Toda a sala foi envolta por um som estridente. O choro da menina era audível em todo o pequeno andar do hospital. Suas pequenas mãozinhas se debatendo no ar. Quando a menina foi colocada nos braços da mãe, a mulher se perguntou, conferindo desde os dedinhos nos minúsculos pés até o tufo de cabelos grossos e negros na cabeça da menina, como era possível um ser tão pequeno ser tão perfeito. Ela tinha medo de não ser suficiente para cuidar daquela criança, mas ela iria tentar. Tinha que tantar.

No existe el pasado... ni futuro. Lo que fue ya no será. No hay recuerdos, ni remordimiento, tampoco progreso. Las emociones no fluctúan, las expectativas se esfumaron. Vacías están las almas. Las palabras y caricias de confort, el afecto mutuo, las miradas de complicidad, nuestros momentos de gloria en el amor, caídas y también reconciliación ... Todo devino en: nada. ¿Que si el anhelo por el otro continúa existiendo? No, se esconde y escapa, no quiere reaparecer [...] ¿Qué somos ahora?

No existe el pasado... ni futuro. Lo que fue ya no será. No hay recuerdos, ni remordimiento, tampoco progreso. Las emociones no fluctúan, las expectativas se esfumaron. Vacías están las almas. Las palabras y caricias de confort, el afecto mutuo, las miradas de complicidad, nuestros momentos de gloria en el amor, caídas y también reconciliación ... Todo devino en: nada. ¿Que si el anhelo por el otro continúa existiendo? No, se esconde y escapa, no quiere reaparecer [...] ¿Qué somos ahora?

Así les consumió las tinieblas, incapaces de escapar, de aceptar, de buscar. El lúgubre esperpento atacaba al azar, quizá dos veces o tres, era fascinante y molesto, una legión de infortunios cada tanto encontraban espacio. —Estoy cansado de luchar, reitero hasta el hartazgo, y siempre los quinientos defienden su incapacidad de arreglar algo —reclamó, el escucha, abrazado al árbol de la sombra refrescante le sonrió. —Te dije, el otro lado... Pero seguimos aquí, como idiotas esperanzados.