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El reporteo

En 2017 me encontré en una larga avenida de la Ciudad de México. Era reportero y asistía a un cierre de campaña lleno de banderas amarillas, azules y naranjas (quienes vivan en el país, sabrán de qué coalición estoy hablando). Fue uno de los últimos momentos en los cuales sentí el final de una era política y el comienzo de otra, sin meterme en la idea de que una sería mejor que otra o que traería cambios positivos y negativos. Uno nunca sabe.



Ese recuerdo parece lejano, a tres años de crecimientos pero también de retos, de derrotas y de tristezas que me visitan en las noches. Siempre recuerdo que estoy hecho de carne y que la carne tiene muchas condiciones para poder existir: necesita elementos químicos, condiciones físicas, ambientes, convivencia, significado. Todo lo que tenemos que hacer para salir adelante.

No he dejado de ser periodista. Ahora hago historias menos del día a día y más del respiro, del silencio y de los archivos. Sin embargo, suelo extrañar en algunas ocasiones la enorme presión que es buscar "la nota" contrarreloj. Los materiales que tenían que salir de un día para otro. Y las horas que le dedicaba en la redacción para que un material quedara bien. Las llamadas e incluso alguna que otra pelea que me hacían pensar que el oficio no era fácil. Que siempre iba a ser complicado mejorar mi visión del mundo y mis técnicas y mis argumentos. Nunca me he sentido un hombre completo en cuanto a construcciones sólidas de creencias. Será porque mi padre me crió para dudar de todo y para ser escéptico a los retos de la vida.

¿Qué debería hacer todos los días? Un buen periodista lee las noticias. Porque de las noticias surge siempre algo de lo que podemos escribir. Uno de mis maestros me dijo que de ese flujo de noticias algo bueno puede surgir, algo que nos saque adelante una investigación y que al final se cristalice en un sueño: una historia que antes no existía y que no había sido contada.

También se tienen que llenar las bases de datos, buscar documentos, armar fichas, escribir narraciones. De esto hay muchos métodos, aunque el que me gusta es el del diario periodístico, como lo tenía Ryszard Kapuściński, sólo que ahora no estamos en una guerra. Por lo general tengo un diario normal, pero debería tener otro periodístico para guardar "la información que se queda fuera" o las impresiones que van para la crónica y para el sujeto que vive la información, no sólo que la transmite.

Dicen que en algún momento Ryszard mintió, que sacó información que era imprecisa. Yo lo creo, aunque me gustan sus métodos, como me gustan los de Svetlana Aleksiévich, de la polifonía, del testimonio múltiple. Y con esto tampoco puedo evitar sentirme colonial, porque, al fin y en cuentas vivo rodeado de Occidente. Soy occidental. Pero eso no me impide buscar otras vías que me emancipen un poco de esta parte del mundo. Recuerdo cuando mi maestro Koulsy Lamko me dijo que para él Kapuściński era un turista en el conflicto armado en África. Y hay razones para decirlo, porque siempre hay que confiar más en las voces que nacen en la tierra de la que se habla que en los que no tienen compromisos con las personas que viven ahí.

El tercer elemento, tal vez el más molesto para la gente introvertida como yo, es buscar contactos. Marcar, mandar WhatsApp, mandar correos, porque el periodista es fuentes. Buscar instituciones, buscar otras narrativas. No sé, por ahora sólo quiero dormir.





May 17, 2020, 7:41 a.m. 0 Report Embed 0
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Creando en la cuarentena

Me toca escribir en la madrugada. Al igual que mi madre, funciono mejor de noche, soy más productivo y me divierto más, porque durante el día hay muchos estímulos y muchas ideas que no tienen que ver con la creación. Aunque la verdad todo es cuestión de una disciplina que encuentro.

Como mínimo, tengo que encontrar un buen sistema. Por ahora, anoto la cantidad de palabras, el tema y el título y lo pongo en el celular. Más tarde lo pondré en mi tabla. Si tengo la historia en la cabeza, no me hace falta anotar los pasos, pero si quiero una escritura prolongada, de más de 800 palabras de un tirón, tengo que ir por mi libreta y anotar el camino, el mapa. También materiales gráficos complementarios.

Ahora en mi estudio saqué todos los libros y todo está desordenado. Intento pensar que necesito también mi pintarrón: ahí debo escribir los proyectos pendientes: Proyecto-tiempo de creación-fecha de entrega.

Me decidí además por dos tipos de corrección: la rápida para situaciones que lo requieren (la periodística, en la cual todo es velocidad y astucia), y la otra que son tres borradores. El creado, la corrección y la transcripción. Para textos aún más complejos sí va la de Foster Wallace: una corrección más, una transcripción más.

En cuanto a los libros, busco conexiones. Siempre hay algún tema que de ley tengo que sacar de ellos. Eso es parte de las ideas. Todos los días tengo que sacar nuevos temas para publicar:

1. Idea para algún texto periodístico.

2. Idea para algún texto de ficción.

Esa base de datos debe estar en papel. Creo que es preciada y debe estar segura.

Como periodista, me gustan las bases de datos: tengo que reservar tiempo en el día para revisar, investigar y colocar en One-Note, Excel y Drive. Y en libretas. Eso lo aprendí de un taller en línea de Enrique Osornio: anotar externos para guiarse. No sólo confiar en el Internet. También, si se puede, anotarlo en el celular.

Otra cosa es la corrección periodística: verificación y podada unas 4 veces. Hasta que el texto está corto, hasta que venga la transcripción y después el enviado.

De la lectura, las páginas pueden variar, pero pienso que debe haber al menos cuatro artículos leídos, algo para mejorar la productividad también y las noticias. Además de los libros en turno, que tienen que leerse con disciplina.

Ojalá pudiera hacer todo esto sin errores. La verdad, es difícil y se convierte en una responsabilidad que cansa, que necesita espacio. ¿Cuántas palabras al día? Esa es una pregunta. De 2 mil a 3 mil. ¿Cuánto tiempo? Depende: ¿dos horas? Quién sabe. A lo mejor, como flojo que soy, me sentaré en la cama a ver El ataque de los titanes. Al final, este proceso barroco terminará matándome.


May 12, 2020, 6:07 a.m. 0 Report Embed 1
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