En el principio...
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En esta hora que corre entre velocidades de minuto y perseguidos segundos, me encuentro en perfecto estado de lucidez emocional.
Puedo agregar, desde el punto de observación donde me encuentro, cuánto veo pasar sin demora o con exceso de su tiempo citadino a congéneres de toda diversidad urbana de este Distrito Federal.
Esto acontece ante el silencio de la vista que recorre de cabeza a pie las personas que atraviesan fuera de la cafetería que me resguarda.
Pertrechado con el café doble exprés, el infaltable cigarro cancerígeno nuestro de cada día y la libreta de apuntes in sustituida, así como también el lapicero cómplice, la goma de migajón y la goma bicolor de oficina.
Todos son remedos de un pasado atroz que deja atrás las costumbres personales sustituidas por la grafía electrónica y la liquidez parpadeante del teléfono celular, adosado a mis nuevas necesidades de milenio.
De esa manera me atengo a una actitud cansina de ver, mirar, remirar y anotar lo que en el día a día transcurre ante mi persona y protagonista de esta historia, que intento hacer entendible a mis caros lectores de ambos sexos...
Bien, antes que la nada, mi presentación obligada: me conocen en este mundo como Eustorgio Chanel; tipo de estatura mediana, algo delgado y con tez morena.
Suave de facciones y dejado por el Creador sin mancha ni defecto en mi origen indígena mezclado con clase media de mi padrastro y mi proveedora no biológica, maternizada desde mi llegada a su candente pecho de diecisiete años.
Ella, de caderas voluptuosas, cobija mis fantasías de avezado cowboy de las praderas y sin saber cómo en muy poco tiempo después, nunca supe dónde quedaron, tras cumplir los cinco años de edad.
De sonrisa franca y confiable, mi tipo luce un cabello disparado hacia la curvatura del espacio derecho, justo arriba del cenit de las sienes que me adornan y que en conjunto soportan secretos siniestros.
Ahora, lectores amigos, tengo un cambio de criterio, pues me encuentro en el momento de atender a la primera fémina que me contiene en sus brazos.
Jura y perjura que, si en atrevimiento ajeno me deja la gana dejar por dejarla ante otra menos o más que ella, no veo más momentos que los propios del último destello de sus filosas tijeras sobre mi amable vientre.
Este, algo marcado por los pasados rigores del servicio militar obligatorio, me permite esculpir en buena parte cuánto soy, en más como elemento activo exclusivamente los días sábados de cada semana.
Cuando no es así, siempre hay momento de ser testigo de cómo se ablanda ese estado rezongón que domina al capitán que nos da instrucción militar con infalibles castigos por faltar al impoluto deber cívico que señala la Constitución de 1917.
Luego, ya convencido, y sin mucha saliva de por medio, su cabo receptor de dineros justifica y concede el permiso para faltar con pago al pase de lista de frecuentes casos, más por necedad que por necesidad de cumplimiento ante lo cual tengo que saldar las ausencias computadas a lo largo de las cincuenta y dos semanas que he de cumplir sin más, desde ese año calendario.
Pero:
— ¿Te aburro con esto? ¡Disculpa la digresión, pero ésta me gana la ocasión! —.
Ahora a paso seguro en el numeral que sigo... y, algo más, te cuento.
¿Nos acompañamos...?
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GLOSARIO DE TÉRMINOS:
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Eustorgio Chanel, personaje central de esta historia. No obstante, es necesario comentar que al nombre es real.
Hago referencia a un chico con el que conviví en casa de mi abuela materna cuando ella atravesaba una etapa de vida que la llevó a rentar cuartos a personas necesitadas de lugar idóneo para resolver sus vidas en trabajo u ocupaciones diversas.
Amor-desamor, tema elegido en una etapa de vida adolescente y juvenil del personaje, representando altas y bajas; sabores y sinsabores de vida; pasión y búsqueda de amar al prójimo, pero de manera fundamental y principal, a las prójimas, cuyas edades no alcanzaran los temidos veinticinco años.
Humor–humor negro, condimento de la existencia humana en personajes como el protagonista de esta historia.
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CONTINUACIÓN
MIRADA DE REINA 2
2
Vielen Dank für das Lesen!
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