jeisson-jaimes1588366930 Jeisson Jaimes

La siguiente historia es un intento por parte de mi hermano y yo, por usar una técnica empleada por varios surrealistas, como André Breton, a la cual llamaban: cadáver exquisito. Mediante esta técnica, varios autores se turnaban y escribían en un papel las frases que vinieran a su mente, finalmente creando una mezcla de varias frases que, si bien parecían no tener sentido, demostraban que realizar escritos de manera experimental era algo divertido e interesante.


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Las palabras que iluminan la cadena que me une a la oscuridad

Autores: Brayan y Jeisson Jaimes


La siguiente historia es un intento por parte de mi hermano y yo, por usar una técnica empleada por varios surrealistas, como André Breton, a la cual llamaban: cadáver exquisito. Mediante esta técnica, varios autores se turnaban y escribían en un papel las frases que vinieran a su mente, finalmente creando una mezcla de varias frases que, si bien parecían no tener sentido, demostraban que realizar escritos de manera experimental era algo divertido e interesante. A continuación les presentamos el escrito que hicimos, en el cual mezclamos palabras que se nos venían a la mente a mí y a mi hermano:


Al mismo tiempo que ella miraba el cielo naranja, del suelo brotaban algunas flores, como pedazos de recuerdos que la hacían sentir en casa después de un largo sueño. Despertó, ya era de noche. El final de la larga carretera se asomaba al final de la colina. Miró a su lado y ahí estaba, tan brillante y sereno, como lo había estado desde que lo había visto la primera vez. Se levantó, miró hacia la ventana, y levantando los brazos dijo: ¿Para qué seguir el mismo camino? Prefiero navegar hacia lo oscuro, en vez de continuar esperando a que responda. La angustiante indiferencia sofoca cualquier alma. Seguimos recorriendo el mismo camino sin fin, un rumbo circular que nos devuelve al mismo punto. Pero tal vez esta sea la oportunidad para romper el ciclo. Eso fue lo que le dijeron, pero no estaba seguro si esos eran sus verdaderos pensamientos. ¿Acaso lo había olvidado todo? De repente comenzó a reír, porque un elefante estaba sentado en la sala. Visión del subconsciente o tal vez la locura de la soledad. Apartando la mirada, recobrando el sentido, no pude verlo de nuevo. ¿Cuál será el alimento de la razón que tanto me falta en este momento? Ante esta pregunta, el viejo sabio respondió: claro como el agua, brillante como el sol, intenso como las emociones que corren por nuestras venas al ver caras conocidas. Ella pensó que su respuesta no significaba nada, pero después de mucho pensarlo, decidió emprender el viaje. A pesar de que fue arduo, finalmente, llegando a su destino, todo comenzó a cobrar sentido. Había sido aquella serpiente, venenosa y vil, la que había apagado la luz de sus sentimientos hace tanto tiempo. Pero no todo estaba perdido. Aún quedaba esperanza para enmendar las cosas. Decirle que no se vaya al lugar que tanto temía. El olvido. El desvanecimiento de los rostros, las palabras, las sensaciones. Todo esto hacía que se sintiera mal, y desde entonces había jurado que si volvía a ver la luz, le diría que lo sentía, que no era su intención que las cosas tomaran ese rumbo. Buscó entre sus cosas, pero no había ya nada que le fuera de utilidad. Los errores que había cometido en su pasado estaban tomando su venganza, aplicando el maldito sentido de justicia que solo en este universo tendría lógica. El suspiro de resignación era su forma de comunicarle al mundo que ya nada importaba, ya estaba cansado de seguir despierto. Quería dormir, solo dormir y encontrarse con su hijo. Aquel fantasma que había estado presente junto a él en estos momentos tan duros. El agua rociaba su cara. Gotas de distintos colores comenzaron a rebanar su rostro en mil pedazos. La luna llena le cantaba y lo invitaba a la fiesta eterna. Accedió, y ahora se encontraba en el mundo de los muertos, pero se sentía más vivo, y ahí fue cuando vió su libro favorito durante su infancia. En ese momento, ella entró donde él estaba. Se agachó y le pasó el libro. Entonces le dijo: «ya es hora» Impulsado por un sentimiento repentino de libertad, abrió sus brazos y empezó a correr, con el libro en la mano. La inclemencia del tiempo había hecho estragos en el libro, que desprendía sus hojas, una por una caían al suelo, y cuando él se detuvo, no quedaba más que la última hoja, con la frase «aquí me tienes», Efraín se acercó hacia donde estaba aquel traidor que lo había buscado durante tanto tiempo. Ambos cruzaron miradas, esperando a que el otro le dirigiera la palabra. Sus cuerpos se estremecieron y Efraín pudo sentir su piel helada y resquebrajada. Pero eso no importó, porque a la hora de la verdad lo que cuenta es su verdadera intención. La intriga de esto no me dejaba pensar en paz. ¿Fue ese siempre su objetivo? ¿Y por qué ahora? Simplemente, las dudas se iban disipando, la niebla del camino despejandose. Pero no sabía que iba directamente a un acantilado. Y es que si cayera, ¿sería por mi voluntad, simplemente un desgraciado accidente o el producto de toda esa cadena llamada destino, que llevamos colgada al cuello toda nuestra vida y que al final termina ahorcándonos? Quisiera expresarle todas estas palabras a las personas que ya no están conmigo. Pero sigo observando el charco, y en él veo mi reflejo. Puedo ver todas mis imperfecciones y no me siento a gusto. Algún día entenderás que ser una persona como la que soy sólo trae problemas. He escapado, renunciando a mi verdadera identidad, dejando atrás todo lo que alguna vez me produjo dolor. ¿Has pensado que muchas de nuestras decisiones fueron incorrectas? Si jamás hubiéramos seguido el camino que tomamos, ¿en dónde estaríamos? La oscuridad no tiene fin, extingue incluso a la más pequeña llama que encendamos. No tiene sentido seguir mirando atrás. Una por una, nuestras decisiones son las que han formado esta malsana locura, que nos acabará, que nos exprimirá. Y cuando expiremos nuestro último aliento, solo las paredes quedarán como testigos de nuestra ínfima lucha y nuestra cobarde resignación. Después de pensarlo por largo rato, ellos se sentaron en la mesa y observaron los manuscritos que revelaban el final de la historia. Al principio se encontraban temerosos por saber lo que su destino tenía preparado para ellos. Pero también se habían dado cuenta que alguien estaba vigilando todas sus conversaciones. El manuscrito contenía todos sus viajes y las emociones que les suscitaron, Todo lo que les había ocurrido hasta el momento era leído por mentes misteriosas, en distintos lugares y tiempos. Aunque ellos lo sabían, e intentaban escapar a su cruel destino, pronto se resignaron y tomándose de las manos, hicieron una reverencia y saludaron a sus lectores, agradeciendo el tiempo dedicado a ellos. Sabían que estas eran las últimas palabras que iban a escuchar, así que ella les comenzó a leer en voz alta: "la nieve que cae con fuerza tapa nuestro camino, solo con fuego podremos abrirnos paso". Leer esto produjo en ellos un sentimiento de terror, como si las palabras estuvieran escritas para ellos, para ese momento. Entonces, él se levantó y prendió su antorcha. La oscuridad que tanto los había agobiado seguía igual de fuerte, nada la podía aplacar. Pero el fuego no era para ella, era para ellos. Cogidos de la mano, caminaron por el resto del camino, pero a diferencia de antes, esta vez sabían a donde iban, hacia la libertad. ¿Habían vencido al destino o era este no más las piezas cayendo en su lugar? En unos segundos, todo había terminado.

1. Mai 2020 21:27 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

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