al pensar se despegaba un poco más del cuerpo. Era una impresión extraña: perdía conexión. Se quebraba. La imagen del agente antinarcóticos chantajeandolo con aquellas fotos comprometedoras y pidiendo cada vez más información, le llegó nítida.

Inicio el avance Conversaciones percibo De costumbres patriarcales Mi camino es entorpecido. La noche continúa Ladridos y tono ocres El camino continúo. Silencio nocturno Adquiero provisiones Regreso taciturno Luces parpadeantes. La noche continúa Ladridos y tonos ocres El camino continúo. Diviso un par de sujetos Sutil euforia en disminución Palabrerías sin objeto. La noche continúa Ladridos y tonos ocres Dos víctimas la mañana acentúa.

Al despertar tuvo la certeza de que iba a morir. Quería morir. Había esperado 2 años y 10 días exactamente, ya lo había decidido. Miró el alba desde su ventana, pensó en que nunca se había sentido tan vivo y se burló de la ironía de ese pensamiento. Ese día fue el más feliz de la vida de aquel hombre pues en su mente solo había un deseo, un pensamiento y algo que anhelaba con todo su corazón: La muerte.

David, así se llamaba el hombre deseoso de la muerte. No daba paso a un pensamiento consciente, la rabia lo consumía. Cuando sintió un sabor metálico en su boca se dio cuenta de lo que había hecho, pero lo que lo sorprendió no fue el hecho de haberle quitado la vida a alguien si no aquel gran alivio y extraña sensación de satisfacción que sintió al ver el cuerpo destrozado e inválido de aquella mujer que media hora antes intentó detener su suicidio.

Natalia logró su objetivo, evitó que David se suicidara, pero a costa de su propia vida. ''David, así se llamaba el hombre deseoso de la muerte'' Sí, deseoso de la muerte pero ¿Quién dijo que de la suya? .

Su sangre llovió sobre la arena, que dócilmente envolvió con manos de brisa, ocultando así su rastro de cualquier testigo, al igual que las huellas que podrían haber delatado su destino: el inmenso mar que se abría iracundo, recogiendo sus dominios en una engañosa bienvenida, que culminaría uniendo a ambos en su profundidad.

—¡Lo juro señor oficial! ¡Cuando lo encontré en su oficina, le faltaban los dientes, le robaron su dentadura completa!— Explicó la mujer en la comisaría — — ¿Está segura qué no estuvo presente el día del homicidio? — Preguntó el detective — — ¡No! Llegaba de viaje de casa de mi hermanastro — Mencionó con angustia, con lágrimas cayéndole del rostro— — Descuide señora, ya resolveremos el homicidio de su esposo. — Él no era mi esposo, era mi amante. — Diablos...

—Asesino—dijo en voz baja pero clarísima. Raskolnikof siguió a su lado. Sintió que las piernas le flaqueaban y vacilaban. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Su corazón dejó de latir como si se hubiese separado de su organismo. Dieron en silencio un centenar de pasos más. El desconocido no le miraba. —Pero, ¿qué dice usted? ¿Quién… quién es un asesino? —balbuceó al fin Raskolnikof, con voz apenas perceptible. —Tú, tú eres un asesino —respondió el desconocido. Tomado de Crimen y Castigo.

—Solo será un fin de semana... Una vez terminado el ritual serás uno de los nuestros —dijo Noah. Eran seis, incluyéndome, los que se adentraron al bosque. Al principio la idea era cazar algo pequeño y beber de su sangre, todo para dejarme unirme a su grupo. Vaya mentira. Cuando sus escopetas apuntaron hacia mí, lo entendí todo, el animal pequeño siempre fui yo. Se rieron mucho. Creo que no esperaron que volteara la situación, aunque no los culpo, supe mantener mi máscara desde el principio.

El escándalo a todo volumen en el cuarto de Esther, obliga a su padre Jhon a dejar de un lado las arepas y dirigirse hasta la habitación, cuando entró, resultó ser que ella no estaba, la joven estaba castigada por haberse ido a una fiesta y no pidió permiso, él furioso, apaga entonces el equipo de sonido, a Jhon se le ocurrió revisar debajo de la cama de la adolescente, donde encontró sangre y restos de su bravucón que la había atacado, entendiendo él... Que Esther cometió el crimen para huir.

-Rique, esto ya suena muy descabellado. -¿Tienes una mejor explicación? Además te digo que esto no se ha terminado. Pronto habrá más víctimas y presiento que en esta ocasión será alguien importante. Bajo el tapete del cuarto una tabla suelta resonaba. Al revisar, debajo encontramos un paquete con una USB. -¡Lo sabía! Sabía que aquí había algo. ¡Qué te parece Sus! No creías que podría logra.. ¿Sus qué haces? -Este ratón no supo esconder bien el queso. Y ahora sabes demasiado. ¡Dame la USB!

Me dirigí hacia la oficina de Sus en el ministerio público debajo de una tormenta y, aunque manejaba tranquilo, con la palma de mi mano golpeteaba el volante tratando de calmar mi ansiedad. Ni en vacaciones me puedo alejar del trabajo y es que, la incógnita de este caso me tiene sin dormir. Con la gabardina empapada entré a la oficina sin tocar la puerta. -Hola Susana, sé que es tarde pero te quiero pedir un favor. Necesito acceso a la carpeta del caso 'Barreta'. Te prometo que será rápido

-¿Otra vez cazando fantasmas, Rique? Ya nadie habla del caso 'Barreta', ni a los agentes de Inteligencia ni a la agencia forense les interesa este caso, hay tan pocas pistas sobre un posible sospechoso y tantas piezas de evidencia inconclusa que si a las productoras de series policiales les interesara hacer un drama televisivo, sería más fácil usar la imaginación que inspirarse en el expediente que quieres revisar, además, se supone que estás inactivo. Esta vez no te puedo dar el gusto.

-Sus, no entiendes. Te juro que no vendría hasta tu oficina a esta hora y en medio de esta tormenta solo por diversión. Sé que no debería estar aquí pero en casa no puedo ni ver televisión, mi mente está aquí, en la sala de archivos. Creo que hallé una nueva pista y me carcome la ansiedad de saber si esto que descifré encaja con el expediente. No entiendo porqué quieren enterrar el caso de esta forma. Aunque sea el caso más frustrante posible; aunque sea escandaloso, esto no es correcto.

-Rique, a mí también me deja un mal sabor de boca, pero el mismísimo Fiscal General ya pidió disculpas públicas a los sospechosos y a sus familias. Sé determinó que al no haber nada nuevo que investigar ni sospechosos que perseguir, lo sensato sería dejar de utilizar los recursos del Departamento de Justicia en esta cacería de sombras. El caso quedó congelado para siempre a menos que ocurra otro crimen de la misma naturaleza.

-Es que está por ocurrir, Sus. O al menos eso creo. Necesito saberlo con seguridad para así poder evitarlo. Escucha... Sé que parecerá una locura pero Barreta no es una persona. Si lo que creo es correcto, es algo que nunca antes se había visto y para saberlo tengo que ir al origen. Si estoy en lo correcto, tal vez esto nos de una pieza calve que conecta a otros 4 ataques con el caso Barreta; pero necesito corroborarlo con el expediente. Necesito saber la dirección de la casa del primer ataque.

-Ok, ok, Rique. Ya se a dónde vas con todo esto: quieres ir a indagar un poco en la escena del crimen. Entiendo que extrañas el trabajo y que estar solo en casa puede ser pesado. Te daré acceso con tal de que te sacudas lo que traes en la cabeza y dejes de actuar como un chiflado. Puedes ir por el archivo, pero después yo iré contigo a la casa. Con o sin caso resuelto, quiero asegurarme de que esto se termine, no puedo darme el lujo de que mi mejor detective termine en un asilo psiquiátrico.

Abordamos el auto mientras explicaba mi teoría. -¿Qué persona en este mundo tiene la capacidad de cometer violentos asesinatos a sangre fría, posee una fuerza descomunal, y parece levitar en las habitacione sin dejar un solo rastro de ADN? Nada de huellas digitales, ni marcas de zapatos; sin testigos oculares a pesar de la hora y el ruido tan estruendoso; en cada caso las armas homicidas son objetos pesados: Una barreta, un medidor de luz, una viga de madera y hasta un refrigerador.

Susana condujo el auto hacia la casa de Zack Beamon, víctima del primer ataque. Era un informático norteamericano de 47 años que residía ilegalmente en la ciudad. Fue encontrado sin vida en su estudio cuando un vecino llamó a la policía al escuchar golpes y destrozos en el departamento de a lado. Su cuerpo desangrado estaba sentado en una silla mientras una barreta de metal le atravesaba el pecho. No tenía amigos ni familia. Se descartó el intento de robo. -¿Qué esperas encontrar Rique?

-Estoy seguro que aquí hay algo. Esta no solo es la escena de un crimen; este estudio fue utilizado para cometer el delito. Aquí es donde inició todo. Espero encontrar los planos, los bocetos, los códigos y los programas que nos expliquen porqué este sofisticado y complejo robot está asesinando personas, empezando por su creador. Quiero saber qué clase de tecnología hay detrás de esta trama siniestra. Quién está controlando a este robot asesino y cuales son sus planes. Veamos en su alcoba.

Despertó y le llevó unos segundos recordar que llevaba dos días metido en esa alcantarilla. Sintió hambre y sed. Revisó el arma que tenía en el bolsillo y recordó la fría mirada del Jefe ordenando su ejecución al descubrir su traición. Resbalando por las heces y el agua hediondas, camino hacia la salida.

Encontró cerca un Motel con un bar abierto 24/7. Fue al baño y se lavó, luego espió a través de las ventanas. A esa hora, sólo había un vejestorio con una gabardina tomando un café. No le pareció sospechoso, aunque con la Cosa Nostra nunca se sabía.

El frío llegó de golpe, se subió el cierre de la chamarra, una última calada al cigarro y lo apagó, frío de nuevo, cabo el agujero poco profundo, pero era suficiente, tiró el cuerpo dentro, lo tapó, lo observo, se veía la tierra recién movida, pero estaba lo suficientemente lejos —Qué lástima— pensó— una maldita lástima— odiaba tener que cavar en el frío, endurece la tierra, pero odiaba más tener que matar a una mujer. —Eras muy bonita— dijo miebtras caminaba hacia al automóvil estacionado.

—Desde que llegaron, ninguno de ustedes dos preguntó o habló por Mateo, aún cuando es más que su vecino; es un integrante de tu club, Eduard, y no lo niegues. —Le apunto con mi dedo para continuar diciendo a todo los presentes—: Créanme o no, alguno de ellos dos tiene relación con lo que acabamos de presenciar… Solo espero que… me esté equivocando en juzgar a Yulith y Eduard, —termino de decirlo y llevo mi mano a la boca, poniéndome a pensar y conjetar en algo que no nos lleve al peligro.

La artesana de la tribu Bajra invocó a un ancestro animal, parecía un gato montés pero su cuerpo era más de piedra que de carne. El ancestro surgió de debajo de la tierra y atacó a la artesana de Altera, la impactó en el pecho y la dejó tendida sobre el frío suelo de tierra en medio de la noche. La artesana de Bajra atacó a traición, estaba agazapada entre los árboles, oculta en las sombras. No buscaba provisiones, robó el bello ancestro de viento que la víctima guardaba en una rama de pino.

-Detalles del criminal-. -Una mujer de 29 años, rubia, sin empleo-. -¿crimen?- - Creemos que asesinó a su esposo e hija de 8 años, les arrancó los ojos de sus cuencas y los colgó del cuello en su cuarto-. -¿Algo más para añadir?- -sí capitan, la encontramos acariciando el cuerpo colgado de su esposo. Sin embargo, cuando la esposamos y la sacamos del lugar escuchamos el grito de un hombre que decía: ¡Sueltenla!, para cuando volteamos sólo vimos al cuerpo de su esposo moviendose de un lado a otro.

Cuando el asesino disparó, el Teniente Zamora estaba desayunando con su familia y leía las noticias de la mañana. Cayó sobre su taza de café con un tiro en la frente, y en su mirada la sorpresa de leer su propio obituario...Luego, una burbuja explotó en su cerebro haciéndole abrir los ojos: -"Este caso me va a volver loco..." - pensó y empezó a sudar copiosamente.