Era una niña de 7 años mi abuelita estaba recostada en el sillón, le baile un ratito y vi que no me aplaudia como siempre, me acerque diciendole...—abuelita, ¿estas dormida?
La toque y se ladeo, estaba con los ojos medioabiertos, la estaba observando y mi padre se acercó, la vio y me dijo como siempre Él, tan tierno...
—¡Se murió tu abuela!,
Lo miré y dije —¿Muerta?
Me dijo: — Pon la mano en su nariz date cuenta esta fría, no respira.
Puse mi mano bajo su nariz y era cierto estaba muy fría, iba a llorar y mi padre me dijo —¡Déjate de sentimentalismos!, ¡se murió y ya!.
Despues de unos meses estaba jugando con mi abuela paterna y vi que se le cayeron los puzzles de la mano y se quedó como agachada, me extraño ella nunca hacia eso, me acerqué, la toque y no se movia.
Fui a buscar a mi padre, le dije lo que pasó, me acompaño, llegamos donde estaba mi abuelita, la movio la puso recta y estaba con los ojos cerrados, mi papá no dijo nada, pero me cogió la mano, me la puso debajo de la nariz de ella y senti tibio pero nada de aire.
—Esta muerta, tu abuela —me dijo sin estar triste ni nada, me miró diciendo—No llores, nada de sentimentalismo
Al igual que a mi otra abuelita, la enterraron, nunca lloró ni yo tampoco, después murieron mis tíos, tías y yo sin llorar nada. Pasaron los años vi morir a muchos amigos y familiares pero mis ojos estaban siempre secos y mi corazón duro como de piedra, pero el año pasado, mi padre estaba muy enfermo me llamo a su lado, tomó mi mano y me dijo—Voy a morir, ¡nada de sentimentalismo!, ¡no llores por mí!
Le pregunté: —Papá, ¿porque no quieres que llore cuando muere alguien y ahora que te toca a tí morir?
Me contesto: —Lo que te enseñe La Ouija, hazlo el 4to dia después de mi muerte, sabes lo que tienes que hacer y decir, cuando veas el resultado, sabrás porque te digo siempre, ¡no llores!, ¡sin sentimentalismos!.
Me beso la mano y sonrió, al otro día murió, mi hermano y madre lloraron, pero yo no, esperé el 4to día, fui donde Él tenia escondida la tabla, la saque ya eran las 11pm, hice el rito, se vieron sombras, se escucharon risas y quejidos tenues y de repente tres sombras asomaron a mi lado y los reconocí eran mis dos abuelas y mi padre sonrientes, me alegre, me reí.
Ahora todos los sábados voy a la casa de mis padres y la uso, sé que es peligroso, pero no me importa, los veo y me hablan, es lo único que me importa, mi hermano los vio una vez y jamás quiso regresar a la casa, está abandonada, todos tienen miedo de visitarla, se escuchan ruidos extraños allí, pero yo estoy acostumbrada, por eso es que me veo al espejo y sonrío diciendo—
—«Gracias padre, por hacerme fuerte de carácter y enseñarme para poder verte a ti y a mis abuelas, soy feliz».
Vielen Dank für das Lesen!
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