En una sola noche todo cambió. Mi amor imposible, posible se volvió; dejando ir a mi primer amor. Pero muy tarde me di cuenta de mi error, porque por más que la ilusión un embrujo me causó; cuando desperté del hechizo, la soledad me encontró. Y desde entonces, ella nunca me abandonó.

Era una tarde de lluvia cuando limpiaba la habitación de mi hija, me deshacía de las telarañas, para luego quedarme abrazando su ropa; que aún conservaba el olor de su perfume favorito. Me sentía rota en mil pedazos, y a veces me costaba respirar, no hay nada que se compare con el dolor de una madre por perder a una hija. Hace solo dos meses la encontré ahogada en la bañera, con hematomas en el cuerpo y una carta de suicidio. Querida hija, ojala supieras cuánto te amé.

Tras de ella un enorme monstruo de dos cabezas se materializó e Isa echó a correr lo más lejos que sus piernas le permitieron, pero a su alrededor uno tras uno otros monstruos salieron de su escondite para cazarla. Cada que Isa hallaba una salida regresaba al principio y cuando se dio cuenta de que no podría escapar se detuvo a esperar que los monstruos la alcanzaran. La primera mordida la hizo gritar de dolor y entonces despertó.

Escuché la música de cuna mezclada con el llanto de mi bebé, indicándome que había despertado. Me levanté todavía somnolienta, eran las 2 a.m. "Debe tener hambre", pensé mientras me acercaba a la cuna. Me incliné para tomar a mi bebé en brazos y amamantarla, al hacerlo me dí con la sorpresa de que permanecía dormida y el sonido de canción de cuna había parado, recordé entonces que este solo se escuchaba cuando alguien la agitaba.

La madre arrullaba a su bebé en la mecedora, por la ventana observaba al sol renaciendo y una sonrisa de alivio se dibujó en su rostro. El último día de octubre acababa de pasar y su hijo permanecía en sus brazos. No fue hasta que vió la sombra a sus espaldas que el pánico latió en su pecho. Era ella y venía a reclamarlo. No tuvo tiempo de escapar antes de que la bruja le arrebatara el niño y se lo llevara con ella hacia el infierno como pago por las recompensas entregadas a su madre.

He construido una casa, una casa de las cenizas, alce los muros hacia el cielo y enterré los recuerdos allí. He construido una casa, una casa al lado del gran roble, el que plantaste para mí; ahora lo miró desde la ventana y pronuncio tu nombre. He construido una casa, una casa para que no se consuma con las llamas, las mismas que se llevaron a mi amado, a aquel por quien mis ojos lloran. He construido una casa, una casa para sepultarte.

Lee despertó sintiendo su cuerpo pesado, cuando intentó mover las piernas, éstas opusieron resistencia. No recordaba haberse drogado anoche, pero era justo eso lo que parecía. Se levantó y vio que se encontraba en un campo de trigo. Camino y se encontró cerca de una carretera deshabitada. Por donde fuera que pasara, no hallaba más que silencio. Se preguntó ¿Dónde habían ido todos? ¿Por qué la habían dejado allí sola? Lo más extraño de todo, era que ni siquiera recordaba quien era.

Una heroica niña calva, una desnaturalizada madre y una niña asesina. Todo esto hubiera pasado. En aquello se hubieran convertido. Si tan solo Alana, Ainara y Alía hubieran sobrevivido esa noche. Su sangre fue derramada. Fueron liberadas. Vagaron por el bosque. Y luego. Luego solo se sumergieron en el lago. Si entras en él, aun puedes escuchar sus risas convertidas en llanto.

May quedó hipnotizada por los colores que se formaban en el agua: Celeste, verde, morado y azul. Era una visión de ensueño. El lago consiguió su objetivo, y se tragó a la chica, atrapándola para siempre.

Sentada en la cama de mi hija, reviso las imágenes de una familia común y corriente. Al verlas desde estos ángulos, descubro un punto de vista distinto: el de mi hija. En las fotografías no veo a una madre dedicada, veo a una ausente. No veo a un pequeño hermano extrovertido, veo a uno aterrorizado. No veo a un padrastro amoroso, veo a un monstruo. Me dejo caer en el suelo con la respiración entre cortada por los sollozos, arrojando la cámara que se hace añicos en el suelo.

¡Aléjate demonio! ¡Quita tus temibles garras! Mi esperanza será mi poder. Mis ruegos mi victoria. ¡Aléjate demonio! ¡Quita tus temibles garras! Mi esperanza está hecha tirones. Mis ruegos han acallado mi victoria. ¡Aléjate demonio! ¡Quita tus temibles garras! Mi esperanza se ha esfumado. ¿Por qué mis ruegos no han sido escuchados? ¡Oh maldita desolación! ¿Qué has venido a buscar? Soy yo la que está herida. Soy yo la que ha encontrado la muerte en la vida.

Isa llevaba mucho tiempo vagando por el lugar y el miedo solo había aumentado, el silencio había sido transformado por extraños sonidos. Isa avanzó por un sendero de piedras temblorosas y cuando elevó la mirada vio a un cuervo que la miraba desde un árbol. Bajo sus pies se escuchó un crujido y al bajar la mirada notó que acaba de romper una de las piedras y esta ahora tenía la forma de huesos humanos. Ella sintió una respiración en su nuca y luego se escuchó un fuerte gruñido.

Aquel lugar apestaba a muerto, fue en lo primero en lo que Isa pensó. Sus amigos le propusieron visitar la Casa Encantada por Halloween pero no pensó que se sentiría tan real. En la puerta de entrada se leía "Villa Maldita". El lugar era inmenso y tenebroso, estaba rodeado de bosque y las casas cubierta de moho. Todo era silencio e Isa no vio a nadie en el camino. Sintió miedo y cuando volteó para compartir sus pensamientos con sus amigos estos habían desaparecido.