Hace mucho que no se me enciende la mecha que explosiona las ideas, así que espero a que me sirvan en bandeja las frases ya hechas. Cosas que la pereza provoca, que solo se me abre la boca por sueño, y, (entre bostezos), recuerdo que tengo mi copa tan vacía como la cabeza de ingenio. Se acumulan las colillas mientras espero al tren en un anden sin vías. Mejor sería no desaprovechar la vida caminando a ciegas sobre la estrecha línea que es la senda suicida.

Que Dios, el Demonio o la providencia, nos libre de los libertadores. Que nuestros oídos se cierren a sus promesas. Escuchad todos mis quejas, por los ojos y no por las orejas! Este lienzo está pintado con la sangre de los necios y de los crédulos. Tantas veces escuchemos tan buenas intenciones de boca de esos "profetas", tantas veces nos mintieron y aún tenemos la necesidad de creer. Pequeños hombres de grandes egos, prometen la gloria mientras nos conducen hacia el infierno.

Hay días, que por contar con los dedos y no con la lluvia, se empapan de tedio y no acaban nunca. Días que pasan de todo menos de los minutos, días que son un insulto. Días que nunca perecen, que parece crecen pero sin llegar a viejos, días que son puro estiércol. Hay noches sin luna, con exceso de bruma y de lagunas mentales. Noches esquivas, noches adúlteras, noches de vino y espinas. Noches sin rosas. Amanece en la playa, sobre la arena hoy compartirás con el mar resaca y mañana...

Recelad de los aduladores, se lleven las flores a engalanar los traidores, la reja de sus balcones. Y así todos sepan dónde moran, los que en mala hora, me regalaron la oreja con baldías promesas. La culpa fue mía por creer sus mentiras. Pero qué es la vida si no ilusiones? Ver solo dones cuando la miras y pensar que es sincera su risa. Mi único crimen fue ser un necio, desconocer que el precio a pagar, por soñar que amaba, es aferrarse a la almohada en un lecho vacío.

Planté una judía mágica y me brotó un estado sionista. Menudo se ha puesto el califa! "Lapidadla, lapidadla!" Grita Sherezade. La cosa está que arde! Me pongo en manos de mis contactos entre la nobleza. "Que le corten la cabeza!" Joder con la reina de corazones, con amigas como esa no sé cómo he de salir ilesa de esta. Menuda mierda! Si lo sé planto lentejas. .

Si hay algo peor que no ser, eso, sin duda, es haber sido. Haber sido el centro de tu universo, el punto de apoyo dónde hacer palanca y mover el mundo. El suspiro que escapa sin motivo aparente, el pañuelo, el reencuentro, el reproche. Tu secreto a voces, el silencio. Haber sido el amor más absurdo, ni el más bello ni el más puro, el nuestro. Por más que lo intento no olvido, aún habiendo dejado de ser, todo lo que fui para tí, todo lo que podía haber sido.

Aprendí a ver más allá de una nariz, a profesar admiración por Cirano, y, llevado de su mano, sentir el desarraigo de no ser amado. Más, yo no gozo de su corazón generoso y rozo lo vil en este engaño, pues, dónde no alcanza mi ingenio, me valgo de argucias para robar un aplauso. Palabras hirientes como dagas afiladas, certeras estocadas que a veces duelen, menos por la ofensa que profieren, que por lo sutil de su veneno.

Mañana, por más que duela, al despertar saldré a buscarlo en otros vasos. Hazme caso, amiga mía, si te ofrecen beber de él, primero mójate un poco los labios, que no te engañe su aroma cuando tu nariz se meta en la copa. Toma un sorbo, haz gárgaras y escupelo bien lejos. De esa forma podrás disfrutarlos sin miedo y reírte de todos ellos.

Los hay que se sorben del vaso despacio, otros de la bota directos a la garganta sin dejar que pase el aire, los hay que envejecen tanto en barrica, que ya no te atreves a catarlos por miedo a que te defrauden. Haberlos, los hay blancos, los hay tintos, efervescentes o afrutados... más, amiga mía, no dudes nunca que todos son malos y que sé de lo que hablo. Desde mi primer trago he probado tantos por olvidar al primero, que ya no me importan las resacas,

Esos, amiga mía, esos que parecen amor puro, esos, que sin darte cuenta te calientan las orejas, que son como melaza y de tan dulces empalagan, esos, amiga mía, esos son los peores. Los hay que son vinagre, que te queman las entrañas y sin saber el por qué los tomas eres incapaz de dejarlos. Esos, que se beben de un trago cerrando los ojos, que, de tan malos, se te encoge el estómago, esos, amiga mía, esos también son los peores.

Y si me lo preguntas, ahora que apenas puedo separar los párpados de las pestañas, ahora que no distingo el suelo del cielo, ahora que mi espíritu canta, pero las palabras suenan trémulas en la garganta, ahora que me hice amigo de todos, pero las piernas a duras penas aguantan el peso de mi soledad... Te diré que el amor es como el vino. Los hay que te impregnan el paladar con su dulzura, que discurren por el gaznate suaves. Su simple olor es el acicate que te invita, a naufragar en sus efluvios

Si alguna vez os he amado más que a la vida fue ayer, más hoy solo siento odio, pues lo que de buen grado os hubiera dado, vos lo habéis tomado por la fuerza. Margarita cerró los ojos, quedó desnuda en las manos de aquel cobarde. Un último pétalo cayó al suelo, rojo sangre sobre negro.

Trémula y palida, ahogando el llanto, desangrándose por el tallo sesgado de la inocencia perdida, en su último aliento, al carecer de espinas, le escupió veneno. Ni perdono ni olvido, este cuerpo ahora es tierra yerma en el que solo la ira y la inquina hacia vos germina como la mala yerba.

Él hablaba de amor sin importarle el dolor que la flor sintiera. La despojó de sus ropas y, en cada pétalo que arrancaba con violencia, le preguntaba con insistencia si ella también lo amaba. Me quieres o no me quieres? Al no llegar respuesta continuó rasgando las prendas. Margarita lloraba, su conciencia había muerto y su corazón estaba en silencio, pero él no escuchaba sus ruegos. Al verse desnuda sintió vergüenza.

El ciego de nacimiento reconocerá a las personas por la voz y las juzgará por sus palabras, mientras que, el invidente forzado, imaginará a los recién llegados preconcebidos, repetidos en los rasgos de a quienes pudo ver en el pasado. El ciego de nacimiento fía en los que le describen el mundo, pero no los envidia, el que aprendió por los ojos es desconfiado y suele demostrar enojo, pués, para él, la enjundia de la vida está en la percepción de la mirada perdida.

El primero puede ver por el tacto de sus dedos, por los sonidos que llegan a sus oídos, puede sentir por la nariz y deleitar el paladar sin importarle el aspecto del plato. El ciego de nacimiento vive sin ver, el ciego forzado vive a oscuras, pues el primero es una alegoría de la ingenuidad bienintencionada, mientras que el segundo representa a la venda que tantos llevan consigo: el egoísmo.

Qué es más real para un ciego, la luz de un nuevo amanecer o la oscuridad que la precede? Que no es la misma verdad para aquel que nació en tinieblas, que para el que perdió la vista por el camino. Siendo, el primero, el que valorará a una flor por su aroma, mientras que el segundo buscará una forma en la memoria, eligiendo, la mayor de las veces, a la imagen más hermosa.

Me hizo una pregunta en apariencia sencilla, pero que yo intuí escondía algo mucho más profundo invitándome a disertaciones filosóficas. "Dónde está la salida?" Todos la buscamos; unos para huir, otros en aras del cambio. Tanto en lo objetivo como en lo subjetivo, en lo literal o en lo metafórico, la "salida" como hipérbole del anhelo de libertad.

Estaba tan inmerso en la calma chicha, era tal el aburrimiento, que busqué divertimento desfaciendo entuertos de barra americana. Por meterme en camisa de once varas, por mearme fuera del tiesto, que para mí desgracia no soy capaz de morderme la lengua, me vali de las frases hechas para lidiar en la "injusta", que por desproporcionada lo era. Yo no mandé a mis dientes a luchar contra los elementos y fueron sus cinco nudillos los que los mandaron a pique y a mí al dique seco.

Mayor fue la infamia de tener que ver cómo "la noble dama" se abraza en modo lapa a su macho alfa, mientras de soslayo me brinda una mirada cómplice. Me levanto ignorando las burlas. La cabeza bien alta, no por orgullo, si no por mantener a raya la hemorragia de mi nariz. Me acompaña la rubia hasta la salida. Lo que pensé que era caridad, no fue más que una artimaña, que ya fue la del guardarropa con el cuento, y yo, que aún no me sabía hombre muerto, le agradecí el gesto con una disculpa.

Vivir sin la prisa de quienes temen a la muerte. Quiero ser fuerte, valiente, no un juguete! No ansio volar como una cometa, sujeta de un hilo al capricho de un destino que no he elegido, que no es el mío. La princesa está triste porque sabe que solo es un sueño. La desposaran a la fuerza con un cretino que le cerrará las puertas y la cargará de hijos. Sólo su cabeza navega y escapa, dejando atrás una tierra a la que rodea la niebla, de un futuro marchito, de una vida en galeras.

No quiere mantas de terciopelo, tampoco esmeraldas engalanando su cuello. Quiere un sombrero de ala ancha, como los que lucen los bucaneros. La princesa está triste porque nadie la escribe, porque vive de prestado a este lado de la ventana. Quién tuviera alas, se apena mi niña y grita: yo quiero ser pirata! Sobre la cubierta de mi fragata, cantarle a la brisa mientras las olas me empapan la cara. Sentir como el viento enmaraña mi pelo, como infla las velas y me lleva muy lejos mar adentro.

Le da la espalda su padre y al salir por la puerta la cierra con llave. La princesa está triste y escribe sonetos de capa y espada. Yo quiero ser pirata! Grita, y entre verso y verso, los suspiros se le escapan por la garganta. Ella no quiere joyas ni codicia la plata. Ella quiere ser pirata! Escapar de esta trampa de telas de seda, del lujo y la pompa, de la cómoda vida que tanto la ahoga. No quiere vivir a la sombra de un tonto príncipe, atrapada entre los muros de la discordia.

La princesa está triste y a nadie recibe en su jaula de oro. Se muestra distante y no atiende al decoro ni al protocolo. Suenan campanas de boda, pero no hay alegría en sus ojos. "Qué es lo que te pasa?" Le pregunta el monarca y ella le responde sin ningún sonrojo, que quiere por novio al cojo, al de la pata de palo, parche en el ojo y sobre el hombro un loro. "No ha crecido mi niña, pobre chiquilla, aún cree en cuentos de hadas."

Uno dijo hace tiempo que la vida es sueño, otros aseguran que la muerte es el sueño eterno. Así no hay quien se aclare de quién está vivo, quién muerto y el que solo está durmiendo. Ya me he cansado de chuparme el dedo y no conseguir pasar página. Me voy a la cama, ya veré mañana si me he muerto o si sigo soñando despierto.

De hecho, es un consuelo no tener que fenecer de deseo. Agostarse entre cuatro paredes y sus esquinas, prescindir de rimas, de dormir al raso, de extraer espinas. Es un consuelo fumarse el recuerdo, exhalarlo como humo, dejándose los pulmones en el proceso. Renegar de caricias y besos, huir de ellos como de la inmundicia. Es un consuelo vivir sin prisas con semblante serio. No necesitar compañía, no sentir dolor, no sentir nada. Flaco consuelo, dejar de sufrir si estás muerta en vida.

Soy consciente, de que eso que vos llamáis amor me robó el orgullo, de que ya no tengo otro deseo, que el flaco consuelo de encontrar en el suelo una moneda, ni otra ambición, que la de enterrarla en licor y esperar a que brote la fortuna. Las palabras desfilan lo mismo que hormigas sobre el desierto blanco de estas páginas. Forman ordenadas, prestas a presentar batalla, pero les faltó el valor y huyeron en desbandada hasta perderse en el sin sentido, alcanzar la nada y rendirse al olvido.

Perdido en la oscuridad de la noche en lo más profundo del bosque, el poeta le cantaba versos a su amor no correspondido. Se apiado de él una estrella y quiso indicarle el camino. Lejos de estarle agradecido, el deprimente enamorado continuó lamentándose hasta que la pena acabó apagando el fulgor de la estrella. Caminarán en tinieblas aquellos, que no ven más allá de su nariz y solo veneran su ombligo. Cabe preguntarse si sus lamentos eran lícitos, o si sólo se quejaba por vicio.

La guerra es algo horrible. Un rio que se desborda y no podemos evitar que nos arrastre. Pero si podemos, en lugar de dejarnos llevar, nadar a contracorriente hacia la orilla, salvarnos de la barbarie y tender la mano a los que se ahogan en sus aguas. El hombre tiene dos caras, igual que la luna, y una de ellas está oculta esperando a que la descubran. Extracto de "Esculpida en piedra. (Un nuevo comienzo.)"

Recostado de medio lado en su trono de oro, el monarca cierra los ojos y se aflige. No es el dolor de un pueblo hambriento, ni el sufrimiento de aquellos cuyas vidas rige, lo que al rey le impide conciliar el sueño. Clama al cielo, jura y perjura y a Dios exige, que mitigue el suplicio en el que lo ha sumido. No entiende el motivo del castigo y se lamenta: "¿Cual ha sido mi falta, tan grave fue la ofensa? No hay pecado que merezca tan cruel penitencia."

Quién no sabe lo que busca solo encuentra preguntas. Muchos otros han sido poseedores de este libro. De una forma u otra siempre ha regresado a mis manos y en cada ocasión traía consigo nuevas incognitas. La ignorancia tiene dos pechos de los que maman el miedo y la superstición. El conocimiento es poder, y como tal, una gran responsabilidad. En malas manos es la causa de miserias e infortunios. ¿Ha de cargar mi conciencia con las malas decisiones de otros?

Recostado en la butaca al otro lado del escritorio, el editor se dolía de la herida en su hombro. "Tu obra es redundante y reiterativa". Le escupió las palabras con desdén. Pese al dolor, lo obsequió con una sonrisa despectiva. Frente a él, el escritor le apuntaba con un revolver, del cañón aún emanaba humo tras el disparo. "Aún a riesgo de ser redundante, me reitero." Le respondió con semblante inexpresivo. El segundo proyectil impactó justo entre los ojos del editor.

Personajes olvidados en historias inconclusas, buscan autor que les devuelva la autoestima.

Mientras evacuaba una abundante meada se miró en el espejo las ojeras, el pelo alborotado, la barba desaliñada y creó al hombre a su imagen y semejanza. De regreso en la cama siguió haciendo zapping por los canales de noticias y llegó a la conclusión de que su obra no era todo lo perfecta que hubiera deseado. Sintió un vacío y mientras se rascaba la entrepierna se dijo: 'No es bueno que el hombre esté solo. " Se dirigió a la cocina, abrió la nevera y se tomó una cerveza.

Al principio era la nada. Tras un prolongado bostezo, dijo Dios: "Que aburrimiento." Agarró el mando a distancia del televisor y presionando sobre el botón del "On" exclamó : "¡Hágase la luz!" A lo largo de los siguientes seis dias la "caja tonta" se encargó de crear el universo, las estrellas, el cielo, los mares, la tierra y a los animales por medio de didácticos documentales. Llegado el séptimo día, Dios se levantó de la cama y se dirigió con caminar apático al cuarto de baño.

"¿Cómo has dicho? Apenas te escucho." Lo cogió de la mano y le invitó a levantarse del suelo. 'No me tengas miedo. " Ella lo besó y ambos salieron abrazados del anfiteatro. El juez miró el registro de participantes y sonrió. " Ya tenemos ganador. " Se dijo para sus adentros, al tiempo que subrayaba el nombre del embustero. Relato incluido en "Los absurdos cuentos de la bruja Terciopelo. "

"En toda la velada no has dicho nada". El apocado la miró angustiado, la soltó y regresó a su esquina. "¿porqué no me miras?" El apocado, sin alzar la vista, tartamudeo, apenas se le entendía. "No se me Dan bien las palabras. Me colé por la puerta de atrás. No vine a competir, pues para mí no eres un trofeo." Con un nudo en la garganta, que le obligó a tragar salíba, le dijo: "Yo... Yo te quiero."

El soñador se extravió en un laberinto de desvarios, en un mundo que sólo existía en su mente e intentó arrastrarla consigo. "Lo siento, tu mundo no es mi mundo", le dijo. Allí quedó solo, en espera de que lo devorara el minotauro Raudo, se aproximó el seductor y la empacho con halagos. Un torrente de versos y estrofas casi la ahogan. La rescató una mano y cuando quiso darse cuenta estaba en brazos del huraño.

Armados tan solo con palabras, aparecieron el bufón, el soñador y el seductor, en una esquina permanecía el huraño observando en silencio. Empezó el combate dialéctico, sobre un pedestal, el trofeo por el que se baten en duelo. El payaso la hizo reír, lo abrazó como a un amigo y el bufón se retiró a un rincón cabizbajo. En el circo de la vida no basta con decir tonterías para ganar la partida.

A toda velocidad me alejo consumiendo la vida en tragos cortos. Entre las piernas dos ruedas y un motor que ruje caliente, que se funde al rojo. Aullando en la noche furioso, mi máquina, la bala de plata que acabará con el monstruo. Aceleró porque muero, porque me alejo y en los labios el sabor del adiós en un beso. Pasa mi vida por delante y toda mi vida no es más que tu imagen. Nadie puede devolverme el tiempo perdido, espero que me recuerdes y aceptes, que también tú lo perdiste conmigo.

No escribiría más, almacenaria las palabras en su cabeza y no las compartiría con nadie. "Serán sólo mías." Pensó. No tardaron las ideas en presionar su cerebro. En el cráneo no había suficiente espacio y el dolor lo volvió loco. Decidió, que a partir de ese momento las palabras lo acompañarian allá donde fuese, pero la lluvia no las mataría de nuevo y nadie se las arrebataria sin antes tener que quitarle la vida. Todo su cuerpo se convirtió en un manifiesto a la demencia.

Tatuadas en la piel, las palabras no dejaron un solo espacio en blanco. Ahora todos le prestaban atención y el autor, temeroso de qué alguien se las robara, caminaba cada vez más deprisa hasta acabar corriendo como un poseso huye del exorcista. Terminó escondido bajo un puente junto a la orilla de un río recitando un poema. ¡Que bellas las nuevas palabras! Jamás había creado nada tan inspirado y no disponía de espacio en donde plasmarlo. Regresó a su madriguera.

Ensimismado, repetía una y otra vez los versos, lo mismo que un niño con la lista de la compra que le encargó su madre. Al cruzar la calle, un autobús a modo de punto y final concluyó con todo. Un año más tarde sus libros se vendían como rosquillas. Una hábil campaña publicitaria, ideada por el banco que se había quedado con la casa del autor y encontrado su legado, lo convirtió en un escritor de culto rodeado de un halo maldito. Ningún heredero conocido, nadie reclamaría los derechos de autor.

Aparcó su cuerpo en mitad de una concurrida avenida en la intención de compartir con el mundo su talento, pero todos pasaban por su lado ignorandolo. Desesperado e impotente, vio como un súbito aguacero convirtió sus preciadas palabras en papel mojado. Regresó a su encierro entre cuatro paredes. En la casa del escritor no había otra cosa que estanterías repletas de legajos, una mesa, una silla e innumerables cuartillas aún en blanco.

El autor ya no disponía de más espacio en donde almacenar las palabras. Inquietudes, reflexiones, ilusiones... Diferentes estados de ánimo plasmados en un papel que el tiempo empezaba a dotar de un feo tono amarillento. Las palabras necesitan que les insuflen vida, necesitan ser leídas y, sin embargo, se consumían encerradas en la casa del escritor. Guardó en una maleta las que le parecieron más interesantes y salió a la calle en busca de receptores que alimentaran su ego.

Piernas, torsos y brazos colgaban de ganchos de carnicero. La sangre fue la única pintura para aquella abstracción que formaba un grotesco fresco en las paredes. Había cruzado el umbral que separa a los elegidos de los mediocres. Y es que en el ámbito artístico, destacar, a menudo acarrea la incomprensión y el descrédito. Más el tiempo ha de poner a cada cual en su lugar y el suyo fue junto a Jack el destripador en todos los museos de cera del mundo.

No busco gustar a todos, solo a esos pocos que no cierren los ojos ante la genialidad de mi propuesta. Llaman a la puerta, es la hora de rubricar este lienzo con mi firma. Cuando la policía entró en la galería, ante la dantesca escena, no dudó en volarle la tapa de los sesos. Aquella era la última pincelada necesaria para dar por concluida su obra. Pedazos de cerebro y huesos se mezclaron con los restos descuartizados de los invitados a la expocision.

La sociedad no está preparada para asimilar cambios drásticos. A los palurdos y botarates hay que hacerlos evolucionar demasiado despacio y yo no tengo tiempo para eso. Mi obra será un golpe en su cara y solo me falta una última pincelada para concluirla. He hecho partícipes de este nuevo concepto a snobs y egocéntricos, a todos los que hacen del desdén y el desprecio su modo de vida. Soy un trobador y mi mensaje puede resultar incómodo, más el arte ha de ser provocador e incorfosmista.

No sé si clasificarlo de impresionista o de expresionita, lo cierto es que es impresionante y a nadie ha de dejar indiferente. En el mundo del arte, innovar es un reto casi imposible y a los visionarios no se nos suele entender. Esta, sin duda, ha de ser mi obra póstuma, pues no espero recibir buenas críticas. Tantos han sido los incomprendidos, los artistas que han tenido que esperar a estar muertos para recibir el reconocimiento que merecían...

Sobre el lecho se esparcia sanguinolenta toda su belleza interior. Jack atravesó la puerta y abandonó sin prisas la pequeña buhardilla en la que había compartido su pasión, en la que Catherine le había mostrado su alma, su yo más oculto. Hay personas que ven mucho más allá de la superfialidad y Jack es uno de esos pocos. Fin.

Pasearon hasta bien entrada la noche hablando de todo y nada. Jack estaba fascinado por la espontaneidad de ella, por aquella mezcla de ingenuidad y malicia tan propia del pueblo llano. Pasaron la noche juntos. Aún no había amanecido cuando Jack recogía sus cosas y las guardaba en un pequeño maletin. Se giró, Catherine continuaba tumbada en la cama y lo miraba con sus enormes ojos, unos ojos en los que se había grabado una pregunta: ¿Por qué?

Por diferentes motivos ambos necesitaban compañía y el destino quiso que se encontraran. Él, un distinguido caballero de finos modales, inteligente, elegante y educado. Ella, por el contrario, era vulgar, de una extracción social baja y una educación recibida en la calle. Pero eso a Jack no le importaba, desde que sus ojos se encontraron con los de ella supo que aquella mujer sucia y menuda a la que la vida había maltratado tenía mucho que darle, mucho que compartir.

Algunas personas no se dejan impresionar por los estereotipos y los cánones preestablecidos por las modas del momento. El atractivo no es más que la fachada, el escaparate con el que nos presentamos a los ojos de los demás, pero Jack era capaz de ver mucho más allá del envoltorio y no se dejaba impresionar por el papel de embalar adornado con bonitos lazos, si el interior no albergaba algo más que superficialidad anodina.

Hay relaciones que son como una cerilla. Basta una pequeña fricción para que estallen en una combustión, una llama intensa que, sin embargo, enseguida disminuye y se consume poco a poco, hasta que, de no arrojarla, lo único que consigues es quemarte.

No somos del agrado de los poderosos, ellos odian todo lo que escapa de su control, se tragaran cualquier semilla de libre pensamiento antes de que pueda germinar, arrancarán de cuajo cualquier brote que crezca fuera de su cercado. Querrán acabar contigo muchacha, porqué tú eres un lobo, y los lobos no tienen patria ni amo.

"que si le ha salido un anexo en el intestino grueso... ¡Por Dios! ¿Porqué no lo sufre en silencio como hacemos todos, en lugar de joder a otros, que mal de muchos es consuelo de tontos y clavar mi cabeza en una pica en nada ha de aliviar a su distinguido y dolorido orificio. Es de oficio llamar al verdugo, lo asumo. Si de una almorrana hacemos cuestión de estado, ¡dados por culo estamos! He aquí que escondí un puñal y he de morir matando. " Y así se instauró la republica en aquel país lejano.

En su regio asiento el rey se remueve inquieto, no encuentra el lugar correcto dónde reposar las nalgas. Busca una espalda sobre la que depositar su ira y mira, no de soslayo, al afortunado que como buen cristiano cargará con el mochuelo, correrá con la cuenta y pagará el pato sin haberlo catado siquiera. "¡Ven aquí bufón!" Ordena. "Que suerte la mía." Se apena y asume su triste destino. "¿Soy yo responsable, acaso, de que usia tenga un mal día? Busque un médico, él le pondrá un ungüento,

El abuelo acudió a su entierro con un traje nuevo hecho a medida, en vida vistió de remiendos. En el otoño de sus días me sentó en sus rodillas y con el tono tranquilo de quién ha olvidado las prisas me dijo: "No viajes nunca con una mochila que te doble la espalda y si te has de ensuciar las rodillas, que sea por beber de la orilla de un río o por socorrer al amigo caído." Y es que el abuelo era un hombre sabio, que sin haber ido nunca a la escuela, sabía leer el cielo y escribir en la tierra.

Mate al amor, sí, yo lo mate, pero fue en defensa propia y los que han jurado conocerlo mienten, aquellos que hablan en su nombre son quienes merecen castigo. El amor es falaz, fingido, inducido por los comerciantes que profanan el templo de los sentidos. Sí, el amor es una fantasía, una mentira y sin embargo duele tanto, lo mismo que el que perdió un brazo y aún se queja del miembro amputado, no existe, pero ahí está para hacernos daño.

Tanto decir que lo siento, para dejarlo luego de pie, que ya nadie me cree cuando aseguro que aún respiro por tu boca. Sabes que tu aliento es mi sustento y que de no llegar a tus labios a tiempo me muero, pero me haces remar contra el viento y la corriente me arrastra lejos de ellos. Tú, que vas o vienes segun te conviene, trayendo contigo escarcha o rocío por mero capricho, aseguras que no te concierne, que mejor no me acerque y si muero que me entierren.

Ahora lo sé; sé, que no por dejar abierta la ventana ha de entrar la luna a meterse en mi cama. Voy a volver a casa, a la casa de mis nostalgias, al tiempo en el que el amor gateaba en pañales y apenas balbuceaba unas palabras de forma insegura. Regresaré a buscarte en la certeza de que no estarás alli, sabiendo que tú tienes tu propio hogar muy lejos de mis recuerdos.

He pasado de la mayor de las miserias a la más ampulosa de las riquezas, del desprecio a la admiración, pues soy hombre de extremos y no encuentro un "en medio" en el que establecerme. Juro que lo intenté, pero cuando mentir es tu oficio, no obtienes otro pago que el descredito. Al fin y al cabo... ¿qué es un actor? si no un embustero. ¿No hay aplausos? No importa, la función ha de continuar, más que nos pese, hasta que el olvido o la muerte hagan caer el telón.

Perdido en la oscridad de la noche en lo más profundo del bosque, el poeta le cantaba versos a su amor no correspondido. Se apiado de él una estrella e intentó indicarle el camino. Lejos de estarle agradecido, el deprimente enamorado continuó lamentandose hasta que la pena apagó el fulgor de la estrella. Caminarán en tinieblas aquellos que no ven más allá de su nariz y solo veneran su ombligo. Cabe preguntarse si sus lamentos eran licitos, o si solo se quejaba por vicio.

La noche precede al día, el día a la noche y la tierra sigue girando en esa monotona alternancia, ajena a cualquier cosa que no sea ella misma. Mientras, la luna nos oculta su lado más oscuro, entretanto que esperamos a que la mañana nos arroje sin contemplaciones a nuestra cotidianeidad anodina y reiterativa.

"En el jardín de la reina el verdugo no descansa y las flores bailan danzas macabras. En el jardín de la reina abunda el veneno y florecen las malvas sobre los muertos. Si te dicen de ir, no vayas, que allí es donde mora la reina loca, allí vive sola, ahí es donde llora. En el jardín de la reina no hay jardinero, lo cuida el fantasma del extranjero." Os invito a echarle un ojo a la historia completa.

Los sueños no solo son caprichos del subconsciente, ahora lo entiendo. Pueden ser ilusiones, anhelos, pesadillas cuando no son correspondidos. Soñamos con una vida mejor, con que nos sonría la fortuna... con el amor. Soñamos despiertos, soñamos que estamos dormidos junto al ser querido, soñamos la muerte en su ausencia. Pasamos la vida soñando, caminando sonambulos, descalzos sobre los vidrios de la decepción.

A todas luces el traje te vino grande y ya en la enfermeria, un coñac para aliviar las penas. "¿Cómo te fue anoche?" pregunta un fantoche con morbosa curiosidad. "Nah, de todas hasta la fecha, esta, la mas estrecha." Y es que el que la realidad no adultera con gracia y solera, no se entera, que en esto de las corridas para dar la puntilla, lo que prima es ir de boquilla.

Es la hora de la verdad, que Dios reparta suerte, maestro. Bien el pase de muletas, cena a la luz de las velas y a los postres el tercio de varas. ¡Ya es tuya! La conduces con soltura hacia la cama. ¡Oleee ese pase de cintura! Hora de pegar la estocada, de un solo golpe hasta la empuñadura, pero... ¡No puedo creerlo! ¡Terrible el gatillazo! En el lecho tendido, supurando por la herida la autoestima, eso no es nada si lo comparas con los abucheos en la grada.

Sobredosis de viagra diluida en la tisana, colirio, antiacido y pomada en la almorrana. Todo listo para lanzarse al ruedo, de entrar al trapo y embestir el capote, ignorando el peligro que el ridiculo supone. Darás la vuelta al ruedo, los pañuelos al vuelo y en la mano dos orejas. En esta ocasión no saldrás con el rabo entre las piernas y podrás relatar en el bar, sin escatimar detalles, la faena. Salir de la plaza a hombros, clamando a los cuatro vientos, lo bien que te funciona el estoque.

-¿Vas a renegar de tus raíces? Le preguntó el "pope', con una indisimulada amenaza en cada palabra. El díscolo le respondió, sin amedrentarse ni bajar la mirada. -Las raíces son las que mantienen al árbol sujeto en la tierra. Por suerte yo nací con pies, para caminar y alejarme de iluminados, pastores e imbéciles.

Ya pasó una década, viajando de la teca a la meca intentando poner paz ente Pinto y Valdemoro. Medrando en la escala etílica hasta lo más alto de Despeñaperros, con acerbo inusitado, de tan manido, el verbo florido de improperios. He arruinado las palabras bajo el sesgo de lo politicamente correcto, silenciando a lo subjetivo en favor del beneplacito de la mayoría atolondrada y condescendiente. La opinión, de cuerpo presente, espera a que la entierren en lo mas profundo del pozo de los deseos.

Si el pueblo pasa hambre, le pondremos sobre la mesa una buena ración de promesas y lo embriagaremos con mentiras. Cuando estén borrachos, redireccionaremos su ira hacia los de abajo, no sea que les dé por mirar hacia arriba y nos vean devorando sus vidas. Démosle al rebaño un enemigo al que culpar, uno que sea débil y no pueda defenderse. En tierra, mar o aire, no ha de ondear otra bandera, ni otro discurso, ni otra certeza, que la que justifique nuestra riqueza.

Dices que no soy justo, que son cuatro los ojos que ven y solo dos los que miran, que hay otras vidas además de la mía y que estoy preso dentro de la miopía de mi egoismo, que querer y amar no es lo mismo y yo solo quiero, y por lo tanto exijo. No lo entendí hasta que te vi llorando. Al llegar la noche cierras las ventanas y corres las cortinas, y aún estando en compañía, abrazas la ausencia hasta quedarte dormida. Si he de buscarte un nombre que haga honor a la verdad, ese sería, Soledad.

. Otros, por menos, se ganaron el cielo de tus favores, mientras que yo navego a solas sobre las olas de la incertidumbre. No es mi costumbre el faltar al decoro que imponen las buenas maneras. Más por ser discreto, que por miedo a tu mal humor, prefiero preservar la intimidad y no mentar la identidad de la noble dama. Mejor andarse por las ramas y marear la perdiz, encomendarse al altísimo y encenderle a la virgen un cirio, antes de sugerir, que tu nombre es Martirio.

Yo, que estoy caduco y aún me muevo por el sendero del amor cortés, que no hago del halago bandera, de la apariencia reseña ni de la conversación interes, sigo enamorándome de las letras que dan forma al poema de la intrínseca belleza de la mujer. Te di la mano y me quedé sin anillos, te abracé y no volví a ver la cartera. No es de caballeros el señalar con el dedo, pero, por lo mal que me tratas, diremos, que tu nombre es Dolores, aunque yo prefiero llamarte Consuelo.

Hasta la fecha he seguido todos tus dictados sin salirme del renglón, escribiendo despacio y con buena letra entre signos de admiración. Ahora no me vengas con que no estás satisfecha, que no tienes la culpa si tú eres de números y yo de letras. Pero mientras que tú las sumas yo las firmo y ya tengo hipotecado hasta el hígado. Me he cansado de leer entre líneas y de las medias tintas. Si se ha de emborronar la cuartilla ¡pues se emborrona! Dónde hubo una coma se pone un punto. Final del asunto.

El ego es un monstruo hambriento de aplausos. El halago y la lisonja son drogas que te mantienen preso de su ceguera. La palabra, cuando es humilde, no desea ni espera reconocimiento, deja que el viento se la lleve y que sea el azar quien la encuentre.

Cuando el tirano habla de libertad ¡échate a temblar! Le ampara el terror y tras él se escuda. No duda cuando asegura que Dios está de su lado y que es la razón la que guía sus pasos. "Nosotros" es un "yo". Nos robó la opinión junto con el alma. Aquí lo espero, con la lengua afilada como único arma y, si todo falla, he guardado en la recámara la última palabra.

Poca es la sombra que ofrece un árbol seco. Por el hueco no corre la savia, sólo las termitas que lo devoran y lo irritan. Sueña con un brote verde, pero no es más que un tronco vacío, indefenso ante el fuego.

Demagogia es la palabra con la que los poderosos definen al dedo que los señala.

Mejor vivir en el engaño enamorado, que esta existencia vacía en la que no pasa un solo día que no acabe ebrio de melancolía. No hay licor más amargo, pues desciende por la garganta sin aplacar la sed. Embotarse en la apatía y la incertidumbre es un veneno lento que te pudre por dentro. Estoy cansado de ser un muerto en vida, que solo respira por los suspiros que provoca su ausencia. Tantos son los celos de imaginarla en otros brazos, que su recuerdo es una sombra que ya no me refresca.

Por fiar en quién porfía, despotrique contra todo y todos, hasta quedarme solo en la plaza. No es la mejor baza buscar pelea cuando el adversario te supera en tamaño. Puede hacernos mucho daño el obviar su envergadura y este es un armario de seis de alto por cuatro de ancho. Inherente, como la tos al tabaco, que de un sopapo me ha de mandar a tomar por saco y aún con todo le aguanto la mirada. Me pregunto quien me dio vela en este entierro, estando tan claro que yo he de ser el muerto.

Debe de ser por no perder el hilo que tengo un cordel atado al pulgar. ¿ Dónde dejé el coche anoche y quién es la que no deja de roncar en mi cama? Si hasta el Ford Fiesta se me pierde... ¿Cómo esperas que recuerde si tus ojos son negros o verdes? No fueron las copas de más sino los afectos de menos, que tengas un buen día, luego nos vemos. Y es que a veces lo mejor es vegetar, pues pensar siempre me lleva al mismo lugar; a ese en el que no estás ni tú ni el puto coche, ahí queda el reproche.

Está feo jugar al "veo, veo" y señalar con el dedo. Traicionar con un beso, hablar con la boca llena... de improperios. Está feo fingir prestar atención y asentir con bostezos, decir "te quiero... bien lejos." Las metáforas trasnochadas, el todo o nada y el blanco y negro. Está feo el redondeo a favor, los derechos de autor y de pernada. Las frases hechas, los cortes de manga, adular al que manda y no ceder la palabra.

Unos os dirán que aman con el corazón, como si la razón se encontrara en el interior, a salvo de una perspicaz mirada. Otros aseguran que aman con todo el alma, hallando la calma en esa mentira, sibilina argucia de los que exigen la fe para no tener que entregar a cambio nada. Mas yo solo sé amar con locura. Reo, a la vez que carcelero, no es mi deseo libraros de ese yugo, aún sabiendo que solo soy parte de un nada y que no dispongo de la llave que abre la puerta de vuestra aceptación.

Después de un largo tiempo en la estantería, eché un ojo al libro de mi vida. En él, a pie de página en una esquina, encontré tu nombre a modo de anexo en el que se leía: "pasar de largo." Tan breve reencuentro fue suficiente para traerte de regreso a mis sueños y volver a sentirme mal. Sentirme mal por recordar tus mentiras y echarlas de menos.

Bien es cierto que, como todo, es falso mi linaje, que no nací noble ni azul es mi sangre. Cansado de ser cofrade en la procesión de los fracasos, empecé mi bagaje por la senda del engaño. No tenía miedo, que patán, me adentré en el mar con mi pequeño velero y me las di de hombre siendo un niño, que asegura que nada teme, pero no se duerme sin una vela encendida. Esa luz era ella, tan bella como venenosa. Ciego de amor cómo estaba, no caí en la cuenta de que yo solo era su presa.

Entre ambos, distancia y un campo yermo cubierto de sal. Maldita la inercia que nos aplasta, abyecta velocidad que nos impide disfrutar del paisaje y en el vital bagaje, seres queridos que se salen del camino y no veremos más. Grueso equipaje son los recuerdos, de los que la edad se ocupa de aliviar el peso. El aroma pretérito de un beso, espinas que nos dañan los dedos y ya marchita la rosa, solo nos queda cantar. Cantar a la lluvia para que diluya la sal.

Él hablaba de amor sin importarle el dolor que la flor sintiera. Se vio desnuda y al carecer de espinas, le escupió veneno. "No, no os amo, como tampoco perdono ni olvido. Este cuerpo es ahora tierra yerma, dónde solo la ira y la inquina hacia vos germina como la mala yerba. Si alguna vez os he amado más que a la vida, fue ayer, más hoy solo siento odio. Pues lo que de buen grado os hubiera dado, vos lo habéis tomado por la fuerza." Un último pétalo cayó al suelo. Rojo sangre sobre negro.

La tristeza, cuando llega, no llama a la puerta ni trae consigo maletas. Su virtud es la paciencia y espera a que no mires para colarse furtiva e instalarse en tu vida. Asegura que su estancia será efímera, que cualquier día se marchará de puntillas sin que notes su ausencia. Pero lo cierto, es que aunque te colma de caricias y besos, como el frío en invierno se filtra en los huesos. A la tristeza nadie la llama, nadie la invita, y sola como está, se acomoda en casa ajena para hacer tuya su pena

Mar adentro, sigue Ulises dejándose querer por brujas y sirenas. En tierra, Penélope lo aguarda ignorando a sus brutos pretendientes, pendiente de que él regrese. Pobre boba, no aprovecha lo que la vida le ofrece y envejece, languidece, teje.

Bajo el azul celeste se codean con la pérfida Celestina. Va listo Calixto si pretende pretender a Melibea, que el Demonio no lo quiera. Todos aquí están locos, los Julietos y las Romeas, que Aldonza Lorenzo jamás será Dulcinea fuera de este juego, en el que no encontrará otra cosa que a Sanchos con sus panzas. Dentro, Quijotes soñadores se estrellan contra los molinos, llevándose el viento sus anhelos.

Este es un mundo de clones (que no de dones), en donde se hacen pasar hombres por mujeres, mujeres por hombres. Qué hecatombe! Que frío en Ítaca y que aburrido tejer en la vigilia esperando al cretino de Ulises. Que me dices, pasamos de las perdices? Que Helena me suena a detergente y París desluce por las noches cuando se pone cursi. Mientras, a las puertas, los griegos dejaron el caballo, que la droga mata a los que atrapa en sus brazos. Que Tristán está Isolda, que "isoldo" Tristán.

No es suficiente con matar al hombre, hay que mancillar su memoría hasta expulsarla al olvido. Tanto o más peligro, que cuando vivo, es del enemigo su buen nombre. Nos corresponde a nosotros darle el entierro más indigno. Por plañideras, tres rameras; la Calumnia, la Injuria y la Mentira. Que sea una pluma amiga, ya por afín o por tenerla en nómina, la que escriba su epitafio. Así, por ignominiosa, no llegarán otros para abrazar su causa y hacerla propia.

Este es hoy mi alegato a favor de esos literatos, de los poetas de puertas adentro que le escriben odas a su entrepierna, mientras esperan a que asome la inspiración. No permita Dios que les falte jamás un rotulador en las manos con el que plasmar sus soflamas, soflamas de quien no da la cara, de los que nunca reclaman derechos de autor. Lo mismo critican que exigen, que proclaman su amor a una musa, o dejan que el tedio guíe su mano escribiendo sonetos de "aquí te la meto, fulano maricon."

Aunque yo prefiero a Unamuno, sus verdades como puños, que el roce no hace el cariño, a lo sumo te salen llagas y me gusta cuando callas porque estás como ausente, pendiente de lo que te mandan por wassap, no me das la brasa y puedo ver la tele. Verde que te quiero verde, que es como te pone la gente cuando les das la espalda.

Es esa polivalencia la que sustenta mi admiración. Dignos discípulos de los clásicos, (Lope de "Verga" o Garcilaso), con los que comparten apellido y estilo. Tan depurados sus vituperios, que el mismo Quevedo enmudeceria de envidia. También los hay que escriben en prosa, a lo Mario "Vergas" Llosa, ampulosa retórica sin las restricciones que impone la correcta ortografía.

Juan Ramón le escribió a Platero, también yo lo hago a los pollinos y con perdón de Rubén Darío me despido. "No se apague el rencor ni el odio muera ante el pendon que el bárbaro enarbola; si un día la justicia estuvo sola, la humanidad lo sentirá entera."

Puedo ser lo que me pidas, todo lo que mi pluma sea capaz de plasmar sobre el papel. Galán, gentil o villano, solo has de dejar que tu mano se una a la mía para que se cumplan tus fantasías de cuando niña. Eternamente joven, por siempre hermosa en esta historia que te entrego. Vive entre mis líneas y nunca más tendrás que preocuparte por el dolor y la fatiga de lo mundano. Dame tu mano y mírate en este espejo. Mi regalo es la inmortalidad y a cambio... A cambio solo has de darme la mano.

Deshoje la margarita y la flor, al contrario que tú, nunca miente. Que poco se avanza con semejante carga, me dijiste: "te quiero, pero..." y nos vimos en el entierro de nuestro neonato romance. Que lejos quedan los versos del poeta; " métete tu amor por dónde te quepa" y fue en la herida abierta por la que entró todo el desprecio para quedarse y no pagar peaje. Aunque duela decirlo, que continuar es dejarte atrás, mejor aprender de lo recorrido y comenzar a olvidar.

Sus razones tendrán los poetas para tanta alegoría, tanta metáfora, pues no son otra cosa, que vestir a las palabras de forma fina y que así luzcan bonitas. La reina de corazones era María Antonieta. En su país de las maravillas, inmadura y consentida, sentó por fin la cabeza bajo la guillotina. Esa es la hoja que mata sin llevar escritas palabras, que por más que lo repitas en ridículas rimas, a ver si de una vez comprendes, que si bien es verdad que a veces duele, de amor, de amor no se muere

Le habló Dios a Juana en su consabido tono redentor y la arengó a que tomase las armas. Ahí tenemos a la doncella guerrera blandiendo el acero, para acabar luego rustiendose al fuego. Es la hoguera la que quema, si está bien provista de leña. Por más que lo repitas en tus estrofas y me hables de la muerte, no me convences. El amor no te consume hasta solo dejar cenizas. A ver si de una vez entiendes, que si bien es verdad que a veces hiere, de amor, de amor no se muere.

Ahora te puedes marchar llevándote las flores, olvidar mi nombre y dormir por las noches. Que no te aflija la culpa de forma estúpida, que ya he dejado claro que en esto de los afectos, con todas sus ventajas y sus defectos, unas veces se gana, otras se pierde, pero por más que te empeñes, de amor... De amor no se muere.

Soy capaz de lo mejor y de lo peor, pues no hay Dios con más poder, que el que crea sobre el papel un mundo de historias. Os daré placer, miedo y dolor. Sentiréis el rencor del repudiado, el amor del mercenario que arrenda el corazón a cambio de quimeras. Solo necesito de una pluma envenenada con tinta para levantar en armas a ejércitos, para soliviantar el sueño del tirano y sentar en el trono a mis bufones. Princesas y demonios deambulan por parajes inhóspitos al calor de mis palabras.

Que ricamente se está con la cabeza en las nubes, cuanto duele caerse desde ahí arriba. Cada noche, Sherezade nos la hace pasar en vela con un nuevo cuento. Aún nos duelen las posaderas por el último golpe y ya estamos trepando por el arcoiris camino de retomar el cielo. Luego? Pues nos caemos, y al igual que cuando de niños aprendíamos a caminar, son unos brazos abiertos los que nos animan a levantarnos y a continuar con nuestra historia interminable.

Entre los dos, el silencio se ha dormido te cantaré bajito al oído, amor mío. Los temores marcharon de nuestro lado, si cariño mío, por fin se han ido. Descansa sobre mi regazo y no temas, yo velo tú sueño mi dulce niño. Que al miedo eché fuera de nuestra verá. Lo quiero lejos, que no vuelva! Cerré con llave la puerta. Sueña tranquilo mi vida, mamá te guarda y te arrulla. Mece la luna tu cuna.

No les faltan ganas a estas mañas, que hasta en la cama te bailan la jota para llamar la atención. Yo les doy la razón en todo y me dejó querer en justo pago. Me largo antes de que asome el sol. Quién soy yo para defraudar sus sueños? Que sí, que sí... que Teruel existe y dice desde el Pilar la Virgen que no quiere ser francesa. A otro con esas, que a mí aún me quedan suelas que hollar por los caminos y poca memoria en el disco duro.

Allende los mares, sueñan las canarias con abandonar su cálida jaula, y es que no son las islas tan afortunadas como las retratan. No se apenen, buenas señoras, que yo traigo el pasaje hacía la otra orilla, esa en la que no brilla el sol todo el año y puedes caminar, sin caerte al mar, más de tres metros cuadrados. Al despertar les quedó en la boca el reproche, por ser comedidos, que de mal nacidos está el mundo lleno y a mí me parieron de culo.

Recorrí la España vacía con denominación de origen, la que no fia en traidores, la que se muere de soledad y se aflige en silencio. Llegué a la Comarca del Bierzo, de clima indulgente, lo mismo que sus gentes, que aún no siendo pariente, como a tal me recibieron. Esa misma noche les brindé consuelo a dos señoras a espaldas de sus maridos. De madrugada salí furtivo camino del desarraigo, lejos de cualquier lazo que me una a otra tierra que no sea la que pisan mis zapatos.

Pobre Dulcinea, de entre todas las manchegas, era la más fea. Suerte que siempre hay un generoso hidalgo, que como buen Quijote, está dispuesto a meterle el... A su padre y muy señor mío lo asistían, escopeta en mano, su cuñado y dos sobrinos. Dios lo tenga en su gloria y me perdone, que no me guarde rencor el buen hombre por la patada en los cojones. No habiendo otra alternativa, es de justicia el todo vale si está en juego la honra, más si cabe, la mía.

Pasaron la noche juntos. Aún no había amanecido cuando Jack recogía sus cosas y las guardaba con cuidado en un pequeño maletín. Se giró, Catherine continuaba tumbada en la cama y lo miraba con unos ojos en los que se había grabado una pregunta. "Por qué?" Sobre el lecho se esparcía sanguinolenta toda su belleza interior. Jack atravesó la puerta y abandonó la buhardilla en la que había compartido su pasión, en dónde Catherine le había mostrado su alma, su yo más oculto.

Yo soy quien espía detrás de la cortina, La garganta que exhala tan solo lamentos, labios sellados, prisión de suspiros, que solo respira por mero capricho. Por la acera pasea la vida y mientras deambulan sin prisa los días, entre cabezadas y medias siestas, se consume la vela de mi existencia. Bajo el balcón se ha detenido el tiempo. Permanezco mudo mientras me habla. Ajeno a sonrisas le evito el saludo. Mal carado y molesto, con ceño fruncido, me falta e increpa mientras se aleja.

He estado demasiado tiempo lejos de los cerezos en flor y ahora el amor es un extraño que a veces se cuela en mis sueños y te trae de regreso. Pero no puedo reconocer en ellos tu rostro, no alcanzo a encontrar tus manos y con el canto del gallo te desvaneces. Ahora, que me siento tan viejo, quisiera poder regresar y que la primavera me muestre el camino al hogar. Al hogar bajo los cerezos, al hogar de mis desvelos.

Si hay que dar a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar... Qué nos queda, aparte de deudas, al común de los mortales? Entre lo divino y lo terreno, nos separa el trecho de una vida de fatigas. No llegan las leyes desde tan alto. Con los pies en el suelo las dictan los reyes y de su puño y letra las rubrican unos jueces a sueldo de la avaricia. Entre esa inmundicia crecemos, la de sabernos sin peso en una balanza que siempre se inclina hacia el mismo lado.

Se acabó, ya no perderé mi tiempo en brazos de otra. Regreso a tu regazo, nunca más me arrastrarán los cantos de sirena mar adentro. En el centro de mi vida jamás habrá otra que tú, ni otro que tu soporífero influjo. Me abandono al arrullo de las ondas, despreciare el teclado y retomaré el mando. Solo tú eres capaz de hacerme perder el sentido, cuan ciego he estado, que estúpido he sido. Mi fe en el zaping se ha renovado, mis alabanzas a la contra programación. Dios bendiga la televisión!

Soy el sujeto que ha predicado el error en la sintaxis, sin prestar atención más que al adjetivo descalificativo. Y es que no tengo claro (aparte de que follar es un verbo) si es, o no, copulativo. Lo único cierto es que es pretérito y poco mérito hay (por mucho que el adverbio sea de cantidad) si la calidad está bajo mínimos. Tengo mi verbo florido, pues constantemente lo cuido. Lo fertilizo con abundante abono, para que las palabras broten bellas de entre tanta mierda.

De pequeño era feo, mediocre y pusilánime. En un mundo de depredadores, mi supervivencia estaba comprometida con el fracaso. Aprendí a valerme de las palabras, las utilicé como arma en contra de una sociedad que me odia tanto cómo yo la desprecio. Ha llegado el momento de mi venganza, de descargar mi ira sobre todo y todos. Me escuchan, me vitorean, vociferan mi nombre mientras extienden el brazo. "Heil Hitler!" Ya sois míos hijos de puta.

Que mejor lecho que el suelo, cómo techo el cielo, de las estrellas el brillo y el reflejo de la luna en el río. Y a los que me llaman mendigo, les digo: Cómo sentirme pobre siendo todo esto mío? Por la noche me acunan los grillos. Me despiertan con sus trinos, alondras, jilgueros, pardillos. Al alba reemprendo el camino aún somnoliento, que la vida es sueño y fue nuestro idilio estando dormido.

No me seas soplagaitas ni me cantes chirigotas. Tú, que eres más amigo de soplar de la bota que el cristal en la fragua, aseguras a voz en grito que no es delito si no te atrapan y te las das de herudito por hacer mosaicos con tus resacas. Mira que eres cenizo, te has estampado conduciendo ebrio contra un control de alcoholemia. Encerrado con tus nuevos amigos, junto al jabón, te darán todo el cariño que te negaron de niño. Buenas noches cretino.

Por más que las busco, las musas me dan de lado. Mantengo la calma, enciendo un cigarro y me regalo un instante entre esputos y humo. Dijo el poeta: "Andando se hace camino." Más deprisa en bicicleta, y si bien de niño ya me negaron la teta, me he cansado de la dieta de asceta y del jarabe de palo, que yo no soy malo (solo un poco raro) y a falta de un final más logrado, pues... colorín colorado.

Solo hay una ciencia exacta y esa es las matemáticas, todas las demás son cuestionables, pero no las matemáticas. Dos más dos son cuatro y no hay más que hablar, al igual que cero es nada y es el común denominador de los mensajes que recibo al cabo del día. Por eso hoy me siento con ganas de mandarlo todo a tomar por el camino más corto, o lo que es lo mismo, por el recto. Regreso a la habitación, me conecto y me encuentro con un "hola". Que escueto, pero aún no siendo un cero, sabe a derrota.

Sentimientos no correspondidos, celos, infidelidades, alcobas sobre explotadas, corazones libres de aforo. Don Juanes y Casanovas recitan versos de copia y pega, "fenme fatales", ovejas reconvertidas en lobas. Personalidades que son un fraude, fraudes que son personas. "Te quieros" de invierno, calenturas fuera de temporada, folletines soporíferos e ilusiones migratorias. Que bonito es todo, el romanticismo se respira en el aire. Será por eso que me estoy asfixiando.

Peor que los huesos molidos, que la quemazón de los moratones, es el nudo que se me formó en el estómago y me impide seguir teniendo hambre de esta vida. Como la espiga de trigo, que dobla el espinazo bajo el peso de su propia semilla, así me humilla lo sembrado a mi paso. Los que, cómo yo, nacieron sin un pan bajo el brazo, que llegaron a este mundo como los burros a solo recibir palos, no pueden permitirse la soberbia y mucho menos el orgullo.

Me gustan los altibajos, saltar al vacío, trepar la reja con nocturnidad y alevosía. Robar al reloj horas de sueño, el pelo lacio, muy largo y negro. Los que rehúsan lo establecido y detestan el pan comido. Las causas perdidas, ganar de farol, perder con una buena mano. Me gusta el cielo nublado, buscar cobijo en tus brazos. Que todos piensen que soy malo, que los ignores y me beses. Me gusta llenar espacios en blanco. Incongruencias escritas sobre miedos y dudas. Eres tú quien me gusta.

Iba Telesforo paseando por la playa cuando tropezó con algo. Semi oculta en la arena... Una lámpara mágica! Raudo, comenzó a frotarla y de su interior apareció un genio todo poderoso. "Pide tus tres deseos." Le dijo. Telesforo, que era todo corazón, no lo dudó ni un instante. "Deseo que no haya hambre en el mundo, que cesen las guerras y que la naturaleza se recupere." Y de ese modo tan absurdo, fue como sus buenas intenciones desencadenaron el fin de la edad de los humanos.

Me pediste que te regalara una noche mágica y te tomé la palabra. Abracadabra! Conté hasta tres y ya no estabas. Permanezco desde entonces en arresto domiciliario, fumando y esperando que al disiparse el humo aparezcas de nuevo. Guardé en un cajón el adiós que me negaste y continué con lo mío camino del olvido. Poco importa si subes o bajas cuando entre las piernas solo acumulas fracasos, te cruzas de brazos a verlas venir y como pasan de largo. Por fin hora de dormir, de morirse un rato.

De que me sirve un tesoro estando tan solo? Más brilla la luna que todo este oro. Abandonado a mi suerte, esperando a la muerte mientras me vuelvo loco. El hombre más rico, el más desafortunado. Los llamo por su nombre pero los doblones no me responden. Los arrojo al mar y los maldigo. Malas noticias, el oro no se come. Al llegar la mañana, sobre el lecho de arena lanzando monedas, espero a que mi memoria se pierda.

Cuídate hermano de aquellos que por los celos se guían, pues donde antaño había cariño hoy solo ven traición y perfidia. No hay enemigo mayor que un corazón despechado, abocado a devolver en dolor un amor que imagina prestado.

Yo solo tengo palabras con las que sembrar mis campos, pero ahora que no llueve, ahora que el cielo se cierra y me niega el agua... Cómo han de brotar las palabras y convertirse en frases? Estás en oraciones que crecen hasta transformarse en una historia, tu propia historia. Marché arrastrando los pies, levantando el polvo de mis lamentos con la intención de no regresar a estos campos yermos jamás, pero jamás es demasiado tiempo. Son mis cicatrices libros y la piel las hojas dónde están escritos

El retrato de esa imagen se apodera de mi alma y duele... Más, mayor es el daño que causa el engaño de pretender olvidarlo. Cómo olvidarme, si estás adherido a mi paladar y mi juicio entumecido por el veneno de tu piel. Yo, que comí de la fruta prohibida sin importarme la ira de Dios y sus arcángeles. Yo, que en el lance perdí la inocencia, dejando que la urgencia guiase mis pasos hacia el ocaso de tus caricias... Yo, que soy a la vez Adán y también soy Eva, perdí la fe y la sonrisa.

Que fue un trato justo? Qué es la justicia cuando tiene la espalda curvada de tanto hacer reverencias, de tanto arrastrar la cara por tierra ofreciendo las nalgas al que más manda para que disponga de ellas como mejor le plazca. Necios! Se miran al espejo con ojos miopes. No se dan cuenta de que cada vez que respiran es el propio aliento el que empaña su imagen y no el oprobio que mis palabras puedan causarles.

Escribo sobre la arena, poco importa que lo borren las olas. Breve instante dura el mensaje, que a modo de herida quedó en la tierra, si no se comparte no es más que polvo y el viento se lo lleva. En algún lugar olvidé cincel y martillo, me basta el dedo para dibujar los surcos que dan forma a las palabras. No me importa que no perduren en el tiempo, que no permanezcan eternas grabadas en piedra. Escribo sobre la arena mis inquietudes y al subir la marea nada queda, el mar las secuestra.

A que viene todo este teatro? No expondré el porqué, el cómo ni el cuando. Condenado de antemano por juez y jurado, me voy caminando despacio hacia el árbol del ahorcado. Mira el verdugo la hora y comprueba la soga, que corra el nudo en lugar del aire. Se hizo tarde y el tiempo apremia por silenciar mi lengua. Y ahora ya sin discurso, ni me reinvento ni me reescribo, tan solo me repito. Y si me arrepiento de algo, es de no haber gritado más alto.

Yo, que a falta de amigos aprendí de niño a jugar con las palabras, se bien del daño que estás provocan en boca, de quién la tiene llena de moscas por no saber mantenerla cerrada.

Tu corazón es de oro y todos lo codician, no vale el mío al peso un beso o una caricia. Es tu sonrisa, socarrona y burlona, la rendija por la que escapa el brillo de un metal que es tan frío que si me aproximó quema. Ofrecería las yemas, arriesgaría los dedos. Justo precio sería perder la mano por poder tocarlo. Por qué ese empeño en mantenerlo preso? No han de abrirlo mis versos ni los cantares de mil juglares. Tu corazón es de piedra y el dorado fulgor que refleja tan solo una quimera.

Hay quienes aseguran que el silencio a veces dice mucho más que las palabras. Menuda tontería! El silencio oprime, nos da miedo y lo rompemos con nuestra propia voz. Cantamos, silvanos, gritamos porque la nada nos angustia y eso es el silencio; la respuesta de los muertos, de los que no nos escuchan, de los que están lejos. El silencio es la confirmación de nuestra soledad, el puñal de la indiferencia, la falta de tu afecto. El silencio no es más que la constatación de tu ausencia.

Uno dijo hace tiempo que la vida es sueño. Otros aseguran que es la muerte el sueño eterno. Así no hay quien se aclare de quién está vivo, quién muerto y el que solo está durmiendo. Lo único cierto es que perdemos el tiempo soñando, caminamos sonámbulos buscando bajo las sábanas unas respuestas que no encontramos ni solos ni acompañados. Ya me he cansado de chuparme el dedo y no conseguir pasar página, me voy a la cama, ya veré mañana si me he muerto o si sigo soñando despierto.

Te soñé en primavera y eras rocío, aroma a romero, a espliego, a tomillo. Entre los campos de trigo, te soñé conmigo. Te soñé cercana, dulce fragancia de canela en rama. Yo era tierra baldía que espera la lluvia, con el mismo deseo con el que las mareas anhelan besar la arena y llevarla consigo. Te soñé conmigo. Te soñé a mi lado y también soñabas, pero al despertar no estabas.

Entonces te añore. Te añore como el solitario añora a un amigo, como el mendigo unas monedas, como el que tiene frío y no encuentra luz ni abrigo en el brillo de las estrellas. Entonces te esperé. Te esperé sin reproches, llevando en la mano un ramo de buenas razones. Y así, esperando, llegó el verano. Te soñé entonces siendo un pájaro, migrando hacia el Sur, volando a tu lado.

Te soñé distante, etérea y difusa, te soñé confusa, te soñé muy lejos. Te soñé y eras nieve cubriendo las cimas, tan pura y a la vez tan fría. Temí que llegase el día, que el sol derritiera tu recuerdo. Miedo de que acabe el invierno, de que al llegar la primavera de nuevo, deje de soñar contigo.

Mi sueño era un lienzo, donde se mezclaba el verde del mar con el azul del cielo. Pero tanto hace que llevo esperando, que no reparé en el hecho de que me hice viejo y es tan largo el trecho que nos separa, que mis alas cansadas no soportaron el peso del tiempo y acabé cayendo rendido al vacío. Te soñé conmigo. Soñé durante el otoño marchito, soñé que no estabas conmigo.

Has de elegir entre la razón y el valor si te has de sentar a jugar en esta mesa y si vas de farol lo he de leer en tu cara. De ser así, no me hagas perder el tiempo, pues solo es eso, mi tiempo, lo que te has de llevar por paga. La apuesta es a todo o nada, no te distraigas, perder o ganar depende de los pequeños detalles y si sabes jugar tus cartas... quién sabe, lo mismo ganas. No tengas prisa por ver mis cartas, que yo juego de corazón y será una sonrisa la que me delate.

Hay que ser más que pedante para auto proclamarse caballero andante. Ansiar zanjar disputas y deshacer entuertos, ganar batallas después de muerto para acabar de leyenda en los libros de texto. En esta, mi isla, no tengo galgo que me ladre, ni rocín flaco, ni otra tinta que la propia sangre. Escribir es morir y cada palabra duele cuando ni el eco te las devuelve.

Pobre náufrago, deja de soñar y descansa. Tú balsa hace aguas y aún así le cantas baladas a la mar salada. Si no sabes nadar, que harás,? cuando se te trague la mar. Pobre mendigo, deja de soñar y descansa. No es moneda el cariño que se reciba por pena y aún así te empeñas en llorarle a las viejas a los pies de la iglesia. Pobre bufón, deja de soñar y descansa. Buscando el calor de la grada, será tu mortaja sus carcajadas. Pobre soñador, deja de llorar y descansa.

En lo que a mí me toca, soy esa nota disonante, que constante se repite y no admite que es molesta, ni aún cuando le cierran la puerta en las narices. Soy el ojo miope que no distingue de matices, la roca que el tiempo erosiona y resquebraja en mil pedazos. Soy la prudencia en exceso a la que aplasta el peso del miedo al fracaso, el eco de un tiempo que pasa sin devolver el saludo. Por sombrero un nido de pájaros, zapatos de vuelta de todo y para el frío, un abrigo de melancolía.

Yo no sé cómo hacer para cantar debajo de tu ventana pues de tan pobre he nacido sin voz y he de tomar las palabras prestadas. Aunque me llamen ladrón de versos y tonadas de ingenua, no es mala la intención si de corazón las regalas.

Después de la tormenta echo de menos el tronar de las olas. Verme en zozobra flirteando con el desastre, arrojar por la borda el lastre del pudor junto con las ropas y lanzarme al abismo para ahogarme en mi propia lujuria. Perdido el rumbo por no hacer caso de la brújula, vuelo sobre el ojo del huracán hasta alcanzar el clímax. Sólo quiero naufragar entre tus brazos otros mil años. Pero llega la calma sin previo aviso para hacernos daño y al cesar la lluvia por fin entendemos,

Si he de navegar a través de tus tormentas, cómo un tahúr al capricho de la fortuna... Cómo no he de hundirme en el abismo de mis temores, si al respirar de tus labios, en lugar de exhalar huracanes solo siento la calma en tu pecho. Cómo he de perderme en tus ojos, si al mirarme en ellos te encuentro allende de otros mares más lejanos. Si cuando tomo tus manos están frías, tus mejillas pálidas y tu sonrisa vacía. Si he de navegar a través de tus tormentas... quiero naufragar a lo grande,

Sobre la corteza de un árbol joven, he grabado tu nombre. No por más noble, es la madera del roble menos efímera. Elegí una encina para cargar con la herida de esas siete letras. Que mil años viva! Se adentren profundas las raíces en la tierra para soportar el peso de mis lamentos. Y cuando se pierda el recuerdo, cuando crea que ya nada queda de lo que siento, regresaré a estos campos, ahora ya viejo, para verme en el espejo de su corteza y tener la certeza de que no fue un sueño.

Hace frío y apenas me quedan recuerdos que lanzar al fuego. Desperdigadas por el suelo, nostalgias, sentimientos pretéritos evocadores de tiempos mejores. Los recojo, sonrio... y los quemo. Busco en los bolsillos, por si por un des zurcido se deslizó la esperanza. Sólo encuentro el dolor, pero el dolor no arde y la llama se extingue. Cuando mañana despierte ya no desprenderán ningún calor las cenizas. Imposible reconocer en ellas tu vitalidad, tu voz, tu sonrisa. Habrá vencido el olvido.

No me calma la sed beber de tus lágrimas, me daña la espalda soportar la carga de tu silencio. Sentirme un necio, cuando al llegar a casa, sobre la mesa me encuentro las frases ya hechas, en la sartén los reproches y la pasión en la nevera. Una pena que sobre la tierra hayan más tontos que locos, no recuperar un poco de la maliciosa inocencia de cuando niño. Nada te pido, nada me dices y las perdices pululan felices sin temer acabar de menú. Tú y yo, codo con codo y sin embargo tan solos.

Ahora lo sé, sé que no por dejar abierta la ventana ha de entrar la luna a meterse en mi cama. Voy a regresar a casa, a la casa de mis nostalgias. Al tiempo en el que el amor caminaba en pañales y apenas balbuceaba unas palabras de forma insegura. Regresaré a buscarte en la certeza de que no estarás allí, sabiendo que tú tienes tu propio hogar, muy lejos de mis recuerdos.

Palabras sin peso, vacías, que transporta el viento al desierto, dónde no germinan y se olvidan. Mentiras, que corrompen el verso, las rimas, que llevando mi nombre no siento mías. Palabras hermosas, pero sin vida.

Le dijo el punto a la coma, "se acabó" y ella apesadumbrada le suplicó de continuar. "Quizás nos podemos dar un paréntesis". Todo quedó en unos puntos suspensivos.