Kurzgeschichte
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Midtown, en algún apartamento

10:26 pm


—Ahora sí voy a darle una paliza.

Hannah solo quería hacer su trabajo, pero últimamente León era víctima de un bloqueo voluntario.

«Después de que el editor en jefe me la de a mí», pensó mientras paseaba por el apartamento en penumbras de su joven protegido. Todo sonido que lograba escuchar provenía de las paredes o de las calles: golpeteos, gritos, Tyler the Creator y el oleaje del tránsito.

Una pequeña luz parpadeante martillaba en la oscuridad; Hannah se acercó a ella. Entró a una habitación y activó el interruptor para iluminarla. Latas vacías de bebidas energizantes montaban una pirámide gigante en una esquina; recipientes de comida china estaban esparcidos por todas partes, al igual que las grasientas cajas de pizza. Y Katharine Hepburn ahí, fumando un cigarrillo, como si nada. La luz parpadeante provenía de la vieja laptop de León. Pasó sus suaves dedos morenos por el panel táctil sin click izquierdo; la pantalla proyectó un resplandor blanco. Tan blanco que a Hannah le dio un ataque de vértigo.

Sólo una frase manchaba el cegador muro blanco:


Por favor Dios, hazme escribir como Dorothy Parker


Tiritaba de impotencia cuando el tono de su celular comenzó a retumbar en su bolsillo; dándole algo de esperanza.


Llamada entrante de: Mein Führe


—Mierda.

Cerró los ojos, inhaló tal y como le habían enseñado en las clases de yoga, esbozó una sonrisa relajada y exhaló con suma delicadeza.

—Hola, jefe —dijo con graciosa tranquilidad al pegarse el celular a la oreja—. Sí..., de hecho ahora estoy en su apartamento. —Se arrepintió de decir eso incluso antes de que las palabras salieran de su boca— Sí... sí... ya... ya lo leí. Bueno... es... es... —apuntó la mirada a la solitaria frase escrita en la computadora— directo..., pero inspirador —sentenció con el temor paseándose por su rostro y la voz afinada de confianza—. Sí, estará en su escritorio a primera hora por la mañana... Sí, bueno, ¿para qué quiere un gato tantas vidas si siempre cae de pie? —Dijo después de mal entonar una risita estúpida—. Sí, adiós. Buenas noches.

Colgó. Releyó una última vez la frase escrita por su joven discípulo, amigo y, no está de más decirlo, fuente de ingresos y esperanzas de un futuro como editora en jefe. Sonrió con suma seguridad y, acto seguido, llenó el silencio de la manera más racional que se le ocurrió, dadas las circunstancias:

—¡Pues si eso quieres haz algo al respecto, malnacido! ¡Ya deja de lloriquear por tus desventuras de colegial! ¡O al menos aplasta tu trasero y escribe sobre ellas! ¡Al menos así conservo mi empleo!

Recobró la calma y marcó un número en su celular. Dos segundos más tarde, un tono comenzó a sonar desde la cocina. Tres segundos después, Hannah prosiguió con la descarga:

—¡¿Cuándo vas a entender, cabrón!? ¡Siempre carga tu maldito celular!

Se estaba paseando por toda la habitación sin darse cuenta.

—¡¿Qué pasó con el niño maravilla que iba a ser la pluma de toda una generación?! ¡Si yo me hundo, tú te vienes conmigo!

Hurgó por cada carpeta de la computadora, pero no encontró nada que le fuera útil. Solo cientos de ideas que no habían pasado de la cuarta página a lo mucho. El ingenio de León podía ser tragado por su pereza; cosa que ocurría siempre en los peores casos, al menos para Hannah.

Se comunicó con todos los miembros del Carpe Noctem que conocía y con sus pretendientas en turno, (aunque, después de lo de Josephine, las pretensiones de León no iban más allá de pasar un buen rato con una chica guapa) y todos le dijeron exactamente lo mismo: que no le veían desde hace un par días, que creían que estaba dale y dale con el teclado como si fuera el maldito Bill Evans.

Aventó el celular al escritorio, cerro la laptop y fue a la sala. Se desparramó por todo el sofá. Ni siquiera se molestó en encender la luz. Giró la mirada y, gracias a las luces nocturnas que se colaban por la ventana, pudo ver la fotografía enmarcada que yacía en la mesita que tenía al lado: eran León y ella, ambos sujetando una copia de la primera novela que él había escrito y ella editado; ambos lucían ridículamente felices.

—No me voy a ir de aquí sin darte un jalón de orejas —musitó en medio de un bostezo risueño.


7:54 am


El repiqueteo en la puerta la despertó. Se despabiló y notó que una cobija había aparecido encima de ella. Le echó un vistazo a los alrededores, pero todo yacía en paz y silencio. Su mirada cayó sobre la mesita en donde estaba la fotografía enmarcada; ahí encontró una nota escrita en un papel verde y, debajo de ella, unas veinte páginas unidas con un clip de mariposa.

Seguían llamando a la puerta.

Hannah se levantó y fue a ver de quién se trataba.

—¿Sí? ¿En qué puedo ayudarte?

Era una chica; alta, pelirroja y llena de pecas. Lucía exhausta. Llevaba puesta una chaqueta sukajan rosa con mangas color marfil y estampada de pétalos de cerezo.

—¿Aquí vive León?

—Sí.

—¿Él se encuentra ahora?

Hannah volvió a inspeccionar el lugar con un vistazo rápido, como para asegurarse de que él no estuviera.

—No, no está.

—Oh, ya veo. ¿Puedes decirle que Flower vino a verle?

—Ok, yo le digo.

—Por si no me recuerda, dile que soy la chica que —se interrumpió para dar un largo y dulce suspiro— conoció anoche en Central Park.

—Ok, se lo diré.

—Él ya sabe dónde encontrarme —dijo con un embeleso casi perverso.

—Ok —repitió Hannah y cerró la puerta antes de que Flower dijera otra cosa.

Recogió la nota escrita en el papel verde y la leyó:


Te dije que no volvería a pasarme de la fecha límite. Lo último que quiero es que tengas problemas con ese cabrón del editor en jefe por mi culpa. Tenías razón; solo necesitaba un poco de aire fresco para despejarme; caminar por las calles de neón, conocer personas. En esta ciudad hay historias en cada escaparate, en cada puñetazo, en cada taza de café.


P.D. No creas todo lo que digan de mí esta mañana en el Internet o en las noticias. Ya sabes cómo pintan todo peor de lo que realmente fue. Ya te lo explicare mejor en la tarde. Aunque no está de más contactar a ese abogado amigo tuyo, solo por si acaso.


P.D.2. Si va al apartamento una chica llamada Flower, no la dejes pasar. Posiblemente esté armada. Es buena chica y todo, pero está un poco loca. Con un pasado como el de ella, cualquiera lo estaría.


Tomó el manojo de hojas y leyó el titulo del relato:


Una flor asustada en Central Park



















29. August 2019 16:06 5 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

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E. Guerra Maya ¨Las palabras son lo único que tengo para jugar¨

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Galo A. Vargas Galo A. Vargas
No olvide las tindes y falta de puntuación al final de las oraciones; como para empezar :)
September 09, 2019, 14:49

Galo A. Vargas Galo A. Vargas
@rubbersoul es una solución. Sí, hay que hacerlo. Aunque lo de los insultos es solo una recomendación editorial. Muchas veces los insultos son importantes para el diálogo; hasta yo mismo los utilizo. Pero abusar de ellos vuelve a la obra difícil de leer, y por ende disminuyes a tus potenciales lectores. Es una recomendación ;-)
September 09, 2019, 14:47
Galo A. Vargas Galo A. Vargas
¡Hola! Somos del equipo de verificación de Inkspired. Quisiéramos verificar tu historia, pero para eso necesitamos que por favor hagas unas modificaciones en el texto en cuanto a la abundancia de insultos, y además corrijas ciertas faltas de puntuación (como el exceso de puntos suspensivos) y falta de tildes (como por ejemplo cuando se dice "Sí"). Tan pronto hayas hecho la corrección en todos los capítulos por favor responde este mensaje. Gracias.
September 09, 2019, 12:48

  • E. Guerra Maya E. Guerra Maya
    ¿Creen que si cambio la clasificación de edad pueda ahorrarme eso de modificar la ¨abundancia de insultos¨? September 09, 2019, 14:43
~