Me encontré varado en el bosque, perdí el mapa y no supe a dónde ir. Fui a cazar algunos animales pues siempre de pequeño acompañaba a mi padre al bosque, pero nunca aprendí a cómo manejarme en esos alrededores. Continué caminando sin dirección con la esperanza de encontrar a otros cazadores hasta que logré oír la voz de dos personas, traté de seguir las voces y llegué hasta lo que parecía una choza. Me acerqué amigablemente hacia ellos y me percibieron al instante.
—¿Quién eres y qué quieres? —preguntó uno de ellos.
—Disculpen, es que me perdí y necesito ayuda —respondí.
—Pareces buena gente. Pasa a comer algo, se ve que tienes hambre —dijo mientras me agarraba del hombro.
Ellos me aceptaron en su casa, sirvieron ron y un plato caliente... Cuando abrí los ojos, luego de quedar dormido, había terminado de comer, el plato que me sirvieron, estaba lleno y frío sobre la mesa y ellos, ellos lloraban en una esquina sin sus extremidades, no suelo comer sin algo de compañía... Su llanto sólo me provocaba satisfacción. Antes de abandonar el lugar les dije: "Gracias por aceptarme. Le llevaré algo de comer a mis hijos, seguro les encantará".
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